Un m¨¦dico de MSF: ¡°Lo que est¨¢ ocurriendo en Gaza es una emergencia humanitaria que nunca antes hab¨ªa visto¡±
Operar en el suelo, sin anestesia y cercados por los bombardeos, mientras heridos y enfermos cr¨®nicos mueren sin poder recibir los cuidados que precisan: un doctor de M¨¦dicos Sin Fronteras describe el trabajo del personal sanitario en la Franja
Maryam (nombre ficticio) tiene 11 a?os y su vida ha cambiado para siempre. La ni?a ha perdido las dos piernas en un bombardeo. Se le amput¨® una justo por debajo de la cadera y la otra, a la altura de la rodilla, en el Hospital Indonesio de Rafah, al sur de la franja de Gaza, al que lleg¨® con su madre y sus dos hermanas, que tambi¨¦n sufrieron amputaciones. Las cuatro forman parte de los m¨¢s de 67.000 palestinos de Gaza que han resultado heridos hasta la fecha en la guerra con Israel, muchos de los cuales, tras recibir el alta, tendr¨¢n que recuperarse en una tienda de campa?a improvisada, consistente en muchos casos en apenas cuatro palos y un pedazo de pl¨¢stico, a merced del fr¨ªo y de la lluvia. En esas condiciones, sus heridas corren un enorme riesgo de infectarse y las probabilidades de que les practiquen las cirug¨ªas reconstructivas adicionales que necesitan son muy escasas.
En diciembre viaj¨¦ a Gaza con un equipo de M¨¦dicos Sin Fronteras (MSF). Nuestros principales objetivos eran dos. Primero, prestar apoyo al servicio de urgencias y al quir¨®fano del hospital Nasser, en Jan Yunis, tambi¨¦n al sur de la Franja, donde llevamos a cabo operaciones de cirug¨ªa pl¨¢stica reconstructiva e injertos de piel. Y segundo, encontrar un lugar que estuviera m¨¢s alejado de la l¨ªnea del frente y donde pudi¨¦ramos trabajar con seguridad, porque estaba claro que no ¨ªbamos a poder permanecer mucho tiempo m¨¢s en el hospital Nasser.
El cirujano pl¨¢stico de nuestro equipo solo pudo trabajar all¨ª dos d¨ªas antes de que el ej¨¦rcito israel¨ª avisara de que iba a empezar a bombardear la zona adyacente. Nuestro equipo de trabajadores internacionales tuvo que retirarse del centro m¨¦dico en Navidad, aunque varios colegas palestinos optaron por seguir atendiendo a los enfermos y heridos a pesar del riesgo que eso supon¨ªa para sus propias vidas. Apenas un mes despu¨¦s, a finales de enero, cuando yo ya estaba de regreso, el hospital, esencial para la gente desplazada en Jan Yunis, acab¨® siendo evacuado casi por completo. En este momento hay una ¨ªnfima parte del personal que sigue atrapada en su interior, debido a los intensos combates en la zona, entre ellos varios trabajadores de MSF.
Tras esta primera y frustrante etapa, nos centramos en poner en marcha el hospital de campa?a indonesio de Rafah y en equipar a nuestro personal con botiquines de traumatolog¨ªa. El alto riesgo de bombardeos o de quedar atrapados en el fuego cruzado hac¨ªa esencial que todo nuestro personal, incluidos los conductores y otros trabajadores no sanitarios, adquirieran algunos conocimientos b¨¢sicos para salvar vidas, como la aplicaci¨®n de vendajes compresivos y el uso de torniquetes.
Ning¨²n otro conflicto es comparable a lo que ocurre en Gaza. Ya hab¨ªa trabajado con MSF en otras zonas en conflicto. Estuve, por ejemplo, en la Rep¨²blica Centroafricana y en la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo, y fui tambi¨¦n a Ucrania, justo despu¨¦s de que Rusia intensificara su invasi¨®n; en marzo de 2022. Pero lo que est¨¢ ocurriendo en Gaza es una emergencia humanitaria que nunca antes hab¨ªa visto. Por la magnitud de los bombardeos, por las limitaciones para prestar ayuda humanitaria m¨¦dica debido a los ataques indiscriminados y por la absoluta falta de respeto hacia las vidas del personal m¨¦dico y hacia la integridad de las instalaciones sanitarias, entre otros. La intensidad de los ataques en toda Gaza, las peque?as dimensiones del territorio, 365 kil¨®metros cuadrados, y su enorme densidad de poblaci¨®n convierten a la Franja en una trampa mortal de la que no se puede escapar.
