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La historia detr¨¢s del asesinato de Sergio Rojas

Han pasado ya m¨¢s de dos a?os desde el brutal homicidio que acab¨® con la vida del l¨ªder ind¨ªgena, y las demandas de justicia para que se resuelvan las disputas por las tierras de los pueblos originarios en Costa Rica siguen sin respuesta. Mientras, la violencia contin¨²a

Asesinato Sergio Rojas
DAWNING/Olivier Kugler
Ra¨²l Rom¨¢n, Rafe H. Andrews y Nick Parisse

Unas tres horas despu¨¦s del anochecer del lunes 18 de marzo de 2019, Antonio Moreno oy¨® disparos procedentes de la casa de su vecino en Yeri, una remota poblaci¨®n del territorio ind¨ªgena bribri de Salitre (Costa Rica). Moreno esper¨® fuera hasta que la ¨²nica unidad de polic¨ªa de la zona lleg¨® al escenario del crimen, al cabo de dos horas. Los agentes hallaron a un hombre de 59 a?os tendido en su dormitorio con siete heridas de bala de nueve mil¨ªmetros en la espalda. Tambi¨¦n identificaron 10 agujeros de bala repartidos por la casa. Costa Rica no tard¨® en enterarse del asesinato de Sergio Rojas, el l¨ªder ind¨ªgena m¨¢s destacado de la historia reciente del pa¨ªs. El presidente Carlos Alvarado calific¨® su muerte de ¡°tr¨¢gica para la comunidad bribri, los pueblos ind¨ªgenas y toda Costa Rica¡±.

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Han pasado m¨¢s de dos a?os desde aquello y el asesinato de Sergio Rojas sigue siendo un misterio sin resolver, cada vez m¨¢s envuelto en la pol¨¦mica. En septiembre de 2020, el equipo especial de investigaci¨®n criminal supervisado por la Fiscal¨ªa anunci¨® el sobreseimiento y archivo del caso alegando ausencia de pruebas suficientes tras 18 meses de trabajo.

A ra¨ªz de la airada protesta p¨²blica, el diminuto juzgado de Buenos Aires, la peque?a capital de Puntarenas que alberga las ¨²nicas instituciones estatales de los alrededores de las comunidades ind¨ªgenas en las que vivi¨® y muri¨® Sergio Rojas, declar¨® que reanudar¨ªa la investigaci¨®n. En enero de 2021, una comisi¨®n de derechos humanos de la Asamblea Legislativa de San Jos¨¦ inst¨® al Gobierno central a reabrir el caso.

La oposici¨®n acusa al Gobierno de no aplicar el mandato de la Comisi¨®n Interamericana de Derechos Humanos de proteger a los l¨ªderes ind¨ªgenas como Rojas. El Ejecutivo central tambi¨¦n ha recibido cr¨ªticas por no aplicar la Ley Ind¨ªgena de 1977, una disposici¨®n legal dif¨ªcil de llevar a la pr¨¢ctica, que otorga a la poblaci¨®n aut¨®ctona la propiedad exclusiva de la tierra dentro del territorio ind¨ªgena.

El Gobierno de Alvarado espera formalizar el complejo proceso de recuperaci¨®n de tierras, hasta ahora sin ¨¦xito. No obstante, su posici¨®n parece estar del lado de la causa de Rojas, que anima a la poblaci¨®n local a tomarse la justicia por su mano. Una respuesta escrita de los funcionarios del Ministerio de la Presidencia que han participado en las iniciativas gubernamentales de reanudaci¨®n del di¨¢logo con los l¨ªderes ind¨ªgenas afirma: ¡°La lucha de Sergio Rojas representa una reivindicaci¨®n hist¨®rica y leg¨ªtima¡±.

Los partidarios de Rojas sostienen que la inacci¨®n del Gobierno no les deja otra opci¨®n que ocupar por la fuerza las propiedades habitadas por los que ellos consideran no ind¨ªgenas

Los partidarios del l¨ªder asesinado sostienen que la inacci¨®n del Gobierno no les deja otra opci¨®n que ocupar por la fuerza las propiedades habitadas por los que ellos consideran no ind¨ªgenas. ¡°No me detendr¨¦ ante nada para continuar el legado de Rojas¡±, declara Felipe Figueroa, nuevo jefe del movimiento de recuperaci¨®n de tierras iniciado por su predecesor en Salitre. ¡°Estamos preparados, con armas si es necesario¡±, proclama Jeffrey Villanueva, otro l¨ªder ind¨ªgena inspirado por Rojas, en la vecina T¨¦rraba. En el lado opuesto, los que han perdido sus tierras tambi¨¦n se sienten abandonados por el Ejecutivo. ¡°Mi lucha es contra el Gobierno por no indemnizarme como promete la ley¡±, denuncia William Vega, considerado no ind¨ªgena y al que 15 hombres con machetes le arrebataron su propiedad hace ocho a?os.

En el juzgado de Buenos Aires se acumulan centenares de casos de cada una de las partes en conflicto. Antes del comienzo de la pandemia hab¨ªa m¨¢s de 150 ind¨ªgenas investigados por delitos relacionados con la recuperaci¨®n de tierras, entre ellos homicidio en grado de tentativa, apropiaci¨®n indebida y asalto armado. El n¨²mero de no ind¨ªgenas tambi¨¦n investigados era similar.

Los Gobiernos ind¨ªgenas aut¨®nomos de Salitre y T¨¦rraba, que son las instituciones locales encargadas de la gesti¨®n de la tierra, est¨¢n siendo procesados por corrupci¨®n. En el r¨ªo T¨¦rraba, la controvertida construcci¨®n de la central hidroel¨¦ctrica de El Diqu¨ªs, una infraestructura que supon¨ªa el proyecto energ¨¦tico m¨¢s importante de Centroam¨¦rica, hoy abandonada, sigue siendo un caso oscuro que involucra a varios l¨ªderes ind¨ªgenas. Incluso Sergio Rojas, en el momento de su muerte, hab¨ªa pasado siete meses en la c¨¢rcel y estaba siendo investigado por malversaci¨®n de fondos durante su mandato como jefe del Gobierno aut¨®nomo de Salitre.

Sin embargo, la verdadera lucha tiene lugar lejos del juzgado y todav¨ªa m¨¢s lejos de San Jos¨¦, la capital del pa¨ªs. El conflicto m¨¢s visible se desarrolla entre vecinos ind¨ªgenas y no ind¨ªgenas. Y los primeros no est¨¢n unidos en su b¨²squeda de justicia. Hay una creciente tensi¨®n entre los continuadores del legado de Rojas y los que no lo comparten, en un ambiente de desconfianza que dura d¨¦cadas. El 19 de febrero de 2020 Jerhy Rivera, otro l¨ªder ind¨ªgena que luch¨® al lado de Rojas, fue asesinado en las calles de T¨¦rraba.

¡°Mientras el Gobierno d¨¦ soluciones r¨¢pidas y concretas, los pueblos ind¨ªgenas no necesitar¨¢n recuperar la tierra por sus propios medios¡±, afirmaban los funcionarios del Ministerio de la Presidencia. La pandemia est¨¢ poniendo al Ejecutivo al l¨ªmite. Lejos de la capital, las guerras por la tierra contin¨²an.

Jos¨¦ Moreno, de 52 a?os, se?ala los agujeros de bala en la casa de Sergio Rojas.
Jos¨¦ Moreno, de 52 a?os, se?ala los agujeros de bala en la casa de Sergio Rojas.DAWNING/Nick Parisse

¡°Habr¨¢ m¨¢s violencia¡±

Jos¨¦ Moreno, de 52 a?os, acompa?ado por uno de sus hijos, identifica los agujeros de bala en la casa de Sergio Rojas una semana despu¨¦s del asesinato. ¡°Sergio era mi vecino y yo estaba en casa la noche en que lo asesinaron. O¨ª varios disparos y sal¨ª inmediatamente. Entonces o¨ª tres m¨¢s. Llam¨¦ a la polic¨ªa¡±. Moreno forma parte del consejo de ancianos que decide qui¨¦n es ind¨ªgena y qui¨¦n no en Salitre. En 2012, junto con su amigo Sergio Rojas, particip¨® en las reclamaciones de tierras ¡°por los mismos medios que los conquistadores¡±. ¡°La Corte Interamericana de Derechos Humanos ha dictaminado que la mayor¨ªa de los l¨ªderes necesitamos protecci¨®n. El Estado no la proporciona y ahora Sergio est¨¢ muerto¡±. Moreno est¨¢ decidido a seguir reclamando tierras. ¡°Quieren hacernos callar, pero no nos detendremos. Aplicaremos la Ley Ind¨ªgena de 1977 por nuestra cuenta. Quiz¨¢ la justicia de este pa¨ªs nunca llegue para Sergio, pero la justicia llegar¨¢. Habr¨¢ m¨¢s violencia y m¨¢s heridos en las dos partes¡±.

