Reintegrar ex guerrilleros de las FARC con tilapias y gallinas ponedoras
Cinco a?os despu¨¦s de la firma de los Acuerdos de Paz, existen en Colombia 155 cooperativas agr¨ªcolas y pisc¨ªcolas, apoyadas por la cooperaci¨®n internacional, donde 3.500 personas que dejaron las armas intentan olvidar la violencia entre constantes amenazas
Andri Zuleny Pegui no puede contener las l¨¢grimas cuando recuerda su vida: sus tiempos de guerrillera, lo duro que ha sido el camino una vez dejaron las armas y los sue?os que ten¨ªan cuando firmaron la paz. ¡°Queremos que nos dejen vivir y no nos maten. Estamos comprometidos con el proceso de paz. Dimos la palabra y estamos cumpliendo. Queremos sacar adelante nuestros proyectos productivos y el trabajo social con las comunidades, pero todo han sido obst¨¢culos y palos en la rueda para no cumplir lo acordado¡±, lamenta. Cerca de 300 personas que tomaron las armas y luego firmaron la paz han sido asesinadas desde que el Gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC rubricasen los acuerdos de La Habana hace ahora cinco a?os.
Pegui es presidenta de la cooperativa Comamce, formada por excombatientes, y ha recibido amenazas directas en su casa de Mandiv¨¢, una vereda del norte de la regi¨®n del Cauca, cerca de Santander de Quilichao. Ella es una de los 3.500 personas en proceso de reincorporaci¨®n de las FARC que abandonaron los antiguos Espacios Territoriales de Reincorporaci¨®n (ETCR) para reorganizarse en unos nuevos asentamientos que bautizaron como Nuevas ?reas de Reincorporaci¨®n (NAR) y que el Gobierno no reconoce oficialmente. Existen unas 93 distribuidas en 17 regiones del pa¨ªs y desde all¨ª crearon en muchos casos cooperativas para impulsar proyectos productivos. Seg¨²n el ¨²ltimo informe de la Misi¨®n de Verificaci¨®n de las Naciones Unidas en Colombia, existen 155 cooperativas de personas reincorporadas ligadas a iniciativas, principalmente agr¨ªcolas, que avanzan con muchas dificultades.
Solo los esfuerzos que la comunidad internacional est¨¢ haciendo por defender el proceso de paz en Colombia suponen una cierta esperanza para las personas que decidieron dejar sus armas Un ejemplo son los proyectos que la Asociaci¨®n Catalana por la Paz (ACP) e International Action for Peace (IAP) con la financiaci¨®n de la Agencia Catalana de Cooperaci¨®n (ACCD) y la Agencia Espa?ola de Cooperaci¨®n (AECID) realizan con excombatientes a trav¨¦s de diferentes contrapartes, incluidas dos universidades del pa¨ªs en agrupaci¨®n con la Fundaci¨®n Solidaridad de la Universidad de Barcelona.
Son los ¨²nicos del Estado espa?ol que trabajan directamente con exguerrilleros en proceso de reincorporaci¨®n y los dos est¨¢n en la convulsa regi¨®n del Cauca, en el suroccidente de Colombia. Uno es de producci¨®n de huevos y el otro, pisc¨ªcola, de producci¨®n de tilapia roja. Ambos pretenden promover la implementaci¨®n de la llamada paz territorial a trav¨¦s del apoyo a la reconciliaci¨®n y la reincorporaci¨®n socioecon¨®mica de excombatientes.
Diez mil gallinas ponedoras llegaran as¨ª a los NAR de dos veredas caucanas de los municipios de Caldono y Santander de Qulichao a lo largo de los pr¨®ximos dos a?os. Beneficiar¨¢ a unas 30 familias de personas reincorporadas y a otras tantas de la comunidad integradas en el plan. La idea es que lleguen primero 5.000 y produzcan unos 4.500 huevos diarios, unas 200 gallinas por familia que deben producir unos 180 unidades por jornada. El trabajo se complementa con un diplomado de Universidad del Valle que busca fortalecer el papel de la mujer y capacitarles en temas de cooperativismo y econom¨ªa social y solidaria.
La implementaci¨®n no ser¨¢ f¨¢cil. En el Cauca, la situaci¨®n de seguridad es muy complicada y la violencia merodea a este colectivo. Las estructuras armadas presentes en el territorio han enfocado sus amenazas contra los exguerrilleros. Hace unos meses, siete hombres armados sacaron a Nelson Rodr¨ªguez de su casa del NAR de una vereda de Santander de Quilichao, y lo asesinaron. Cerca de 300 miembros han sido ya ejecutados tras la firma de los acuerdos de paz.
