El futuro de las costas en la era de los megahuracanes
Un grupo de cient¨ªficos espa?oles lidera una investigaci¨®n pionera sobre los efectos de la crisis clim¨¢tica en el Caribe y llaman a una reconstrucci¨®n verde tras el azote de Iota y Eta. Los ciclones han aumentado un 77% en la zona en cuatro d¨¦cadas
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Algo pasa en el Caribe y Mesoam¨¦rica. Tres de las cuatro ¨²ltimas temporadas cicl¨®nicas en el Atl¨¢ntico norte han sido de megahuracanes, con vientos de m¨¢s de 250 kil¨®metros por hora. La de 2020 ha batido r¨¦cords hist¨®ricos, dejando millones de afectados, ocasionando p¨¦rdidas de miles de millones de d¨®lares y debilitando unas comunidades costeras que cada a?o lo tienen m¨¢s complicado para levantar cabeza entre las sequ¨ªas prolongadas, las inundaciones ¨¦picas y los vendavales que vienen aumentando desde hace cuatro d¨¦cadas. Los bosques de manglar, arrecifes coralinos y pastos marinos act¨²an de barrera natural, protegiendo las costas del oleaje y la subida del nivel del mar, pero se desconoce c¨®mo est¨¢n reaccionando al aumento en la frecuencia, intensidad y duraci¨®n de los eventos extremos por el calentamiento global. Tambi¨¦n se ignora hasta cu¨¢ndo pueden resistir.
¡°En ning¨²n otro lugar del mundo se juntan tantos riesgos clim¨¢ticos y geol¨®gicos en un punto caliente de biodiversidad que, adem¨¢s, est¨¢ expuesto a fuertes sequ¨ªas y presiones como el turismo de masas¡±, afirma la experta en cambio clim¨¢tico y biodiversidad de la Universidad de Wageningen (Holanda), Rosa Maria Rom¨¢n-Cuesta. ¡°La regi¨®n es un laboratorio natural sobre calentamiento global, como los polos. Si queremos comprender c¨®mo la intensificaci¨®n de los eventos extremos puede afectar la resiliencia de los ecosistemas y de las sociedades humanas, Centroam¨¦rica es el lugar id¨®neo¡±, a?ade.
Responder a esta pregunta urge para salvaguardar sectores econ¨®micos clave como la pesca, la agricultura y el turismo; para conservar maravillas naturales como el segundo mayor arrecife coralino del planeta, de 1.000 kil¨®metros de longitud; y para preservar los servicios que los ecosistemas caribe?os ofrecen al mundo de forma gratuita, como el secuestro de carbono azul en los suelos intermareales y bajo el mar. ¡°Los ecosistemas costeros y marinos son vitales para reducir los riesgos asociados al calentamiento global, pero los planes de recuperaci¨®n econ¨®mica financiados por grandes donantes suelen pasar por alto la conservaci¨®n y restauraci¨®n de estas infraestructuras verdes,¡± dice Rom¨¢n-Cuesta. Un fen¨®meno que se ve agravado por la urbanizaci¨®n desordenada y masiva del litoral.
Si queremos comprender c¨®mo la intensificaci¨®n de los eventos extremos puede afectar la resiliencia de los ecosistemas y de las sociedades humanas, Centroam¨¦rica es el lugar id¨®neoRosa Maria Rom¨¢n-Cuesta, experta en cambio clim¨¢tico y biodiversidad
Por ello, la investigadora y el Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas (CSIC) se han aliado con socios internacionales como la NASA, la Smithsonian Society y el Centro de Investigaci¨®n y de Estudios Avanzados (CINVESTAV) de M¨¦xico en el primer estudio en profundidad sobre el impacto de los eventos extremos en los ecosistemas costeros de la regi¨®n. El objetivo final es apoyar a los Gobiernos en la mejora de sus planes de gesti¨®n de riesgos y orientarlos en la creaci¨®n de espacios protegidos terrestres y marinos. ¡°Es importante que los pa¨ªses tomen decisiones en base a datos cient¨ªficos y no solo a la intuici¨®n¡±, dice el bioge¨®grafo Miquel Ara¨²jo desde el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC), que co-lidera este proyecto con participaci¨®n de ec¨®logos, ocean¨®grafos y expertos en clima de seis pa¨ªses y el apoyo de la Fundaci¨®n BNP Paribas.
