Elon Musk y la guerra de clases
Los multimillonarios usurpadores de toda soberan¨ªa no ven la democracia como un sistema deseable: es un instrumento para garantizar su riqueza, vaciar el poder de cualquier autoridad p¨²blica y quedarse solos
¡°Hay una guerra de clases y la estamos ganando los ricos¡±, dijo Warren Buffett. Quiz¨¢ no imaginaba c¨®mo se radicalizar¨ªa su premisa, o acaso fue una consigna para iniciar el asedio. La concentraci¨®n de riqueza se acumula hoy de una forma obscena, no en unos cuantos sino en muy pocos. Normalizamos que los nuevos oligarcas tecnol¨®gicos se exhiban y dicten sus propias condiciones a los mercados, cambiando sin ning¨²n pudor la naturaleza del poder pol¨ªtico con el aplauso de todos. Los multimillonarios usurpadores de toda soberan¨ªa no ven la democracia como un sistema deseable: es un instrumento para garantizar su riqueza, vaciar el poder de cualquier autoridad p¨²blica y quedarse solos. Piensen en los dos elementos que definen la soberan¨ªa de los Estados: la fuerza militar y la moneda. Piensen ahora en Elon Musk jugando con sus sat¨¦lites Starlink para ayudar a Putin dificultando el acceso a internet de las tropas ucranias; o en el bitcoin, dise?ado para expulsar a las monedas fuera del sistema.
Estos pr¨ªncipes medievales utilizan la democracia pero operan fuera de ella, en una dimensi¨®n separada del resto de nosotros. Lo ¨²ltimo de Musk ha sido publicar una tribuna en el diario conservador Die Welt para apoyar a la AfD, algo que ya hace desde X, su medio de comunicaci¨®n. Dicen que en el peri¨®dico debatieron intensamente sobre la pertinencia de publicarlo, y una de las editoras jefas de la secci¨®n de Opini¨®n ha dimitido por razones de conciencia. Como invierte en Alemania, Musk dice estar legitimado para defender sus intereses influyendo en las elecciones. Viva la libertad de expresi¨®n, pero ni ¨¦l ni el diario dicen si se ha pagado por ese espacio. Si es as¨ª, estar¨ªa bien saber cu¨¢nto. El ensayista alem¨¢n Georg Diez dice que lo que m¨¢s ha indignado es que Musk, como hace con la democracia, utilice uno de esos intermediarios tradicionales que tanto desprecia para difundir su propaganda disruptiva. Es un puro acto de poder. Para Musk, tanto como para Trump, la prensa no es ni siquiera ¡°el partido de la oposici¨®n¡±, como la calific¨® Steve Bannon, sino un residuo del viejo orden que tiene que desaparecer. De ah¨ª su apoyo a la AfD. Con esta gente nos movemos en coordenadas distintas a las puramente ideol¨®gicas. Lo que le gusta de la AfD es su pol¨ªtica antisistema, lo que la convierte en s¨ªmbolo de esa nueva Alemania que tanto beneficiaria a los Musk, Bezos y Warren Buffett del mundo, tan hombres y tan blancos todos ellos. El caos es muy provechoso en t¨¦rminos financieros.
El debate sobre si es leg¨ªtimo o no es tambi¨¦n interesado. No se trata de libertad de expresi¨®n, menos a¨²n si Musk hubiese comprado su espacio en Die Welt. Lo explic¨® David Roberts hace tiempo: ?Puede la prensa ser neutral cuando los actores pol¨ªticos se salen de los l¨ªmites y violan las normas compartidas? ?Es su papel defender esas normas, rebatirlas o simplemente ¡°informar¡± de lo que ha sucedido? Es un reto, pero tambi¨¦n una oportunidad, a?ad¨ªa Roberts, pues haber puesto la integridad de la prensa en el punto de mira podr¨ªa representar ese momentum que los medios necesitaban para restablecer la confianza perdida. Y a?ad¨ªa: en una batalla sobre normas b¨¢sicas la prensa no puede ser neutral, tiene que tomar partido, pero no por ninguna fuerza pol¨ªtica, sino por las condiciones que hacen posible su existencia. Pues yo tomo partido y le robo la consigna a Buffett. Despertemos: hay una guerra de clases, y la est¨¢n ganando los ricos.
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