La casa de Sergio Rojas, a principios de abril de 2019, unos d¨ªas despu¨¦s del asesinato del l¨ªder ind¨ªgena.
La casa de Sergio Rojas, a principios de abril de 2019, unos d¨ªas despu¨¦s del asesinato del l¨ªder ind¨ªgena.DAWNING/Nick Parisse
Restos de la sangre de Rojas en el s¨®tano de su casa. Aunque era un personaje pol¨¦mico, la comunidad ind¨ªgena de Salitre ha condenado al Gobierno costarricense por no haber tomado m¨¢s medidas para protegerlo.
Restos de la sangre de Rojas en el s¨®tano de su casa. Aunque era un personaje pol¨¦mico, la comunidad ind¨ªgena de Salitre ha condenado al Gobierno costarricense por no haber tomado m¨¢s medidas para protegerlo.DAWNING/Sam Hutchinson
La tumba de Sergio Rojas una semana despu¨¦s del entierro del activista, en abril de 2019. Tras un atentado anterior contra su vida en 2012, el Comit¨¦ de Naciones Unidas para la Eliminaci¨®n de la Discriminaci¨®n Racial inst¨® al Gobierno de Costa Rica a tomar medidas preventivas que ¡°diesen respuesta a la violencia y la impunidad que asolan a la comunidad de Salitre¡±.
La tumba de Sergio Rojas una semana despu¨¦s del entierro del activista, en abril de 2019. Tras un atentado anterior contra su vida en 2012, el Comit¨¦ de Naciones Unidas para la Eliminaci¨®n de la Discriminaci¨®n Racial inst¨® al Gobierno de Costa Rica a tomar medidas preventivas que ¡°diesen respuesta a la violencia y la impunidad que asolan a la comunidad de Salitre¡±.DAWNING/SAM HUTCHINSON
Mapa de la regi¨®n de Puntarenas, en Costa Rica.
Mapa de la regi¨®n de Puntarenas, en Costa Rica.DAWNING/Olivier Kugler
Felipe Figueroa, de 57 a?os, es el nuevo l¨ªder del movimiento que fund¨® Sergio Rojas.
Felipe Figueroa, de 57 a?os, es el nuevo l¨ªder del movimiento que fund¨® Sergio Rojas. DAWNING/Sam Hutchinson

¡°Yo soy el pr¨®ximo Sergio Rojas¡±

Felipe Figueroa, de 57 a?os, camina hacia su casa de vuelta del colegio donde ense?a lengua bribri. Es miembro del consejo de ancianos de Salitre y el nuevo l¨ªder del movimiento iniciado por Sergio Rojas para reclamar tierras. ¡°Yo soy el pr¨®ximo Sergio Rojas. No me detendr¨¦ ante nada para continuar su legado¡±. Figueroa afirma que su predecesor y sus partidarios han recuperado la mitad de las tierras de Salitre que, seg¨²n cree, pertenecen al pueblo bribri. ¡°Hace 10 a?os, el 60% de nuestro territorio estaba en manos no ind¨ªgenas. Ahora es solo el 30%¡±. En su opini¨®n, tomar la tierra por la fuerza es lo ¨²nico que pueden hacer. ¡°Los territorios ind¨ªgenas son exclusivamente para los ind¨ªgenas, pero como no hay voluntad pol¨ªtica de aplicar la ley, tenemos que recuperar lo que nos pertenece leg¨ªtimamente. Cuando has agotado las v¨ªas legales, la huelga es el ¨²ltimo recurso. Desde mi punto de vista, la recuperaci¨®n de tierras es nuestra versi¨®n de la huelga. Es arriesgada y peligrosa, pero es la manera de alcanzar nuestros derechos¡±.

Seg¨²n Felipe Figueroa, si la madre de una persona no es bribri, ella tampoco lo es y no tiene derecho a terrenos. ¡°Esta tierra es mi madre. La naturaleza es mi hermano y mi hermana. Los no ind¨ªgenas dicen que los ind¨ªgenas no trabajamos, que somos perezosos, pero lo que pasa es que cuidamos la naturaleza¡±.
Seg¨²n Felipe Figueroa, si la madre de una persona no es bribri, ella tampoco lo es y no tiene derecho a terrenos. ¡°Esta tierra es mi madre. La naturaleza es mi hermano y mi hermana. Los no ind¨ªgenas dicen que los ind¨ªgenas no trabajamos, que somos perezosos, pero lo que pasa es que cuidamos la naturaleza¡±.DAWNING/Nick Parisse
La totalidad de los grupos ind¨ªgenas de Costa Rica representa tan solo el 2% de la poblaci¨®n del pa¨ªs. Los territorios ind¨ªgenas del Pac¨ªfico Sur albergan principalmente a tres de ellos: los bribri en Salitre, los teribe sobre todo en T¨¦rraba, y los brunca en Boruca y Rey Curr¨¦. Todas las comunidades viven en un continuo tira y afloja entre tradici¨®n y modernidad.
La totalidad de los grupos ind¨ªgenas de Costa Rica representa tan solo el 2% de la poblaci¨®n del pa¨ªs. Los territorios ind¨ªgenas del Pac¨ªfico Sur albergan principalmente a tres de ellos: los bribri en Salitre, los teribe sobre todo en T¨¦rraba, y los brunca en Boruca y Rey Curr¨¦. Todas las comunidades viven en un continuo tira y afloja entre tradici¨®n y modernidad.DAWNING/RAFE ANDREWS
En todo Salitre, la comunidad llora la muerte de Rojas a pesar de que la pol¨¦mica sigue rodeando su vida. Frente a los m¨¦todos agresivos del l¨ªder asesinado, muchos de sus vecinos ind¨ªgenas preservan su cultura de manera pac¨ªfica.
En todo Salitre, la comunidad llora la muerte de Rojas a pesar de que la pol¨¦mica sigue rodeando su vida. Frente a los m¨¦todos agresivos del l¨ªder asesinado, muchos de sus vecinos ind¨ªgenas preservan su cultura de manera pac¨ªfica. DAWNING/Sam Hutchinson
Doris Ortiz, de 65 a?os, en su casa en el territorio de Salitre.
Doris Ortiz, de 65 a?os, en su casa en el territorio de Salitre. DAWNING/Rafe H Andrews

¡°Quer¨ªa que llevasen a Sergio Rojas ante los tribunales¡±

Desde su casa en el territorio de Salitre, Doris Ortiz, de 65 a?os, y su marido dirigen una organizaci¨®n dedicada a verificar las solicitudes personales de reconocimiento de la condici¨®n de ind¨ªgena. ¡°Tengo el poder de decidir si alguien es ind¨ªgena, pero hoy en d¨ªa no existe lo que se dice un ind¨ªgena puro. Ha habido mestizaje generaci¨®n tras generaci¨®n¡±. Algunos miembros de la comunidad creen que Doris y Manuel no son ind¨ªgenas. Por ello, sus tierras han sido objeto de diversas ocupaciones forzosas por parte de seguidores de Sergio Rojas ¡°armados con machetes, cuchillos, palos y piedras¡±, denuncia Ortiz. Su marido sufri¨® ataques f¨ªsicos y el grupo sigue ocupando su antiguo hogar. ¡°Nuestros abuelos nos ense?aron disciplina, paz y respeto. No aceptamos esta violencia. Yo no quer¨ªa que Sergio Rojas muriera; quer¨ªa que lo llevasen ante los tribunales¡±.

