Lo que ha unido el caf¨¦ que no lo separe la guerra
En la conflictiva regi¨®n del Cauca, excombatientes de las FARC y miembros de las comunidades tratan conjuntamente de desarrollar proyectos agropecuarios, organizar problem¨¢ticas de tierras y viviendas
Denilson Oidor, de 38 a?os, sirve el almuerzo a su compa?era y a su hija peque?a antes de irse a trabajar a la finca que tiene con sus padres y donde ha trabajado toda su vida como agricultor. Oidor y su familia viven principalmente de la producci¨®n de caf¨¦, como la mayor¨ªa de moradores del departamento del Cauca. Esta es la cuarta regi¨®n productora de caf¨¦ en Colombia y de donde sale el de mejor calidad, seg¨²n dicen. Tambi¨¦n es la zona donde la guerra arreci¨® durante a?os y donde la violencia a¨²n persiste, pues quedan diversos grupos armados incluso despu¨¦s de la firma de los acuerdos de paz entre la organizaci¨®n guerrillera insurgente Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC-EP) y el Estado.
Aunque en agosto de este a?o los precios del caf¨¦ alcanzaron una cifra r¨¦cord en el mercado internacional ¨C2,58 euros por carga, que es la unidad de medida de peso, equivalente a 125 kilos¨C los caficultores de Inz¨¢ no han podido beneficiarse de esta bonanza. La raz¨®n es que la producci¨®n ha disminuido debido a que las fuertes lluvias y la bajada de temperaturas que golpean al pa¨ªs han afectado los cultivos del grano. Adem¨¢s, la comercializaci¨®n tambi¨¦n se ha visto da?ada por las limitaciones del transporte: las v¨ªas sin asfalto, embarradas y muchas veces intransitables limitan el transporte del producto. Oidor ve con escepticismo la subida del valor. ¡°Ac¨¢ compran mucho caf¨¦, pero los intermediarios son los que se lo llevan¡±, comenta.
Para Oidor y otras familias de la zona, los diferentes intermediarios hasta llegar al comprador final son los que se llevan la ganancia, dejando al productor en lo m¨¢s bajo de la cadena comercial. Por eso est¨¢n interesados en ser parte de la Mesa Nacional del Caf¨¦, una iniciativa de los excombatientes de las FARC-EP y la Agencia de Reincorporaci¨®n y Normalizaci¨®n que busca unificar a los productores en las regiones. Pero Oidor reconoce que su participaci¨®n depender¨¢ del precio que se proponga.
Parte del caf¨¦ que se produce en Inz¨¢ es de las variedades caturra, geisha y bourbon, de muy alta calidad, por lo que su coste es superior a la media. Identificar los tipos de grano que interesan para la exportaci¨®n se logra mediante an¨¢lisis y catas que se hacen en laboratorios. Por eso, Oidor considera importante tener uno en su comunidad para realizar las pruebas pertinentes a las cosechas.
Las familias esperaban con ilusi¨®n la reforma rural integral, nacida de los acuerdos de paz, que pretende fortalecer el campo con diferentes proyectos. La comunidad quer¨ªa ser parte de los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET) que dar¨ªan acceso a recursos a los municipios m¨¢s golpeados por la guerra y por la pobreza. Para los productores de Inz¨¢, ser parte de los PDET les permitir¨ªa tener un laboratorio de caf¨¦. Pero muchos de estos fondos, m¨¢s de 115 millones de euros, fueron apropiados a trav¨¦s de sobornos por funcionarios del anterior Gobierno, como descubri¨® una reciente investigaci¨®n de un medio local.
Por medio de la reci¨¦n formada Mesa Nacional del Caf¨¦ y empresas del sector, Manuel Guachet¨¢, de 35 a?os, estuvo en Espa?a recibiendo una formaci¨®n sobre la cadena de valor del producto, as¨ª como an¨¢lisis sensorial, cata y en barismo (preparaci¨®n de la bebida). Aunque actualmente trabaja en una cooperativa en otro municipio, su meta es implementar en su pueblo, Inz¨¢, todo lo que aprendi¨®, y as¨ª agrupar tanto a los reincorporados de las FARC-EP como a las familias cafeteras de la zona.
