Cuidadores mal cuidados: reconvertir el sector para acompa?ar mejor a personas dependientes
La pandemia ha puesto en evidencia la fragilidad de un sistema de cuidados ingrato con los trabajadores y que poco ha hecho para garantizar su bienestar laboral y personal
La calidad de vida de los y las cuidadoras en Espa?a ha empeorado como consecuencia de la covid-19. Agotamiento, estr¨¦s emocional, falta de tiempo para uno mismo, problemas de conciliaci¨®n personal y laboral son algunos de los impactos que han manifestado y que son analizados en el informe Evaluaci¨®n de la Calidad de Vida de las Personas Cuidadoras. Impacto de servicios y prestaciones en el contexto covid-19, de la Fundaci¨®n Pere Tarr¨¦s.
La pandemia ha evidenciado un modelo de cuidados insuficiente y mal dise?ado que no siempre permite una vida digna y de calidad con una necesaria desconexi¨®n entre las necesidades personales, sociales y sanitarias. Se puede argumentar que ha sido un momento excepcional, pero nos obliga a pensar sobre c¨®mo queremos y podemos acompa?ar a las personas en situaci¨®n de dependencia. Sobre todo, cuando de manera obstinada los datos nos indican que entre 2010 y 2060 se producir¨¢ un aumento de 34 puntos porcentuales en la tasa de dependencia, que se triplicar¨¢ hasta situarse casi en el 60%. El resultado ser¨¢ que, seg¨²n el Banco de Espa?a, en 2050 habr¨¢ dos mayores de 65 por cada tres personas en activo.
Cada vez m¨¢s los ciudadanos queremos poder participar en las decisiones que nos afectan, desarrollar nuestro proyecto de vida y que nuestras creencias, identidades o valores sean respetados. Por ello es frecuente que las personas manifiesten su deseo de envejecer y permanecer en su domicilio en las etapas finales, viviendo en un entorno familiar, con los apoyos necesarios para que pueda desarrollarse de la mejor manera posible. Esta voluntad pone en juego la combinaci¨®n de recursos personales, comunitarios y p¨²blicos que permita tambi¨¦n la libre elecci¨®n compatible con los dispositivos disponibles o los que se puedan crear.
En 2050 habr¨¢ dos mayores de 65 por cada tres personas en activo, seg¨²n el Banco de Espa?a
Por tanto, en el nuevo sistema de atenci¨®n a la dependencia debemos pensar en c¨®mo se puede atender a los ciudadanos en su domicilio, poniendo a su alcance la tecnolog¨ªa, ayudas t¨¦cnicas necesarias y los importantes avances surgidos en los ¨²ltimos a?os: dom¨®tica, teleasistencia avanzada, estimulaci¨®n cognitiva, telemedicina y otros. Adem¨¢s, este sistema debe ir siempre acompa?ado de los cuidados retribuidos por parte de personas bien formadas, en condiciones laborales dignas y con el apoyo de los familiares.
A veces se confronta la atenci¨®n profesional con la familiar, aduciendo que la segunda no es de calidad y que deber¨ªa desaparecer, pero no se trata de seleccionar una u otra, sino de pensar modelos que las hagan complementar¨ªas dando valor a lo que cada una de ellas puede aportar. Es evidente que las horas de atenci¨®n domiciliaria de los servicios con financiaci¨®n p¨²blica son insuficientes y deben incrementarse, pero tambi¨¦n que muchas personas quieren estar con sus seres queridos d¨¢ndoles afecto y cuidados. Estas personas desean hacerlo de la mejor manera posible, estando dispuestas a mejorar sus competencias y habilidades con los apoyos formativos o t¨¦cnicos necesarios. As¨ª, sumar voluntades, recursos y capacidades ser¨¢ necesario para hacer sostenible un servicio que demanda muchos recursos econ¨®micos.
Tampoco olvidemos a la comunidad, muchas veces diversa y plural, que ofrecen barrios y pueblos para aprovechar los espacios sociales, culturales o recreativos que puedan servir de apoyo a las personas ?Por qu¨¦ no ir a una biblioteca o un museo, a recordar experiencias vividas? Din¨¢micas como estas pueden ayudar a paliar la grave situaci¨®n de la soledad no deseada.
Adem¨¢s, los cuidados familiares todav¨ªa tienen una perspectiva femenina. Por cultura y generaci¨®n, las mujeres desarrollan mayoritariamente esta contribuci¨®n social imprescindible. De hecho, el informe extrae un retrato robot de la persona cuidadora en Espa?a que tiene mucho que ver con esta concepci¨®n de los cuidados como una tarea feminizada y poco reconocida socialmente. El estudio destaca que un cuidador es mayoritariamente mujer (85,3% de las personas que han participado en el estudio lo son), tiene entre 46 y 65 a?os (63,6%), vive con su pareja o expareja (58,4%) y con sus hijos (51,8%). Cuatro de cada diez tiene estudios universitarios y casi la mitad trabajan actualmente. El 70,4% se considera la principal responsable de las tareas de cuidado, dedicando a ello 12,4 horas diarias de media.
La incorporaci¨®n m¨¢s equilibrada al mercado de trabajo, los necesarios mecanismos de igualdad y la previsible longevidad de la poblaci¨®n cambiar¨¢n el sistema de cuidados, lo que implicar¨¢ m¨¢s atenciones y otro tipo de servicios. Organismos como el Gobierno de Espa?a o la Uni¨®n Europea animan decididamente a la desinstitucionalizaci¨®n de sus ciudadanos, ensayando propuestas que combinen los derechos humanos con las necesidades y recursos personales y sociales.
En ning¨²n momento estos planteamientos van en contra de las residencias de mayores que tendr¨¢n su espacio y especificidad. Cuando se presentan grados altos de dependencia, estas se est¨¢n reconvirtiendo a modelos m¨¢s convivenciales y reducidos, desde pisos asistidos a zonas aut¨®nomas en residencias. Siempre con profesionales reconocidos y con condiciones labores justas.
Es necesario que la sociedad reconozca el papel de las personas cuidadoras que, muchas veces abnegada y silenciosamente, hacen posible que nuestra sociedad sea m¨¢s humana
No podemos ser ingenuos: hay pr¨¢cticas inadecuadas que a veces comportan malos tratos y abusos a las personas en situaci¨®n de dependencia, tanto en el domicilio como en otros espacios. Estas pr¨¢cticas son las que hay que abolir y para ello debemos estar atentos y vigilantes.
Es necesario que la sociedad reconozca el papel de las personas cuidadoras que, muchas veces abnegada y silenciosamente, hacen posible que nuestra sociedad sea m¨¢s humana. En esta pandemia se han visto solas, sin apoyo y han dado m¨¢s all¨¢ de lo que ser¨ªa exigible. Los cuidados no ser¨¢n posibles si los deshumanizamos, por mucha tecnolog¨ªa que exista. Las personas queremos un trato humano y necesitamos el afecto insustituible de las personas.
Rafa Ruiz de Gauna es director de Relaciones Institucionales, formaci¨®n, consultor¨ªa y estudios de la Fundaci¨®n Pere Tarr¨¦s.
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