El proyecto CORESCAM se apoyar¨¢ en las bases de datos recabadas durante d¨¦cadas y de forma independiente por sus socios para estimar la resiliencia de los ecosistemas ¡ªo sea, su capacidad de recuperarse y volver a ofrecer servicios como la protecci¨®n de costas y la provisi¨®n de alimentos¡ª. El estudio est¨¢ explorando el pasado para comprender el presente y, en ¨²ltima instancia, predecir el futuro. El equipo de Ara¨²jo, por ejemplo, contribuir¨¢ investigando el cambio en la distribuci¨®n y abundancia de especies en funci¨®n de variables como el viento, la temperatura y las precipitaciones. ¡°La biogeograf¨ªa predictiva naci¨® hace solo un par de d¨¦cadas y es posible gracias a la abundancia de datos a los que tenemos acceso hoy en d¨ªa¡±, se?ala el experto, ilustrando una nueva era de la investigaci¨®n cient¨ªfica marcada por las herramientas digitales y una mayor colaboraci¨®n entre pa¨ªses y disciplinas.
La realidad sobre el terreno
La temporada cicl¨®nica 2020 en el Atl¨¢ntico norte ha cerrado con 30 grandes tormentas frente a un promedio anual de 18. Adem¨¢s de haber aumentado un 77% en apenas cuatro d¨¦cadas, ahora descargan grandes cantidades de agua, generan vientos m¨¢s fuertes, se adentran m¨¢s en la tierra firme y tardan m¨¢s tiempo en pasar. El investigador del CINVESTAV Jorge Herrera-Silveira, que lleva 20 a?os estudiando los manglares en M¨¦xico, ya est¨¢ observando los efectos de los ¨²ltimos eventos extremos sobre el terreno: ¡°En Yucat¨¢n se ha batido el r¨¦cord de inundaci¨®n tanto en el nivel como en el tiempo de permanencia del agua. En un primer reconocimiento, ya hemos constatado una mortalidad de manglares superior a la de la temporada de megahuracanes 2017 y todav¨ªa quedan por ver los efectos a medio y largo plazo y a escala regional¡±.
La temporada cicl¨®nica 2020 en el Atl¨¢ntico norte ha cerrado con 30 grandes tormentas frente a un promedio anual de 18
Esto es preocupante, teniendo en cuenta que, en 2017, estos bosques intermareales sufrieron 30 veces m¨¢s da?os que en las ocho temporadas anteriores. Los manglares son un h¨¢bitat de cr¨ªa para centenares de organismos terrestres y marinos, incluyendo especies de alto valor comercial como la barracuda, el mero gigante y el pez loro guacamayo. El mero gigante se cr¨ªa en los manglares durante unos seis a?os y solo se aventura a mar abierto cuando alcanza un metro de longitud. El pez loro guacamayo necesita tanto los manglares como los arrecifes para completar su ciclo de vida y, al comerse las algas, mantiene los corales con vida. Menos manglares significa menos peces y m¨¢s precariedad para los millares de pescadores artesanales que dependen de las capturas para sobrevivir.
Todo ello se suma a la sobrepesca, el calentamiento del agua del mar y el impacto directo de huracanes como los recientes Iota y Eta que, adem¨¢s de tumbar ¨¢rboles, arrasan los pastos marinos y los arrecifes. En Cuba, por ejemplo, el 88% de las pesquer¨ªas est¨¢n en estado cr¨ªtico y a las comunidades costeras cada vez les cuesta m¨¢s ganarse la vida. ¡°Los peces van a los bajos a comer porque es donde est¨¢n las algas, el camaroncito, la jaibita [cangrejo]¡ pero esto ya se ha perdido¡±, explica un pescador cubano en un estudio reciente sobre los efectos de los huracanes de 2017 en la isla. ¡°Los peces nos dicen ¡®?para qu¨¦ vamos ah¨ª, si no hay nada?¡¯ Incluso usted coge un pez aqu¨ª, lo abre y lo ¨²nico que tiene dentro es la carnada que usted le puso¡±. Los peque?os pescadores se encuentran entre las comunidades m¨¢s vulnerables a los da?os ocasionados por los ciclones tropicales, se?ala la autora principal del estudio e investigadora de la Universidad Rutgers (EE UU), Victoria Ramenzoni.
