Superprofesores: el empe?o de educar contra viento y marea
Desde inventar un lenguaje de signos hasta enviar instrumentos musicales por lancha o fabricar un robot profesor. Presentamos a 10 docentes de 10 pa¨ªses latinoamericanos que en los peores momentos de la pandemia han hecho lo imposible para seguir en contacto con sus alumnos y que no perdieran el ciclo lectivo
No es un secreto que desde el inicio de la pandemia, estudiantes y profesores se han visto envueltos en un sinf¨ªn de dificultades para mantener el aprendizaje y la educaci¨®n de los escolares. Ha ocurrido en todo el mundo, pero en Am¨¦rica Latina estos obst¨¢culos se han visto magnificados, en muchos casos, por problemas que ya exist¨ªan desde antes de la irrupci¨®n de la covid-19: la debilidad de los sistemas educativos, la falta de conectividad y tecnolog¨ªas adecuadas para impartir clases a distancia, la falta de un entorno seguro en las viviendas para que los alumnos pudieran concentrarse en los estudios... En mitad de la crisis mundial, hacia agosto de 2020, la Unesco calculaba que unos 156 millones de estudiantes latinoamericanos iban a quedar afectados por la suspensi¨®n de las clases.
En medio de este temporal que ha supuesto el coronavirus, algunos de esos 156 millones de afectados han tenido la suerte de contar con un maestro o maestra especialmente preocupado, involucrado, enamorado de su trabajo. Hemos rastreado por 10 pa¨ªses de la regi¨®n en busca de docentes que han destacado por su esfuerzo y su ingenio para impedir que sus estudiantes perdieran su ritmo educativo.
Chile: Eduardo Parraguez, el profesor radiof¨®nico
Texto: Roc¨ªo Montes (Santiago de Chile)
Es profesor de Lengua del colegio Padre Esteban Gumucio, en La Granja, un municipio popular del sur de Santiago de Chile. El establecimiento se encuentra en medio de poblaciones complicadas y sus estudiantes, en muchas ocasiones, enfrentan necesidades de todo tipo. Eduardo Parraguez, de 54 a?os, imparte clases a ni?os y ni?as de Quinto a S¨¦ptimo b¨¢sico, es decir, entre los 10 y los 12 a?os. Pero en medio de la pandemia de la covid-19, luego de sus largas jornadas de clases virtuales, durante meses se desdobl¨® y fue la voz de un programa de radio que intent¨® replicar el v¨ªnculo entre la escuela y los alumnos que permanec¨ªan encerrados en sus viviendas, con restricciones de movilidad. Lo hizo junto a la periodista Javiera Pastor, la otra locutora de Aprendo en casa, la campa?a transversal de educaci¨®n a distancia, y apoyado por el trabajo de un equipo de profesores de la Corporaci¨®n Educacional del Arzobispado de Santiago (CEAS), la red de establecimientos a la que pertenece su colegio. En total, fueron 131 programas que se transmitieron de lunes a viernes, entre mayo y diciembre, cuando acab¨® el curso 2020.
Parraguez se declara enamorado de su profesi¨®n: ¡°Es un trabajo entretenido que me ha salvado de muchas cosas. Me considero afortunado, porque hago lo que me gusta y encima me pagan¡±, confiesa el docente, que ocupaba las noches para grabar su parte del guion radiof¨®nico. A esa hora, cuenta, ya no ten¨ªa trabajo y hab¨ªa silencio en su casa. Luego, otros juntaban y editaban los audios, y el programa se emit¨ªa durante media hora al d¨ªa siguiente, a las cuatro y media de la tarde. De primera profesi¨®n actor, el profesor nunca hab¨ªa hecho radio, pero debut¨® con ¨¦xito. Con secciones diferentes como cuenta cuentos, desaf¨ªos cient¨ªficos, recreos musicales, dichos y refranes, adivinanzas y la participaci¨®n de los mismos ni?os y ni?as, conquistaron a los estudiantes no solo de los 11 colegios que componen CEAS, sino incluso de fuera de la capital. ¡°No s¨¦ si me gustaba tanto c¨®mo se escuchaba mi voz, pero s¨ª me gustaba la fuerza y el cari?o con la que lo hice¡±, reflexiona Parraguez, justamente cuando la pandemia se complica en Chile y el programa podr¨ªa iniciar su segunda temporada por la frecuencia 89.3 FM.
