Mi maestro, mi aula y mis libros, a un abismo de distancia
La pandemia ha profundizado la precariedad de la educaci¨®n en Venezuela, que ya atravesaba una crisis humanitaria cuando el virus sac¨® a los alumnos de sus clases
Shande Zambrano cursa su ¨²ltimo a?o de bachillerato en Mec¨¢nica en una escuela t¨¦cnica en Caracas. Un momento cumbre de sus estudios de este a?o era fabricar un tornillo en los tornos y fresadoras de su instituto, despu¨¦s de haber aprendido a calcular mediante f¨®rmulas matem¨¢ticas c¨®mo se hace esta pieza fundamental de cualquier m¨¢quina y de casi cualquier objeto manufacturado. A ¨¦l le toc¨® hacerlo en cart¨®n, dibujado. ¡°Estamos incompletos, no hemos aprendido nada¡±, dice con preocupaci¨®n el joven de 17 a?os, que no sabe c¨®mo entrar¨¢ al mercado laboral con tales deficiencias. A la educaci¨®n venezolana en el ¨²ltimo a?o no solo le han faltado tornillos, tuercas y engranajes; para muchos estudiantes ha significado la total par¨¢lisis de su formaci¨®n.
Zambrano camina por la capital la ma?ana de un jueves de marzo con cuatro compa?eros despu¨¦s de salir del liceo a donde fueron a averiguar c¨®mo har¨ªan las pasant¨ªas con las que deben graduarse. Visten su uniforme escolar; frustrados. En un a?o casi no han hablado con sus profesores, no tienen internet en casa y ni siquiera se?al de m¨®vil para hacer una llamada. Han quedado en el agujero negro de la desconexi¨®n en Venezuela. Adem¨¢s, deben recorrer los bancos durante toda una semana para sacar dinero en efectivo y poder pagar un viaje en transporte p¨²blico hasta su escuela en un pa¨ªs en hiperinflaci¨®n donde el 96% de su poblaci¨®n est¨¢ sumida en la pobreza, de acuerdo con la ¨²ltima medici¨®n de la Encuesta de Condiciones de Vida del Venezolano.
La educaci¨®n a distancia en Venezuela es a la distancia de un abismo. La carrera de obst¨¢culos que deben sortear Zambrano y sus amigos es el lugar com¨²n en el sistema escolar, que desde hace un a?o no ha reabierto las aulas y todav¨ªa est¨¢ lejos de hacerlo. El Gobierno de Nicol¨¢s Maduro decret¨® la suspensi¨®n de clases incluso antes de que se detectaran los primeros casos de coronavirus en el territorio. Abruptamente, uno de los pa¨ªses con la conectividad m¨¢s lenta de la regi¨®n, en el que seis de cada 10 personas no posee un m¨®vil ¡ªseg¨²n cifras de la Comisi¨®n Nacional de Telecomunicaciones¡ª y donde varias regiones pasan varias horas al d¨ªa a oscuras por los apagones, pas¨® a educarse a trav¨¦s de un intermitente WhatsApp, clases grabadas que transmiten en la televisi¨®n estatal y centenares de fotocopias de gu¨ªas que los padres recogen en los colegios quincenalmente y, a veces, no pueden pagar.
Pandemia m¨¢s emergencia
Con una propagaci¨®n inicial ralentizada por la propia crisis del pa¨ªs ¡ªla poca conectividad a¨¦rea y una agravada escasez de combustible redujeron la movilidad y, por tanto, el contagio de coronavirus¡ª, un a?o despu¨¦s la epidemia empieza a mostrar los dientes con un incremento veloz de los casos. Aunque el Gobierno primero anunci¨® un regreso semipresencial a las aulas para el mes de abril, el pasado 22 de marzo Maduro dijo que no habr¨¢ vuelta a las clases presenciales y decret¨® un nuevo confinamiento debido a la detecci¨®n de las nuevas variantes m¨¢s contagiosas del virus.
La vacunaci¨®n es incierta. Pero la covid-19, en realidad, es lo de menos. La pandemia encontr¨® al pa¨ªs en emergencia humanitaria. Esta condici¨®n previa tambi¨¦n ha hecho que sea un espejismo la vuelta a clase en escuelas que no tienen agua para garantizar el lavado de manos y cuando los profesores han desertado en masa porque reciben menos de un d¨®lar al mes de salario. Seg¨²n la Federaci¨®n Venezolana de Maestros, m¨¢s del 40% de los docentes del pa¨ªs ha renunciado en los ¨²ltimos a?os. Muchos han aprovechado la educaci¨®n a distancia ¡ªque se ha limitado al env¨ªo y correcci¨®n de deberes¡ª para emprender en otros oficios para poder sobrevivir.
La hija de tres a?os de Seliandry Rodr¨ªguez, de 29, empez¨® su educaci¨®n en esas condiciones. Su madre recibe instrucciones por WhatsApp y como puede le ense?a los n¨²meros y vocales en casa. No ha querido llevar a la peque?a a sesiones con la maestra porque teme el contagio con el virus. En la misma casa estudian los dos hijos de su hermana, Carolina Castelin, que dice que no ha encontrado la manera de explicarle al m¨¢s grande qu¨¦ son los mestizos, los zambos y los mulatos, asignaciones de quinto grado sobre la historia del descubrimiento de Am¨¦rica.