El crecimiento desmedido de la industria tur¨ªstica ha acabado con grandes extensiones de manglar, disparando la exposici¨®n de la costa a riesgos clim¨¢ticos
La investigadora coincide con Rom¨¢n-Cuesta en incidir sobre el peligro de que los planes de est¨ªmulo econ¨®mico afecten la recuperaci¨®n de los ecosistemas, de los que, a su vez, dependen la vida, los bienes y el sustento de millones de personas. ¡°Para ser sostenibles y efectivos a largo plazo, los procesos de recuperaci¨®n econ¨®mica deben tener en cuenta las sinergias entre el estado de degradaci¨®n de los ecosistemas, el efecto de los eventos extremos y el impacto de sus propias intervenciones¡±, dice Ramenzoni. ¡°Por ejemplo, los subsidios pueden incentivar la pesca en zonas fragilizadas, dificultando la reconstituci¨®n del stock pesquero, mientras que otras actividades pueden afectar la recuperaci¨®n de los manglares, una barrera imprescindible frente a marejadas y tormentas¡±.
Un ejemplo es el crecimiento desmedido de la industria tur¨ªstica. La construcci¨®n incesante de hoteles, puertos y carreteras en el litoral ha acabado con grandes extensiones de manglar, disparando la exposici¨®n de la costa a riesgos clim¨¢ticos y, en ¨²ltima instancia, volvi¨¦ndose contra el propio sector, como muestran las inundaciones en la paradis¨ªaca isla mexicana de Holbox en septiembre.
Para que la regi¨®n salga adelante, los hallazgos cient¨ªficos deben traducirse en pol¨ªticas concretas. Y deben hacerlo m¨¢s r¨¢pido. Para Ramenzoni, el Caribe y Mesoam¨¦rica no son solo laboratorios naturales de cambio clim¨¢tico, sino tambi¨¦n espacios de innovaci¨®n: ¡°Cuba es un claro ejemplo de pa¨ªs que se est¨¢ posicionando en la vanguardia de temas ambientales; lo que m¨¢s me sorprende y que no he visto en otros lados es el alto nivel de integraci¨®n de la ciencia con la gesti¨®n¡±. La isla integra los instrumentos de planeamiento territorial, gesti¨®n de riesgos y cambio clim¨¢tico en una plataforma nacional que tambi¨¦n tiene en cuenta los recursos naturales.
Reconstrucci¨®n verde de Iota y Eta
Diversos pa¨ªses de regi¨®n han pedido ayuda para la reconstrucci¨®n tras el azote de los recientes Iota y Eta, llamando a las puertas de donantes como el Fondo Verde de la ONU, la cooperaci¨®n estadounidense (USAID), el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Banco Centroamericano de Integraci¨®n Econ¨®mica (BCIE). Para los cient¨ªficos, ello supone una oportunidad para poner la infraestructura verde en el centro de la recuperaci¨®n econ¨®mica, protegiendo y restaurando los manglares, pastos marinos y arrecifes coralinos que llevan miles de a?os mitigando los embates de las tormentas tropicales. ¡°Las costas verdes protegen las vidas y los intereses econ¨®micos de las personas¡±, remarca Rom¨¢n-Cuesta.
Apostar por los ecosistemas costeros tambi¨¦n ayudar¨ªa a cumplir una retah¨ªla de iniciativas internacionales: desde el compromiso de pa¨ªses de los cinco continentes con la recuperaci¨®n verde de la covid-19, hasta la Iniciativa 20¡Á20, que busca restaurar 30 millones de hect¨¢reas de tierras degradadas en Am¨¦rica Latina para 2030, pasando por la reci¨¦n estrenada D¨¦cada de Restauraci¨®n de Ecosistemas de la ONU. En mayo, los pa¨ªses tambi¨¦n acordar¨¢n la nueva hoja de ruta global sobre biodiversidad para la pr¨®xima d¨¦cada, que contempla la protecci¨®n de un 30% de los ecosistemas marinos y terrestres del planeta. Y luego est¨¢ el acuerdo de Par¨ªs sobre el clima, que todav¨ªa es posible cumplir con una apuesta decidida por la econom¨ªa verde este 2021.
Rom¨¢n-Cuesta lo tiene claro: ¡°Para reflotar los ecosistemas y mitigar el cambio clim¨¢tico necesitamos pol¨ªticas a largo plazo, que no se vean afectadas por los cambios de Gobierno cada cuatro a?os, y una apuesta por la ciencia. Solo con estudios a gran escala y a largo plazo podremos comprender como el calentamiento global afecta, y afectar¨¢, a la biodiversidad y las sociedades humanas¡±.
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