Guatemala: Magdalena Lucrecia Medina, editora independiente del material escolar
Texto: Noor Mahtani (Santa Cruz del Quich¨¦)
A Magdalena Lucrecia Medina su mote le viene como anillo al dedo: Se?o Lucky. ¡°Es la suerte de toda la comunidad¡±, asegura ?scar Mota, el director de la Escuela oficial urbana mixta Cooperativa Gumarkaah, en Santa Cruz del Quich¨¦, Guatemala. All¨ª, en un humilde colegio, con la pintura destartalada y la cancha de f¨²tbol cercada con vallas electrificadas por la delincuencia en la zona, trabaja desde hace a?os esta particular profesora a la que los ni?os conocen por sus juegos creativos y su cari?o. Y ahora tambi¨¦n por crear cuadernillos escolares propios y asegurarse de que todos sus alumnos tuvieran acceso a internet. Aunque tuviera que pagar mensualmente el de seis de ellos. ¡°Conozco las necesidades de mis familias, un maestro no puede quedarse solo en estas cuatro paredes¡±, dice con los ojos lleno de l¨¢grimas.
El 15 de marzo de 2020 se cerraron todas las escuelas del pa¨ªs, incluida esta de 473 alumnos de Primaria e Infantil, y el disgusto fue casi mayor para la docente que para los peque?os: ¡°Pens¨¦ en las consecuencias que podr¨ªa traer para mis ni?os, en lo mucho que iba a extra?arlos¡±. Las semanas fueron pasando y lleg¨® el material educativo de autoaprendizaje del Ministerio de Educaci¨®n. Sin embargo, no fue suficiente: ¡°Mis ni?os no entend¨ªan nada. Me llamaban a cada rato a que les explicara qu¨¦ quer¨ªa decir un enunciado o un s¨ªmbolo¡±. As¨ª que en mayo decidi¨® ponerse manos a la obra. Cogi¨® un libro de lenguaje y comunicaci¨®n y empez¨® a confeccionar un cuadernillo por cada uno de los diez temas, con actividades propias y contenido adaptado.
Con la primera asignatura se demor¨® un mes y el coste de las impresiones que entregaba a los pap¨¢s de cada alumno era inasumible. As¨ª que corri¨® la voz para que ¡°los que m¨¢s ten¨ªan ayudaran¡±. Pronto empezaron a llegar donaciones y todo el claustro de maestros se involucr¨®. ¡°Fue muy especial porque no me sent¨ª sola¡±, cuenta sin soltar los coloridos cuadernos ya completos por sus chicos. Aunque el pa¨ªs haya inaugurado la vuelta al colegio semipresencial, su escuela no cuenta con la infraestructura para hacerlo. ¡°Llevamos as¨ª un a?o y leo los protocolos y me echo a llorar¡±, cuenta emocionada. ¡°Nos piden que no cantemos, que no nos toquemos¡ Me est¨¢n matando como profesora. La educaci¨®n no puede ser esto¡±.
Brasil: Vilma Soares, en busca de la comunicaci¨®n con su alumno con autismo
Texto: Felipe Betim (S?o Paulo)
Bloques de construcci¨®n, pasta de moldear y tapas de refrescos han sido algunos de los materiales que Vilma Soares, de 44 a?os, ha utilizado a lo largo de 2020 en sus clases con Robson Melo, un ni?o humilde de 12 a?os. Soares es profesora de Primaria en una escuela p¨²blica de Duque de Caxias (925.000 habitantes), una ciudad obrera cercana a R¨ªo de Janeiro. Cuando arranc¨® la pandemia, sus alumnos y alumnas pasaron a clases virtuales. Pero no tard¨® mucho la profesora en observar que Robson no consegu¨ªa acompa?ar las actividades online. El ni?o tiene autismo y todav¨ªa est¨¢ aprendiendo a leer y escribir.
