Cuento de hadas para Lalachus
El odio es capaz de cargarse de razones inauditas, tambi¨¦n en Navidad
Es ir¨®nico que las mismas Navidades en que Lalachus va a retransmitir las campanadas en Sol, Iv¨¢n Ferreiro haya hecho una versi¨®n madrile?a del que est¨¢ considerado como uno de los mejores villancicos de la historia del pop. No se dice nunca, pero a pesar de su t¨ªtulo y de la ternura que inspira, el Fairytale of New York de The Pogues est¨¢ lejos de ser un cuento de hadas. El narrador es un alcoh¨®lico que est¨¢ pasando la Nochebuena en el calabozo de los borrachos, un tipo de estancia que existe a¨²n en las comisar¨ªas de muchas ciudades de Estados Unidos y donde se arroja a los ciudadanos intoxicados a esperar a que se les pase la mona para que despu¨¦s puedan pagar por los desperfectos que han causado bajo los efectos de sustancias que muchas veces no son solo l¨ªquidas. Algunas de estas personas mueren porque, sin supervisi¨®n m¨¦dica, la borrachera da la bienvenida a la parca. Pero sigo con el villancico: Shane MacGowan, absolutamente curda, se pone a echar de menos a su pareja, interpretada por Kristy MacColl, quien tambi¨¦n le recuerda a ¨¦l, apoyada en el piano de alg¨²n cuchitril. Ambos van reparti¨¦ndose estrofas en las que cuentan c¨®mo se conocieron: fue el d¨ªa de Navidad en un sal¨®n de fiestas. Sonaban canciones de Sinatra, ¨¦l le promet¨ªa a ella el oro y el moro y ella, embrujada, por fin se dejaba besar. Pasa el d¨ªa, pasa la romer¨ªa y con el tiempo la pareja se acaba odiando e insultando, porque cuando el enamoramiento pasa pero el alcoholismo persiste, a veces aparece la violencia. Es sorprendente la compasi¨®n que generan borrachos y drogadictos, aunque est¨¦n como chotas desdentadas, siempre que sean estrellas del rock, la literatura o el deporte. Y hombres. No se les lincha a pesar de que est¨¦n claramente enfermos: solo faltaba que no puedan hacer lo que quieran con su cuerpo. No me sorprende tanto que la salud de una mujer se convierta en debate nacional solo si no est¨¢ delgada. La misoginia y la gordofobia son capaces de cargarse de razones inauditas, tambi¨¦n en Navidad.
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