Junior Jara, un estudiante de Salitre de 22 a?os, juega delante de la nueva casa familiar, donde vive con su madre y su hermana.
Junior Jara, un estudiante de Salitre de 22 a?os, juega delante de la nueva casa familiar, donde vive con su madre y su hermana.DAWNING/Justin Geldof

¡°Los hombres que contratamos para trabajar en casa nos obligaron a abandonarla¡±

Junior Jara es un estudiante de Salitre de 22 a?os. ¡°Me considero bribri¡±, afirma el joven. Sin embargo, como su progenitora es ind¨ªgena pero no bribri, ¨¦l no es considerado verdadero miembro de este pueblo. ¡°Hace poco nos mudamos a una casa que compr¨® mi madre. Cuando hubo que arreglar el ba?o, ella llam¨® a gente de aqu¨ª para que viniese a ayudar. Dejamos a los operarios solos en casa y la ocuparon. Cuando volvimos, nos echaron cuchillo en mano. Los hombres que contratamos para trabajar en casa nos obligaron a abandonarla¡±. Ahora, en la vivienda que les arrebataron vive una familia bribri. ¡°Los ocupantes me dicen que tienen m¨¢s derecho que nosotros porque son bribri¡±. En su hogar actual, un nuevo vecino, hermano de uno de los hombres instalados en su casa anterior, acosa a la familia Jara con amenazas verbales y f¨ªsicas, y el ruido constante de la m¨²sica a todo volumen. ¡°Soy el ¨²nico de mi equipo de f¨²tbol que no tiene una madre bribri. A pesar de ello, somos amigos. No les guardo rencor¡±.

En Puntarenas, cada territorio ind¨ªgena est¨¢ gobernado por su propia Asociaci¨®n para el Desarrollo Integral (ADI). La funci¨®n de estas agrupaciones es la de guardianas de las tierras ind¨ªgenas y son las ¨²nicas entidades reconocidas por el Estado costarricense para actuar como representantes legales de los pueblos ind¨ªgenas. Cada ADI recibe fondos del Gobierno central, pero sus libros contables no son documentos p¨²blicos. Arriba, el edificio de la Asociaci¨®n en Boruca.
En Puntarenas, cada territorio ind¨ªgena est¨¢ gobernado por su propia Asociaci¨®n para el Desarrollo Integral (ADI). La funci¨®n de estas agrupaciones es la de guardianas de las tierras ind¨ªgenas y son las ¨²nicas entidades reconocidas por el Estado costarricense para actuar como representantes legales de los pueblos ind¨ªgenas. Cada ADI recibe fondos del Gobierno central, pero sus libros contables no son documentos p¨²blicos. Arriba, el edificio de la Asociaci¨®n en Boruca.DAWNING/Rafe H Andrews
Asamblea de dirigentes de la Asociaci¨®n para el Desarrollo Integral en Boruca.
Asamblea de dirigentes de la Asociaci¨®n para el Desarrollo Integral en Boruca.DAWNING/Daniel Sperrin
Jonathan Espinosa, de 61 a?os, miembro del Gobierno local de Buenos Aires.
Jonathan Espinosa, de 61 a?os, miembro del Gobierno local de Buenos Aires.DAWNING/Rafe H Andrews

Jonathan Espinosa, de 61 a?os, domina visualmente los territorios ind¨ªgenas desde su explotaci¨®n agr¨ªcola de Buenos Aires, donde forma parte del Gobierno local. ¡°?Para qu¨¦ queremos toda esta tierra si nadie va a utilizarla? Tenemos que parar esta locura y esta violencia. Por una parte, mi Gobierno es culpable de dar apoyo a los grupos ind¨ªgenas que toman las tierras por la fuerza; por otra, el sistema de ADI es corrupto. La ¨²nica manera de acabar con la violencia y la corrupci¨®n es que el Gobierno central venga aqu¨ª y escuche a la gente¡±. Las ADI de T¨¦rraba y Salitre est¨¢n siendo investigadas por la Fiscal¨ªa de Buenos Aires por acaparar tierras y poder en manos de unas pocas familias de la ¨¦lite, malversar fondos y obstaculizar el acceso de la comunidad a los recursos necesarios para participar de hecho en las decisiones sobre las tierras.

William Vega, de 60 a?os, sostiene la escritura de la finca de 100 hect¨¢reas que explot¨® durante casi tres d¨¦cadas. ¡°Cuando las compr¨¦, hab¨ªa armon¨ªa entre los ind¨ªgenas y los no ind¨ªgenas. Las cosas cambiaron cuando Sergio Rojas se hizo con el poder¡±, lamenta.
William Vega, de 60 a?os, sostiene la escritura de la finca de 100 hect¨¢reas que explot¨® durante casi tres d¨¦cadas. ¡°Cuando las compr¨¦, hab¨ªa armon¨ªa entre los ind¨ªgenas y los no ind¨ªgenas. Las cosas cambiaron cuando Sergio Rojas se hizo con el poder¡±, lamenta.DAWNING/Joey Rosa

¡°La gente lleg¨® armada con cuchillos y machetes¡±

William Vega, de 60 a?os, en la cocina de su casa, sostiene la escritura de la finca de 100 hect¨¢reas en la que cultiv¨® caf¨¦, bananas y aguacates y crio cerdos durante 28 a?os. Vega es considerado no ind¨ªgena y le compr¨® las tierras a otro agricultor no ind¨ªgena que las hab¨ªa adquirido antes de la ley de 1977. ¡°Mis manos fueron hechas para trabajar el campo. Soy un hombre pac¨ªfico, pero hace ocho a?os, 15 hombres se apoderaron de mis tierras armados con cuchillos y machetes. Se instalaron all¨ª y me dijeron que me fuera¡±. Vega rechaz¨® una parcela que el Gobierno de Costa Rica le ofreci¨® a cambio y sigue reclamando la indemnizaci¨®n en met¨¢lico prometida a los no ind¨ªgenas propietarios de tierras. ¡°Mi lucha es contra el Gobierno por no pagar como establece la ley, no contra los ind¨ªgenas¡±. Hasta hoy, no ha recibido compensaci¨®n alguna.

La noche cae sobre una plantaci¨®n de pi?as cerca de Salitre.
La noche cae sobre una plantaci¨®n de pi?as cerca de Salitre.DAWNING/Sam Hutchinson
Un trabajador descansa despu¨¦s de su turno.
Un trabajador descansa despu¨¦s de su turno.DAWNING/Nick Parisse
En diciembre de 2019, la Secretar¨ªa T¨¦cnica Nacional Ambiental de Costa Rica desat¨® la pol¨¦mica al conceder a Pindeco una plantaci¨®n de 494 hect¨¢reas, colindante con los humedales de T¨¦rraba, que pon¨ªa en peligro cuatro yacimientos arqueol¨®gicos protegidos por la Unesco.
En diciembre de 2019, la Secretar¨ªa T¨¦cnica Nacional Ambiental de Costa Rica desat¨® la pol¨¦mica al conceder a Pindeco una plantaci¨®n de 494 hect¨¢reas, colindante con los humedales de T¨¦rraba, que pon¨ªa en peligro cuatro yacimientos arqueol¨®gicos protegidos por la Unesco.DAWNING/Nick Parisse
Pindeco, una subsidiaria de propiedad total de Del Monte, controla 4.000 hect¨¢reas de fincas de pi?a en el ¨¢rea. Es, con mucho, el mayor empleador en estos territorios. El Instituto de Recursos Mundiales califica a Costa Rica como el mayor consumidor de pesticidas qu¨ªmicos en la agricultura. La producci¨®n comercial de pi?a est¨¢ bajo escrutinio por su impacto ambiental.
Pindeco, una subsidiaria de propiedad total de Del Monte, controla 4.000 hect¨¢reas de fincas de pi?a en el ¨¢rea. Es, con mucho, el mayor empleador en estos territorios. El Instituto de Recursos Mundiales califica a Costa Rica como el mayor consumidor de pesticidas qu¨ªmicos en la agricultura. La producci¨®n comercial de pi?a est¨¢ bajo escrutinio por su impacto ambiental. DAWNING/Nick Parisse
Jeffrey Villanueva, de 44 a?os, dirige una empresa de ecoturismo.
Jeffrey Villanueva, de 44 a?os, dirige una empresa de ecoturismo.DAWNING/RAFE ANDREWS

¡°Estamos preparados, con armas si es necesario¡±

Jeffrey Villanueva, de 44 a?os, muele granos de cacao en la casa familiar en el territorio T¨¦rraba, donde dirige una empresa de ecoturismo. ¡°Llevamos el cuidado de la tierra en nuestros genes. Nos dedicamos a cultivar lo necesario para vivir y no con fines comerciales. Estamos intentando demostrar que el r¨ªo T¨¦rraba est¨¢ enfermando debido a las plantaciones de pi?a de Del Monte¡±. Frustrado por la inacci¨®n del Gobierno para ayudarles a recuperar las tierras que creen que son legalmente suyas, Villanueva forma parte de un grupo que ha elaborado listas de las personas que considera ind¨ªgenas y de fincas ocupadas por no ind¨ªgenas que tiene la intenci¨®n de tomar por la fuerza. Hasta el momento, ha recuperado dos fincas, una de la cuales perteneci¨® al tatarabuelo de Villanueva. ¡°Proyectamos recuperar otras 16 explotaciones. Estamos preparados, con armas si es necesario. Esperamos no tener que usarlas, pero el trato que recibimos los ind¨ªgenas es inhumano¡±.

