Un infame centro de detenci¨®n que se ha convertido en una fortaleza de los derechos humanos
La Casa dos Direitos se levanta en el coraz¨®n de la antigua prisi¨®n de Bissau Velho y aglutina m¨²ltiples organizaciones de la sociedad civil de Guinea-Bis¨¢u
Edificado muy cerca del puerto, pero de espaldas al mar, en Bissau Velho, el barrio colonial de Bis¨¢u, capital de Guinea-Bis¨¢u, se encuentra un peque?o edificio, aparentemente de una planta. Est¨¢ ubicado frente a los muros de protecci¨®n del fuerte de San Jos¨¦ de Amura, la fortaleza militar del mausoleo del padre de la patria, Am¨ªlcar Cabral. Esa estructura modesta, sin embargo, marc¨® durante d¨¦cadas las pesadillas de miles de habitantes de la antigua colonia portuguesa. Primero fue la sede de la temida polic¨ªa, despu¨¦s fue comisar¨ªa, centro de detenci¨®n y prisi¨®n hasta que el lugar fue clausurado en 2011. Un a?o despu¨¦s, un grupo de organizaciones de defensa de los derechos humanos convirtieron aquel testimonio de la infamia en la Casa dos Direitos, un aut¨¦ntico baluarte de las libertades ciudadanas. Hoy, pocos podr¨ªan imaginar el dolor que ha llegado a albergar, al ver su actual aspecto simp¨¢tico y acogedor.
Bubacar Tur¨¦ es vicepresidente de la Liga Guineense dos Direitos Humanos (LGDH), una de las organizaciones que impuls¨® la reconversi¨®n de este espacio. ¡°Para las organizaciones de la sociedad civil, la Casa es una embajada de los derechos humanos en Guinea-Bis¨¢u¡±, asegura. Este sitio acoge a entidades con diferentes cometidos, desde la que defienden los derechos humanos en general, como la propia Liga, hasta las que se centran en una parcela concreta, como los derechos de las mujeres o de la infancia, la salud sexual y reproductiva, la protecci¨®n del medio ambiente o la libertad de expresi¨®n, entre otras. La convivencia de todas estas iniciativas es una estrategia de refuerzo mutuo. ¡°El hecho de estar juntas nos hace m¨¢s fuertes y nos permite pronunciarnos a trav¨¦s de una sola voz respetada y escuchada¡±, defiende Tur¨¦.
Actualmente, ocho organizaciones tienen su sede permanente en este espacio, pero a lo largo del a?o, acoge las actividades de un sinf¨ªn de colectivos de activistas m¨¢s informales. ¡°En la quincena de los derechos, por ejemplo, que es una propuesta impulsada por la Casa dos Direitos que se celebra cada diciembre, participan 40 organizaciones. Fue una forma de apertura al resto de la sociedad civil y, despu¨¦s de la primera edici¨®n, siempre se ha celebrado, con golpes de Estado o sin ellos, con la covid o sin ella¡±, apunta F¨¢tima Proen?a, la directora de la ONG portuguesa Associa??o para a Coopera??o Entre os Povos (ACEP).
Desde 1945 hasta 2012, esta insignificante construcci¨®n, en la actual calle Guerra Mendes de Bis¨¢u, represent¨® la esencia del terror pol¨ªtico y de la represi¨®n. En sus inicios, alberg¨® la 1? Esquadra, la primera polic¨ªa compuesta instrumentalmente por los propios colonizados. Fue centro de detenci¨®n y de castigo para quienes disent¨ªan del poder portugu¨¦s en ?frica. All¨ª fueron a parar, por ejemplo, los detenidos en la revuelta de los estibadores del puerto de Pindjiguiti en 1959, que acab¨® en masacre, un episodio que, como en otros territorios del continente, empezaban a anunciar un cambio de ¨¦poca. En la larga y cruenta guerra de liberaci¨®n (1963-1974), la PIDE ¡ªla siniestra polic¨ªa pol¨ªtica de la dictadura portuguesa¡ª mantuvo en el edificio celdas subterr¨¢neas, sin ventilaci¨®n ni luz natural, y extremadamente h¨²medas.
La propuesta de ley sobre los derechos de los ni?os ha sido concebida en la Casa dos Direitos y el poder pol¨ªtico la ha asumido
Ni siquiera el final de la ¨¦poca colonial pudo liberar al edificio de toda la carga de horror que impregnaba sus paredes. El gobierno independiente mantuvo inicialmente las funciones de comisar¨ªa, centro de detenci¨®n y prisi¨®n. Hubo un periodo de 13 a?os (1986 y 1999) en los que fue destinado a otras funciones, pero la destrucci¨®n de otra prisi¨®n en la ciudad durante la guerra civil, llev¨® de nuevo a los presos a las celdas de Bissau Velho.
De hecho, cuando el proyecto de la Casa dos Direitos comenz¨® a cocinarse, a¨²n hab¨ªa prisioneros en el edificio. La aprobaci¨®n de esta iniciativa fue la que propici¨®, en 2011, el traslado a otras c¨¢rceles de los ¨²ltimos 30 reclusos. Proen?a, directora de ACEP, recuerda c¨®mo se gest¨® este proyecto para la revitalizaci¨®n de la sociedad civil, que solicitaron que la prisi¨®n fuera la sede por su carga simb¨®lica y que fue impulsado por media docena de organizaciones del pa¨ªs con el apoyo de la cooperaci¨®n portuguesa. Su propuesta lleg¨® en el momento id¨®neo, pues en poco m¨¢s de medio a?o, las autoridades clausuraron el lugar para ced¨¦rselo a la coalici¨®n de entidades. ¡°Tardaron un poco m¨¢s en darnos las llaves, porque creo que les daba verg¨¹enza mostrar el estado de la prisi¨®n¡±, rememora Proen?a.
