En la terapia de pareja de Puigdemont y Feij¨®o
Sin hacerlo oficial, lo cierto es que se ve venir la reconciliaci¨®n. El mediador est¨¢ a un paso de sugerirles: ¡°?Por qu¨¦ no os atrev¨¦is?¡±
Cualquier mediador matrimonial ver¨ªa claramente el potencial que tiene sobre la mesa. Pong¨¢monos en situaci¨®n: estamos en su consulta y vamos a asistir a un intento de reconciliaci¨®n. Uno de los miembros de esta pareja, llam¨¦mosle PP, entra a la terapia con timidez y seriedad, en silencio, cargado de rencores y decisiones tomadas, pero tambi¨¦n tentado a reconciliarse; en el pasado estuvo muy unido al otro, al que llamaremos Junts, aunque sus brotes de adolescencia tard¨ªa le llevaron a cambiar de nombre varias veces. El primero estaba decidido a romper y de hecho rompi¨® cuando el segundo cometi¨® tantas infidelidades que nadie le reconoc¨ªa. Y el segundo se dice que la relaci¨®n ya est¨¢ rota, pero lanza tantos gui?os al primero que parece que tambi¨¦n anhela otra oportunidad.
Porque, en el fondo, ambos piensan lo mismo, comparten ideas, principios, historia, no deja de ser un viejo matrimonio de derechas que en la intimidad comparte el catal¨¢n. Est¨¢n de acuerdo en todo sobre los hijos comunes, sobre las obras del piso, sobre qu¨¦ har¨¢n en la jubilaci¨®n y hasta sobre c¨®mo votar¨ªan juntos ¡ªsi fueran pol¨ªticos¡ª en el Congreso. En realidad, siempre se llevaron bien y el terapeuta lo sabe, pero las mochilas que han ido sumando cada uno les han ido inclinando en direcciones opuestas. Esa es la brecha que se propone saltar.
Problemas: al primero, ese al que llamamos PP, le ha salido otra pareja entretanto, a la que llamaremos Vox, y no puede abandonarla as¨ª como as¨ª porque se le ha metido en el piso y tiene las llaves. Al segundo, a ese que llamamos Junts, le han salido muchas cosas m¨¢s porque no olvidemos que es el que m¨¢s enloqueci¨®: quiso tirar la casa, rompi¨® el juego, puso los cuernos, perdi¨® el empleo en su aventura y tiene amantes y examantes extra?as. Dif¨ªcil conjuntar todo eso. Dif¨ªcil volver a proclamar que vuelven a estar juntos, que rompen los papeles de divorcio y que van a aceptarse en un poliamor que incluya todo lo que llevan en las mochilas.
Pero ah¨ª est¨¢n. Sin hacerlo oficial, sin bodas ni celebraciones, lo cierto es que han vuelto a convivir, que est¨¢n rehaciendo su casa, que comparten gastos cuando toca y que se ve venir la reconciliaci¨®n formal. El terapeuta est¨¢ un paso de sugerirles ya: ¡°?Por qu¨¦ no os atrev¨¦is?¡±
Pero a¨²n no es el momento, las mochilas pesan demasiado. Lo m¨¢ximo a lo que aspiran es a ser pareja de hecho. Lo vemos todos y estamos esperando boda o lo que haga falta. Esta vez el ramo, eso s¨ª, mejor que se caiga al suelo.
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