El momento de que Europa afiance su rol global y, con ¨¦l, su supervivencia
La UE no puede eludir su liderazgo en la respuesta multilateral ante el nuevo escenario que se abre con el desmantelamiento de los programas de ayuda humanitaria norteamericana por Trump
El multilateralismo ha entrado en su peor escenario tras la vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca. El planeta se enfrenta a una enorme incertidumbre con un presidente de EE UU que no cree en la cooperaci¨®n internacional ni en la Agenda 2030, cuando neces...
El multilateralismo ha entrado en su peor escenario tras la vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca. El planeta se enfrenta a una enorme incertidumbre con un presidente de EE UU que no cree en la cooperaci¨®n internacional ni en la Agenda 2030, cuando necesitamos m¨¢s que nunca una respuesta urgente a la crisis clim¨¢tica, las emergencias sanitarias, las tensiones geopol¨ªticas o la movilidad humana.
En las ¨²ltimas semanas, Trump ha dado se?ales muy preocupantes de lo que puede ser su segundo mandato. Redadas masivas de personas migrantes, devoluciones en caliente sin ning¨²n tipo de regla, aumento de aranceles, retirada de EE UU de los acuerdos globales, de la OMS y de los programas de investigaci¨®n. Estados Unidos es un actor esencial en el ¨¢mbito de la cooperaci¨®n. Solo en 2024, desembols¨® 72.000 millones de d¨®lares en asistencia y aport¨® el 42% de toda la ayuda humanitaria registrada por Naciones Unidas. Ahora anuncia que dejar¨¢ de financiar la ayuda multilateral y bilateral y que cerrar¨¢ la Agencia de EE UU para el Desarrollo Internacional (USAID), lo que dejar¨¢ v¨ªa libre para que otros actores (China, y Rusia por ejemplo) ocupen ese espacio y aumenten as¨ª su influencia en regiones clave.
Ninguno de estos anuncios es realmente nuevo, pero el desmantelamiento deliberado de la arquitectura de ayuda m¨¢s potente del mundo augura una coyuntura de desesperanza para la humanidad y una torpeza gigante para los objetivos geopol¨ªticos de EE UU. No solo por el abandono de la solidaridad internacional, sino tambi¨¦n por el retroceso que supone en t¨¦rminos de seguridad, tambi¨¦n para los ciudadanos estadounidenses, para su influencia global y sus intereses econ¨®micos. Como recordaba hace unos d¨ªas la ex responsable de la ayuda al desarrollo de la Administraci¨®n Biden, estamos ante ¡°uno de los peores y m¨¢s costosos errores de pol¨ªtica exterior en la historia de Estados Unidos¡±.
Un ejemplo claro son los programas de salud dirigidos a combatir el VIH y la malaria, que han salvado millones de vidas y han ayudado a contener enfermedades infecciosas alrededor del mundo, el desmantelamiento inmediato de los programas de ayuda humanitaria y prevenci¨®n de conflictos que afectar¨¢ a millones de personas, o el impacto en la seguridad en campos como el ¡°de al-Hol en Siria, donde se encuentran 40.000 personas afiliadas al Estado Isl¨¢mico¡±. Todo ello ser¨¢ un golpe fundamental para la influencia pol¨ªtica de EE UU en numerosos pa¨ªses.
La amenaza para la seguridad es a¨²n mayor ante el riesgo de que Europa no reaccione a tiempo, contundente e inteligentemente. El anunciado recorte de la ayuda oficial al desarrollo europea y los rumores de una dr¨¢stica reducci¨®n de la presencia exterior de la Uni¨®n; o la puesta en marcha de instrumentos que no responden claramente a los objetivos para atajar la pobreza, van en la direcci¨®n equivocada. En primer lugar, porque se trata de una parte irrisoria de nuestro presupuesto. Pero, adem¨¢s, porque ese recorte, unido al anunciado por Estados Unidos, supondr¨ªa dejar de abordar cuestiones como la lucha contra el terrorismo, el cambio clim¨¢tico, las emergencias humanitarias y los brotes epid¨¦micos, lo que aumentar¨¢ el malestar e inseguridad en todo el mundo, tambi¨¦n en Europa.
La seguridad europea debe concebirse bajo un prisma amplio, no centrarse solo en nuestra capacidad militar. En un mundo globalizado, nuestra seguridad tambi¨¦n est¨¢ amenazada por la pobreza, las crisis clim¨¢ticas, los desastres naturales, los conflictos o las emergencias sanitarias, tal y como han demostrado la pandemia, la dana de Valencia o los incendios de California. Esto nos obliga a desarrollar una mayor capacidad de prevenci¨®n, gesti¨®n y respuesta ante emergencias clim¨¢ticas y sanitarias desde una perspectiva global y aumentar nuestra influencia a trav¨¦s de la diplomacia blanda. En este contexto, necesitamos m¨¢s ambici¨®n y gobernanza multilateral, no menos, y m¨¢s capacidad para liderar y financiar las respuestas.
Por todo ello, es urgente dotarnos de mejores instrumentos, fortalecer los sistemas de salud y capacidades de adaptaci¨®n clim¨¢tica dentro y fuera de nuestras fronteras, apoyar fondos multilaterales y agencias de la ONU, y responder contundentemente los inaceptables planes de Netanyahu y Trump.
Europa tampoco puede permitirse reducir su compromiso con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, ni eludir su liderazgo en la respuesta multilateral ante el nuevo escenario que se abre. Por el contrario, debe tejer alianzas m¨¢s robustas con regiones compatibles con su mirada global, como Am¨¦rica Latina, e implicarse en la consecuci¨®n de un espacio de paz, estabilidad y reconstrucci¨®n en Oriente Pr¨®ximo y Ucrania. Si no lo hace, otros ocupar¨¢n ese espacio.
La Uni¨®n Europea debe convertirse en la garant¨ªa para blindar el derecho internacional humanitario y el multilateralismo eficaz, y en el sost¨¦n de la investigaci¨®n, el conocimiento y la cooperaci¨®n internacional. Y debe hacerlo por coherencia con sus valores y porque ninguno de los objetivos globales podr¨¢ abordarse sin ella, lo que redobla sus obligaciones ¨¦ticas y estrat¨¦gicas. Pero debe hacerlo, sobre todo, por mera supervivencia, porque ni EE UU ni Europa podr¨¢n garantizar su influencia geopol¨ªtica, y mucho menos su seguridad y bienestar, sin atender las tensiones, el sufrimiento y los retos del sur global.