Fragilidad democr¨¢tica en Ruanda, el pa¨ªs donde Reino Unido quiere enviar a sus solicitantes de asilo
Dos figuras de la oposici¨®n al Gobierno de Paul Kagame relatan obst¨¢culos al ejercer la libertad pol¨ªtica y de expresi¨®n en Ruanda. Tras un acuerdo bilateral, el pa¨ªs africano acoger¨¢ a los demandantes de asilo que Reino Unido no quiere en su territorio
Victoire Ingabire conoce en carne propia las fallas de la democracia formal en Ruanda. Esta l¨ªder pol¨ªtica ¨Cquiz¨¢ la m¨¢s carism¨¢tica de la oposici¨®n¨C pas¨® ocho a?os en una c¨¢rcel de m¨¢xima seguridad en Kigali, la capital del pa¨ªs. Su condena, en principio de 15 a?os, recogi¨® diversos cargos, aunque la sentencia se sustent¨® en un crimen que all¨ª equivale a aliarse con el mism¨ªsimo diablo: negar el genocidio por el que en 1994 se extermin¨® al 70% de la poblaci¨®n tutsi. Ingabire siempre ha dicho que ella se limit¨® a reivindicar, en la memoria hist¨®rica del pa¨ªs, un lugar para los miles de hutus que tambi¨¦n murieron en esos 100 d¨ªas fat¨ªdicos. En parte por la campa?a internacional que provoc¨® su caso, el presidente Paul Kagame ¨Cquien se mantiene en el cargo desde el fin de la guerra civil¨C le concedi¨® el indulto en 2018.
Ingabire lidera hoy el partido Desarrollo y Libertad para Todos (Development and Liberty for All, DALFA-Umirinzi). Y observa at¨®nita el plan del Reino Unido para trasladar hasta la remota Ruanda a los solicitantes de asilo que, tras cruzar el Canal de la Mancha, desembarcan en el pa¨ªs europeo. Un acuerdo que ambos gobiernos est¨¢n tratando de vender como un win-win totalmente ajustado a derecho. Un pa¨ªs multicultural y desbordado en su capacidad de acogida. Otro deseoso de abrazar la diversidad y el talento for¨¢neo como palancas para acelerar su r¨¢pido progreso socioecon¨®mico.
A¨²n recubierto de vaguedad, el pacto ha nacido acechado por multitud de dudas legales. Podr¨ªa, ante todo, hacer saltar por los aires la Convenci¨®n de Ginebra que regula el tratamiento a refugiados entre los pa¨ªses firmantes. En especial, su principio de asilo territorial, por el que el demandante tiene derecho a solicitar refugio en el pa¨ªs en el que ya se encuentra. Ingabire sintetiza su opini¨®n sobre el texto firmado el 14 de abril por la ministra del Interior del Reino Unido, Priti Patel, y el ministro de Exteriores de Ruanda, Vincent Biruta. ¡°Un pa¨ªs democr¨¢tico y rico que no asume su responsabilidad de acoger a los refugiados que llegan a su territorio, y prefiere deportarlos a un pa¨ªs no democr¨¢tico y pobre¡±.
Que Ruanda sea o no ¨Cde acuerdo a est¨¢ndares brit¨¢nicos¨C una democracia plena ata?e directamente al n¨²cleo del acuerdo. M¨¢s all¨¢ de la fr¨¢gil legalidad log¨ªstica del pacto, pocos entender¨ªan que el Reino Unido enviara a aquellos que huyen de violaciones de sus derechos humanos hacia un pa¨ªs que no los respeta. A pesar de una intensa ret¨®rica del elogio desplegada en las ¨²ltimas semanas, Gran Breta?a tiene dif¨ªcil compatibilizar su postura actual con la de hace escaso a?o y medio. En enero de 2021, su representante ante la Uni¨®n Europea, Julian Braithwaite, mostraba su ¡°preocupaci¨®n por las restricciones continuas a los derechos civiles y pol¨ªticos, y la libertad de prensa¡± en el pa¨ªs ubicado en la regi¨®n africana de los Grandes Lagos. El ¨²ltimo informe de Human Rights Watch sobre Ruanda detalla torturas, desapariciones de opositores y asesinatos extrajudiciales.
