Convivir con la tierra reseca, una cuesti¨®n de supervivencia
La desertificaci¨®n ha desbordado zonas catalogadas como desiertos y se ha convertido en un problema global que afecta ya a la mitad de poblaci¨®n mundial
Hasta ahora, el drama de la desertificaci¨®n no parece habernos importado mucho. Cuando hemos o¨ªdo hablar de ella, es posible que, de manera casi autom¨¢tica, hayamos pensado en zonas alejadas y asociadas al turismo de aventura y riesgo, como el desierto del Sahara en el norte de ?frica, el desierto de Gobi entre Mongolia y China, el desierto de Kalahari en el sur de ?frica o el desierto sirio, que cubre varios pa¨ªses como Siria, Jordania, Arabia Saudita e Irak.
Sin embargo, hoy la desertificaci¨®n ha desbordado estas zonas catalogadas como desiertos, para convertirse en un problema global. La supervivencia de nuestro planeta est¨¢ en juego. En torno al 36% de las tierras del mundo est¨¢n degradadas y el 6% de ellas por una ¡°desertificaci¨®n extremadamente severa¡±, seg¨²n la ONU. Cada a?o se degradan 100 millones de hect¨¢reas de tierra productiva. Es el resultado de fen¨®menos como la deforestaci¨®n, el pastoreo excesivo y las pr¨¢cticas agr¨ªcolas insostenibles, la salinizaci¨®n, la contaminaci¨®n qu¨ªmica, la miner¨ªa y los combustibles f¨®siles, entre otros. La situaci¨®n es cada vez m¨¢s cr¨ªtica, ya que estas pr¨¢cticas son m¨¢s hostiles y perjudican directamente al clima y agravan el problema del hambre en el mundo, donde, seg¨²n datos de la ONU de 2023, unos 281,6 millones de personas sufrieron inseguridad alimentaria aguda.
Se calcula que m¨¢s de la mitad de la humanidad sufre los efectos de la desertificaci¨®n, que ya no toca ¨²nicamente a zonas ¨¢ridas y semi¨¢ridas, sino tambi¨¦n a ¨¢reas boscosas h¨²medas y subh¨²medas.
Esta desertificaci¨®n vinculada a la sequ¨ªa no afecta solo a la tierra. Est¨¢ alterando tambi¨¦n las condiciones de vida de millones de seres humanos. Se calcula que m¨¢s de la mitad de la humanidad sufre los efectos de la desertificaci¨®n, que ya no toca ¨²nicamente a zonas ¨¢ridas y semi¨¢ridas, sino tambi¨¦n a ¨¢reas boscosas h¨²medas y subh¨²medas. Asimismo, deteriora la productividad de los suelos, limita los tipos de cultivos y disminuye la producci¨®n agropecuaria y las reservas y calidad del agua subterr¨¢nea. Adem¨¢s, merma la capacidad de la tierra para absorber el carbono, acentuando con ello los efectos del cambio clim¨¢tico.
Se trata de amenazas muy serias, especialmente para pa¨ªses en desarrollo, donde viven m¨¢s de 2.600 millones de personas que dependen directamente de la agricultura para su supervivencia. Y en los ¨²ltimos 15 a?os, la creciente hostilidad del clima, provocada en parte por el avance de esta desertificaci¨®n y sequ¨ªa, ha obligado a unos 24,5 millones de personas a abandonar sus hogares.
En los ¨²ltimos 15 a?os, la creciente hostilidad del clima, provocada en parte por el avance de esta desertificaci¨®n y sequ¨ªa, ha obligado a unos 24,5 millones de personas a abandonar sus hogares.
Este vertiginoso avance de la desertificaci¨®n y sequ¨ªa no es casual. No es un fen¨®meno aislado, es una consecuencia natural de nuestro sistema econ¨®mico, que propugna un crecimiento ilimitado basado en la sobreexplotaci¨®n de recursos naturales finitos, especialmente el agua y la tierra. El lema propuesto por la ONU - ¡°Unidos por la tierra: Nuestro legado. Nuestro futuro¡± - nos recuerda que la desertificaci¨®n y la sequ¨ªa como amenazas mundiales pueden neutralizarse o paliarse con la participaci¨®n y cooperaci¨®n de todos. Remite al compromiso de ciudadanos, empresas, gobiernos e instituciones internacionales para detener esa espiral destructiva.
Soluciones en decisiones diarias
Por supuesto, todos podemos hacer algo. La ciudadan¨ªa es capaz de ahorrar agua; consumir productos locales y de temporada; comprar productos ecol¨®gicos y de comercio justo; moderar el consumo de carnes rojas; participar en actividades de reforestaci¨®n y restauraci¨®n del medio natural¡ Nuestras decisiones diarias tienen una incidencia directa en la degradaci¨®n o no de los suelos. Las Organizaciones No Gubernamentales (ONG) como Manos Unidas, que apoyan proyectos sociales y econ¨®micos en los pa¨ªses del Sur, promueven modelos agr¨ªcolas sostenibles y ganaderos mejor adaptados a su entorno y tambi¨¦n de aumentar la productividad de la tierra a trav¨¦s de m¨¦todos ecol¨®gicos. Los gobiernos y los organismos multilaterales deber¨ªan ser m¨¢s coherentes con el compromiso recogido en la Agenda 2030 de ¡°proteger el planeta contra la degradaci¨®n, mediante el consumo y la producci¨®n sostenibles, la gesti¨®n sostenible de sus recursos naturales y medidas urgentes para hacer frente al cambio clim¨¢tico¡±.
Solo as¨ª podremos detener la desertificaci¨®n, la degradaci¨®n de los suelos y el incontrolado aumento de las sequ¨ªas. Y sin duda, los ciudadanos y las organizaciones sociales debemos incidir sobre las instancias de poder para exigir la transformaci¨®n de pol¨ªticas destructivas y excluyentes en pol¨ªticas generadoras de vida y sostenibilidad.
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