C¨®mo se repuebla un bosque en Escocia con las ense?anzas de los pueblos ind¨ªgenas
La comunidad Kilfinan trabaja para que el Gobierno brit¨¢nico les otorgue el derecho de tenencia de tierras que fueron deforestadas y convertirse en los futuros pueblos nativos de la regi¨®n. Al hilo de la COP26, una delegaci¨®n de m¨¢s de una veintena de ind¨ªgenas de los bosques tropicales de Mesoam¨¦rica, Amazonas e Indonesia la visitan para intercambiar experiencias
La ma?ana se despereza, con un cielo despejado de nubes, y aunque hace un fr¨ªo cortante, los primeros rayos de sol empiezan a calentar el bosque de Argyll, un concejo escoc¨¦s al este de Glasgow. Desde una colina, se puede distinguir el canal mar¨ªtimo de Kyles de Bute, que separa el extremo norte de la isla de Bute de la pen¨ªnsula de Cowal, donde se encuentra la comunidad forestal de Kilfinan.
¡°En los siglos XVIII y XIX los pobladores fueron expulsados de estas tierras para dedicarlas a la ganader¨ªa ovina o a los ciervos para la caza, aparentemente m¨¢s rentables que la gente¡±, explica Calum MacLeod, de la asociaci¨®n Community Land Scotland. Seg¨²n explica MacLeod, Escocia tiene una de las mayores concentraciones terratenientes del mundo: el 67% del suelo rural pertenece al 0,025% de la poblaci¨®n.
La comunidad Kilfinan trabaja desde 2010, cuando adquirieron los primeros terrenos, para ser los futuros pueblos nativos y guardianes de los bosques de Escocia. La organizaci¨®n, formada por 200 miembros, espera que el Gobierno brit¨¢nico le otorgue el derecho de tenencia de tierras que fueron deforestadas para uso comercial a gran escala con la plantaci¨®n de siktas, un ¨¢rbol originario de Canad¨¢.
Desde este enclave natural, Mark Bamford, uno de los voluntarios de la organizaci¨®n, explica que desde hace un a?o la zona viene sufriendo tambi¨¦n la p¨¦rdida de su biodiversidad marina. La comunidad Kilfanan se preocupa de la deforestaci¨®n y la despoblaci¨®n de la zona, pero tambi¨¦n de los efectos del cambio clim¨¢tico que se dejan notar ya en la regi¨®n. ¡°Vivimos en un sitio precioso, pero se ha quedado vac¨ªo de peces, si comparamos lo mucho que se pescaba antes y lo poco que se consigue ahora¡¡±, explica este agricultor y artesano de la madera a unos visitantes poco habituales. Entre ellos est¨¢ Sabar¨´, un miembro del pueblo Tingui Boto, que vive en el Estado de Alagoas (Brasil). Junto a ¨¦l, tambi¨¦n escucha atentamente Dinaman Tux¨¤, de otro pueblo nativo que viene desde Cerrado, al nordeste de Brasil, el bosque seco que sirve de cord¨®n y protecci¨®n de la Amazonia.
¡ª¡±Y la gente del lugar, ?qu¨¦ piensa de vosotros, que hab¨¦is venido aqu¨ª a repoblar el bosque? ?C¨®mo se comportan con vosotros?¡±, pregunta en portugu¨¦s Sabar¨´.
¡ªBueno, muchos ven nuestra labor como algo bueno. Otros, se muestran esc¨¦pticos. Igualmente, cuando les hablamos de la p¨¦rdida de los peces, realmente se extra?an. Muchos de ellos no nos creen, y tampoco creen que el cambio clim¨¢tico est¨¦ pasando.
¡ª¡±Esta gente, que no cree en el cambio clim¨¢tico, no pesca, ?verdad?¡±, responde ri¨¦ndose divertido Tux¨¤.
¡°Reconocemos que somos los ancestros del futuro. Tenemos una visi¨®n para conectar las personas con la tierra. Y as¨ª podremos reparar los da?os que le hemos causado¡±, asegura Mary Lou Anderson, coordinadora comunitaria de Kilfinan. Con estas palabras, Anderson da la bienvenida a la visita que el pasado 4 de noviembre reuni¨® a los miembros de su comunidad con una veintena de ind¨ªgenas de los bosques tropicales de Mesoam¨¦rica, el Amazonas, el Congo e Indonesia, que est¨¢n en Escocia con motivo de la COP26. Los pueblos nativos quieren reivindicar en Glasgow su papel central como guardianes de la naturaleza y garantes de la biodiversidad, adem¨¢s de la importancia de que est¨¦n sentados como uno m¨¢s en la mesa de negociaciones.