As¨ª que, a lo largo de 2020 Soares adquiri¨®, una vez al mes, y con su propio dinero, cajas con material sensorial. ¡°Mi pasi¨®n es trabajar la alfabetizaci¨®n¡±, cuenta. Una vez al mes se dirig¨ªa a casa de Robson para darle las letras del alfabeto, los n¨²meros y los bloques de construcci¨®n, entre muchos otros materiales. ¡°Hac¨ªamos una videollamada todos los d¨ªas a las cinco de la tarde. Un ni?o con autismo necesita una rutina para desarrollarse¡±.
El resultado positivo de su m¨¦todo sorprendi¨® a todos y a Soares le concedieron un premio de innovaci¨®n en educaci¨®n. En 2021, la profesora ha sido promovida al puesto de directora de una escuela en Duque de Caxias y tiene planes de expandir su m¨¦todo. ¡°Esos materiales pueden servir para quienes tengan cualquier tipo de dificultad¡±, argumenta. Soares naci¨® en la misma regi¨®n obrera que sus alumnos y es tambi¨¦n una activista de la educaci¨®n p¨²blica. ¡°La escuela tiene el papel de minimizar las desigualdades. Es lo que m¨¢s me motiva para seguir trabajando¡±.
Argentina: Pablo Alejandro Basile, m¨²sica en lancha
Texto: Mar Centenera (Buenos Aires)
Cuando en 2020 se suspendieron las clases presenciales, Pablo Alejandro Basile, de 50 a?os, se enfrent¨® a uno de los mayores desaf¨ªos en sus tres d¨¦cadas como profesor de M¨²sica. Ten¨ªa que dar clases virtuales a ni?os de tres escuelas p¨²blicas del delta del Paran¨¢ de Buenos Aires que viven en casas frente al r¨ªo, ¡°donde la conexi¨®n de Internet es m¨ªnima¡±. Vio c¨®mo los ni?os se desanimaban y muchos dejaban incluso de mantener el contacto, as¨ª que improvis¨®: reparti¨® en lancha, entre las familias, todos los instrumentos que hab¨ªa en las escuelas¡±, cuenta Basile a trav¨¦s de la pantalla. Antes ya les hab¨ªan hecho llegar con el mismo sistema material escolar, ropa y algunos alimentos no perecederos.
¡°Le dimos la vuelta. La escuela fue a la casa¡±, cuenta con orgullo. Las videollamadas fueron reemplazadas por v¨ªdeos subidos a YouTube y uno de los proyectos que m¨¢s entusiasmo gener¨® fue que los alumnos aprendiesen a hacer instrumentos con aquello que ten¨ªan a su alcance. ¡°Hicieron palos de lluvia con ca?as de la isla, unas maracas con semillas, tambores con las cosas m¨¢s diversas¡ Cosas fabulosas¡±.
¡°Me mandaban tambi¨¦n v¨ªdeos cantando y me dec¨ªan que me extra?aban¡±, agrega este veterano docente. Debido a sus problemas de salud, est¨¢ entre los grupos de riesgo y no ha regresado a la escuela, sino que mantiene las clases virtuales para aquellos alumnos que est¨¢n en la misma situaci¨®n que ¨¦l, ya sea por ellos o por alguna de las personas con las que conviven. ¡°Los extra?o mucho, son incre¨ªbles y es un trabajo que trasciende¡±.
Ecuador: Carmen Valencia, 140 kil¨®metros diarios para ense?ar
Texto: Bel¨¦n Hern¨¢ndez (Esmeraldas)
La tenacidad y la constancia son buenos calificativos para definir a la profesora Carmen Valencia Madrigal. Esta ecuatoriana de 29 a?os, nacida en Tachina, un barrio de la ciudad de Esmeraldas, una regi¨®n al oeste del pa¨ªs frente a la costa del Pac¨ªfico, no est¨¢ dispuesta a dejar atr¨¢s a ninguno de los 17 alumnos de los que hace seguimiento personal cada semana desde que comenz¨® la pandemia. ¡°No he tenido ning¨²n abandono escolar. Comenzamos el curso siendo 17 y seguimos siendo 17. Y en caso de que se vayan a trasladar, all¨¢ que voy y los busco¡±, explica entre risas.