Jeffrey Villanueva sostiene la lista de miembros de la poblaci¨®n que, seg¨²n ¨¦l y un consejo de ancianos, poseen linaje teribe leg¨ªtimo.
Jeffrey Villanueva sostiene la lista de miembros de la poblaci¨®n que, seg¨²n ¨¦l y un consejo de ancianos, poseen linaje teribe leg¨ªtimo.DAWNING/James Watson

Jeffrey Villanueva sostiene la lista de miembros de la poblaci¨®n que, seg¨²n ¨¦l y un consejo de ancianos, poseen linaje teribe leg¨ªtimo. Para ser incluido en la lista, detalla, ¡°hay que tener pureza de sangre teribe por l¨ªnea materna o paterna a lo largo de seis generaciones¡±. ¡°Adem¨¢s, la persona tiene que ser aceptada por la comunidad, participar de las tradiciones y la cultura, y defender los derechos del pueblo teribe. Los teribes puros son m¨¢s altos y fuertes que otros grupos ind¨ªgenas y se miran a los ojos¡±, a?ade. La base de datos geneal¨®gica creada por Villanueva fue aprobada oficialmente por un decreto del Gobierno del presidente Carlos Alvarado en agosto de 2019. La lista ayuda a decidir qui¨¦n se queda en T¨¦rraba y qui¨¦n es obligado a marcharse.

Villanueva se re¨²ne peri¨®dicamente con representantes gubernamentales de San Jos¨¦ y les comunica las tierras que su equipo se propone recuperar. ¡°Le digo al Gobierno que, si no nos ayuda a hacerlo de manera pac¨ªfica, seguiremos utilizando la fuerza¡±. Su pr¨®ximo objetivo es la finca y la casa de su vecino Donald Guadamos. A la pregunta de c¨®mo se repartir¨ªan esas tierras, Villanueva responde: ¡°Las tierras de Donald son m¨ªas. Pertenec¨ªan a mi bisabuelo, as¨ª que son m¨ªas por derecho¡±.

Donald Guadamos, de 49 a?os, en su finca de T¨¦rraba con uno de sus hijos.
Donald Guadamos, de 49 a?os, en su finca de T¨¦rraba con uno de sus hijos. DAWNING/Joey Rosa

¡°No tengo miedo¡±

Donald Guadamos, de 49 a?os, vive en la zona desde que ten¨ªa cinco a?os y se considera ind¨ªgena, pero no est¨¢ en la lista oficial de teribes. ¡°Nadie puede quitarme lo que siento: soy ind¨ªgena. Este es mi hogar. He vivido aqu¨ª toda mi vida. Mis hijos nacieron aqu¨ª¡±. Su padre compr¨® la casa y las 107 hect¨¢reas de tierra circundante que dan al r¨ªo a un no ind¨ªgena el a?o en que naci¨® Donald, antes de la ley de 1977. La propiedad linda con la del l¨ªder ind¨ªgena Jeffrey Villanueva, que afirma que la tierra de su vecino le pertenece. El siguiente proyecto de Villanueva es tomar por la fuerza la finca de Guadamos. ¡°No tengo miedo. O¨ªmos a mucha gente que habla, pero no hace nada. Creo que habr¨ªa personas que vendr¨ªan a protegerme si llegase alguien a echarme de mi tierra¡±. Guadamos estar¨ªa dispuesto a irse si le compensaran adecuadamente. ¡°Si la ADI nos ofreciera dinero para que nos march¨¢ramos, lo aceptar¨ªamos¡±.

Los pueblos ind¨ªgenas est¨¢n en desacuerdo sobre la mejor manera de definir y preservar su identidad, que constituye el fondo de las disputas por la tierra. En la imagen, Cecilia Leyva, de 35 a?os, y su madre en su finca de Curr¨¦. Tras acabar la universidad, Leyva volvi¨® a su casa para dirigir una organizaci¨®n cultural.
Los pueblos ind¨ªgenas est¨¢n en desacuerdo sobre la mejor manera de definir y preservar su identidad, que constituye el fondo de las disputas por la tierra. En la imagen, Cecilia Leyva, de 35 a?os, y su madre en su finca de Curr¨¦. Tras acabar la universidad, Leyva volvi¨® a su casa para dirigir una organizaci¨®n cultural.DAWNING/Raul Roman
Melvin Gonz¨¢lez, de 42 a?os, talla m¨¢scaras tradicionales de madera de balsa en Boruca: ¡°La competencia comercial est¨¢ pervirtiendo nuestra cultura¡±.
Melvin Gonz¨¢lez, de 42 a?os, talla m¨¢scaras tradicionales de madera de balsa en Boruca: ¡°La competencia comercial est¨¢ pervirtiendo nuestra cultura¡±.DAWNING/Rafe H Andrews
H¨¦ctor S¨¢nchez, de 58 a?os, y su mujer, Dunia Montes, de 55, delante de la residencia de ancianos construida por la comunidad y fundada por ellos en Buenos Aires. ¡°El 70% de los que viven en la residencia son ind¨ªgenas, pero nosotros estamos totalmente integrados. Es un caso ¨²nico aqu¨ª, un modelo de lo que tenemos que hacer. Tenemos que integrarnos pac¨ªficamente¡±, defiende S¨¢nchez.
H¨¦ctor S¨¢nchez, de 58 a?os, y su mujer, Dunia Montes, de 55, delante de la residencia de ancianos construida por la comunidad y fundada por ellos en Buenos Aires. ¡°El 70% de los que viven en la residencia son ind¨ªgenas, pero nosotros estamos totalmente integrados. Es un caso ¨²nico aqu¨ª, un modelo de lo que tenemos que hacer. Tenemos que integrarnos pac¨ªficamente¡±, defiende S¨¢nchez.DAWNING/Sam Hutchinson
Eduardo Rojas, de 44 a?os, en el peque?o estudio que construy¨® en Salitre para producir su canal Native TV, la ¨²nica emisora de la zona dedicada exclusivamente a divulgar y promocionar la cultura ind¨ªgena. Recientemente, el canal se qued¨® sin financiaci¨®n y dej¨® de emitir.
Eduardo Rojas, de 44 a?os, en el peque?o estudio que construy¨® en Salitre para producir su canal Native TV, la ¨²nica emisora de la zona dedicada exclusivamente a divulgar y promocionar la cultura ind¨ªgena. Recientemente, el canal se qued¨® sin financiaci¨®n y dej¨® de emitir.DAWNING/Rafe H Andrews
Marbeju Vargas, de 46 a?os, en su casa de T¨¦rraba con su hermana Ana Laura, de 42.
Marbeju Vargas, de 46 a?os, en su casa de T¨¦rraba con su hermana Ana Laura, de 42. DAWNING/Joey Rosa

¡°El asunto de la identidad ind¨ªgena es una cortina de humo para tapar la corrupci¨®n¡±

Marbeju Vargas, de 46 a?os, en su casa de T¨¦rraba con su hermana Ana Laura, de 42. ¡°Mi hermana tiene s¨ªndrome de Down. Cuando mi madre muri¨®, fui a la ADI a pedir ayuda, pero me la negaron. Dicen que no soy ind¨ªgena¡±. Marbeju sostiene que la comunidad en la que vive se gobierna con nepotismo y corrupci¨®n. ¡°Aqu¨ª todo lo controlan tres clanes familiares: los N¨¢jera, los Villanueva y los Rivera. Solo ellos reciben dinero para proyectos de infraestructuras sin que tengan que rendir cuentas. Son ellos los que se benefician de las recuperaciones de tierras. Las cosas se hacen en su beneficio, no en el de la comunidad. Ellos dicen que defienden nuestra tierra, nuestra cultura y nuestros derechos, pero es mentira. Fuera de su c¨ªrculo de poder, tienes que valerte por ti mismo¡±. Seg¨²n Vargas, hablar abiertamente de pol¨ªtica en T¨¦rraba es peligroso. ¡°La gente no dice nada por miedo a complicarse la vida. Pero el asunto de la identidad ind¨ªgena es una cortina de humo para tapar la corrupci¨®n. Eso de la pureza de sangre es una completa estupidez¡±.