Cerca de 300 exguerrilleros que hab¨ªan aceptado dejar las armas han sido ejecutados tras la firma de los acuerdos de paz
La muerte de Rodr¨ªguez golpe¨® muy duro a la cooperativa Comamce a la que pertenec¨ªa y tambi¨¦n a una de las beneficiarias del proyecto de huevos. ¡°?l era una persona clave porque era el que m¨¢s aliento daba, el que m¨¢s metido estaba¡±, dice Andri Zuleny Pegui, encargada tambi¨¦n del NAR de la vereda Mandiva. Semanas despu¨¦s del crimen, recibi¨® un papel que pon¨ªa: ¡°Por su bien v¨¢yase, vieja hp¡±. El resto de miembros de la cooperativa tambi¨¦n recibi¨® amenazas. Y aunque cuentan con un esquema de seguridad colectivo han tomado ya la decisi¨®n de marcharse a un lugar m¨¢s seguro. No saben d¨®nde. ¡°El problema nuestro siempre ha sido la tierra. Ya estamos cansados de que nos corran de aqu¨ª y de all¨¢¡± dice Andri. El de gallinas apenas hab¨ªa empezado a socializarse. La incertidumbre es grande. ¡°Ten¨ªamos muchas expectativas, pero nos tenemos que desplazar nuevamente por una amenaza colectiva. Necesitamos buscar un lugar m¨¢s seguro¡±.
Con la moral baja por las amenazas
En Mandiva la moral est¨¢ muy baja tras la muerte de Nelson Rodr¨ªguez y las amenazas posteriores. Ingrid Paula Castro, miembro tambi¨¦n de Comamce, presenci¨® como se lo llevaban delante de sus ojos para matarle. Llora cuando lo recuerda y se angustia por la impotencia que sinti¨® de no poder hacer nada. ¡°Ellos no me vieron. Estaba con mis dos ni?os en el piso de arriba. Antes, en las FARC, hab¨ªa sentido miedo, pero jam¨¢s tanto como ahora en la vida civil¡±, dice. Y arremete contra el proceso de paz decepcionada. ¡°Nos dec¨ªan que ¨ªbamos a asumir una nueva etapa, que ¨ªbamos a tener garant¨ªas de vida y que nos ¨ªbamos a mantener todos juntos trabajando en estas iniciativas. Van cinco a?os y m¨ªrame, no tengo una vivienda digna y no tenemos garant¨ªas de nada¡±.
Con todo dice que no da su brazo a torcer: ¡°Ahora tenemos lo de las gallinas y hab¨ªamos pensado ya donde poner los galpones, pero ya tomamos la decisi¨®n de no hacer la inversi¨®n aqu¨ª porque es un riesgo. Hemos de encontrar la manera de ubicar la cooperativa en otro lugar y que podamos seguir juntos la gran mayor¨ªa¡±. Su motor son sus hijos. ¡°Tengo la esperanza de que alg¨²n d¨ªa las cosas cambien y pueda criarlos donde no haya violencia¡±. Tambi¨¦n su madre que vive en Buenaventura, en el Pac¨ªfico, y con la que se pudo reencontrar despu¨¦s de dejar las armas. ¡°Fue muy bonito. Ella llor¨® mucho. Las brujas le dec¨ªan que estaba viva, pero me hab¨ªan dado por muerta y me hicieron velorio y todo¡±, dice riendo.
A una hora y media de camino desde Mandiva, monta?a arriba en direcci¨®n al municipio de Caldono y dentro del resguardo ind¨ªgena de San Lorenzo, est¨¢ el NAR de la vereda del Venteadero. All¨ª las cosas est¨¢n m¨¢s tranquilas y se preparan para recibir otras 1.200 gallinas de la primera fase del proyecto, cuya producci¨®n de huevos ya tienen comprometida con la alcald¨ªa de Caldono.
Este plan beneficiar¨¢ aqu¨ª a unas 10 familias de reincorporados junto a otras de la comunidad, todas ellas integradas en la cooperativa Cimapaz. " Es bueno incluirles para que vean que no estamos trabajando solo como reincorporados sino tambi¨¦n para la comunidad en general. Creo que tenemos una oportunidad y los sue?os son grandes¡±, dice Jhon Fredy Caviche, representante legal de la cooperativa y encargado del NAR.
