¡°No estudio nada desde hace un a?o. Me quedo en casa limpiando y cocinando¡±
La covid-19 ha arrasado la vida y los sue?os de las ni?as y j¨®venes pertenecientes a hogares pobres. Muchas han tenido que dejar de lado sus estudios para dedicarse a las labores dom¨¦sticas. La brasile?a Stephany Rejani es una de ellas
La rutina de Stephany Rejani es algo distinta de la que ten¨ªa hace un a?o. Antes de la pandemia de covid-19, esta brasile?a, de 20 a?os y con semblante adolescente, conciliaba sus estudios en una escuela p¨²blica, donde cursa la secundaria, con trabajos dom¨¦sticos. Pero desde que el Gobierno de S?o Paulo cerr¨® los centros p¨²blicos de ense?anza, abandon¨® todos sus estudios para dedicarse exclusivamente al hogar. ¡°No estudio nada desde hace un a?o. Me quedo en casa todo el d¨ªa limpiando y cocinando. Mientras mi madre trabaja, cuido de mi hermano, de 12 a?os, y de mi hijo, de tres¡±, cuenta Rejani desde Jardim Lapena, un barrio de la periferia. La crisis sanitaria le empuj¨® a cumplir un papel que han tenido que asumir hist¨®ricamente las mujeres: el de ama de casa.
Rejani no est¨¢ sola. Como ella, miles de ni?as y adolescentes pobres de las periferias de Brasil se han visto obligadas a dejar sus estudios, y sus sue?os, para centrarse en el trabajo dom¨¦stico durante la pandemia. La ONG Plan International Brasil, que tiene programas volcados en los derechos de la infancia, llev¨® a cabo una encuesta con 98 chicas que participan de algunos de sus proyectos. ¡°El 98% de ellas est¨¢n haciendo alg¨²n trabajo dom¨¦stico en casa. Antes de la pandemia, eran un 57%¡±, explica Nicole Campos, gerente de Estrategia de Programas.
La Uneafro, un movimiento social centrado en la educaci¨®n de j¨®venes negros y de las periferias, imparte clases gratuitas para aquellos que est¨¢n prepar¨¢ndose para los ex¨¢menes de acceso a la universidad. Los cursillos preparatorios son un complemento a la ense?anza secundaria, muchas veces precaria en los centros p¨²blicos. ¡°Las adolescentes son las que m¨¢s se interesan y se comprometen con las actividades. Siempre han estado m¨¢s presentes que los hombres¡±, explica Arlene Ramos, coordinadora del N¨²cleo Digital del grupo.
Este n¨²cleo naci¨® durante la pandemia por la necesidad de seguir con las clases a distancia. Ramos define la iniciativa como ¡°montar un avi¨®n en el aire¡±. Pero el grupo no se limit¨® a impartir clases online de matem¨¢ticas o qu¨ªmica. A lo largo de 2020, se observ¨® la necesidad de mantener sesiones de debate por videoconferencia como forma de acercarse a los alumnos. Durante esas reuniones, se abordaron temas como feminismo y salud mental. ¡°Y el trabajo dom¨¦stico ha sido uno de los principales obst¨¢culos para el acompa?amiento de las clases y el desempe?o acad¨¦mico, sobre todo en el caso de las ni?as. Se ha intensificado bastante. Se quedan confinadas en casa y las demandas del hogar son m¨¢s visibles¡±, explica Ramos.
Esa realidad se da muchas veces de forma natural, habida cuenta de que el trabajo dom¨¦stico hist¨®ricamente ni siquiera es considerado un empleo. ¡°Cuando preguntamos a nuestros alumnos qui¨¦nes trabajan y cu¨¢ntas horas lo hacen, las personas con tareas en el hogar contestan que no trabajan. Est¨¢n cocinando, cumpliendo con obligaciones de los adultos, cuidando de sus hermanos, pero no lo registran como un trabajo¡±.
El trabajo dom¨¦stico ha sido uno de los principales obst¨¢culos para el acompa?amiento de las clases y el desempe?o acad¨¦mico de las ni?as
La ense?anza a distancia ha sido una realidad para los alumnos de las escuelas privadas. Pero la oferta de esa modalidad en los centros p¨²blicos, a los que acuden la inmensa mayor¨ªa de j¨®venes, ha sido desigual. ¡°La exclusi¨®n digital es una realidad en los hogares m¨¢s vulnerables. En esos ambientes, los chicos suelen tener m¨¢s acceso a internet que las chicas. Su socializaci¨®n y educaci¨®n dentro de las familias son menos prioritarias¡±, explica Campos, de Plan International Brasil. Por su parte, Unicef calcula a partir de datos p¨²blicos que a 5,5 millones de ni?os y ni?as se les ha negado su derecho a recibir educaci¨®n durante la pandemia. Stephany Rejani est¨¢ entre ellas. Antes de la covid-19 ya se enfrentaba a problemas estructurales, como la falta de profesores. ¡°Cuando arranc¨® la pandemia, la escuela no form¨® grupos de estudio online ni ofreci¨® una plataforma con clases. Y ya nadie quer¨ªa estudiar¡±, cuenta. ¡°Y en mi casa no tenemos ordenador, solo dos tel¨¦fonos m¨®viles. Es muy dif¨ªcil hacer las tareas de esa manera¡±.