Licenciada en Lengua y Literatura, cada mi¨¦rcoles y jueves recorre 70 kil¨®metros de ida y otros 70 de vuelta, para atender a sus estudiantes en sus casas en una de las zonas rurales de la regi¨®n. Desde que su escuela cerrara sus puertas el pasado marzo, forma parte de un programa implementado por el Ministerio de Educaci¨®n, con el apoyo de la organizaci¨®n DYA y Unicef Ecuador, que atiende a ni?os, ni?as y adolescentes de entre ocho y 18 a?os que llevan retraso educativo a trav¨¦s de un proceso que acelera su aprendizaje para que el curso que viene hayan alcanzado el nivel adecuado a su edad.
Valencia desear¨ªa que abriera su unidad educativa, como se conoce a los colegios en Ecuador, pero sabe que el centro necesitar¨ªa de una buena reforma para acondicionar el saneamiento para los m¨¢s de 600 alumnos que alberga en turnos de ma?ana y tarde. Mientras tanto, recorre los hogares de los estudiantes y llega a ellos en autob¨²s o subida, incluso, en el coche del panadero, el cami¨®n del gas o de la basura. Y asegura que nada la detiene, ni siquiera la desmotivaci¨®n de algunas familias de sus pupilos. ¡°Usted no se preocupe, que no le va a doler la cabeza, solo enc¨¢rguese de que est¨¦n aqu¨ª sus hijos los jueves¡±, confiesa que le dijo a la madre de dos de sus alumnos.
Bolivia: Deysi Ucieda, inventando un idioma para alumnos sordos
Texto: Andr¨¦s Rodr¨ªguez (Cochabamba)
Deysi Ucieda se desempe?a como profesora int¨¦rprete desde hace dos a?os. Los motivos que la llevaron a trabajar con estudiantes sordos es que hay pocos maestros en el ¨¢rea. ¡°Implica mucha vocaci¨®n y servicio, pienso que yo los tengo¡±, afirma. Los tres estudiantes de Secundaria con discapacidad auditiva del Centro de Educaci¨®n Especial Guadalupano de Punata, un municipio rural fuera de Cochabamba, forman parte de una clase de educaci¨®n regular.
Cuando se inici¨® la pandemia en Bolivia, Ucieda vio que hab¨ªa contenido que sus alumnos con sordera no entend¨ªan y necesitaban apoyo. Decidi¨® crear un aula virtual en Zoom y les ense?¨® a utilizar la plataforma a trav¨¦s de un videotutorial. Ten¨ªa que hacer accesibles las clases a sus estudiantes, con una conectividad muy limitada propia del ¨¢rea rural. Para ello, compr¨® paquetes de datos de una hora, con un precio de 0,25 c¨¦ntimos de euro, para dar sesiones tres veces por semana de Matem¨¢ticas y Lengua.
Utiliza recursos did¨¢cticos como canciones, im¨¢genes y v¨ªdeos de Youtube, y ha creado un lenguaje interno con sus estudiantes para poder entender algunas terminolog¨ªas, ya que, seg¨²n explica, en ciertas materias no hay muchas se?as disponibles para entender el contenido. ¡°Ellos se inventan las se?as y eso es algo que compartimos entre nosotros, no es oficial, pero as¨ª nos entendemos¡±, explica la educadora.
Ucieda es muy expresiva en el rostro cuando comienza a hablar con se?as. Quienes se comunican a trav¨¦s de este lenguaje se fijan mucho en las expresiones del int¨¦rprete, ya que, cuanto m¨¢s acentuadas, m¨¢s denotan la gravedad o seriedad del asunto. Cuando comenz¨® con las clases virtuales tuvo que adaptar un palo de selfie para grabarse y pedirle incluso a su esposo que le filmara durante sus sesiones. Sonr¨ªe cada cierto tiempo porque ellos, seg¨²n dice, la motivan a superarse y a aprender m¨¢s. ¡°Mi sue?o es que salgan bachilleres y vayan a la universidad. Amo lo que hago, porque cada d¨ªa aprendo el doble de lo que ense?o¡±, finaliza la profesora.