Ingabire cuenta que el pasado octubre detuvieron a nueve miembros de su partido. ¡°?Sabe por qu¨¦?¡±, pregunta. ¡°Porque hab¨ªan estado leyendo C¨®mo hacer la revoluci¨®n [obra del serbio Srdja Popovic]¡±. La opositora desglosa un nutrido historial de agresiones a DALFA-Umirinzi en sus pocos a?os de vida. Narra que en 2019 murieron tres militantes y que, desde entonces, otros cuatro han desaparecido. ¡°?El Reino Unido ha reconocido que en 2021 llegaron all¨ª m¨¢s de 200 refugiados ruandeses!¡±, proclama con asombro. Ingabire responde a aquellos que ven en ella, con su actual libertad de acci¨®n y palabra, la prueba palpable de que la democracia ruandesa funciona. ¡°Es cierto que, tras ocho a?os en la c¨¢rcel, ahora me dejan en paz. Qui¨¦n sabe por cu¨¢nto tiempo¡±.
M¨¢s comedido, el presidente del Partido Democr¨¢tico Verde de Ruanda (DGPR), Frank Habineza, admite t¨ªmidos avances en el compromiso democr¨¢tico del oficialismo ruand¨¦s. Pero sostiene que a su pa¨ªs a¨²n le queda un largo trecho para que el parlamentarismo fluya y la cr¨ªtica circule ¨¢gil. ¡°El espacio para la oposici¨®n pol¨ªtica sigue siendo estrecho, hay que tener cuidado con lo que uno dice, la libertad de expresi¨®n es limitada, la gente sigue teniendo miedo a hablar¡±. A la pregunta de si su agrupaci¨®n pol¨ªtica ha sufrido acoso por parte del Gobierno ¨Cuna coalici¨®n encabezada por el Frente Patri¨®tico Ruand¨¦s de Kagame¨C, Habineza deja caer presiones que prefiere no especificar: ¡°De vez en cuando nos llegan avisos, ya sabe, de aqu¨ª o all¨¢...¡±.
Agravio comparativo
El presidente del DGPR centra su cuestionamiento al pacto bilateral en su viabilidad demogr¨¢fica y econ¨®mica. Aporta cifras que llevan a preguntarse por qu¨¦ Reino Unido ha elegido precisamente Ruanda para externalizar la gesti¨®n de sus refugiados. ¡°Con 552 habitantes por kil¨®metro cuadrado, somos el pa¨ªs con mayor densidad de poblaci¨®n de ?frica; solo el 48% de nuestra tierra es cultivable; el paro se ha disparado por encima del 20%¡±. El acuerdo contempla una dotaci¨®n inicial de 140 millones de euros, que en parte se destinar¨¢n a garantizar el realojo en buenas condiciones de los refugiados. En teor¨ªa, Gran Breta?a correr¨¢ con sus gastos de manutenci¨®n y vivienda por un per¨ªodo de cinco a?os. Aunque abundan los flecos en la implantaci¨®n del texto, Habineza ha escuchado rumores: ¡°Dicen que cada refugiado va a recibir 1.200 euros al mes. ?Aqu¨ª ni siquiera los diputados ganamos tanto! [r¨ªe]¡±.
Ruanda tiene una reputaci¨®n consolidada como pa¨ªs de bienvenida para los perseguidos. Los datos oficiales hablan de m¨¢s de 125.000 refugiados actualmente viviendo en el pa¨ªs, casi todos llegados de sus convulsos vecinos Burundi y Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo. La mayor¨ªa se encuentra en campos habilitados al efecto y se alimenta gracias a la ayuda internacional. El agravio comparativo con los solicitantes de asilo primera clase que aterricen desde el Reino Unido podr¨ªa agudizar tensiones. Entre los propios refugiados y de estos con la poblaci¨®n local. Ingabire y Habineza recuerdan un episodio que empa?a la buena imagen de Ruanda como tierra de acogida. En 2018, miles de refugiados congole?os se echaron a la calle para protestar por la escasez de sus raciones de comida. La polic¨ªa abri¨® fuego y murieron 12 manifestantes.