Asdr¨²bal Rivera (izquierda), de 45 a?os, en casa con su primo.
Asdr¨²bal Rivera (izquierda), de 45 a?os, en casa con su primo.DAWNING/Raul Roman

¡°Nacimos guerreros¡±

Asdr¨²bal Rivera, de 45 a?os, trabaj¨® 10 a?os en San Jos¨¦ antes de volver a su T¨¦rraba natal para ayudar a recuperar territorios que su familia considera sagrados. ¡°Cuando nac¨ª, enterraron mi cord¨®n umbilical en estas tierras para simbolizar una conexi¨®n eterna. Nuestro objetivo es preservar la tierra, no sacar provecho de ella. Para nosotros, perderla significa perder nuestra identidad¡±. A principios de la d¨¦cada de 1990, muchas escuelas e iglesias cat¨®licas de T¨¦rraba prohibieron las lenguas y los rituales ind¨ªgenas. ¡°Experiment¨¦ el racismo desde muy peque?o. Luego, cuando viv¨ªa en la capital, me di cuenta de que nuestros ancianos y nuestra cultura estaban muriendo. No pod¨ªa quedarme de brazos cruzados¡±. A su regreso en 2000, Asdr¨²bal cre¨® un grupo dedicado a preservar la cultura teribe. ¡°Volv¨ª y el 90% de nuestras tierras estaban ocupadas por no ind¨ªgenas. Nos dimos cuenta de que, si segu¨ªamos esperando al Gobierno, morir¨ªamos en la espera, como nuestros ancianos¡±. Siguiendo el ejemplo de Sergio Rojas, el grupo empez¨® a recuperar tierras, al final por la fuerza. ¡°A veces no hay alternativa. Nacimos guerreros¡±.

Muchos ancianos ind¨ªgenas se esfuerzan por transmitir el conocimiento cultural a las generaciones m¨¢s j¨®venes. Arriba, Celedina Moroto con dos de sus nietos en su casa de Boruca. ¡°Soy la ¨²ltima hablante de la lengua brunca. ?Qui¨¦n se la va a ense?ar a mis nietos si no lo hago yo?¡±. La anciana muri¨® en junio de 2020 a los 73 a?os.
Muchos ancianos ind¨ªgenas se esfuerzan por transmitir el conocimiento cultural a las generaciones m¨¢s j¨®venes. Arriba, Celedina Moroto con dos de sus nietos en su casa de Boruca. ¡°Soy la ¨²ltima hablante de la lengua brunca. ?Qui¨¦n se la va a ense?ar a mis nietos si no lo hago yo?¡±. La anciana muri¨® en junio de 2020 a los 73 a?os.DAWNING/Deuce Janish
Santiago Figueroa, de 68 a?os, monta su caballo en Salitre. ¡°Estoy en contra de la violencia y contento de convivir con agricultores no ind¨ªgenas¡±.
Santiago Figueroa, de 68 a?os, monta su caballo en Salitre. ¡°Estoy en contra de la violencia y contento de convivir con agricultores no ind¨ªgenas¡±.DAWNING/Sam Hutchinson
Un profundo sentido de la comunidad y la familia son fundamentales para la vida diaria de estas comunidades ind¨ªgenas, en las que las familias y los vecinos han vivido y trabajado juntos durante generaciones. En la imagen, Ricardo Gonz¨¢lez, de 32 a?os, son su hijo en su casa de Salitre.
Un profundo sentido de la comunidad y la familia son fundamentales para la vida diaria de estas comunidades ind¨ªgenas, en las que las familias y los vecinos han vivido y trabajado juntos durante generaciones. En la imagen, Ricardo Gonz¨¢lez, de 32 a?os, son su hijo en su casa de Salitre.DAWNING/Nick Parisse
Un abuelo y su nieta juegan en la cocina de la casa de Cecilia Leyva en Curr¨¦.
Un abuelo y su nieta juegan en la cocina de la casa de Cecilia Leyva en Curr¨¦. DAWNING/Rafe H Andrews
Genaro Guti¨¦rrez, de 65 a?os, en un bar en T¨¦rraba.
Genaro Guti¨¦rrez, de 65 a?os, en un bar en T¨¦rraba.DAWNING/Joey Rosa

¡°Nuestra cultura nos permite recibir fondos p¨²blicos sin rendir cuentas¡±

Genaro Guti¨¦rrez, de 65 a?os, todav¨ªa est¨¢ siendo investigado por corrupci¨®n durante sus tres mandatos como presidente de la ADI de T¨¦rraba. A pesar de ello, sigue conservando el poder pol¨ªtico a trav¨¦s de su hija de 26 a?os, Daniella, que lo sucedi¨® en la presidencia. Una de las pol¨¦micas m¨¢s notorias de su tiempo en el cargo tiene que ver con su gesti¨®n de las ayudas del Fondo Nacional de Financiamiento Forestal, un programa que otorga compensaci¨®n econ¨®mica a las familias que destinan parte de su propiedad a la conservaci¨®n medioambiental. ¡°La polic¨ªa tiene todas las facturas. No es verdad que pusiera parte del dinero a nombre de personas que hab¨ªan muerto, pero s¨ª que mi familia recibi¨® el 10% de los fondos, o probablemente menos, quiz¨¢ el 2%¡±. Otros vecinos acusan a Guti¨¦rrez de vender la condici¨®n oficial de ind¨ªgena a familias de la zona y de cobrar por expedir permisos para el suministro de electricidad, gas y agua. ¡°Nuestra cultura permite que la gente reciba fondos p¨²blicos sin rendir cuentas, pero yo no har¨ªa nada contra mi pueblo¡±.

Genaro Guti¨¦rrez y su hija Daniella en la finca familiar en T¨¦rraba.
Genaro Guti¨¦rrez y su hija Daniella en la finca familiar en T¨¦rraba.DAWNING/JOEY ROSA

Adem¨¢s de convertirse en presidenta de la ADI tras los tres controvertidos mandatos de su padre, Genaro Guti¨¦rrez, Daniella tambi¨¦n hered¨® de ¨¦l el cargo de secretaria general de la CONAI, la Comisi¨®n Nacional de Asuntos Ind¨ªgenas. La joven estudia Derecho en San Jos¨¦: ¡°La ley existe, pero el Gobierno no obliga a cumplirla. Es un asunto complicado. Hay no ind¨ªgenas que afirman que son ind¨ªgenas para poder reclamar la tierra. Y al rev¨¦s, hay ind¨ªgenas que dicen que no lo son para poder vender la tierra en la que viven¡±.

