¡°Hablemos de ti¡±: El masaje anual de Spotify a nuestro ego musical

Nadie sabe muy bien c¨®mo ha sucedido, pero es oficial: estamos a dos patadas de acabar el a?o. Y desde hace unos a?os, a los prop¨®sitos de A?o Nuevo se unen los repasos a todo lo que hemos ido haciendo 365 d¨ªas antes. Tener una vida digitalizada desde que abrimos el ojo hasta el ¨²ltimo suspiro nos ayuda/impone/genera todo un historial que, ahora, es susceptible de ser le¨ªdo; otra cosa es que lo merezca o no. Desde hace d¨¦cadas los medios y los grandes creadores de contenido han entregado sus listados, m¨¢s o menos pol¨¦micos, pero desde hace unos a?os se han impuesto a nivel particular. Pero ?de verdad necesitamos repasar nuestra existencia entera como si fuera la lista de Los 40? Y sobre todo ?tenemos que compartir el color de nuestra aura musical (s¨ª, eso existe) con esa compa?era de la carrera a la que no vemos desde hace 13 a?os pero que observa todos y cada uno de nuestros stories de Instagram? ?Lo necesita ella o lo necesitamos nosotros?

Desde hace unas horas, ya tendr¨¢ en sus manos ese regalo anual llamado Spotify Wrapped. Lleg¨® el mi¨¦rcoles, aunque no se sab¨ªa exactamente cu¨¢ndo era el lanzamiento, porque as¨ª el secretismo tecnol¨®gico y la generaci¨®n de ansiedad tecnol¨®gica: hab¨ªa apuestas sobre cu¨¢ndo saldr¨ªa y cuentas de X informando al minuto. Como lleva haciendo desde 2016, la plataforma musical lanza estos d¨ªas su presente navide?o empaquetando la m¨²sica que cada cual ha escuchado en sus agotados auriculares el ¨²ltimo a?o. Podr¨ªa pasar por ser una curiosidad personal, como si uno no supiera por s¨ª mismo si es m¨¢s de los Beatles o de los Rolling, pero la disecci¨®n llega a tal detalle que, m¨¢s all¨¢ de plantearnos el nivel de an¨¢lisis de Spotify y c¨ªa sobre nuestras localizaciones, gustos y dem¨¢s (mejor no pensarlo demasiado...), nos resulta fascinante. Tanto como para compartirlo de manera incansable en redes.

No pensamos ni por un momento si todos nuestros digiamigos estar¨¢n ansiosos por saber que escuchamos un mill¨®n de minutos de Taylor Swift este a?o (como el resto de los mortales, por otra parte), pero nos quedamos sorprendidos y, con el paso de las horas, cada vez m¨¢s hastiados de todos esos colegas que comparten los suyos, que, por otra parte, no podemos dejar de mirar. Una fascinante pescadilla que se muerde la cola. El yo¨ªsmo m¨¢s al extremo, y adem¨¢s compartido por otros 640 millones de oyentes. Hace un par de a?os, al pasar las diapositivas donde se desvelaban los gustos, la plataforma encaraba al usuario directamente: ¡°Dej¨¦monos de tanto 2022, hablemos de ti¡±. A m¨ª me gusta la gasolina, dame m¨¢s gasolina.

Nuestra propia glorificaci¨®n como superusuarios, como entendidos, como gente que no solo le da al bot¨®n de play, sino que es curadora (los anglicismos traducidos raro siempre quedan bien en estos asuntos) de s¨ª misma, de sus gustos, y que adem¨¢s ha de exponerlos ante el mundo (?no los hay mejores!), es parte de la gracia. Pero tambi¨¦n lo es verse del otro lado: re¨ªrse un poquito del ego de los dem¨¢s, pero viendo de reojo c¨®mo tambi¨¦n se carcajean del nuestro, que no pasa nada. Les decimos a los que escuchan nuestra misma m¨²sica que son estupendos, pero que nosotros somos mejores que ellos; y a los que escuchan otra que qu¨¦ originales, pero que por supuesto nosotros molamos much¨ªsimo m¨¢s. Y todo esto a voces en redes durante d¨ªas. Una extra?a carrera digital de alabanzas y risas con un ¡°pero yo m¨¢s¡± de fondo.

Todo mientras le hacemos a Spotify la publicidad de su vida y por la cara. De ah¨ª que otras plataformas como Tidal o Apple Music se sumen. Los de la manzana, siempre tan brillantes en sus productos y tan irregulares en su contenido, han intentado jugar a eso de que quien golpea primero golpea dos veces y ya han anunciado sus ganadores. Y s¨ª, triunf¨® Taylor Swift, como ha triunfado en Spotify. Nada nuevo por aqu¨ª, nada original por all¨¢, pero ?y lo chulo que es que llegue Tay y te salude en un v¨ªdeo para darte las gracias como si fueras su vecina? Lo han hecho ambos. Y el ego musical y social siguen infl¨¢ndose, sin explotar jam¨¢s.