El chico tiene miedo
En su toma de posesi¨®n, Trump anunci¨® que en EE UU solo existir¨ªan a partir de ese momento dos sexos, una ins¨®lita amenaza referida a la intimidad de la ciudadan¨ªa convertida ya en realidad

Nos conocimos en 2004 en Nueva York y fue una amistad a primera vista. Era una chica de Boston, de clase obrera, orgullosa de serlo, experimentada, valiente, sarc¨¢stica con todo aquello que pudiera oler a esnobismo, porque a ella lo cool ni le atra¨ªa ni le correspond¨ªa, pertenec¨ªa al batall¨®n de trabajadores que no suele protagonizar esas pel¨ªculas que tienden a hacernos creer que esa ciudad es la mejor para vivir aventuras cuando se es joven y se tiene tiempo. Si John Cheever la bautiz¨® como la ciudad de los sue?os rotos es porque los advenedizos, estadounidenses o no, llegan con las expectativas muy altas y luego se dan de bruces con la realidad. Mi amiga Jane no ten¨ªa tiempo ni dinero para perderlo en restaurantes, compart¨ªa piso en un barrio alejado a una hora de donde trabajaba y algunas noches volv¨ªa a casa, como tantos neoyorquinos, cenando en el metro. Un buen d¨ªa se larg¨®, dej¨® atr¨¢s esa vida extenuante y regres¨® a casa. Es una historia com¨²n y, sin embargo, la menos contada. Su viejo barrio volvi¨® a acogerla. Cumpli¨® entonces su deseo de ser madre, pero sola, porque no encontraba hombres a su altura. Aunque peque?a y enjuta, Jane esconde un gigante en su interior. La ni?a lleg¨® y ella se esmer¨® en que fuera una ni?a feliz y cultivada. En esta nueva vida trabaja con criaturas con discapacidad y tiene esa convicci¨®n que una encuentra en algunos estadounidenses voluntariosos de que con su trabajo mejoran el mundo. Es la mujer fuerte entregada a los d¨¦biles. Me escrib¨ªa cont¨¢ndome c¨®mo el buen trato mejoraba la vida de ni?os muy dif¨ªciles. Hace unos cuatro a?os me confes¨® que andaba preocupada por su hija. La persona que m¨¢s quer¨ªa en el mundo flaqueaba, lloraba y ella no alcanzaba a saber el motivo. Una noche, de madrugada, el secreto de la tristeza le fue revelado: ¡°No soy una ni?a, mam¨¢¡±. Lo hab¨ªa intentado fingir por agradar a su madre, ponerse vestidos, adoptar ciertas maneras copiadas de sus compa?eras, pero ya no pod¨ªa m¨¢s. Comenzaron las visitas al pediatra, al neur¨®logo, al psiquiatra. La ni?a lleg¨® a confesar en la consulta que si no le prescrib¨ªan pronto un tratamiento que le bloqueara las hormonas se tirar¨ªa por un puente. Durante un tiempo se autolesion¨®. Y as¨ª fue c¨®mo comenz¨® la traves¨ªa o transici¨®n. Primero fue lo m¨¢s f¨¢cil, el cambio de nombre, luego las inyecciones que le devolvieron, literalmente, la serenidad. Volv¨ªa a sonre¨ªr, ahora como un ni?o.
No puedo abordar este asunto desde una perspectiva te¨®rica, siempre he comprendido mejor el mundo a trav¨¦s de peque?as historias a las que presto toda mi atenci¨®n; debe ser porque mi pensamiento responde m¨¢s a lo literario que a lo abstracto, de tal forma que haber seguido los pasos de este muchacho hoy adolescente a trav¨¦s de las cartas (mails) de su madre y de las fotos que ella me ha ido mandando me ha hecho entender el proceso, la preocupaci¨®n materna, la voluntad inquebrantable de una madre que siempre ha prestado amparo, y algo m¨¢s arduo de expresar que se advierte mirando las fotos: el chico cambi¨® de g¨¦nero pero la sonrisa inocente y traviesa le definir¨¢ siempre.
Hoy madre e hijo est¨¢n muy asustados. Procuran rodearse de un c¨ªrculo de personas sensatas, racionales, compasivas, tan asustadas como ellos. En el discurso de toma de posesi¨®n, Trump anunci¨® que en Estados Unidos solo existir¨ªan a partir de ese momento dos sexos, una ins¨®lita amenaza referida a la intimidad de la ciudadan¨ªa convertida ya en realidad con la retirada de fondos a cualquier organismo que huela a diversidad, cuotas, tratamientos m¨¦dicos o investigaci¨®n. Este desprecio viene siendo transmitido en directo riguroso y escuchado, como en el caso de la inmigraci¨®n, por la poblaci¨®n afectada. El chico de mi amiga teme que le retiren el tratamiento y teme por su madre, piensa que pueden acusarla de inducir a un menor de edad a cometer un delito. Es una peque?a historia que resume el p¨¢nico de todo un pa¨ªs.
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