Que levante la mano quien se qued¨® anclado en el siglo XX
El miedo al futuro se extiende y ese es el terreno m¨¢s f¨¦rtil para los nuevos intr¨¦pidos: los aut¨®cratas
Imaginemos un aula magna llena de personas, pa¨ªses, instituciones, grupos musicales, partidos y cuantas cosas queramos incluir. El profesor les invita: ¡°Que levante la mano quien se sienta mejor en el siglo XX¡± (entendiendo como tal, evidentemente, su segunda mitad). Muchos tardar¨ªan en reaccionar, dudar¨ªan a la espera de acontecimientos, pero algunos levantar¨ªan la mano sin pens¨¢rselo dos veces. El m¨¢s r¨¢pido ser¨ªa Alemania. Perfecto, dir¨ªa el profesor, y ahora salga a la pizarra a explicarlo.
Alemania, la potencia que emergi¨® con toda su fuerza de la derrota de la II Guerra Mundial, q...
Imaginemos un aula magna llena de personas, pa¨ªses, instituciones, grupos musicales, partidos y cuantas cosas queramos incluir. El profesor les invita: ¡°Que levante la mano quien se sienta mejor en el siglo XX¡± (entendiendo como tal, evidentemente, su segunda mitad). Muchos tardar¨ªan en reaccionar, dudar¨ªan a la espera de acontecimientos, pero algunos levantar¨ªan la mano sin pens¨¢rselo dos veces. El m¨¢s r¨¢pido ser¨ªa Alemania. Perfecto, dir¨ªa el profesor, y ahora salga a la pizarra a explicarlo.
Alemania, la potencia que emergi¨® con toda su fuerza de la derrota de la II Guerra Mundial, que lider¨® el continente, que se unific¨® de un plumazo para asombro de un mundo anquilosado en la Guerra Fr¨ªa, est¨¢ adentr¨¢ndose con pies de barro en un siglo que parece no pertenecerle. Todos los pa¨ªses europeos sufren la misma perplejidad ante unas potencias asi¨¢ticas que van ganando las batallas tecnol¨®gicas, ante una Rusia agresiva que combina el viejo lenguaje de los tanques con el nuevo de la intoxicaci¨®n masiva y, especialmente, ante China. Pero es Alemania ¡ªexplicar¨ªa su portavoz en la pizarra¡ª quien m¨¢s pierde ante el cambio hist¨®rico que se avecina.
A punto de cerrarse plantas de Volkswagen y de perder la batalla del motor en la era el¨¦ctrica, Alemania ve caer su econom¨ªa, su confianza, y fracasar su modelo. La frustraci¨®n se acumula ante lo que muchos consideran una fallida integraci¨®n de los inmigrantes que Angela Merkel permiti¨® entrar 2015; crece el miedo a que otros sigan llegando sin planes mejores; a que los empleos se sigan evaporando mediante deslocalizaciones de empresas; y tambi¨¦n la desafecci¨®n entre Este y Oeste, incomprensible cuando los alemanes de uno y otro lado llevan ya m¨¢s tiempo unidos que separados por el Muro. El miedo al futuro se palpa a lo largo y ancho del pa¨ªs. Y se evapora la convicci¨®n de que la econom¨ªa que tan bien funcion¨® en el siglo XX es imbatible. China es la gran amenaza econ¨®mica y los pr¨®ximos aranceles de EE UU no ayudan.
El fin del gas barato que proced¨ªa de Rusia no solo ha sacudido sus cuentas ¡ªlas p¨²blicas y las dom¨¦sticas¡ª sino tambi¨¦n la autoestima de un pa¨ªs que no acostumbraba a dudar de s¨ª mismo. Las elecciones se acercan tras la ruptura de la coalici¨®n gobernante; el canciller Olaf Scholz persiste a pesar de su nulo carisma y la ultraderecha y la ultraizquierda xen¨®foba encuentran el campo f¨¦rtil para su mensaje: el miedo. Los alemanes tienen miedo. Todo ello explicar¨ªa el portavoz ante esa aula magna, donde otros muchos asistentes se animar¨ªan a levantar la mano y sumarse al club creciente de quienes temen el futuro. Triste que las autocracias y los nuevos Trump sean hoy los m¨¢s c¨®modos e intr¨¦pidos del siglo XXI. Ellos nunca levantar¨ªan la mano.