¡®Tachia¡¯
La actriz Conchita Quintana demuestra que las historias sentimentales pueden acabar bien

Aunque parezca mentira en los tiempos que corren, hay cosas que salen bien, historias que discurren con una naturalidad hermosa. La semana pasada, en la donaci¨®n al Instituto Cervantes de la biblioteca que la familia del escritor Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez conservaba en Par¨ªs, tuve la suerte de saludar a la actriz espa?ola Conchita Quintana. Se la conoce como Tachia, porque as¨ª la bautiz¨® Blas de Otero. El poeta no s¨®lo mantuvo con ella una relaci¨®n amorosa a principios de los a?os 50, sino que cre¨® un personaje po¨¦tico con las s¨ªlabas finales de su nombre. Tachia naci¨® de Conchita y de la poes¨ªa. ¡°Tachia, los hombres sufren. No tenemos / ni un pedazo de paz con que aplacarles¡±, escribi¨® Blas en uno de sus poemas de Ancia, mientras caminaba por Bilbao y Par¨ªs en busca de un verso que viviese en medio de la calle. Ser libre fue, entre otras cosas, mirar ¡°a Tachia descaradamente¡±.
En Par¨ªs, a la salida de una lectura po¨¦tica, Tachia conoci¨® a un joven periodista llamado Gabriel. Mantuvieron en 1956 una intensa historia de amor que luch¨® contra las dificultades econ¨®micas y se abri¨® paso en la literatura y en la vida. Cuando se acab¨® la relaci¨®n amorosa, no hubo gritos, sino despedidas y amistad. Casado Gabo con Mercedes Barcha, la familia hered¨® esa amistad y compartieron nuevos d¨ªas en Par¨ªs. Gracias al entorno de Tachia y a la familia Garc¨ªa Barcha, la biblioteca que ten¨ªa el novelista en su casa de Par¨ªs, con muchas traducciones de su obra y una colecci¨®n de lecturas preferidas, ha llegado al Instituto Cervantes. Lo celebro en esta columna. Celebro haber conocido a Tachia a sus 95 a?os. Y celebro que las historias sentimentales puedan acabar bien, en amistad, pese a algunos secretos que nos han contado los bi¨®grafos y los amigos de aquel tiempo. Los argumentos de la vida pueden suceder sin crispaciones ni odios. Mejor guardar los libros. No hay por qu¨¦ tirarse los trastos a la cabeza.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.