La articulaci¨®n de proyectos productivos entre la comunidad y los excombatientes de las FARC-EP es una parte importante en las pol¨ªticas de reincorporaci¨®n acordadas para facilitar la inserci¨®n de los excombatientes en las comunidades. En Caldono, un municipio del norte del Cauca, ya est¨¢n en marcha estas alianzas para el desarrollo de distintas iniciativas en el campo. Robert (alias con el que se presenta y que es como se le conoc¨ªa en las FARC), es el encargado del plan de porcicultura. Despu¨¦s de pasar por diferentes unidades de la guerrilla, se convirti¨® en guardia del m¨¢ximo comandante de la ¨¦poca, Alfonso Cano, que fue abatido en 2011 en una operaci¨®n del ej¨¦rcito colombiano.
Los excombatientes de esta zona del norte del Cauca prev¨¦n que la granja porcina llegue a convertirse en una de las m¨¢s avanzadas de la regi¨®n y se suma a otros proyectos de piscicultura, ganader¨ªa, horticultura y de cultivos de aguacate hass. La iniciativa se encuentra en tierras del cabildo ind¨ªgena de Caldono y la alianza aqu¨ª entre ind¨ªgenas y excombatientes que se han establecido en la zona todav¨ªa es objeto de debate porque a¨²n tiene que resolverse la cuesti¨®n de la tenencia de las tierras y el futuro de los procesos agr¨ªcolas que comienzan.
Robert cuenta que tambi¨¦n se presentan otras dificultades: ¡°No llegamos aprendidos ac¨¢ en el tema t¨¦cnico, hubo algunos errores en el planteamiento y ahora se va a reformular¡±. Actualmente, la iniciativa cuenta con 435 excombatientes, la mayor¨ªa de la regi¨®n, que se concentraron en Carlos Perdomo, un espacio territorial de capacitaci¨®n y concentraci¨®n (ETCR), como se llama a los lugares donde se establecieron los excombatientes cuando dejaron las armas.
Un tema cr¨ªtico en Inz¨¢ es el incremento de la violencia. Grupos como el Ej¨¦rcito de Liberaci¨®n Nacional (ELN), y otros disidentes de las FARC como Dagoberto Ramos y la Segunda Marquetalia, que no se desmovilizaron en 2016, siguen batallando por el control de territorial en esta zona del norte del Cauca. Tambi¨¦n es este distrito en donde m¨¢s de 50 excombatientes han sido asesinados, seg¨²n un informe de la Jurisdicci¨®n Especial para la Paz (JEP), que se suman a los m¨¢s de 300 excombatientes ejecutados en Colombia desde la firma del acuerdo de paz.
Esto lo sabe bien Marcela, veterana de las FARC-EP, quien solo quiere dar su antiguo nombre de guerra. El pasado 9 de junio, unos hombres en moto dispararon a su compa?ero y a ella cuando transitaban la v¨ªa Panamericana. Marcela vive junto a 30 personas m¨¢s en el campamento de Santa Rosa, en el ETCR Carlos Perdomo.
El cabildo de Caldono de la comunidad Nasa don¨® esta tierra a los excombatientes. All¨ª, William Muriel, de 34 a?os, dirige el proyecto residencial por el que se constru¨ªan 145 viviendas de inter¨¦s social. Para ello, se emplear¨¢, durante 13 meses, a 50 excombatientes y 30 personas de la comunidad. Muriel explica que no solo se levantar¨¢ un conjunto de casas, al que llamar¨¢n Ciudadela, sino que adem¨¢s comenzar¨¢n las obras de un acueducto, as¨ª como del alcantarillado. De todo ello se beneficiar¨¢ toda la comunidad.
Antes de dirigir el proyecto de vivienda, Muriel coordin¨® el de porcicultura. Este tipo de cargos son rotativos. ¡°No me puedo atornillar a porcicultura, porque eso no es lo m¨ªo, es de una militancia muy amplia¡±, explica ¨¦l.
Muriel conoce la guerra desde peque?o. Supo de las FARC-EP a los nueve a?os, cuando fue desplazado de los llanos orientales por los paramilitares y estuvo m¨¢s de dos d¨¦cadas combatiendo en el Cauca. Hoy, est¨¢ convencido de los beneficios de los proyectos comunales. ¡°En este momento estamos rodeados de grupos armados, pero no vamos a correr¡±, zanja.
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