Horizonte 2028: reforma de la Constituci¨®n, de desider¨¢tum, a mandato de la sociedad
El 50? aniversario de la promulgaci¨®n de la Ley Fundamental es la ocasi¨®n id¨®nea para su renovaci¨®n con el objetivo de que implique sentimentalmente a las nuevas generaciones
Yo no pude votar la Constituci¨®n, soy un orgulloso hijo de ella. Como yo un 75% de los habitantes actuales de Espa?a nunca nos hemos podido pronunciar en las urnas sobre ning¨²n aspecto relativo a la norma que rige nuestras vidas y que es utilizada y manoseada una y otra vez en muchas discusiones p¨²blicas
La Constituci¨®n de 1978 es una de las mejores creaciones que la sociedad espa?ola ha hecho en toda su historia. El progreso y desarrollo social, pol¨ªtico, econ¨®mico, cultural, as¨ª como el grado de libertades alcanzado s¨®lo ha sido posible gracias a que nos dotamos de una herramienta jur¨ªdica, ¨¦tica y pol¨ªtica, la cual recordemos supo a poco a algunos y a demasiado a otros, que incluso con sus muchas imperfecciones y contradicciones ha devenido en extraordinaria. Pero nuestra Constituci¨®n ya no s¨®lo requiere su puesta al d¨ªa, sino que la ans¨ªa como forma de construcci¨®n de un proyector regenerador de Espa?a.
?Podemos confiar que ese proyecto de ambiciosa reforma nazca del actual ecosistema pol¨ªtico? Rotundamente no. Es tal el grado de encarnizamiento de la lucha pol¨ªtica actual que no hay ning¨²n asomo de proyecto compartido de Espa?a. Ning¨²n partido pol¨ªtico asume como mandato de la ciudadan¨ªa la necesaria b¨²squeda de consensos. La mejor prueba de lo anterior es que no se ha escuchado a d¨ªa de hoy ninguna voz que, apelando a que en 2028 se cumplen 50 a?os de promulgaci¨®n de nuestra Constituci¨®n, afirme que es la ocasi¨®n id¨®nea para emprender una reforma ambiciosa de la Ley Fundamental que ilusione y enganche sentimentalmente a las nuevas generaciones de espa?oles.
No podemos aceptar el argumento seg¨²n el cual no hay consensos suficientes para emprender esa reforma profunda de la Constituci¨®n. Afirmamos con rotundidad que hay muchas materias donde la sociedad espa?ola ha construido un consenso t¨¢cito durante estos casi 50 a?os. Repasemos solo algunas:
¡ª Inclusi¨®n en la Constituci¨®n de los avances sociales conseguidos: derecho a la salud sexual y reproductiva de las mujeres, el matrimonio igualitario, la eutanasia y la supresi¨®n definitiva de la pena de muerte.
¡ª Convertir en derechos fundamentales el derecho a la salud, vivienda, pensi¨®n adecuada, medio ambiente y protecci¨®n de los datos personales. De esta forma dejar¨ªan de ser solo declaraciones de intenciones para transformarse en mandatos jur¨ªdicos obligatorios.
¡ª Redefinir los nuevos retos asumidos por la sociedad espa?ola en estos a?os: la igualdad entre mujeres y hombres, la perspectiva de g¨¦nero, la diversidad, la plena inclusi¨®n, la protecci¨®n de los colectivos vulnerables, el desarrollo sostenible, la universalizaci¨®n del acceso a la tecnolog¨ªa definiendo el uso y desarrollo de la inteligencia artificial.
¡ª Plasmar por escrito en nuestra Constituci¨®n nuestra identidad europea, iberoamericana e internacionalista, as¨ª como defensora de la paz.
¡ª Abordar las indispensables transformaciones jur¨ªdicas: supresi¨®n de la discriminaci¨®n de la mujer para acceder a la Corona, nueva redacci¨®n del T¨ªtulo VIII incorporando el nombre de las comunidades y ciudades aut¨®nomas y dando el papel que debe asumir el Senado como verdadera c¨¢mara de representaci¨®n territorial.
He querido dejar para el final, unas l¨ªneas relativas a la justicia. El punto de partida es este: ?las reformas legales no bastan para construir la justicia del futuro! S¨ª es una soluci¨®n efectista, s¨ª puede generar un cambio de clima de opini¨®n pero nada m¨¢s. La actual situaci¨®n ha desembocado en una anemia para la justicia que la coloca en una posici¨®n de gran debilidad a la hora de enfrentarse a un mundo criminal cada vez m¨¢s poderoso y sofisticado. Consagrar constitucionalmente que se deben garantizar a la justicia medios materiales, personales y tecnol¨®gicos suficientes para dar una respuesta pronta en el tiempo, eficaz y eficiente es imprescindible. Como es fundamental consagrar la autonom¨ªa del ministerio fiscal en la Constituci¨®n. La coparticipaci¨®n del poder ejecutivo con el poder legislativo en el nombramiento del fiscal general del Estado se muestra como la mejor soluci¨®n para que se deje de manosear de forma tan irresponsable con esta instituci¨®n tan valiosa para la justicia.
Al mismo tiempo, tenemos que defender en estas l¨ªneas el control ¨²ltimo parlamentario del Consejo General del Poder Judicial, a trav¨¦s de mayor¨ªas cualificadas. Cualquier reforma en sentido contrario ser¨ªa un retroceso muy importante. La democracia no es la de las ¨¦lites sino la de los ciudadanos gobernados por representantes responsables del mandato que ostentan y de la obligaci¨®n de construir consensos. En tal sentido, ?por qu¨¦ no introducir en la Constituci¨®n la facultad de que el Tribunal Constitucional pueda imponer multas sobre los salarios de los grupos parlamentarios y sobre los sueldos de los propios diputados por cada mes que pase sin que se haya renovado cualquier ¨®rgano constitucional? Del mismo modo que los ciudadanos saben que se enfrentan a una sanci¨®n si, por ejemplo no cumplen con sus obligaciones tributarias, ?por qu¨¦ la sociedad no puede exigir lo mismo a sus representantes?
Son tantos y tan hermosos los retos que como sociedad podemos asumir en nuestra Constituci¨®n. Por eso, desde este rinc¨®n personal y generacional hago un humilde pero apasionado llamamiento a todas las organizaciones y movimientos sociales para que con el horizonte puesto en 2028 la reforma de la Constituci¨®n deje de ser un desider¨¢tum de la sociedad y se transforme en un aut¨¦ntico mandato.
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