Comercio de refugiados
Sin el ruido de la guerra de fondo, el acuerdo de Reino Unido con Ruanda para trasladar a migrantes y ¡°subcontratar¡± su gesti¨®n habr¨ªa debido generar un gran revuelo
Boris Johnson le debe su puesto a Vlad¨ªmir Putin. Si este no hubiera lanzado su invasi¨®n de Ucrania, aquel, probablemente, habr¨ªa sucumbido al esc¨¢ndalo de sus fiestas confinadas. Johnson le debe tambi¨¦n a Putin el que una de las decisiones m¨¢s aberrantes de su mandato ¡ªy van unas cuantas¡ª haya pasado pr¨¢cticamente desapercibida. Sin el ruido de la guerra de fondo, el acuerdo firmado con Ruanda para trasladar a migrantes y solicitantes de asilo all¨ª y ¡°subcontratar¡± su gesti¨®n a cambio de una sustanciosa suma de dinero habr¨ªa debido generar un gran revuelo. El objetivo ¨²ltimo es disuadir a quienes aspiran a llegar a territorio brit¨¢nico. El pomposo proyecto exterior del Gobierno, Global Britain, era esto.
Nada parece frenar al populismo brit¨¢nico en su carrera por hacer realidad el Brexit. Ni el que las cifras confirmen que la mayor parte de los que llegan a su suelo tengan derecho al asilo ¡ªhuyen de conflictos, de persecuci¨®n, de cat¨¢strofes¡ª; ni que su decisi¨®n viole la Convenci¨®n de Ginebra sobre los refugiados; ni que el Gobierno ruand¨¦s de Paul Kagame tenga un dudoso historial de respeto a los derechos humanos. Seg¨²n el acuerdo, las cerca de 30.000 personas que entran en el Reino Unido de manera irregular al a?o ser¨¢n enviadas a Ruanda, donde se tramitar¨¢n sus solicitudes de asilo. De reconocerse, all¨ª tambi¨¦n tendr¨¢n derecho a permanecer; si no, ser¨¢n expulsados a sus pa¨ªses de origen.
El Reino Unido no ser¨¢ el primero en ¡°externalizar¡± esta gesti¨®n. Australia lo hace en Pap¨²a Nueva Guinea y las islas Nauru. Israel lo hizo con Ruanda y Uganda, durante algunos a?os, para cancelarlo despu¨¦s al destaparse que quienes entraban en el programa no recib¨ªan la protecci¨®n prometida y acababan en manos de traficantes. Puede que tampoco sea la ¨²ltima: Dinamarca y Hungr¨ªa seguir¨¢n muy de cerca el resultado del acuerdo.
Pero la hipocres¨ªa y la controversia no afectan ¨²nicamente a los pa¨ªses del Norte, que solo acogen al 15% de los refugiados de todo el mundo y que buscan en el Sur, a base de dinero, librarse de un problema que no saben c¨®mo manejar. Para el Gobierno de Kigali, el acuerdo muestra su compromiso a la hora de ayudar a la gente vulnerable, en recuerdo a su no tan lejana tragedia nacional. Sin embargo, la oposici¨®n denuncia que el pa¨ªs ya tiene dificultades para acoger a los m¨¢s de 127.000 refugiados en su territorio y que no existe la misma predisposici¨®n que la mostrada con Londres con quienes escapan de pa¨ªses vecinos: Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo, Burundi, Uganda o Tanzania.
En la Uni¨®n Europea, la pol¨¦mica llega en medio del debate sobre los dobles est¨¢ndares aplicados a quienes huyen de la guerra en Ucrania¡ y a los dem¨¢s. En el Reino Unido, puede que tenga alg¨²n peso en las elecciones locales del d¨ªa 5; o tal vez no. Johnson est¨¢ demostrando ser un maestro en barrer los esc¨¢ndalos bajo la alfombra.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.