Contra la internacional oscurantista de Trump y Putin
Quieren derrotar a la ¡°vieja Europa¡±; pero, al contrario, somos la nueva Europa, la que ha aprendido de sus errores

¡°Ya era hora. El fin de la globalizaci¨®n. El fin de Ucrania. El fin de Canad¨¢. El fin de la UE. Basta ya. Dejad paso a las cosas serias. Llegan los mayores¡±. Con estas palabras jaleaba Alexander Dugin, gur¨² de los ultras euroasianistas, la conversaci¨®n telef¨®nica entre Donald Trump y Vlad¨ªmir Putin. Los propagandistas del r¨¦gimen ruso no caben en su j¨²bilo al imaginar todo lo que se podr¨¢ hacer a partir de ahora si las cosas siguen por el camino abierto por el presidente estadounidense: se podr¨ªa bombardear alguna que otra capital europea y no se activar¨ªa ¡°su cacareado¡± art¨ªculo 5, y ?menuda bofetada les ha propinado J. D. Vance!
Es dif¨ªcil transmitir la explosi¨®n de regocijo que el comunicado de Trump acerca de su conversaci¨®n con Putin ha provocado en los medios rusos. Ya se sab¨ªa que con Trump las cosas ser¨ªan m¨¢s f¨¢ciles, pero nadie se esperaba tanto halago y tanta sinton¨ªa: de repente, el horizonte les sonr¨ªe a ellos, los rusos, demostrando que iban cargados de raz¨®n, mientras los pesados de los europeos y su s¨²bdito ucranio quedan relegados a la insignificancia de los segundones. Esta reacci¨®n entronca con una percepci¨®n de la Uni¨®n Europea que viene de lejos y que, ya en 2016, Andrei Kortunov, director entonces de un centro de an¨¢lisis vinculado al Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, describ¨ªa acertadamente explicando que ¡°Mosc¨² miraba a la UE casi exclusivamente desde el punto de vista econ¨®mico, por ser esta un enano pol¨ªtico y un don nadie en cuanto a la seguridad¡±.
Es realmente llamativo ver c¨®mo Trump y su corte repiten varios elementos de la desinformaci¨®n rusa, en total sinton¨ªa con la extrema derecha mundial, con las fuerzas m¨¢s oscurantistas. Unas palabras que deleitaron especialmente a Mosc¨² fueron las del vicepresidente Vance cuando afirm¨® en M¨²nich que ¡°la amenaza que m¨¢s me preocupa respecto a Europa no es Rusia. No es China, no es ning¨²n otro actor externo. Lo que me preocupa es la amenaza desde dentro (¡) El retroceso de Europa respecto a algunos de sus valores m¨¢s fundamentales, valores compartidos con Estados Unidos¡±. Vance hubiera estado muy a gusto en una cumbre en Viena que reuni¨®, en abril de 2014, a lo mejor de cada casa de la extrema derecha europea. All¨ª los l¨ªderes del movimiento ruso Eurasia debatieron con populistas de derechas y empresarios de Europa Occidental sobre c¨®mo salvar nuestro continente del liberalismo y del ¡°lobby gay sat¨¢nico¡± y c¨®mo restaurar el viejo orden dado por Dios. Dugin sugiri¨® convertir Europa en un protectorado ruso por medios pac¨ªficos y protegerla as¨ª de los matrimonios homosexuales, de las Pussy Riot y de s¨ª misma: ¡°Debemos conquistar Europa y unirnos a ella (¡) una quinta columna prorrusa nos apoya en Europa. Son intelectuales europeos que quieren reforzar su identidad¡±.
La repentina insistencia de Washington para reclamar elecciones en Ucrania, cuestionando la legitimidad del presidente Zelenski hasta tacharlo de dictador, es otro ejemplo flagrante de c¨®mo el Kremlin parece dictar el argumentario de la Casa Blanca. El que en Washington ha echado las hordas contra el Capitolio y el que, desde Mosc¨², manipula todas las elecciones de sus vecinos georgianos, moldavos, bielorrusos o armenios, dan lecciones a una ciudadan¨ªa que ha elegido libremente a su presidente y que sabe que, cuando las condiciones lo permitan, volver¨¢n a tener unas elecciones democr¨¢ticas.
Lo mismo se aplica al argumento contra la OTAN en la cual Ucrania no podr¨ªa ingresar porque pondr¨ªa en peligro la seguridad nada menos que de una potencia nuclear¡ Sin mencionar que el Euromaid¨¢n estall¨® en 2014 no por querer entrar en la OTAN, sino porque el entonces presidente prorruso Yanuk¨®vich no quiso firmar el Acuerdo de Asociaci¨®n con la Uni¨®n Europea. Los ucranios, en aquel momento, quer¨ªan m¨¢s Europa. Fue Putin quien despert¨® en los ucranianos el deseo de m¨¢s OTAN. Lo que busca el Kremlin ¡ªy Washington parece dispuesto a ofrec¨¦rselo en bandeja¡ª es una Ucrania amputada y ¡°neutral¡±, es decir, a merced de Mosc¨². ?Vamos a permitirlo los europeos?
En la conversaci¨®n telef¨®nica, Trump habr¨¢ deleitado especialmente el orgullo de Putin al aludir a ¡°la gran historia de nuestras naciones¡± y la lucha conjunta en la II Guerra Mundial. La glorificaci¨®n por el putinismo del papel de Rusia en esta ¨²ltima no es casual: fue el ¨²nico episodio en la historia sovi¨¦tica que moviliz¨® de forma genuinamente espont¨¢nea a la poblaci¨®n. Eso explica que Putin lo haya adoptado como mantra para justificar la agresi¨®n contra el supuesto golpe de Estado perpetrado por ¡°nazis en Kiev¡±.
M¨¢s a¨²n. Este reconocimiento de grandeza mutua, observa acertadamente el analista ruso exiliado Alexander Baunov, es el que subyace en una visi¨®n del mundo imperialista en la que s¨®lo las ¡°grandes naciones¡± son verdaderos sujetos de la historia, mientras los dem¨¢s son puros objetos. Esta visi¨®n compartida por Trump y Putin nos arrastra al pasado, a una concepci¨®n de las relaciones entre estados y personas que es precisamente la que la construcci¨®n europea quer¨ªa dejar atr¨¢s y proponer al resto del mundo.
Por esto, siempre me ha parecido una incongruencia, que aceptemos que nos llamen ¡°la vieja Europa¡±, cuando, de hecho, nosotros somos la nueva Europa, la que ha querido aprender de los errores del pasado y construir un nuevo modelo de relaciones humanas. Esto es lo que tenemos que defender, tambi¨¦n con armas. M¨¢s que nunca, luchar por Ucrania es luchar por ella.
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