La maternidad en la adolescencia es una realidad en las favelas y barrios de las periferias brasile?as. Rejani dio a luz cuando ten¨ªa 17 a?os. El padre de su hijo est¨¢ ausente y le paga una pensi¨®n de solamente 250 reales mensuales, unos 45 euros. Su padre tambi¨¦n est¨¢ ausente y su madre trabaja como limpiadora en una guarder¨ªa. Lo que cobra ¡ªcerca de 1.100 reales, o 200 euros¡ª es insuficiente para pagar la luz, internet, la comida y mantener a todos. As¨ª que, adem¨¢s de las actividades dom¨¦sticas que ya deb¨ªa hacer y de sus estudios, ella tambi¨¦n se vio obligada a trabajar como cuidadora de ni?os para complementar la renta mensual. Los estudios han dejado entonces de ser una prioridad.
A eso se suma que, en la pandemia, el cierre de las escuelas supuso un golpe para muchas familias vulnerables que necesitaban dejar a sus hijos m¨¢s peque?os en los centros educativos para poder ir a trabajar. En muchos casos les toc¨® a las hijas mayores cuidar de sus hermanos. ¡°Limpio la casa y cocino lo b¨¢sico, como arroz y frijoles¡±, cuenta Rejani. El resultado de todo ello es que, a los 20 a?os, la joven no ha concluido la secundaria. ¡°Necesitamos aprender y desarrollar nuestras capacidades, pero resulta muy dif¨ªcil con una ense?anza secundaria precaria¡±, argumenta. Tiene el deseo de, un d¨ªa, acceder a la universidad y estudiar Pedagog¨ªa. ¡°Me gustan los ni?os¡±, justifica.
El desinter¨¦s o la renuncia a tener clases sucede porque es dif¨ªcil mantener una rutina de estudios dentro de casa. Adem¨¢s del trabajo dom¨¦stico, est¨¢ la falta de apoyo familiar
Mantener la motivaci¨®n de esas j¨®venes mujeres es uno de los principales retos en la pandemia. ¡°El desinter¨¦s o la renuncia a dar clases sucede porque es dif¨ªcil mantener una rutina de estudios dentro de casa. Adem¨¢s del trabajo dom¨¦stico, est¨¢ la falta de apoyo familiar. Sus padres y madres son trabajadores con un pasado educativo muy duro. Muchos vislumbran para sus hijos que trabajen y tengan sus propias familias¡±, explica Ramos, de Uneafro. En 2020, el movimiento firm¨® un acuerdo con una universidad privada para que los estudiantes de psicolog¨ªa formaran grupos de escucha y amparo a esos j¨®venes que se preparaban para los ex¨¢menes. ¡°Las chicas se sienten muy ansiosas por tener que mantener esa rutina de estudio con toda la carga de trabajo dom¨¦stico. Tienen que cumplir varios papeles en casa sin que, en muchos casos, sus padres les den amparo familiar¡±, explica Ramos.
La ONG Plan Internacional, que antes de la pandemia manten¨ªa contacto con cerca de 10.000 familias a trav¨¦s de sus proyectos presenciales, tambi¨¦n mantiene sus programas de forma telem¨¢tica. ¡°Tratamos de violencia infantil, de empoderamiento de las chicas, hablamos de derechos sexuales y reproductivos¡±, explica Campos. Es una forma de mantener a esas j¨®venes motivadas y amparadas. ¡°Hay que recordar tambi¨¦n que la violencia sexual y dom¨¦stica se produce dentro de casa. Con la cuarentena, han aumentado las denuncias, pero tambi¨¦n la depresi¨®n y la ansiedad. Hemos escuchado incluso relatos de auto mutilaci¨®n¡±, relata.
Stephany Rejani todav¨ªa no ha regresado a la escuela en 2021. Y est¨¢ segura de que, despu¨¦s de la pandemia, no volver¨¢ a hacer actividades ¡°de j¨®venes¡± en su comunidad. En un pasado reciente, particip¨® en clases de f¨²tbol, ajedrez, percusi¨®n y circo ofertados por organizaciones sociales que act¨²an en Jardim Lapena. ¡°No creo que tenga la oportunidad de volver a esas actividades¡±, explica. ¡°Es hora de hacer cosas de adulto, como estudiar inform¨¢tica e ingl¨¦s¡±.
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