Colombia: Luz Nelly Camacho, clase a la sombra de un ¨¢rbol de mango
Texto: Santiago Torrado (Bogot¨¢)
¡°Ese lugar es hermoso. Cuando t¨² llegas ah¨ª, sientes paz¡±. La profesora Luz Nelly Camacho no se ahorra adjetivos para describir la Instituci¨®n Educativa Santa Fe de Icotea, que ella misma ayud¨® a levantar hace 13 a?os, rodeada de ¨¢rboles, entre ellos un mango que suele aprovechar como si fuera otra aula. La irrupci¨®n de la pandemia le arrebat¨® a esta educadora de 55 a?os el placer de ense?ar a sus 150 alumnos entre el sonido de los p¨¢jaros en la vereda de Pasoelmedio, una peque?a comunidad rural en Mar¨ªa La Baja que se asent¨® all¨ª, a media hora del casco urbano, despu¨¦s de verse desplazada varias veces por la violencia de los grupos armados ilegales que azotan el departamento de Bol¨ªvar, en el Caribe colombiano.
Luz Nelly incluso lleg¨® a enfermar y sufrir insomnio por la incertidumbre, pero no se dio por vencida. Desde que se suspendieron las clases presenciales en Colombia hace ya un a?o, ha redoblado sus esfuerzos para sortear los desaf¨ªos que impone la covid-19 en hogares campesinos marcados por la pobreza, que carecen de conectividad y computadores.
¡°A un estudiante rural el maestro le lleva todo. La virtualidad no existe en el campo, las familias no tienen ni tel¨¦fonos inteligentes¡±, explica sin amarguras. Los ocho profesores de la escuela se reunieron y dise?aron unas gu¨ªas y cartillas que hacen llegar cada semana a sus alumnos, y le dan indicaciones por tel¨¦fono a los padres. Un grupo de j¨®venes las recoge en el colegio y las llevan hasta las casas, dispersas y apartadas. ¡°Ellos est¨¢n prestos para ayudar a llevarlas en burro, bicicleta o moto, eso es una cosa hermosa, que puedan orientar al que viene m¨¢s atr¨¢s¡±, relata entusiasmada. ¡°Mis estudiantes son mis hijos y me siento parte de esa comunidad¡±.
Como muchos alumnos solo recib¨ªan la alimentaci¨®n escolar, todos los meses, cada vez que reciben su sueldo, Luz Nelly y sus colegas hacen compras y organizan tambi¨¦n una olla comunitaria en el colegio, con todas las medidas de seguridad. Hasta all¨ª llegan los padres para llevarle a sus hijos los platos que cocina su maestra. Al ?ame, el pl¨¢tano y la yuca que cultivan, los educadores a?aden la carne y otras prote¨ªnas.
¡°Las brechas entre el campo y la ciudad en Colombia son inmensas. Estos profesores se convirtieron en unos h¨¦roes al echar mano de su imaginaci¨®n para no dejar a sus ni?os sin clases¡±, valora Mar¨ªa Isabel Cer¨®n, directora en Colombia de la ONG Ayuda en Acci¨®n, que acompa?a desde hace tiempo a la Instituci¨®n Educativa Santa Fe de Icotea. ¡°Luz Nelly es una persona que no se deja doblegar a pesar de las dificultades; ella quiere estar ah¨ª, ejerciendo su vocaci¨®n, que es la docencia¡±.
Venezuela: Iris Pellicer, una escuela en las habitaciones de los hijos que emigraron
Texto: Florantonia Singer (Caracas)
Iris Pellicer tiene 56 a?os y se gradu¨® como abogada durante la pandemia. Quedarse en casa y las propias dificultades que atraves¨® para completar sus estudios de forma virtual le hicieron pensar en los ni?os de su comunidad, el barrio Jos¨¦ F¨¦lix Ribas de Petare, en el este de Caracas, una de las m¨¢s grandes barriadas de Venezuela. ¡°Yo todos los d¨ªas sal¨ªa de madrugada de casa a trabajar y a estudiar y llegaba de noche¡±. Cuando el confinamiento la oblig¨® a quedarse en su barrio, empez¨® a ver c¨®mo los hijos de sus vecinos se pasaban todo el d¨ªa en la calle. ¡°Es una preocupaci¨®n muy grande ver un ni?o en la calle en un barrio como este¡±. Si no estaban yendo a la escuela, el salto al abandono y a la delincuencia estaba a un paso. Sin ser maestra pero s¨ª licenciada fund¨® la escuelita ¡ªcomo la llaman¡ª en su casa.
