Socorro Rosario Sicay, tejedora de Guatemala: ¡°Dec¨ªan que somos guerrilleras, pero somos mujeres trabajadoras y emprendedoras¡±
La artesana lleva d¨¦cadas al frente de la Asociaci¨®n de Mujeres en Colores Bot¨¢nicos, una organizaci¨®n que defiende las tradiciones de las poblaciones mayas masacradas durante la guerra civil guatemalteca
El arco¨ªris nace de un desv¨ªo, de un rayo de sol que se descompone y cambia el ¨¢ngulo de su trayectoria. Tras ese desv¨ªo se crean rangos de longitud de onda, fragmentos de luz que el ojo humano es capaz de percibir y traducir a una tonalidad espec¨ªfica. El ojo de Socorro Rosario Sicay est¨¢ muy entrenado en eso, en diferenciar colores, para luego ser capaz de plasmarlos sobre algod¨®n. Con corteza de coco se hace el beige, el amarillo con manzanilla, el violeta con remolacha, el naranja con zanahoria... En eso ha basado Sicay toda su vida: en recuperar las tradiciones mayas de las mujeres tejedoras en Guatemala, y mantenerlas vivas, aunque para ello, en ocasiones, haya tenido que jugarse la vida.
¡°Yo no estudi¨¦ ni un a?o, ni un momento, ni un segundo¡±. Sicay no fue a la escuela, todo lo que aprendi¨® lo aprendi¨® de su abuela, Rosario, y de su madre, Dominga, que muri¨® a los 107 a?os. A trav¨¦s de la Asociaci¨®n de Mujeres en Colores Bot¨¢nicos, que preside, lleva d¨¦cadas compartiendo esos conocimientos.
Yo pas¨¦ una gran crisis en 1982, cuando me llev¨® el ej¨¦rcito. Me quer¨ªan matar por rescatar esta tradici¨®n de GuatemalaRosario Sicay
La asociaci¨®n est¨¢ en una calle estrecha y en sombra, entre dos hileras de edificios bajos de cemento, en San Juan La Laguna, uno de los pueblos que rodea al lago Atitl¨¢n. Hay m¨¢s de una decena de pueblos al oeste de Guatemala rodeando ese lago, Atitl¨¢n, que en lengua n¨¢huatl significa ¡°entre las aguas¡±. Los m¨¢s tur¨ªsticos son los que est¨¢n en la orilla izquierda mirando al norte: San Pedro, San Juan, San Pablo y San Marcos (todos con el apellido La Laguna y todos con nombres de ap¨®stoles del cristianismo, en una zona predominantemente maya tz?utujil).
La asociaci¨®n tiene tambi¨¦n una tienda llena de huipiles y otros vestidos tradicionales, libretas forradas con telas, fulares, camisas, muchas fotos en las paredes y un cartel que pone que el presidente constitucional de la Rep¨²blica de Guatemala, ?scar Berger, otorg¨® en 2004 la ¡°Orden Nacional del Patrimonio Cultural de Guatemala a la mujer tejedora maya Socorro Sicay por su aporte extraordinario a una de las expresiones aut¨¦nticamente nacionales como lo es la elaboraci¨®n de los textiles y su significado en la cosmovisi¨®n maya¡±.
¡°Yo pas¨¦ una gran crisis en 1982, cuando me llev¨® el ej¨¦rcito. Me quer¨ªan matar por rescatar esta tradici¨®n de Guatemala. Ellos dec¨ªan que somos guerrilleras, pero no es as¨ª, somos mujeres luchadoras, trabajadoras y emprendedoras¡±, recuerda Sicay. Se refiere con estas palabras a uno de los per¨ªodos de exterminio contra las comunidades ind¨ªgenas m¨¢s duros en Guatemala. Fue la ¨¦poca del dictador Jos¨¦ Efra¨ªn R¨ªos Montt, que en 2013 fue condenado a 80 a?os de prisi¨®n por genocidio y cr¨ªmenes contra la humanidad, perpetrados entre 1982 y 1983.