La falta de suministros y equipos m¨¦dicos tambi¨¦n es impactante y muy dif¨ªcil de gestionar. La sala de urgencias del hospital Nasser, que estaba desbordada de pacientes ingresados, solo ten¨ªa dos boxes de traumatolog¨ªa disponibles para casos de urgencia y apenas dispon¨ªa de camas, por lo que la mayor¨ªa de los pacientes ten¨ªan que ser tratados en el suelo. Varias de las m¨¢quinas para monitorizar a los pacientes no funcionaban o les faltaban las piezas necesarias para funcionar correctamente. Y tuvimos que racionar los escasos medicamentos disponibles.
En el Hospital de Campa?a Indonesio de Rafah, aunque ten¨ªamos un cirujano en nuestro equipo, no dispon¨ªamos de suficientes analg¨¦sicos para adormecer y prevenir infecciones, como lidoca¨ªna, un anest¨¦sico local que se usa para los cambios de vendajes y procedimientos m¨¢s peque?os pero esenciales, como extirpar tejido muerto o infectado. Es tambi¨¦n el tipo de anestesia que se usa para una extracci¨®n de muelas. Y otros colegas que trabajaban en otros hospitales se enfrentaron a situaciones incluso peores y tuvieron que llevar a cabo operaciones urgentes como amputaciones sin anestesia general.
Los palestinos de Gaza no son una estad¨ªstica. Hablamos de 100, 200 fallecidos por d¨ªa, pero la gente se olvida de que se trata de ni?os, madres y padres, incluidos mis compa?eros palestinos de MSF, que segu¨ªan trabajando cada d¨ªa sabiendo que sus familiares pod¨ªan morir en ese instante.Edward Chu, MSF
Los hospitales est¨¢n desbordados con los heridos, pero las personas con problemas de salud cr¨®nicos, c¨¢ncer y otras afecciones m¨¦dicas tambi¨¦n siguen teniendo las mismas necesidades que ten¨ªan antes del 7 de octubre, agravadas ahora por la situaci¨®n en la que se encuentran. Para la mayor¨ªa de ellos resulta demasiado peligroso intentar llegar a los centros de salud y aunque pudieran hacerlo es muy dif¨ªcil conseguir los medicamentos que necesitan, como insulina para la diabetes, medicamentos para la hipertensi¨®n o anticoagulantes para los hospitalizados, a fin de que no desarrollen co¨¢gulos sangu¨ªneos potencialmente mortales.
Cuando cesaron los bombardeos durante la breve pausa humanitaria de noviembre, los hospitales recibieron a muchos pacientes que hab¨ªan sufrido infartos, derrames cerebrales y urgencias diab¨¦ticas en las semanas anteriores y que no hab¨ªan podido ser atendidos hasta entonces. Muchos otros murieron sin poder llegar a recibir esa atenci¨®n m¨¦dica. Cuando se reanudaron los combates el 1 de diciembre, se conden¨® de nuevo a que muchas m¨¢s personas con problemas similares murieran en sus casas, en las escuelas y edificios donde buscan refugio o en los campos en los que tratan de permanecer a salvo de las bombas.
El n¨²mero de v¨ªctimas civiles de esta guerra es escalofriante. Al final de mi misi¨®n, cuando atraves¨¢bamos el paso fronterizo de Rafah para regresar a Egipto, vimos un gran n¨²mero de ambulancias de la Media Luna Roja egipcia en fila, a la espera de recibir pacientes con necesidad de ser evacuados. Pero todas estaban vac¨ªas, porque de all¨ª no sal¨ªa nadie. Tambi¨¦n vimos cientos de camiones cargados de ayuda humanitaria esperando a entrar, pero la realidad es que cada d¨ªa apenas pasan unos pocos. Mientras el sonido de los constantes bombardeos se iba haciendo cada vez m¨¢s lejano, me resultaba dif¨ªcil no pensar en los palestinos que dej¨¢bamos atr¨¢s; una poblaci¨®n asediada a la que no le llega la ayuda humanitaria que tan desesperadamente necesita.
Los palestinos de Gaza no son una estad¨ªstica. Hablamos de 100, 200 fallecidos por d¨ªa, pero la gente se olvida de que se trata de ni?os, madres y padres, incluidos mis compa?eros palestinos de MSF, que segu¨ªan trabajando cada d¨ªa sabiendo que sus familiares pod¨ªan morir en ese instante, en alguno de los ataques que se produc¨ªan a todas horas. Cada d¨ªa que nos desped¨ªamos de ellos, lo hac¨ªamos sabiendo que exist¨ªa la posibilidad de que no los vi¨¦ramos de nuevo al d¨ªa siguiente.
No podemos permitir que las decenas de miles de heridos y los casi 30.000 muertos que ha provocado esta ofensiva sean tratados como simples n¨²meros. Son ni?os como Maryam o civiles como cualquier de mis compa?eros.
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