En los cuartos llenos de trastos que dejaron sus hijas, que emigraron a Chile y son parte de la enorme di¨¢spora que ha empujado la crisis humanitaria en Venezuela, habilit¨® salones para impartir clases a los ni?os y ayudarlos en las tareas que durante un a?o han recibido sin mayor interacci¨®n con sus maestros, pues la precariedad de las telecomunicaciones es uno de los abismos que hay que cruzar para la educaci¨®n a distancia en este pa¨ªs. Los libros que utiliza son los que dejaron sus hijas.
A su casa llegan ni?os que caminan durante una hora para recibir la orientaci¨®n, otros cuyos padres no tienen tel¨¦fono m¨®vil para recibir las tareas. Con una tableta electr¨®nica que ha compartido hasta con 18 estudiantes, Pellicer los asiste. Una pareja de profesores da el refuerzo en las ¨¢reas b¨¢sicas de Lengua y Matem¨¢ticas. Para pagarles a ellos les pide a los padres una colaboraci¨®n de dos d¨®lares por ni?o, alrededor de un euro y medio, que con los meses se ha vuelto prohibitiva para algunos. Gracias a la difusi¨®n de su experiencia ha recibido donaciones: la escuelita ahora tiene 14 sillas, una mesa y una pizarra acr¨ªlica, y est¨¢ buscando la forma de que obtener financiaci¨®n para becar a los que no pueden abonar la matr¨ªcula.
Lo particular de la historia de Pellicer es que otras iniciativas como esta se han replicado por la ciudad. Son una postal de los obst¨¢culos que atraviesa un ni?o venezolano para aprender en estas circunstancias en las que la solidaridad se ha convertido en el ¨²nico sost¨¦n que tienen algunos cuando el Estado no llega.
Per¨²: Walter Vel¨¢squez Godoy, un robot para educar a los ni?os campesinos
Texto: Jacqueline Fowks (Lima)
El profesor peruano Walter Vel¨¢squez Godoy fue premiado por primera vez en 2012 por innovar en la ense?anza en el ¨¢mbito rural, pero durante la pandemia la educaci¨®n a distancia fue un problema mayor. Sus alumnos de Primaria viven en comunidades campesinas remotas y pobres sin electricidad, sin conexi¨®n a internet, y los padres de familia carecen de m¨®viles inteligentes. Por ello, cre¨® un robot educativo biling¨¹e (quechua-espa?ol) de dulce voz llamado Kipi que, entre sus muchas funciones, reproduce las clases de Aprendo en casa a las que sus estudiantes no pueden acceder v¨ªa web, radio o televisi¨®n. Vel¨¢squez, de 37 a?os, trabaja en el colegio Santiago Ant¨²nez de Mayolo de Tayacaja, en la regi¨®n peruana de Huancavelica, a casi 3.000 metros sobre el nivel del mar. Hace a?os, a pulm¨®n, abri¨® en su escuela un Laboratorio de Creatividad e Innovaci¨®n, y all¨ª fabric¨® a Kipi con chatarra electr¨®nica.
Kipi significa en quechua ¡°cargar¡±. Tiene un panel fotovoltaico y contiene canciones, audiolibros y respuestas a preguntas que hacen los ni?os y ni?as: adem¨¢s gira y mueve los brazos para bailar con ellos.
El profesor llevaba a Kipi en un burro, ense?aba a los adultos a usarla y la dejaba algunos d¨ªas en cada casa: as¨ª daba clases a m¨¢s de 30 alumnos desde junio. Con el apoyo de una empresa elabor¨® diez r¨¦plicas de la robot, y voluntarios y otros profesores las han llevado a m¨¢s escolares. Kipi ha sido muy importante en la ense?anza porque, en 2019, Vel¨¢squez identific¨® problemas de lectura en sus alumnos y, adem¨¢s, en la regi¨®n donde trabaja, un alto porcentaje de mujeres no sabe leer y escribir y no puede ayudar a sus hijos en las tareas.