La participaci¨®n de Genaro Guti¨¦rrez en el fallido intento de construir el proyecto hidroel¨¦ctrico m¨¢s grande de Centroam¨¦rica, El Diqu¨ªs, en territorio teribe, todav¨ªa lo persigue. ¡°El Diqu¨ªs solo hizo un estudio de viabilidad, nada m¨¢s¡±. En una segunda entrevista, Guti¨¦rrez confes¨®: ¡°S¨ª, me convert¨ª en vicepresidente de una empresa llamada Dikis, propiedad del inversor noruego Helge Haaversen Samuelsen. Lo hice sin consultar a la comunidad y mientras me opon¨ªa p¨²blicamente a la construcci¨®n de la presa como presidente de la ADI. La empresa demand¨® al Gobierno costarricense por 200 millones de d¨®lares, y en ese momento yo la dej¨¦. La demanda fue desestimada. Nunca recib¨ª dinero de Dikis¡±,

Una pieza abandonada de la infraestructura hidroel¨¦ctrica. Al final, el proyecto se cancel¨® tras el grave conflicto motivado por su propuesta de inundar 915 hect¨¢reas que inclu¨ªan 200 sitios hist¨®ricos, antiguas ruinas y ¨¢reas sagradas de enterramiento. Asimismo, el ICE fue acusado de no proporcionar asesoramiento legal adecuado a las comunidades ind¨ªgenas.
Una pieza abandonada de la infraestructura hidroel¨¦ctrica. Al final, el proyecto se cancel¨® tras el grave conflicto motivado por su propuesta de inundar 915 hect¨¢reas que inclu¨ªan 200 sitios hist¨®ricos, antiguas ruinas y ¨¢reas sagradas de enterramiento. Asimismo, el ICE fue acusado de no proporcionar asesoramiento legal adecuado a las comunidades ind¨ªgenas.DAWNING/Toby Parnell
Restos abandonados de la obra de El Diqu¨ªs junto al r¨ªo T¨¦rraba.
En marzo de 2019, la poblaci¨®n ind¨ªgena de Puntarenas gan¨® 40 a?os de batalla contra el Proyecto Hidroel¨¦ctrico El Diqu¨ªs, con el cual el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) planeaba construir la mayor presa de Centroam¨¦rica.
Restos abandonados de la obra de El Diqu¨ªs junto al r¨ªo T¨¦rraba. En marzo de 2019, la poblaci¨®n ind¨ªgena de Puntarenas gan¨® 40 a?os de batalla contra el Proyecto Hidroel¨¦ctrico El Diqu¨ªs, con el cual el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) planeaba construir la mayor presa de Centroam¨¦rica.DAWNING/Daniel Sperrin
El r¨ªo T¨¦rraba, junto a la obra de El Diqu¨ªs.
El r¨ªo T¨¦rraba, junto a la obra de El Diqu¨ªs. DAWNING/Toby Parnell
Jean Carlo C¨¦spedes, de 37 a?os, en su casa de Buenos Aires.
Jean Carlo C¨¦spedes, de 37 a?os, en su casa de Buenos Aires.DAWNING/RAFE ANDREWS

¡°Todo el mundo tiene una interpretaci¨®n de la ley a medida para ayudar a su parte¡±

Jean Carlo C¨¦spedes, de 37 a?os, es uno de los dos jueces de la zona que presiden los casos de derechos territoriales ind¨ªgenas. ¡°La cuesti¨®n fundamental en los derechos sobre la tierra es si una persona es o no ind¨ªgena. En cada territorio hay varias organizaciones que pretenden certificar la identidad ind¨ªgena. Al mismo tiempo, todo el mundo tiene una interpretaci¨®n de la ley a medida para ayudar a su parte¡±. C¨¦spedes se mud¨® a Buenos Aires para entender mejor la complejidad de las disputas por la tierra. ¡°Hay tensiones por el uso de la tierra. Los propietarios no ind¨ªgenas suelen cultivarla con fines comerciales, mientras que los ind¨ªgenas quieren conservarla. Si las recuperaciones violentas contin¨²an y perdemos las tierras cultivadas, aumentar¨¢ la pobreza¡±. El juez est¨¢ casado con una de las hijas de uno de los mayores propietarios de tierras no ind¨ªgena de la zona y en la actualidad es objeto de una investigaci¨®n judicial, acusado de parcialidad en varios casos relacionados con la tierra.

Jos¨¦ Rojas-M¨¦ndez, de 45 a?os, delante de su despacho de Buenos Aires.
Jos¨¦ Rojas-M¨¦ndez, de 45 a?os, delante de su despacho de Buenos Aires. DAWNING/Luke Tregidgo

¡°Estoy en el centro de una tormenta perfecta¡±

Alcalde de la ciudad desde 2016 y primo de Sergio Rojas, Jos¨¦ Rojas-M¨¦ndez, de 45 a?os, es el primer alcalde ind¨ªgena de la historia de la zona. ¡°Estoy en el centro de una tormenta perfecta¡±, afirma. Rojas-M¨¦ndez naci¨® de padre ind¨ªgena y madre blanca. ¡°Mi vida es un ejemplo de las complejidades de la identidad ind¨ªgena, cuya esencia a menudo se pierde entre lo que se reconoce oficialmente y lo que hay en el coraz¨®n de las personas. Pero yo nac¨ª en una comunidad ind¨ªgena en la que mi familia desempe?aba un papel activo¡±. Cuando se establecieron los l¨ªmites ind¨ªgenas oficiales en Salitre, su pueblo qued¨® fuera y, en consecuencia, los l¨ªderes declararon a su familia no ind¨ªgena. Ahora que es el alcalde elegido por los ind¨ªgenas, ha vuelto a ser reconocido como tal. ¡°Viva aqu¨ª 10 a?os¡±, bromea, ¡°solo entonces podr¨¢ formarse una opini¨®n¡±.

Carta que recibi¨® Rojas-M¨¦ndez de uno de sus hijos.
Carta que recibi¨® Rojas-M¨¦ndez de uno de sus hijos.DAWNING/Rafe Andrews

Rojas-M¨¦ndez, en su despacho, sostiene una carta que sus hijos le escribieron por la ma?ana. ¡°Mi obligaci¨®n es con toda la comunidad, no solo con los ind¨ªgenas¡±. El alcalde afirma que el Gobierno central no entiende la complejidad de los problemas. ¡°Actualmente, solo los grupos m¨¢s locuaces p¨²blicamente reciben ayuda del Gobierno. Esto crea conflictos¡±.

Parte del problema es la educaci¨®n. ¡°Hay grandes lagunas en el conocimiento de las leyes y los derechos sobre la tierra. Por eso la gente infringe la ley sin saberlo, ya sea en las ventas de tierras o en disputas territoriales que luego los tribunales tardan muchos a?os en resolver¡±. Rojas-M¨¦ndez piensa que su obligaci¨®n es actuar como mediador. ¡°Ambas partes ser¨¢n escuchadas. Algunos l¨ªderes ind¨ªgenas llevan 30 a?os intentando hablar con la alcald¨ªa. Yo estoy aqu¨ª para cambiarlo¡±.

La ¨²nica comisar¨ªa de polic¨ªa de la zona, en el centro de Buenos Aires. La polic¨ªa se encuentra con dificultades a la hora de encargarse de las ocupaciones de tierras. La propiedad legal de la tierra rara vez est¨¢ clara. Cuando surge un conflicto territorial, se pide apoyo a la polic¨ªa, pero esta no tiene autoridad para intervenir.
La ¨²nica comisar¨ªa de polic¨ªa de la zona, en el centro de Buenos Aires. La polic¨ªa se encuentra con dificultades a la hora de encargarse de las ocupaciones de tierras. La propiedad legal de la tierra rara vez est¨¢ clara. Cuando surge un conflicto territorial, se pide apoyo a la polic¨ªa, pero esta no tiene autoridad para intervenir.DAWNING/RAFE ANDREWS
La abogada Thais Vidal desliza su mano sobre un mapa de demarcaciones de tierras en territorio ind¨ªgena. Vidal, de 37 a?os, defiende a sus vecinos no ind¨ªgenas contra las invasiones de tierras en Salitre: ¡°Somos un burro atado luchando contra un tigre suelto¡±.
La abogada Thais Vidal desliza su mano sobre un mapa de demarcaciones de tierras en territorio ind¨ªgena. Vidal, de 37 a?os, defiende a sus vecinos no ind¨ªgenas contra las invasiones de tierras en Salitre: ¡°Somos un burro atado luchando contra un tigre suelto¡±.DAWNING/Rafe Andrews
Isabel Vargas-Cascante, de 65 a?os, muestra las im¨¢genes que grab¨® durante una de las recuperaciones violentas llevadas a cabo contra su familia por seguidores de Sergio Rojas.
Isabel Vargas-Cascante, de 65 a?os, muestra las im¨¢genes que grab¨® durante una de las recuperaciones violentas llevadas a cabo contra su familia por seguidores de Sergio Rojas. DAWNING/Nick Parisse

