El da?o medioambiental que genera el bienestar de los pa¨ªses ricos se externaliza al Sur global
Mientras las naciones m¨¢s desarrolladas se esfuerzan por ofrecer las mejores condiciones de vida a sus futuras generaciones, contribuyen a empeorarlas en otras partes del mundo, denuncia una investigaci¨®n de Unicef
350 buques transatl¨¢nticos repletos de televisores, ordenadores, m¨®viles y microondas viejos. Eso es lo que se estima que el mundo gener¨® en residuos electr¨®nicos en 2019. La mayor¨ªa de estos aparatos termin¨® su vida ¨²til en pa¨ªses ricos y, luego, muchos de esos restos cruzaron mares a bordo de barcos con destino a pa¨ªses en desarrollo con regulaciones m¨¢s laxas en cuanto a este tipo de basura. All¨ª, en enormes vertederos, esos desperdicios afectan a la salud de las personas, muchas de ellas ni?os, que trabajan y viven en los alrededores. Esta tendencia de exportar desechos inform¨¢ticos ¨Cmuy dif¨ªcil de cuantificar por la naturaleza informal de la pr¨¢ctica¨C es un pertinente ejemplo de c¨®mo las naciones m¨¢s desarrolladas externalizan las consecuencias negativas de sus propios patrones de consumo.
Esta es una de las principales conclusiones del m¨¢s reciente estudio publicado por Unicef, el Innocenti Report Card 17 ¨C Places and Spaces: Environments and children¡¯s well-being. Publicado este martes, el documento indaga sobre el bienestar de los ni?os y el medio ambiente que estos habitan en 39 pa¨ªses de la OCDE y la UE. A priori estaba enfocado en comparar la calidad de vida de los menores en estos pa¨ªses y generar un ranking internacional, pero lo m¨¢s llamativo que se ha encontrado es que, mientras algunas de las naciones m¨¢s ricas del mundo brindan muy buenas condiciones de vida para sus ciudadanos m¨¢s j¨®venes, esto tambi¨¦n significa que generan un impacto ambiental extremadamente negativo fuera de sus fronteras; lo cual puede terminar perjudicando la salud y el futuro de millones de ni?os en el Sur global.
Esta realidad se ha vuelto evidente gracias a la conceptualizaci¨®n que se utiliz¨® en el estudio. El desempe?o de cada pa¨ªs en cuanto al bienestar ofrecido a sus ni?os se comput¨® a partir de un agregado de tres ¨¢reas compuestas por diversas variables cada una. Por un lado, el mundo del ni?o, que se enfoca en su consumo de aire, agua y comida, as¨ª como su exposici¨®n al ruido, fr¨ªo, calor o sustancias nocivas. En segundo lugar, el mundo alrededor del ni?o, el cual mira los aspectos f¨ªsicos del ambiente en el cual se desenvuelven, desde la vivienda hasta riesgos ambientales a los que est¨¢n expuestos. Finalmente, el mundo entero, que hace referencia al contexto m¨¢s amplio dentro del cual se mantienen los anteriores; as¨ª se puede incluir el impacto de las condiciones de un pa¨ªs tambi¨¦n externamente.
Ya que desde hace a?os se habla del impacto desigual en el medio ambiente entre pa¨ªses, la conclusi¨®n no supone exactamente una sorpresa. Lo que hace es cristalizar inequ¨ªvocamente una relaci¨®n entre el bienestar, el consumo y el efecto ambiental que se produce bajo el funcionamiento actual del mundo, detalla Anna Gromada, una de las investigadoras de Unicef que ha liderado el estudio. ¡°Todo lo que produce bienestar supone alg¨²n tipo de consumo. Construir una casa, que tenga buena iluminaci¨®n, paredes limpias, calefacci¨®n y privacidad implica consumo; y todo ello contribuye al bienestar. Sin embargo, este tipo de condiciones tienden a darse en pa¨ªses ricos, y significa que est¨¢n consumiendo a niveles insostenibles a largo plazo¡±.
Por poner un ejemplo concreto: mientras que Finlandia, Islandia y Noruega ofrecen las mejores condiciones de vida para sus ni?os, con muy buenas viviendas, acceso seguro a servicios b¨¢sicos y excelente calidad de agua y aire, son de los pa¨ªses que m¨¢s bienes y energ¨ªa consumen, m¨¢s carbono emiten ¨Ccuando se computa a partir de su consumo¨C y los que m¨¢s residuos electr¨®nicos generan per c¨¢pita. En cambio, Colombia o M¨¦xico tienen de los peores desempe?os en cuanto a calidad de aire, a pesar de ser los que menos contaminan en relaci¨®n con el consumo de su propia poblaci¨®n.