El pacto ha nacido acechado por multitud de dudas legales. Podr¨ªa hacer saltar por los aires la Convenci¨®n de Ginebra que regula el tratamiento a refugiados entre los pa¨ªses firmantes
Desde Love and Peace Proclaimers (Proclamadores de Amor y Paz o LPP, por sus siglas en ingl¨¦s), una organizaci¨®n juvenil para la reconciliaci¨®n y unidad de Ruanda, su director ejecutivo, Naswiru Shema, solo ve ventajas en el acuerdo. ¡°Vivimos en una aldea global, necesitamos a gente de fuera. Y no es cierto que no haya tierra o empleo¡±. Shema resume las tres ¨²ltimas d¨¦cadas de Ruanda como una historia de ¨¦xito integrador y concordia, casi un milagro tras la peor de las barbaries. ¡°Fuimos capaces de traer de vuelta a nuestros refugiados y, con pocos recursos y escasas garant¨ªas de seguridad, construimos un nuevo pa¨ªs. Esta experiencia nos ha dado la capacidad de acoger exitosamente tambi¨¦n a otras personas¡±.
Aunque Shema afirma espont¨¢neamente no ser ¡°un portavoz del Gobierno¡±, reconoce que fuertes v¨ªnculos unen a su organizaci¨®n con las instituciones ruandesas. Para ¨¦l, los desaf¨ªos de Ruanda en cuesti¨®n de derechos humanos son ¡°equiparables a los de cualquier pa¨ªs del mundo¡±. Habla de que se est¨¢ trabajando hacia la mejora democr¨¢tica y justifica, en parte, los l¨ªmites a la libertad ¨Csobre todo de expresi¨®n¨C en las particularidades de su pa¨ªs: ¡°Ruanda a¨²n se est¨¢ recuperando de un genocidio, intentando unir a nuestro pueblo. Es tarea de las fuerzas del orden parar a la gente que promueve el odio antes de que contaminen a la sociedad¡±.
En el horizonte, Shema ve una Ruanda crisol de culturas, panafricanista y que pisa segura desde la heterogeneidad. ¡°Grandes pa¨ªses como EE. UU. se han construido a partir de las experiencias colectivas de gente de diversa procedencia¡±, asegura. Habineza, por su parte, opta por una mirada m¨¢s apegada al individuo: ¡°Las personas que finalmente nos env¨ªe Reino Unido nunca eligieron Ruanda. Han cruzado el S¨¢hara, el Mediterr¨¢neo. O han viajado miles de kil¨®metros desde Ir¨¢n o Irak. Muchos han muerto en el camino en busca de su sue?o, que era llegar al Reino Unido. No quiero que mi pa¨ªs sea c¨®mplice de una violaci¨®n tal de derechos b¨¢sicos¡±.
Dinamarca tambi¨¦n ha mostrado inter¨¦s en llegar a un acuerdo similar con Ruanda. Es probable que observe atenta c¨®mo Gran Breta?a va solventando, en su aplicaci¨®n, las muchas aristas legales del documento firmado. M¨¢s all¨¢ de los vericuetos normativos y eufemismos a los que recurra, el Reino Unido tendr¨¢ que hacer, cara a la opini¨®n p¨²blica internacional, malabarismos dial¨¦cticos para sostener simult¨¢neamente dos afirmaciones que casan mal. La primera, que Ruanda es un destino ideal para iniciar una nueva vida de libertad y prosperidad. La segunda, que la perspectiva de un vuelo solo de ida Londres-Kigali servir¨¢ para disuadir a los miles de refugiados que llaman a sus puertas.
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