El largo rastro de sangre de ¡®Los versos sat¨¢nicos¡¯
En el viaje de ida y vuelta del ¨¢rabe al ingl¨¦s y del ingl¨¦s al ¨¢rabe, el t¨ªtulo de la obra tom¨® la parte por el todo y se transform¨® en blasfemia
El escritor Salman Rushdie ten¨ªa 42 a?os cuando su novela Los versos sat¨¢nicos lleg¨® a manos del ayatol¨¢ iran¨ª Jomeini. El l¨ªder religioso lo conden¨® a muerte por blasfemo, en 1989, en una fetua que se extendi¨® como la p¨®lvora entre los musulmanes. Rushdie era un autor muy conocido tras haber ganado el Premio Booker con una novela anterior, Hijos de la medianoche, pero de nada le sirvi¨® su prestigio ni vivir en el Reino Unido, lejos de Ir¨¢n. A la fetua se a?adi¨® una recompensa que supera los tres millones de d¨®lares para el ejecutor de la sentencia. El escritor tuvo que desaparecer en la clandestinidad, protegido d¨ªa y noche por Scotland Yard, bajo el nombre ficticio de Joseph Anton, en homenaje a Conrad y Ch¨¦jov.
Tras 10 a?os de vivir bajo el dictado del miedo, Rushdie decidi¨® salir a la luz. Recuper¨® su verdadero nombre y dej¨® su destino en manos de la providencia. Desde entonces, su baraca lo ha protegido: ha seguido publicando con ¨¦xito y ha mantenido una intensa vida social. Hasta este viernes. Treinta y tres a?os despu¨¦s de que Jomeini lo condenara a muerte, Rushdie fue agredido cuando se dispon¨ªa a dar una conferencia en una localidad al oeste de Nueva York. Un hombre vestido de negro sali¨® de entre el p¨²blico que llenaba el auditorio de la Chautauqua Institution, corri¨® al escenario y se abalanz¨® sobre el escritor, de 75 a?os. Cuando lo detuvieron, ya hab¨ªa apu?alado en el cuello a Rushdie, que yac¨ªa en el suelo.
El ataque parece un episodio m¨¢s de una historia que ha dejado tras de s¨ª un tortuoso rastro de sangre y cuyo detonante fue un error de traducci¨®n.
Seg¨²n la tradici¨®n isl¨¢mica, la escritura del Cor¨¢n fue dictada a Mahoma por Al¨¢ a trav¨¦s del arc¨¢ngel Gabriel. Para vencer la resistencia que mostraban sus vecinos de La Meca a ser convertidos, Mahoma incluy¨® cuatro vers¨ªculos sobre tres diosas locales. M¨¢s tarde declar¨® que hab¨ªa sido v¨ªctima de una treta de Sat¨¢n y los suprimi¨®. Aunque en ¨¢rabe esos vers¨ªculos se conocen como gharaniq (grullas), los orientalistas brit¨¢nicos del siglo XIX los bautizaron como ¡°versos sat¨¢nicos¡± y as¨ª llam¨® Rushdie su novela: The Satanic Verses. Cuando se public¨® en ¨¢rabe, el t¨ªtulo fue literalmente traducido como Al-Ayat ash-Shataniya. Shataniya significa Sat¨¢n, pero ayat hace referencia a los versos del Cor¨¢n en su conjunto y no a esos cuatro vers¨ªculos. Aunque el error de origen proced¨ªa de la traducci¨®n de los orientalistas brit¨¢nicos, en el viaje de ida y vuelta del ¨¢rabe al ingl¨¦s y del ingl¨¦s al ¨¢rabe, el t¨ªtulo tom¨® la parte por el todo y se transform¨® en blasfemia.
El poder de una fetua, como el de toda maldici¨®n, se mide por el terror que provoca el espect¨¢culo cruento de sus v¨ªctimas. Tras la condena de Jomeini, Rushdie desapareci¨®, pero la fetua encontr¨® su camino de sangre para mantenerse viva. El traductor al japon¨¦s de Los versos sat¨¢nicos, Hitoshi Igarashi, fue apu?alado hasta morir en 1991. Unos d¨ªas antes, en Mil¨¢n, un desconocido atac¨® con un cuchillo al traductor al italiano, Ettore Capriolo. En 1993, en Sivas, una ciudad turca, extremistas isl¨¢micos incendiaron el hotel donde se hallaba Aziz Nesin, el traductor al turco. Ese mismo a?o, el editor noruego de la novela de Rushdie fue tiroteado por la espalda.
Qu¨¦ pavoroso resultar¨ªa comprobar que, en un mundo marcado por la fugacidad, el fanatismo haga semejante gala de paciencia. Ojal¨¢ la baraca de Rushdie lo siga protegiendo.
Nuria Barrios es escritora. Su ¨²ltimo libro, ¡®La impostora¡¯, es un ensayo sobre el oficio de la traducci¨®n y ha ganado el Premio M¨¢laga de Ensayo.
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