¡°Nos matan porque la paz est¨¢ avanzando¡±
M¨¢s de 250 excombatientes han sido asesinados desde que se firm¨® el acuerdo entre el Gobierno de Colombia y la guerrilla
Cuatro a?os despu¨¦s de dejar las armas, m¨¢s de 13.000 excombatientes de las FARC contin¨²an en el proceso de reintegrarse a la vida civil. Un camino nada f¨¢cil. Desde la firma en 2016 de los acuerdos de paz con el Gobierno, 253 exguerrilleros han sido asesinados, seg¨²n el Consejo Nacional de Reincorporaci¨®n. En lo que va de a?o, han matado a cinco. El ¨²ltimo, Jos¨¦ Alexander Qui?ones: ten¨ªa 27 a?os y fue baleado en una calle de Tumaco, en el sur del pa¨ªs.
¡°Nos est¨¢n matando porque ven que la paz est¨¢ avanzando¡±, asegura Antonio Pardo, que estuvo ocho a?os en las FARC y ahora lidera una organizaci¨®n que agrupa a exguerrilleros para producir caf¨¦ en zonas en donde solo hab¨ªa cultivos de coca. Vive con su familia en el Cauca, en donde m¨¢s muertes se han contado. Van 42. ¡°Es dif¨ªcil hacer vida despu¨¦s de la guerra en una sociedad que no sab¨ªa c¨®mo recibirnos. No fue una ruta f¨¢cil la que nos toc¨®¡±, afirma. Cuando habla de sus d¨ªas en la guerrilla menciona la selva del Pac¨ªfico caucano, all¨ª despertaba antes del amanecer para emprender largas caminatas. ¡°A esta hora ya estar¨ªa haciendo la primera pausa para comer algo y continuar¡±, cuenta por tel¨¦fono un lunes poco despu¨¦s de las ocho de la ma?ana. Le tocaba caminar mucho, pero nunca solo. Por eso dice que aunque no extra?a caminar tanto, semanas enteras, s¨ª echa de menos la sensaci¨®n de seguridad que le daba estar siempre acompa?ado.
Boris Guevara recuerda que el d¨ªa en que las FARC dejaron las armas grab¨® varias escenas para Memorias Guerrilleras, una pel¨ªcula en la que participan ¨¦l y otros excombatientes. Algunos de los guerrilleros que entregaron sus fusiles dec¨ªan ante la c¨¢mara que ten¨ªan miedo. ¡°Muchos de esos muchachos ya est¨¢n muertos¡±, lamenta Guevara, que durante el proceso de paz en La Habana hizo parte del equipo de comunicaciones de las FARC y ahora es universitario y vive en Cali, en el occidente de Colombia, despu¨¦s de pasar una temporada en Bilbao. Guevara reconoce que no todos sus excompa?eros han tenido la misma suerte, dice que muchos volvieron al monte por falta de oportunidades y se unieron a las disidencias vinculadas al narcotr¨¢fico o a la miner¨ªa ilegal. No resist¨ªan seguir sin empleo y con miedo a morir a balazos en cualquier esquina.
A Mario Morales, un excomandante que tras dejar las armas trabajaba con v¨ªctimas en zonas rurales, lo asesinaron a tiros en agosto pasado. A Wilson Saavedra le dispararon desde una moto mientras compraba un pastel para el cumplea?os de uno de sus hijos. Entre el 1 y el 24 de enero, cada cinco d¨ªas un exguerrillero fue asesinado, seg¨²n la Jurisdicci¨®n Especial para la Paz (JEP), que ha alertado sobre el violento inicio de a?o: 14 enfrentamientos armados entre grupos criminales y la Fuerza P¨²blica, 13 amenazas de muertes a l¨ªderes sociales, seis masacres, cinco asesinatos de excombatientes de la guerrilla, 14 homicidios de l¨ªderes sociales y siete enfrentamientos armados entre grupos ilegales.
La ONU ha dicho que al menos 25 excombatientes esperaban una respuesta a sus solicitudes de protecci¨®n cuando fueron asesinados. En todo el pa¨ªs hay m¨¢s de mil peticiones pendientes de evaluaci¨®n. Pastor Alape, exnegociador en La Habana, ha denunciado una reducci¨®n en su esquema de seguridad. El pasado jueves viaj¨® desde Bogot¨¢ hasta el norte del pa¨ªs (m¨¢s de 10 horas) en una camioneta convencional, acompa?ado -seg¨²n su queja- por un chofer y dos agentes en motocicleta. Ese mismo d¨ªa fue acusado con otros siete exl¨ªderes de las FARC por cr¨ªmenes asociados al secuestro durante los a?os de guerra. Las FARC se enfrentan a un momento en el que su compromiso con el acuerdo de paz est¨¢ a prueba. ¡°Nos comprometimos a decir la verdad y esta es la oportunidad de responderles a las v¨ªctimas¡±, afirma Jos¨¦ S¨¢enz, que hizo parte de las filas del Mono Jojoy, el jefe militar de la guerrilla. ¡°Tenemos la obligaci¨®n de cumplir con el acuerdo incluso si implica poner en riesgo nuestras vidas¡±, dice.
El 23 de enero la v¨ªctima fue Juan Carlos Correa, de 35 a?os. Una camioneta con varios hombres armados retuvo su moto en una carretera de Antioquia y se lo llevaron. La polic¨ªa y el Gobierno han dicho que se trata de un secuestro, pero la familia y Comunes -el partido pol¨ªtico de las FARC, que cambi¨® de nombre la semana pasada- han denunciado su asesinato. Tambi¨¦n en Antioquia, el 1 de enero, un grupo armado sac¨® de su casa a Yolanda Zabala, de 22 a?os, y a su hermana de 17. A ambas las mataron. ¡°Firmamos el acuerdo porque cre¨ªamos que se pod¨ªa superar la violencia. Por eso dimos ese paso, pero por parte del Estado no hubo compromiso¡±, afirma Laura, que pide no revelar su nombre por miedo. ¡°La guerra no era el camino, pero a veces sentimos que est¨¢bamos m¨¢s seguros en la guerrilla¡± dice.
?Qui¨¦n los mata?
La Fiscal¨ªa de Colombia ha se?alado al Clan del Golfo como uno de los responsables de los asesinatos de los exguerrilleros. Este grupo narcoparamilitar, con m¨¢s de 4.000 hombres en sus filas, controla m¨¢s del 40% de la droga que sale del pa¨ªs, seg¨²n la Fundaci¨®n Paz y Reconciliaci¨®n. Tras el desarme de las FARC, el Clan del Golfo ha intentado controlar las zonas abandonadas por la guerrilla, con poca presencia estatal, pero en donde a¨²n hay muchos excombatientes que trabajan en la sustituci¨®n de cultivos il¨ªcitos. La justicia y el Gobierno tambi¨¦n han se?alado a las disidencias de las FARC como posibles responsables de los homicidios. En al menos dos casos, seg¨²n las autoridades, los asesinos estaban vinculados a la Fuerza P¨²blica.
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