¡°Mataron a mi esposo. Se llamaba Nicol¨¢s. En 1982, en la matanza, cuando me quisieron matar a m¨ª. Se llamaban Ventura y Cuixulic y Chepe y Juanito [quienes mataron a su marido]. Solo uno est¨¢ vivo, Ventura. Yo no tengo miedo de decirlo. Ellos me llevaron a m¨ª. Todos encapuchados. Me llevaron, ten¨ªa una hinchaz¨®n en la cara y falleci¨® mi beb¨¦, ten¨ªa ocho meses. Ellos fueron a matar a la gente. Vinieron a perder nuestra cultura¡±, concreta. El dictador R¨ªos Montt estuvo solo 17 meses en el poder, pero en ese tiempo masacr¨® a m¨¢s de 10.000 personas, mayoritariamente campesinos mayas. Centenares de aldeas fueron tambi¨¦n arrasadas, seg¨²n informes de diversas organizaciones humanitarias. Fue uno de los episodios m¨¢s violentos de la guerra civil en Guatemala, que entre 1960 a 1996 se cobr¨® la vida de centenares de miles de personas.
Socorro no fue a la escuela. Todo lo que aprendi¨®, lo aprendi¨® de su abuela, Rosario, y de su madre, Dominga, que muri¨® a los 107 a?os
¡°Yo le digo a Dios, cuando le encuentro en la calle: ¡®Ese es un hombre malo¡¯. Yo no puedo acusarlo. Cuando nos llamaron y dieron dinero a la gente, a m¨ª no me dieron el dinero. Yo present¨¦ todos mis papeles, pero no me recibieron¡±, lamenta. Sicay habla sobre las compensaciones econ¨®micas del Gobierno, las que a ella nunca le llegaron. Pero pese a todo, sigui¨® adelante con su asociaci¨®n, tejiendo para recordar, para que las tradiciones de su cultura no caigan nunca en el olvido.
¡°Estoy ense?ando a las se?oritas para que ellas aprendan. Todos los dise?os vienen de mi cabeza. Somos un grupo de 30 mujeres, en la cooperativa. Las activas somos mujeres viudas¡±.
Tambi¨¦n quiere ense?ar a los chicos j¨®venes ¡°para que no caigan en las drogas¡±, dice. Y les da trabajo envi¨¢ndoles al bosque a recoger corteza de coco, de banano, de zapote. Esa corteza se cuece y luego se muele y sirve tambi¨¦n para obtener diferentes colores.
Muy cerca de la tienda hay otro local con muestras de todo lo que hacen a partir de plantas y cortezas y arbustos y verduras. Socorro se sienta detr¨¢s de una mesa y ense?a c¨®mo va convirtiendo montones de algod¨®n Ixcaco, muy caracter¨ªstico de la zona, en hilos finos, y luego en madejas. Despu¨¦s se levanta, va hasta la pared de la izquierda, donde cuelga un plaf¨®n con fotos, y lo se?ala.
¡°Yo fui a hilar algod¨®n a Canad¨¢. Fui a Vancouver, Toronto y Victoria, Montreal...¡±. Viaj¨® hasta all¨ª para que las mujeres ind¨ªgenas canadienses le ense?aran c¨®mo tej¨ªan y ella les contara c¨®mo lo hac¨ªan en Guatemala. Un intercambio de conocimientos. Aunque fue mucho m¨¢s que eso: ¡°Prob¨¦ de todo. Yo manej¨¦, me ense?aron a manejar¡±, dice, mientras ense?a una foto donde conduce un carrito de golf. Muy cerca hay otra imagen donde est¨¢ pisando terreno nevado. Hasta entonces nunca hab¨ªa visto la nieve. La se?ala, se r¨ªe y dice, esta mujer que sigue protegiendo la artesan¨ªa tradicional de Guatemala: ¡°La recib¨ª con mi boca y le agradec¨ª mucho a Dios¡±.
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