Compresas reutilizables, una peque?a revoluci¨®n menstrual en las monta?as del Himalaya
En Nepal, m¨¢s del 83% de las mujeres en edad menstrual utiliza telas u otros productos inadecuados durante el periodo. La activista Sahin Pravin forma a ni?as y mujeres en higiene ¨ªntima
Sahin Pravin se levanta de madrugada y coge un saco lleno de compresas de tela. Son las tres y media de la ma?ana y le espera un largo viaje para llegar a Lokhim, una peque?a aldea en la regi¨®n oriental de Nepal, en el distrito de Solukhumbu. Ella es la coordinadora del proyecto sobre menstruaci¨®n de Empowerment Collective, una ONG nepal¨ª que busca empoderar a las mujeres del pa¨ªs, con especial atenci¨®n en las zonas rurales donde crecieron la mayor¨ªa de integrantes. Desde que comenzaron su actividad, han conseguido distribuir m¨¢s de 3.000 paquetes en los que incluyen cinco compresas reutilizables y otros ¨²tiles de higiene.
El trayecto iba a durar ocho horas, pero las fuertes lluvias del monz¨®n, los desprendimientos de tierra y los caminos imposibles lo alargan hasta 18. ¡°Con estas carreteras me pregunto qu¨¦ har¨¢n los vecinos ante una emergencia m¨¦dica¡±, lamenta. La respuesta la tiene un vecino y profesor de la zona: ¡°La ¨²nica forma de llegar al hospital r¨¢pido es con un helic¨®ptero, pero es tan caro que casi nadie se lo puede permitir¡±.
Pravin tiene una gran misi¨®n: repartir m¨¢s de 130 paquetes de compresas reutilizables entre las ni?as y vecinas que sufren pobreza menstrual en esta aldea a los pies del Everest. All¨ª las ni?as del colegio Shree Janata Secondary School esperan aprender a utilizarlas y profundizar en sus derechos sexuales y reproductivos. En Nepal, el 83% de las ni?as que menstr¨²an usan telas y solo el 15% utiliza compresas.
Es la primera vez que Pravin visita este distrito, pero ya conoc¨ªa la falta de recursos en este pueblo a 1.670 metros de altura. ¡°En la organizaci¨®n trabajan mujeres de aqu¨ª y me contaron que solo com¨ªan dhindo [agua hirviendo con harina], patata y especias. El arroz es solo para celebraciones¡±, expone. En Lokhim la electricidad es precaria, no hay agua potable y las casas son inestables, especialmente durante el monz¨®n, pues las tormentas pueden llegar a destruir viviendas. En esta ¨¢rea la pobreza alimentaria asciende hasta el 35% y el nivel de alfabetizaci¨®n de las mujeres es del 64% frente al 79% de los varones, seg¨²n Naciones Unidas. Por eso, llevar estas compresas hasta los rincones m¨¢s olvidados de Nepal es una prioridad para esta activista nepal¨ª.
Pravin sabe muy bien lo que es tener la menstruaci¨®n y no tener acceso a compresas ni informaci¨®n sobre salud e higiene. ¡°En mi primera regla me asust¨¦ mucho al ver la sangre, pens¨¦ que ten¨ªa una enfermedad¡±, recuerda. Su madre le dio sus primeras bragas y le dijo que se pusiera una tela hasta que dejara de sangrar. A los nueve meses tuvo una infecci¨®n y termin¨® en urgencias, donde se gast¨® las 700 rupias nepal¨ªes (menos de cinco euros y medio) que ten¨ªa ahorradas de su trabajo. ¡°En la sala de espera pens¨¦ que, si mi madre hubiera sabido c¨®mo cuidarme, no habr¨ªa tenido que gastar mis ahorros y ser¨ªa una mujer m¨¢s independiente¡±, a?ade. Para ella, la educaci¨®n menstrual es la ¨²nica esperanza de acabar con el estigma para las nuevas generaciones.