En el estrecho corredor de acceso a la casa, ubicada en el barrio La Lucha en el este de Caracas, est¨¢ la cocina, una nevera y el mueble en el que se apilan los cuadernos y materiales para la tarea, unas ollas y la licuadora. Las hermanas, ambas desempleadas, han dise?ado piezas para apoyar el aprendizaje de sus hijos, hasta el punto de que terminan haci¨¦ndoles los dibujos en los cuadernos. Rodr¨ªguez tiene algo de experiencia porque estudi¨® ocho semestres de Educaci¨®n Preescolar, aunque hubo de retirarse hace dos a?os ¡°por la situaci¨®n pa¨ªs¡±: no ten¨ªa dinero para pagar el transporte hasta la universidad, que le quedaba a dos horas de casa.
Mientras espera a que comience una sesi¨®n en Google Meet, que al final fue suspendida sin mayores explicaciones, Mattias Gasper, de 11 a?os, cuenta que ¨¦l era muy bueno en Matem¨¢ticas, pero eso cambi¨® repentinamente. ¡°Creo que la maestra desapareci¨® despu¨¦s de que comenz¨® la pandemia, no supimos m¨¢s durante todo el ¨²ltimo lapso y mi mam¨¢ es muy mala con los n¨²meros¡±, explica.
Gasper estudia en un colegio privado que desarroll¨® una aplicaci¨®n para poder implementar un aula virtual. Podr¨ªa ser un afortunado, pero la crisis tambi¨¦n lo ha alcanzado. Su madre, Karla Franceschi, le comparte su ordenador port¨¢til del trabajo por las ma?anas para que pueda estudiar, pero dice que est¨¢ ahorrando para el tutor y la terapia que necesitar¨¢ su hijo para superar este a?o de desaprendizaje y estr¨¦s. Lo ha dado todo por perdido.
La l¨®gica rota
¡°En Venezuela hubo una ruptura en la l¨®gica del aprendizaje en un momento clave del a?o escolar, cuando estaba por finalizar¡±, explica Olga Ramos, especialista en pol¨ªticas p¨²blicas del Observatorio Educativo de Venezuela. ¡°No se pudieron cerrar los procesos de aprendizaje y lo que ha ocurrido en muchos casos es desaprendizaje, aprendizajes incorrectos y acumulaci¨®n de deficiencias. Hay lecciones que solo pueden ser presenciales y se siguen postergando¡±. Dos grados escolares han quedado trastocados por la pandemia: el que termin¨® abruptamente en junio y el que comenz¨® en octubre pasado en casa, sin tener las condiciones para implementarse a distancia.
La misma encuesta de Condiciones de Vida del Venezolano se?alaba en 2020 que casi un 20% de los estudiantes entre 12 y 17 a?os lleva dos a?os de rezago escolar, y un 18% va retrasado un a?o. En el curso 2019-2020, un 40% de los alumnos faltaba con frecuencia a clases por falta de transporte, agua o comida. En opini¨®n de la analista, el Gobierno ha dejado la puerta abierta a la improvisaci¨®n descarg¨¢ndose de sus obligaciones. ¡°Est¨¢bamos en emergencia humanitaria antes de la pandemia y el sistema educativo tambi¨¦n estaba desestructurado porque tenemos un Estado fallido que es incapaz de cumplir sus funciones¡±.
En el curso 2019-2020, un 40% de los alumnos faltaba con frecuencia a las clases por falta de transporte, agua o comida
Ramos dice que es dif¨ªcil saber las consecuencias que esto tendr¨¢ en el futuro, pero de entrada asegura que la desigualdad ha ganado terreno. ¡°Donde hab¨ªa mejor conexi¨®n, el estudiante tuvo mayores capacidades para aprender¡±, dice. ¡°Las escuelas, al estar diseminadas en casi todo el pa¨ªs, permitieron que los venezolanos aprendieran independientemente de sus condiciones de vida. Ahora, de sus condiciones de vida depender¨¢ su desarrollo¡±.
En La Cruz, otro barrio caraque?o, la maestra Socorro Medina ha visto c¨®mo a los ni?os se les ha olvidado leer. En su casa, en una habitaci¨®n de tres por tres metros, funciona desde hace a?os un aula con pupitres, pizarra y biblioteca en la que atiende de seis a 12 ni?os de todas las edades y en todas las materias. En la pandemia ha tenido mayor demanda. En un momento est¨¢ con n¨²meros romanos, pasa a la propiedad conmutativa y luego al uso del that y el this, eso y esto en ingl¨¦s.
Medina tiene m¨¢s de 20 a?os de experiencia y da clases en una escuela subvencionada por el Estado donde gana 2,5 euros al mes. Cuando comenz¨® la pandemia, su esposo, que trabajaba de mesonero, qued¨® sin empleo. ¡°Tuve que convertir lo que me gusta en mi sustento¡±, dice. Ahora, por cada estudiante que recibe en su casa cobra un d¨®lar al d¨ªa, apenas 83 c¨¦ntimos de euro. Entre los que van a sus tareas dirigidas, hay chicos cuyos padres deben trabajar por su cuenta en la calle para vivir al d¨ªa ¡ªm¨¢s del 60% de la poblaci¨®n venezolana¡ª, otros que han quedado a cargo de otros familiares por la migraci¨®n ¡ªcerca de un mill¨®n de ni?os han sido dejados atr¨¢s, calcula la ONG Cecodap¡ª e, incluso, algunos que no tienen en casa una mesa para hacer las tareas. ¡°Hace mucha falta el colegio¡±, enfatiza Medina una tarde en la que llegan uno tras otro varios estudiantes con una pila de dudas por resolver.
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