Esta veterana activista recuerda el d¨ªa de la inauguraci¨®n, en marzo de 2012, como un aut¨¦ntico acontecimiento. ¡°Todo Bis¨¢u ten¨ªa ganas de ver la prisi¨®n convertida en la Casa dos Direitos¡±, bromea. Pero recupera el tono serio para destacar que se produjo una especie de catarsis colectiva. ¡°Todas las personas que ten¨ªan alguna historia relacionada con aquella prisi¨®n estaban presentes. Un periodista cuyo padre hab¨ªa muerto all¨ª, otra persona que hab¨ªa tenido a su padre preso, en realidad hab¨ªa gente de los sectores m¨¢s diversos que, en diferentes ¨¦pocas, hab¨ªan tenido alg¨²n contacto con la c¨¢rcel. Se compart¨ªan las experiencias y muchos no pod¨ªan aguantar las l¨¢grimas¡±, comenta emocionada. La ceremonia sirvi¨®, en cierto modo, para liberar a los fantasmas que conten¨ªan las celdas.
Desde ese momento, los gestores de la Casa han recuperado parte de la memoria hist¨®rica y en el espacio donde estaban las celdas subterr¨¢neas se pueden leer las explicaciones de lo que fue este lugar. Otro calabozo es hoy una biblioteca y un centro de documentaci¨®n, sobre temas relacionados con derechos humanos, desarrollo y sociedad civil, una especie de revancha a todos aquellos atropellos.
Para Proen?a, la Casa ¡°es un espacio de protecci¨®n¡±. El pasado febrero, los golpistas que intentaron hacerse con el poder por la fuerza, sin ¨¦xito, ya que no se atrevieron a irrumpir en la Casa, a pesar de que buscaban a activistas vinculados con la iniciativa. En otras protestas, los manifestantes se han refugiado detr¨¢s de su simb¨®lica valla, que no llega al metro de altura. ¡°Tambi¨¦n es un espacio de promoci¨®n de los derechos humanos, de sensibilizaci¨®n, de educaci¨®n¡±, a?ade la directora de ACEP.
Tur¨¦ agrega que otro de los trabajos de la Casa es la recogida y an¨¢lisis de datos sobre indicadores diversos relacionados con el acceso a los derechos. Lo hace el Observatorio dos Direitos. ¡°Desde la distancia que tienen que recorrer los ni?os para llegar a una escuela hasta los precios de medicamentos o las condiciones de vida de la poblaci¨®n en las prisiones¡±, enumera. Y destaca la capacidad de influencia efectiva gracias a las estad¨ªsticas. ¡°Hemos conseguido participar en la elaboraci¨®n de algunas pol¨ªticas p¨²blicas, como la propuesta de ley sobre los derechos de los ni?os, que han sido concebidas aqu¨ª y asumidas por el poder pol¨ªtico¡±, asegura.
La cooperaci¨®n internacional entiende el papel fundamental de la Casa dos Direitos, pero apoyarla econ¨®micamente no entra dentro de sus prioridades
Ambos coinciden en la extra?a protecci¨®n de que goza la iniciativa. ¡°La Casa ofrece una especie de inmunidad ficticia a las organizaciones¡±, comenta Tur¨¦. ¡°Les protege en sus acciones. No es real, sino que algo simb¨®lica. Es un espacio respetado por todos, incluso, por el propio poder pol¨ªtico, a pesar de que es un centro de denuncias de ataques a los derechos humanos, incluidos los del Gobierno o los militares¡±. Proen?a aclara que se han encontrado con situaciones en las que parece que hay una ¡°protecci¨®n casi m¨ªstica¡±. ¡°Es como si la Casa estuviese sacralizada¡±. Atribuye esta aura especial a una combinaci¨®n de la propia historia del lugar, el prestigio y ciertos apoyos internacionales.
Sin embargo, esa seguridad es cada vez m¨¢s precaria. Las organizaciones de la sociedad civil est¨¢n preocupadas por la deriva del poder en Guinea-Bis¨¢u, que ven cada vez m¨¢s concentrado, y por el clima social que encuentran cada vez m¨¢s crispado. ¡°Las conquistas de los derechos humanos est¨¢n ahora en una situaci¨®n de retroceso¡±, denuncia Tur¨¦. Advierte que hay un aumento de los ataques a la libertad de prensa, intentos de limitar el espacio de las organizaciones de la sociedad civil, los periodistas y las voces discordantes. A su vez, la directora de ACEP considera que, en el pa¨ªs, ¡°se est¨¢ degradando la confianza y la capacidad de di¨¢logo, como nunca antes¡±.
En este contexto de crecientes turbulencias, la instituci¨®n adolece de una falta de financiaci¨®n. En este sentido, Proen?a apela a los grandes actores de la cooperaci¨®n internacional. ¡°Entienden la teor¨ªa: el papel fundamental que la Casa tiene en el panorama pol¨ªtico nacional, en la promoci¨®n de los derechos humanos y en la protecci¨®n de sus defensores. Pero despu¨¦s no hay un reflejo pr¨¢ctico, porque apoyarla no entra dentro de sus prioridades¡±.
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