M¨¢s del 26% de las ni?as no acuden a clase cuando tienen el periodo, seg¨²n la ONG World Vision
El director del colegio de Lokhim, Hasta Bahadur Rai, est¨¢ muy feliz de acoger este programa. Hab¨ªa llamado varias veces a la organizaci¨®n tras observar que las ni?as faltaban a clase, sent¨ªan verg¨¹enza al hablar del tema o no pod¨ªan comprar compresas. El absentismo escolar es com¨²n hasta el punto de que m¨¢s del 26% de las ni?as no acuden a clase durante el periodo, seg¨²n la ONG World Vision. Por eso, los colegios se han convertido en el principal objetivo para las organizaciones que luchan contra la pobreza menstrual en el pa¨ªs.
A pesar de que la presidenta de Nepal, Bidya Devi Bhandari, anunci¨® en mayo que se repartir¨ªan compresas gratuitas en los centros educativos, la experiencia de Pravin es que estas no llegan a todas las ni?as. ¡°Muchos centros p¨²blicos siguen sin poder acceder a ellas y adem¨¢s las que distribuyen son de un solo uso, por lo que no es una soluci¨®n a largo plazo¡±, puntualiza. Para ella, el problema es doble: por un lado, la pobreza que impide acceder a estos productos. Por otro, la falta de informaci¨®n que perpet¨²a estigmas patriarcales y pone en riesgo la salud de las ni?as. Su propuesta es apostar por opciones sostenibles, duraderas y educaci¨®n en las aulas. ¡°Las compresas reutilizables son la mejor opci¨®n que hemos encontrado¡±, afirma.
El precio del estigma
Cuando Provin comienza su explicaci¨®n, las ni?as la miran atentas. En pocos minutos, las ventanas se llenan de las trabajadoras de cocina y limpieza que no se quieren perder el taller. La activista detalla c¨®mo utilizar las compresas, pero tambi¨¦n intenta derribar el estigma desmontando la tradici¨®n del chauppadi, prohibida por el Tribunal Supremo en 2005 y tipificado como delito en 2017 por el Gobierno de Nepal. Esta pr¨¢ctica obliga a las mujeres al aislamiento en chozas sin poder ver la luz del sol, participar en la vida p¨²blica ni mirar a los ojos a los hombres por ser consideradas impuras. ¡°Luchar contra esta creencia es esencial para evitar m¨¢s muertes y proteger a las ni?as¡±, asevera.
En Lokhim esta pr¨¢ctica no es lo m¨¢s com¨²n. Sin embargo, Diksah Rai, una de las beneficiarias del proyecto, explica que la cultura no es abierta con la menstruaci¨®n. ¡°Se ve como algo negativo y es impensable hablar de ello en p¨²blico¡±, asegura. Explica que la mayor¨ªa de mujeres y ni?as no utilizan productos adecuados porque ¡°no se lo pueden permitir, no los venden en las tiendas o ni siquiera saben lo que es¡±.
Al estigma y la pobreza generalizada se suma el sistema de clases. ¡°Aqu¨ª las castas m¨¢s altas tienen sometidas a las m¨¢s bajas¡±, cuenta una vecina. De esta forma, muchas veces se culpa a la poblaci¨®n m¨¢s humilde de desgracias como enfermedades, p¨¦rdida de empleo o malas cosechas. Esto multiplica las dificultades para las ni?as de castas m¨¢s bajas. ¡°La discriminaci¨®n es doble y complica a¨²n m¨¢s el acceso a productos b¨¢sicos como la alimentaci¨®n y, por supuesto, la higiene personal¡±, puntualiza Pravin.
La activista termina la formaci¨®n impactada por la situaci¨®n de las mujeres en las monta?as y con intenci¨®n de volver pronto. ¡°En tres meses hablar¨¦ con ellas para asegurarme de que est¨¢n utilizando los productos y realmente les han servido¡±, dice. Tambi¨¦n sigue pensando ideas para fomentar su empoderamiento: ¡°Me gustar¨ªa encontrar la forma de que ellas puedan fabricar sus compresas¡±, reflexiona.
Le espera otro viaje largo, y el miedo a las carreteras llenas de obst¨¢culos y barrancos de miles de metros es visible. No obstante, el impacto de su proyecto y el cari?o de las vecinas del pueblo le reconforta. ¡°Es incre¨ªble ver sus sonrisas y el inter¨¦s que tienen en ejercer sus derechos¡±, celebra. Su motor es saber que todo su trabajo est¨¢ contribuyendo a la revoluci¨®n menstrual que atraviesa a todo el planeta y que est¨¢ llenando de esperanza a las generaciones futuras.
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