Caviche regres¨® hace unos meses al Venteadero, la misma vereda que le vio nacer y de la que se fue cuando ten¨ªa 11 a?os para entrar en las FARC. All¨ª estuvo 15 a?os en un frente de la costa del Pac¨ªfico. Parte del proceso de reincorporaci¨®n lo hizo en el ETCR de Buenaventura hasta que se cans¨®. ¡°Present¨¢bamos proyectos productivos al Gobierno y no nos aprobaba ninguno, entonces uno se cansa y ya mejor decid¨ª volver y buscar trabajo¡±, explica.
La Elvira, iniciativa pisc¨ªcola
Ya en direcci¨®n a Cali, en el municipio de Miranda, est¨¢ el NAR de la finca La Elvira donde se refleja el arduo trabajo de un grupo de 32 exguerrilleros que decidieron abandonar el cercano ETCR de Monterredondo para organizarse a trav¨¦s de la cooperativa de Ceprodet y establecerse en una tierra cedida por diez a?os dentro de una Zona de Reserva Campesina. En La Elvira funciona desde hace un a?o una iniciativa pisc¨ªcola de tilapia roja donde hay puestas mucha ilusiones y esperanzas.
Alfredo Mart¨ªnez y Sandra Talaga no sab¨ªan nada de piscicultura. Hasta llegar a los peces, en la comunidad hab¨ªan probado otras cosas que no les hab¨ªan funcionado. Cultivaron frijoles y yuca, pero las tierras en esta regi¨®n son de mera ca?a de az¨²car que una vez se deja de cultivar, vuelve la tierra muy improductiva. Aprendiendo se les quedaron tambi¨¦n muchos peces en el camino, pero hoy ya tienen un buen manejo de los pescados y del tratamiento del agua. La comercializaci¨®n tambi¨¦n est¨¢ funcionando muy bien, venden en muchos mercados campesinos y cada vez es m¨¢s la gente que se acerca a la finca a comprarles. ¡°Tenemos un pescado de calidad de unos 450 gramos, que destripamos, descamamos y le damos una muy buena presentaci¨®n. Ahora adem¨¢s tenemos cuarto fr¨ªo y eso nos permite poder conservar la tilapia hasta ocho d¨ªas¡±, explica Mart¨ªnez, reincorporado de la guerrilla de las FARC que ejerci¨® como miliciano urbano para esta organizaci¨®n.
Los pueblos han empezado a entender que si hay una comunidad nueva que le apuesta a la paz hay que darle la oportunidad
El proyecto pisc¨ªcola cuenta con cuatro estanques con capacidad para producir unos 120.000 peces al a?o La piscifactor¨ªa apunta a estar cada vez m¨¢s tecnificada y tiene muy buenas perspectivas de crecer. ¡°Estamos pensando en invertir los beneficios en comprar tierra para que la gente tenga su casa y su lote en propiedad, y tambi¨¦n hacer un estadero para pesca deportiva¡±, resalta.
Los desarrollos de Mandiva, Caldono y Miranda no solo son de tipo econ¨®mico y productivo, sino que quieren incidir tambi¨¦n en un proceso de reconciliaci¨®n de sus miembros con las comunidades. La aceptaci¨®n de los reincorporados en las comunidades ha sido en general dif¨ªcil. ¡°Hab¨ªa muy mala informaci¨®n y hemos tratado de explicarles bien por qu¨¦ los muchachos decidieron estar de ese lado de la monta?a, por qu¨¦ despu¨¦s dejaron las armas y por qu¨¦ vinieron a trabajar al territorio. Aprender a perdonar es el paso para entender la paz. Mis padres y yo lo hicimos. A mi hermano se lo llev¨® la guerrilla a los 16 a?os cuando iba a la escuela con sus primas. Hoy, 15 a?os despu¨¦s, es una persona dada por desaparecida¡±, cuenta Brigitte Pito, que forma parte de la cooperativa Cimapaz como secretaria general y trabaja de la mano con los excombatientes.
Tambi¨¦n Carmen Estela Mesquizo, que no fue guerrillera y es la vicepresidenta de Ceprodet, reconoce que en el pueblo hab¨ªa mucho temor y la relaci¨®n con los excombatientes ha sido un poco cerrada, pero la percepci¨®n ha ido cambiando. ¡°Han empezado a entender que si hay una comunidad nueva que le apuesta a la paz hay que darle la oportunidad. Cuando vienen a la finca a comprar pescado se quedan sorprendidos de c¨®mo ha quedado el espacio con los estanques y ellos y ellas se sienten halagados de que los visiten.
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