¡°No nos queda nada¡±

Isabel Vargas-Cascante, de 65 a?os, muestra las im¨¢genes que grab¨® durante una de las tres recuperaciones violentas llevadas a cabo contra su familia por seguidores de Sergio Rojas. La pareja compr¨® tres fincas a un agricultor no ind¨ªgena en 1997. ¡°El 20 de julio de 2012, al volver del mercado, descubrimos a 40 personas dentro de nuestra casa. Nos dijeron que ya no ¨¦ramos propietarios de nada. Cuando llamamos a la polic¨ªa, no nos prestaron ninguna ayuda¡±. Al cabo de un mes, 20 personas del mismo grupo ocuparon su segunda finca. ¡°Empec¨¦ a grabar, cosa que no les hizo ninguna gracia. Me tiraron al suelo y me golpearon con un palo. Guard¨¦ las fotos de los moratones. Les pedimos que nos devolvieran el ganado, pero nos dijeron que ahora era suyo para comer¡±. El 20 de diciembre de 2012, el grupo volvi¨® por la tercera finca. ¡°Vinieron nuestros ancianos para intentar negociar, pero tambi¨¦n los agredieron¡±. Vargas-Cascante y su marido se trasladaron a una peque?a comunidad a las afueras de Buenos Aires. ¡°Perdimos nuestros medios de vida. No nos queda nada¡±.

Detalle de la grabaci¨®n, hecha con un tel¨¦fono, del ataque a un anciano durante la toma de la tercera finca de los Vargas-Cascante. ¡°Esto prueba la agresi¨®n. Una persona enmascarada y armada con un machete dej¨® a un anciano apaleado y ensangrentado. La polic¨ªa est¨¢ all¨ª. Nos habr¨ªamos marchado sin problemas con una indemnizaci¨®n justa, pero la polic¨ªa y el Gobierno no han hecho nada¡±, denuncia la mujer.
Detalle de la grabaci¨®n, hecha con un tel¨¦fono, del ataque a un anciano durante la toma de la tercera finca de los Vargas-Cascante. ¡°Esto prueba la agresi¨®n. Una persona enmascarada y armada con un machete dej¨® a un anciano apaleado y ensangrentado. La polic¨ªa est¨¢ all¨ª. Nos habr¨ªamos marchado sin problemas con una indemnizaci¨®n justa, pero la polic¨ªa y el Gobierno no han hecho nada¡±, denuncia la mujer.DAWNING/Nick Parisse
Vigilia en el centro de San Jos¨¦ para llorar la muerte de Jerhy Rivera, un l¨ªder ind¨ªgena asesinado el d¨ªa anterior en T¨¦rraba.
Vigilia en el centro de San Jos¨¦ para llorar la muerte de Jerhy Rivera, un l¨ªder ind¨ªgena asesinado el d¨ªa anterior en T¨¦rraba.DAWNING/Juan Carlos Ulate

¡°Otro asesinato¡±

El 25 de febrero de 2020, alrededor de 200 ciudadanos se congregaron en una vigilia en el centro de San Jos¨¦ para llorar la muerte de Jerhy Rivera, un l¨ªder ind¨ªgena asesinado el d¨ªa anterior en T¨¦rraba. Rivera, que durante una d¨¦cada hab¨ªa participado activamente en la recuperaci¨®n de tierras al lado de Sergio Rojas, recibi¨® cinco disparos por la espalda durante una pelea callejera por una propiedad recuperada recientemente. Dos sospechosos fueron detenidos, pero un juez de Buenos Aires los dej¨® r¨¢pidamente en libertad con el argumento de que los disparos se efectuaron ¡°en defensa propia¡±. El asesinato de Rivera se produjo solo 11 meses despu¨¦s del de Sergio Rojas.

Digna Rivera, de 71 a?os, aplicando la medicina tradicional ¡°de la farmacia de su huerto¡± en su casa de T¨¦rraba.
Digna Rivera, de 71 a?os, aplicando la medicina tradicional ¡°de la farmacia de su huerto¡± en su casa de T¨¦rraba. DAWNING/Nick Parisse

¡°Me encantar¨ªa ver mi comunidad limpia de no ind¨ªgenas¡±

Digna Rivera, de 71 a?os, es la madre de Jehry Rivera y particip¨® en el conflicto de recuperaci¨®n de tierras de febrero de 2020 que desemboc¨® en el asesinato de su hijo. Diez meses antes, Rivera hab¨ªa declarado en una entrevista: ¡°Tenemos que encontrar la manera de defendernos nosotros mismos del sistema. Incluso la ADI es un instrumento para controlar a los grupos ind¨ªgenas. En ¨²ltima instancia, el Estado es el responsable de este conflicto¡±. Adem¨¢s de Jehry, Rivera tiene tres hijos y 10 nietos vivos y orgullosos de su herencia ind¨ªgena: ¡°Los verdaderos teribe son puros de sangre y saben vivir de la tierra¡±, dictamina la anciana. En memoria de su hijo, sigue abogando por la recuperaci¨®n de tierras en T¨¦rraba. ¡°Me encantar¨ªa ver mi comunidad limpia de no ind¨ªgenas¡±.

Gerardo G¨®mez, de 51 a?os, se dirige a la peque?a tienda de comestibles de su propiedad que regenta con su mujer en el centro de Boruca.
Gerardo G¨®mez, de 51 a?os, se dirige a la peque?a tienda de comestibles de su propiedad que regenta con su mujer en el centro de Boruca.DAWNING/Raul Roman

¡°Todos los costarricenses tenemos sangre ind¨ªgena¡±

Gerardo G¨®mez, de 51 a?os, se mueve en motocicleta desde su finca hasta la peque?a tienda de comestibles de su propiedad que regenta con su mujer en el centro de Boruca. ¡°En mi tienda compran tanto ind¨ªgenas como no ind¨ªgenas. Esta es una comunidad pac¨ªfica¡±. Sus tierras, en las que cultiva bananos y cr¨ªa vacas, se encuentran en territorio oficialmente considerado ind¨ªgena. ¡°Si me ofreciesen una indemnizaci¨®n, me marchar¨ªa, pero compr¨¦ la tierra legalmente hace 16 a?os. Nadie me ha dado problemas, aunque si lo hiciesen, s¨¦ que la ADI no me ayudar¨ªa, porque no soy ind¨ªgena¡±. G¨®mez ha vivido toda su vida en Boruca. ¡°Si usted y yo nos pinchamos el dedo, saldr¨¢ la misma sangre. S¨¦ que muchos que se consideran ind¨ªgenas puros quieren separarse, pero olvidan que todos los costarricenses tenemos sangre ind¨ªgena¡±.

Luis Mora, de 56 a?os, en su finca de Boruca.
Luis Mora, de 56 a?os, en su finca de Boruca.DAWNING/James Watson

¡°Los agricultores blancos tenemos que defendernos entre nosotros¡±

¡°En mi familia siempre hemos sido agricultores. Mi padre compr¨® nuestra primera parcela en 1964¡±. Hace 14 a?os, Luis Mora, de 56 a?os, compr¨® otras 254 hect¨¢reas a su primo, al que en origen se las hab¨ªa vendido una ind¨ªgena. ¡°La mujer aprovech¨® el cambio de propiedad para presentar una demanda legal contra m¨ª a trav¨¦s de la ADI local¡±. Tras 10 a?os de litigio, el tribunal dictamin¨® que la tierra ten¨ªa que ser devuelta a la familia ind¨ªgena. En un acuerdo extrajudicial, la ADI ofreci¨® a Mora seguir cultiv¨¢ndola otros tres a?os. Ahora ese plazo est¨¢ a punto de acabar. ¡°El verdadero ladr¨®n es la persona que vende algo y luego dice que quiere recuperarlo sin pagar. Si el Gobierno me ofreciese un precio justo, me ir¨ªa¡±. Mora ha establecido un pacto de defensa con otros agricultores no ind¨ªgenas de Boruca por si las recuperaciones de tierras empiezan a llevarse a cabo por la fuerza. ¡°Me he quedado sin nada. ?A cu¨¢ntos otros les va a pasar lo mismo? Los agricultores blancos tenemos que defendernos entre nosotros¡±.