Esta diferencia se ve todav¨ªa m¨¢s claramente si se posa la vista solamente sobre el caso de los residuos electr¨®nicos, raz¨®n por la cual Gromada decidi¨® enfocarse especialmente en este fen¨®meno. ¡°Por un lado, es el tipo de basura que m¨¢s r¨¢pido est¨¢ creciendo, pero no es como cualquier otro tipo de residuo, son desechos t¨®xicos con sustancias peligrosas como mercurio o plomo. Pero adem¨¢s estamos lidiando con ello de una manera particularmente problem¨¢tica, pues de acuerdo a los datos disponibles, una gran parte se est¨¢ llevando al Sur global¡±, apunta la investigadora.
La generaci¨®n de este tipo de basura ha aumentado 20% en los ¨²ltimos cinco a?os y se espera que se duplique en los pr¨®ximos 16, seg¨²n datos de The Global E-waste Monitor 2020. Aunque la gesti¨®n de estos residuos se deber¨ªa realizar siguiendo unos sistemas de control muy detallados y existen varios convenios internacionales que proh¨ªben su exportaci¨®n desregulada, m¨¢s del 82% de los ocasionados en 2019 tuvo un destino incierto. Muchos de ellos probablemente acabaron en vertederos ilegales en pa¨ªses en desarrollo, donde millones de personas se ganan la vida extrayendo artesanalmente los materiales que tienen alg¨²n valor dentro de los cad¨¢veres de los aparatos electr¨®nicos.
De esos trabajadores informales que buscan entre la basura un componente electr¨®nico hecho de un metal precioso ¨Cal cual se llega normalmente derritiendo la carcasa de pl¨¢stico, liberando un humo t¨®xico¨C 18 millones son ni?os, seg¨²n un informe pionero de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS). Bajo esas condiciones, ellos son los m¨¢s afectados por estas pr¨¢cticas, pues sus ¨®rganos y sistema inmunitario no se han terminado de desarrollar. Pero la contaminaci¨®n electr¨®nica tambi¨¦n llega a la tierra, el agua y el aire de las zonas aleda?as, por lo que el n¨²mero de personas que pueden verse afectadas por ella es todav¨ªa m¨¢s alto.
Mientras, en los pa¨ªses desarrollados las personas cambian de m¨®vil cada dos a?os de media. ¡°Es particularmente perverso que se produzca esta situaci¨®n por la obsolescencia planeada. No hay ninguna raz¨®n cient¨ªfica para ello, est¨¢ dise?ado para que sea as¨ª. Desde la producci¨®n que hace que un m¨®vil empiece a ir lento despu¨¦s de dos a?os y desde el mercadeo que hace que deseemos siempre cosas nuevas. Este es un inter¨¦s que claramente se ver¨¢ atacado si bajamos nuestro consumo, la cual creo que es la mejor estrategia¡±, a?ade Gromada.
La generaci¨®n de este tipo de basura ha aumentado 20% en los ¨²ltimos cinco a?os y se espera que se duplique en los pr¨®ximos 16
Si se traslada el foco a las emisiones, se ve la misma tendencia a externalizar. En este caso, la medida para evidenciarlo es la huella de carbono ¨Cque incluye las emisiones del consumo interno, aquellas causadas por inversiones p¨²blicas y privadas, as¨ª como las que est¨¢n incrustadas en bienes y servicios¨C comparada con las emisiones territoriales, que solamente contemplan el carbono emitido dentro de un pa¨ªs. Seg¨²n el cap¨ªtulo de emisiones de carbono del World Inequality Report 2022, Europa tiene una huella de carbono 22% mayor que sus emisiones territoriales, mientras que la de ?frica sub-Sahariana es 23% menor que la cantidad de carbono que emite directamente en su territorio.
En M¨¦xico, por cada mil menores se pierden una media de 3,7 a?os de vida saludable a causa de la poluci¨®n
En la vida de las personas, y de los ni?os m¨¢s espec¨ªficamente, esto significa que aquellos que viven en pa¨ªses en desarrollo, por lo general, se ven m¨¢s afectados por un aire contaminado a pesar de aportar, en t¨¦rminos de consumo, mucho menos a ello. En M¨¦xico, por cada mil menores se pierden una media de 3,7 a?os de vida saludable a causa de la poluci¨®n. Por contraste, en Finlandia, apenas se pierden 0,2 a?os por mil ni?os, a pesar de que si todo el mundo consumiese a su ritmo ser¨ªan necesarios casi cuatro planetas.
Al final, todo este informe es una pieza de evidencia m¨¢s que apoya una tesis ya conocida. Su funci¨®n es servir para convencer a los gobiernos, empresas e individuos de cambiar sus patrones de comportamiento. Algo que Gromada ha estado viendo y con mayor esperanza en el Sur global, son las medidas como el aumento de los est¨¢ndares en la producci¨®n de gasolina en ciertos pa¨ªses africanos por iniciativa propia. ¡°Que las cosas sean como son no es inevitable, es una cuesti¨®n de prioridades y voluntad pol¨ªtica. Pero los avances en la vida no se dan sin m¨¢s, hay que luchar por ellos¡±, comenta la autora del reporte, alentando a los pa¨ªses en desarrollo a exigir que los costos de los patrones de consumo se distribuyan de manera proporcional.
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