¡°Estoy terminando de redactar un cuaderno de trabajo para alumnos llamado Kipi libro para fortalecer los aprendizajes con el mismo enfoque indagatorio y cient¨ªfico. Contiene lecturas y desaf¨ªos sobre Ecolog¨ªa, Biolog¨ªa...¡±, anuncia el maestro por tel¨¦fono. ¡°Lo van a publicar pronto para distribuirlo, es ¨²til para quienes no tienen impresora¡±, explica. Vel¨¢squez ha recibido en 2017 las Palmas Magisteriales en el grado de Amauta (maestro en quechua), un galard¨®n que entrega anualmente el Ministerio de Educaci¨®n. Aunque el a?o escolar termin¨® en diciembre, su trabajo no se ha detenido: cre¨® un videojuego para Android. ¡°Es un Kipi virtual en 3D, no necesita Internet y lo hemos colocado en m¨®viles usados que nos han donado¡±, agrega con un entusiasmo que la pandemia no ha mellado.
Costa Rica: Grettel Fern¨¢ndez, la maestra omnipresente
Texto: ?lvaro Murillo (San Jos¨¦ de Costa Rica)
La profesora Grettel Fern¨¢ndez, o ni?a Grettel como se le dice tambi¨¦n a las maestras de Primaria en Costa Rica, es la encargada de animar uno de los grupos del primer grado en la escuela La Carpio, un verdadero oasis para la comunidad pobre de casi 20.000 habitantes, el mayor asentamiento de origen migratorio de Centroam¨¦rica. El problema es que ese oasis estuvo cerrado o casi cerrado durante cerca de un a?o por la pandemia y los 2.000 estudiantes de la escuela fueron obligados a hacinarse en sus casas, algunas violentas, muchas insalubres y casi todas llenas de pobreza.
Por ah¨ª empezaba la angustia de la maestra Fern¨¢ndez. ¡°Un ni?o hambriento no aprende, no importa qu¨¦ haga uno por ellos, y menos a distancia¡±. Habl¨® con una hermana y con una vecina adinerada, y consigui¨® apoyo para recolectar decenas de paquetes de comida y ropa que repart¨ªa la mam¨¢ de un alumno, la ¨²nica que ten¨ªa autom¨®vil. La red informal se convirti¨® casi en una ONG de emergencia, admite. La maestra se coordin¨® durante muchos meses con padres de familia por la ¨²nica v¨ªa de comunicaci¨®n, sus tel¨¦fonos m¨®viles con planes de prepago. La ni?a Grettel esperaba a contactar con ellos por las noches, cuando volv¨ªan del trabajo o de buscarlo. Algunos se val¨ªan de redes p¨²blicas, para despu¨¦s improvisar como maestros caseros y ayudar al ni?o con los materiales.
Aun as¨ª, la profesora perdi¨® contacto con tres estudiantes y sus pap¨¢s. Pidi¨® entonces a otros padres buscarlos por el barrio. Coordin¨® con dos mam¨¢s para que tambi¨¦n atendieran como tutoras a ni?os cuyos padres o abuelos no pod¨ªan o no sab¨ªan c¨®mo ayudarles. ¡°No se me perdi¨® ninguno; al terminar el curso del 2020 pude decir que estaban todos, aunque no presencialmente¡±.
Advierte que su trabajo no fue ¨²nico, que muchas otras maestras tambi¨¦n hicieron lo imposible para mantener el v¨ªnculo con los estudiantes y que la escuela tiene un eficaz equipo de una psic¨®loga, una trabajadora social y dos orientadoras que hacen un trabajo casi de detectives para evitar a toda costa que el ni?o se desconecte del todo. Para ello, sabe, es vital ese sexto sentido para detectar cu¨¢ndo algo no anda bien en las casas. Esa conexi¨®n va m¨¢s all¨¢ de una red celular, por necesaria que sea esta. Es la que inyecta la maestra Fern¨¢ndez ahora que el curso lectivo volvi¨® de manera presencial.
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