Madres que envenenan a sus hijos para sobrevivir a la hambruna de Somalia
Algunas familias, desesperadas, enferman de forma deliberada a sus ni?os para poder llevarlos a centros de salud donde obtienen alimentos terap¨¦uticos gratis
Un mill¨®n de personas se han quedado sin hogar por cinco estaciones consecutivas de sequ¨ªa en Somalia. Los somal¨ªes, que sufren la destrucci¨®n de sus cultivos y la p¨¦rdida de cuatro millones de cabezas de ganado, luchan contra viento y marea para vencer la creciente hambruna. Muchos de ellos se dirigen a los atestados campamentos de desplazados y asentamientos ilegales en la capital, Mogadiscio. Uno de ellos es Tabeellaha Sheikh Ibrahim, a las afueras de la ciudad, donde han buscado refugio 600 familias que intentan escapar de la sequ¨ªa y la guerra civil en las regiones meridionales y centrales del pa¨ªs.
Como es habitual en Somalia, no hay ayuda disponible ¡ªni de las agencias de ayuda humanitaria ni del Gobierno¡ª para las mujeres, los ni?os y los ancianos hacinados en refugios improvisados en el campamento. Casi cinco millones de somal¨ªes pasan hambre y se prev¨¦ que 1,8 millones de ni?os menores de cinco a?os sufrir¨¢n desnutrici¨®n aguda este a?o, por lo que la gente en Tabeellaha Sheikh Ibrahim recurre a medidas cada vez m¨¢s desesperadas para llevarse comida a la boca. Algunos de estos m¨¦todos de supervivencia ponen en peligro la salud y la seguridad de los ni?os, pero las madres entrevistadas creen que no tienen elecci¨®n.
Algunas hacen que sus hijos enfermen deliberadamente para poder llevarlos a centros de salud administrados por el Gobierno en la ciudad, donde existe la posibilidad de obtener alimentos terap¨¦uticos gratuitos. Por lo general, alimentan a la fuerza a sus hijos con agua mezclada con detergente o sal. ¡°Enveneno a mis hijos para sobrevivir¡±, confiesa Maceey Shute. ¡°Tengo seis ni?os, y esta es la ¨²nica forma en que puedo conseguir comida. Los debilita y les da diarrea acuosa¡±. Ella lleva a los ni?os enfermos al hospital de Banadir, con la esperanza de conseguir galletas y gachas enriquecidas con nutrientes, y luego guarda el resto para alimentar a su familia o vende algunas.
Ning¨²n trabajador humanitario ha visitado a las familias en Tabeellaha Sheikh Ibrahim, no se ha distribuido ayuda y no hay dispensarios. Con los niveles actuales de financiaci¨®n de la ayuda internacional, solo se llegar¨¢ a la mitad de las personas necesitadas en Somalia entre abril y junio.
El alquiler de beb¨¦s, pr¨¢ctica habitual
Otro m¨¦todo de supervivencia extremo es alquilar beb¨¦s y ni?os peque?os a mendigos a cambio de una parte de las ganancias. Amino Ikar Hilowle es una madre de ocho hijos que huy¨® de su granja en la aldea de Bulo-marer, en la regi¨®n de Bajo Shabelle (al sur del pa¨ªs). Cuando lleg¨® por primera vez a Mogadiscio, ganaba dinero limpiando casas y lavando ropa, pero ha descubierto que la mendicidad es m¨¢s rentable. Deambula por las calles de la ciudad con un beb¨¦ de 18 meses a cuestas, pidiendo dinero a las puertas de los centros de negocios, hoteles, restaurantes y bancos. Pero el ni?o no es suyo. ¡°No tenemos ni comida, ni agua, y tampoco podemos cubrir ninguna otra necesidad b¨¢sica para vivir¡±, asegura. ¡°He acordado un plan de reparto de beneficios con la madre de este ni?o por el que ella recibe una parte del dinero que recaudo de la mendicidad¡±. Hilowle explica que la gente se muestra mucho m¨¢s reacia a darle dinero cuando mendiga sola. ¡°Cuando pido con este beb¨¦ a cuestas, la gente se compadece de m¨ª¡±, afirma. ¡°Cuando lo llevo conmigo, recibo alrededor de 12 d¨®lares al d¨ªa de media en limosnas¡±.
El alquiler de ni?os es una pr¨¢ctica habitual en Tabeellaha Sheikh Ibrahim. Shumey Abukar, que lleg¨® recientemente de Qoryoley (Bajo Shabelle) con sus cuatro hijos, alquila dos de ellos a mujeres que fingen ser sus madres. Explica que ni ella ni su marido tienen empleo. Y ella no puede buscar trabajo porque tuvo un sangrado grave durante un parto reciente, y a veces se encuentra demasiado d¨¦bil para sostenerse en pie. Abukar dice que gana alrededor de 5 d¨®lares al d¨ªa alquilando a sus hijos, y que no le preocupa mucho su seguridad porque conoce a la mujer que se los lleva y conf¨ªa en ella. ¡°A veces me siento culpable. Pero no me queda otra opci¨®n, porque tengo que darles de comer y no tengo ninguna cualificaci¨®n que me ayude a conseguir un trabajo¡±, afirma.
Otra forma en que las familias desesperadas obtienen dinero para comprar comida es casar a sus hijas menores de edad con hombres m¨¢s mayores. La hija de Shute, Maryan, de 15 a?os, se cas¨® a la fuerza con el hombre que dirige el campamento poco despu¨¦s de que all¨ª se instalara su familia, formada por 11 miembros. ¡°Mi padre me dijo que ten¨ªa que casarme con este anciano¡±, afirma la adolescente. ¡°Me dijo que mejorar¨ªa la vida de nuestra familia porque podr¨ªamos quedarnos en el campamento de forma gratuita, y recibir m¨¢s ayuda¡±. Maryan asegura que al principio se neg¨® a casarse, pero finalmente cedi¨® porque le preocupaba mucho la grave situaci¨®n econ¨®mica de su familia. ¡°Llevo dos meses casada, pero nuestras vidas han mejorado poco¡±, lamenta.
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