Nuestros bosques tropicales son muy distintos a los de Escocia, pero su funci¨®n es la misma: ser un medio de vida para el ser humanoLevi Sucre, del pueblo bribri de Costa Rica
La jornada, celebrada a 157 kil¨®metros de los pasillos de la sede de la cumbre del clima, sirvi¨® para que todos intercambiaran sus experiencias e impresiones, ya que los miembros de estos pueblos nativos est¨¢n involucrados en esfuerzos similares en sus pa¨ªses de origen para proteger y restaurar su floresta. ¡°En nuestras comunidades el sentimiento de conexi¨®n con la naturaleza es ancestral. F¨ªsicamente nuestros bosques tropicales son muy distintos a estos de Escocia, pero su funci¨®n sigue siendo la misma, que es la de dar seguridad a la comunidad y ser un medio de vida para el ser humano¡±, reflexiona Levi Sucre, del pueblo bribri de Costa Rica y coordinador de la Alianza Mesoamericana de Pueblos y Bosques (AMPB).
Volver a la tierra para repoblarla
Para la comunidad Kilfinan la mejor manera de mantener un bosque vivo es que la gente viva en ¨¦l, como as¨ª lo piensan los representantes de los pueblos nativos que los han visitado. Su objetivo, ahora, es replantar y gestionar este territorio con avellanos, sauces y robles y que pueda transmitirse de generaci¨®n en generaci¨®n. De momento, tienen 561 hect¨¢reas que alquilan a bajo precio, con viviendas asequibles, a familias j¨®venes para que se instalen y reforesten.
¡°Es importante que ellos ¡ªlos j¨®venes¡ª entiendan que este es su bosque. Nosotros hemos llegado ahora y estamos repobl¨¢ndolo, pero ellos crecer¨¢n en ¨¦l y ser¨¢ su hogar¡±, explica Bamford, junto a una plataforma sobre un riachuelo que hace de miniescuela forestal para las actividades que realizan con los m¨¢s peque?os.
Un hogar, que tras la visita de la delegaci¨®n de la Alianza Global de Comunidades Territoriales (GATC), tendr¨¢ un roble m¨¢s plantado, entre c¨¢nticos y rezos, por todos los miembros ind¨ªgenas presentes. ¡°Su proyecto nos da esperanza y fuerza para pensar que podremos recuperar nuestra tierra¡±, expresaba Mina Setra, activista de la Alianza de los Pueblos Ind¨ªgenas del Archipi¨¦lago en Indonesia (AMAN), un colectivo que sufre de manera constante las amenazas por defender su territorio de la extracci¨®n del petr¨®leo y de la producci¨®n de aceite de palma, una pr¨¢ctica que arrasa con sus tierras.
Una arca, con dos posibles destinos
Pero Indonesia no es el ¨²nico territorio que sufre las consecuencias de la deforestaci¨®n y del cambio clim¨¢tico. Al caer la tarde, y bajo la madera de una enorme arca, que preside una colina en Argyll, los miembros de las tribus ind¨ªgenas abrieron un debate sobre los problemas a los que se enfrentan cada d¨ªa y sus posibles soluciones. Es David Blair, autor de la construcci¨®n y uno de los fundadores de la comunidad Kilfinan, qui¨¦n les invita a reflexionar. ¡°Dependemos de la yuca y las inundaciones han acabado con estas plantaciones y nos hemos quedado sin harina y sin pan, literalmente¡±, explica Chief Kokoi, miembro de la delegaci¨®n y originario de Guyana.
¡°Nuestra selva es nuestro hogar y tambi¨¦n nuestra farmacia. Sin embargo, para los dem¨¢s, es el lugar donde venir a cortar los ¨¢rboles y extraer petr¨®leo¡±, se lamenta Cristiane Juliao, miembro del pueblo pankararu en Brasil. Por su parte, Levi Sucre, que tambi¨¦n interviene en el debate, plantea una posible soluci¨®n para acabar con el cambio clim¨¢tico, un mensaje que quiere hacer llegar a los l¨ªderes de la COP26. ¡°Estamos cogiendo una barca con dos destinos: o yendo a la deriva o tomar el barco y salvar el planeta, navegando juntos en esta arca¡±.
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