Una familia de Boruca se refugia durante una tormenta repentina.
Una familia de Boruca se refugia durante una tormenta repentina.DAWNING/RAFE ANDREWS
Una escena familiar en Boruca. Una sensaci¨®n palpable de orgullo hist¨®rico y cultural impregna las cocinas y las salas de estar de todo Puntarenas.
Una escena familiar en Boruca. Una sensaci¨®n palpable de orgullo hist¨®rico y cultural impregna las cocinas y las salas de estar de todo Puntarenas.DAWNING/Deuce Janisch
Las escuelas de los territorios ind¨ªgenas se enfrentan al complejo desaf¨ªo de equilibrar los planes de estudios normalizados con los adaptados a la historia y la lengua ind¨ªgenas de una zona concreta. En Costa Rica, la educaci¨®n biling¨¹e para ni?os ind¨ªgenas no dispone de un presupuesto directo.
Las escuelas de los territorios ind¨ªgenas se enfrentan al complejo desaf¨ªo de equilibrar los planes de estudios normalizados con los adaptados a la historia y la lengua ind¨ªgenas de una zona concreta. En Costa Rica, la educaci¨®n biling¨¹e para ni?os ind¨ªgenas no dispone de un presupuesto directo.DAWNING/Daniel Sperrin
Un ni?o de Boruca durante una carrera en la escuela primaria. En estos territorios, las discordias sobre los planes de estudios han provocado conflictos que han acabado en enfrentamientos violentos entre los padres de ni?os ind¨ªgenas y no ind¨ªgenas, sobre todo en T¨¦rraba. Delf¨ªn Rivera, maestro en un colegio de T¨¦rraba, cuenta: ¡°Durante muchos a?os, la poblaci¨®n no ind¨ªgena de T¨¦rraba no estuvo de acuerdo en que ense?¨¢ramos conocimientos ind¨ªgenas, pero ahora, gracias a la perseverancia, est¨¢ empezando a ver su valor¡±.
Un ni?o de Boruca durante una carrera en la escuela primaria. En estos territorios, las discordias sobre los planes de estudios han provocado conflictos que han acabado en enfrentamientos violentos entre los padres de ni?os ind¨ªgenas y no ind¨ªgenas, sobre todo en T¨¦rraba. Delf¨ªn Rivera, maestro en un colegio de T¨¦rraba, cuenta: ¡°Durante muchos a?os, la poblaci¨®n no ind¨ªgena de T¨¦rraba no estuvo de acuerdo en que ense?¨¢ramos conocimientos ind¨ªgenas, pero ahora, gracias a la perseverancia, est¨¢ empezando a ver su valor¡±.DAWNING/Rafe Andrews
Cristino L¨¢zaro, de 85 a?os, es un ecologista de Brunca.
Cristino L¨¢zaro, de 85 a?os, es un ecologista de Brunca. DAWNING/Nick Parisse

¡°Los ingenieros aparecieron un d¨ªa y desmontaron mi tejado¡±

Cristino L¨¢zaro, de 85 a?os, es un ecologista de Brunca. En 1958, la construcci¨®n de la Carretera Interamericana dividi¨® su territorio. ¡°Fue un caos enorme. Los ingenieros aparecieron un d¨ªa y desmontaron mi tejado. Tuve que construir una casa nueva¡±. En su condici¨®n de l¨ªder de una sucursal regional del Consejo Ind¨ªgena del Pac¨ªfico Sur, L¨¢zaro ha dedicado su vida a entender y reducir los efectos perjudiciales del desarrollo en las zonas boscosas de Costa Rica. ¡°La carretera tuvo un gran impacto en las tierras. Antes de su construcci¨®n, todo era bosque. Muchos trabajadores recog¨ªan nuestra le?a, dejaban el ganado suelto por nuestras tierras y se mezclaban con nuestra gente. Se perdieron gran parte de nuestra cultura y nuestros medios de vida¡±. Desde 1970, L¨¢zaro ha catalogado m¨¢s de 250 yacimientos arqueol¨®gicos alrededor de Buenos Aires y sigue ofreciendo asesoramiento sobre impacto ambiental a los miembros de las comunidades. ¡°Tengo que luchar constantemente contra la ADI. Si necesitamos que algo se haga, tiene que pasar a trav¨¦s de ellos, pero solo prestan atenci¨®n a la econom¨ªa, no al medio ambiente¡±. Hoy en d¨ªa, L¨¢zaro sigue viviendo junto a la Interamericana.

Cristino L¨¢zaro (izquierda) y sus vecinos Wilson Movisca, de 45 a?os, y Denora Estrada, de 62, inspeccionan una parcela de tierra quemada recuperada en el territorio ind¨ªgena de Curr¨¦.
Cristino L¨¢zaro (izquierda) y sus vecinos Wilson Movisca, de 45 a?os, y Denora Estrada, de 62, inspeccionan una parcela de tierra quemada recuperada en el territorio ind¨ªgena de Curr¨¦.DAWNING/Nick Parisse

La quema de las tierras recuperadas es una t¨¢ctica de intimidaci¨®n utilizada en las disputas territoriales. ¡°He recuperado tierras ind¨ªgenas a pesar de la profunda hostilidad de mi propia gente¡±, relata Wilson Movisca. ¡°Estas tierras pertenec¨ªan originalmente a mi t¨ªa, pero en 1939 las registraron como propiedad de la empresa Hermanos Ram¨ªrez. La compa?¨ªa desbroz¨® el terreno, se llev¨® la madera y puso ganado a pastar. En marzo de 2018, tras la muerte de los hermanos Ram¨ªrez, decid¨ª recuperar las tierras que sent¨ªa que eran m¨ªas por derecho. Constru¨ª una casita en una elevaci¨®n y empec¨¦ a cultivar plataneros, caf¨¦ y yuca. Pero la ADI piensa que las tierras pertenecen a la comunidad. La asociaci¨®n quem¨® mi finca esta ma?ana. No paran de invadirla y amenazarme¡±, explica su versi¨®n. Denora Estrada, hermana de Movisca, se queja de que la polic¨ªa tarda mucho en responder a las peticiones de ayuda.

Las familias de una y otra parte del conflicto ind¨ªgena de Puntarenas permanecen casi totalmente olvidadas por sus conciudadanos mientras esperan que se haga su respectiva versi¨®n de justicia tras a?os de violencia.
Las familias de una y otra parte del conflicto ind¨ªgena de Puntarenas permanecen casi totalmente olvidadas por sus conciudadanos mientras esperan que se haga su respectiva versi¨®n de justicia tras a?os de violencia.DAWNING/Rafe Andrews

Este es un reportaje de investigaci¨®n original basado en m¨¢s de 75 entrevistas en profundidad con todas las partes en conflicto en Buenos Aires, Salitre, T¨¦rraba, Boruca, Curr¨¦ y San Jos¨¦. El proyecto ha sido producido por DAWNING en colaboraci¨®n con Newton Europe. La iniciativa est¨¢ fundamentada en los m¨¦todos de las ciencias sociales y en la ¨¦tica. Se trata de un reportaje no partidista ni ideol¨®gico, en la tradici¨®n del periodismo de inter¨¦s p¨²blico.

Cr¨¦ditos

Director del proyecto: Ra¨²l Rom¨¢n

Director de fotograf¨ªa: Nick Parisse

Editor ejecutivo: Rafe H. Andrews

Directores de log¨ªstica de campo: Diego Rivera y Alberto Molina

Director Creativo: Joey Rosa

Ayudantes de investigaci¨®n: Elizabeth Skokan y Mees van der Werf

Ayudante de log¨ªstica: Felipe Chac¨®n

Ayudante de recursos visuales: Deuce Janisch

Ilustraciones: Olivier Kugler

Autor¨ªa, entrevistas y transcripciones: Luke Tregidgo, John Strijdom, Gareth Ingram, Daniel Sperrin, James Watson, Sam Hutchinson, Justin Geldof, Georgia Wickes, Toby Parnell, Tom Elton, Juan Carlos Ulate, Deuce Janisch, Nick Parisse, Rafe H. Andrews, Joey Rosa, Ra¨²l Rom¨¢n

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