Comprar medicinas, comer o seguir caminando: las dolorosas opciones de los migrantes enfermos en tr¨¢nsito en Honduras
El pa¨ªs da a los extranjeros en situaci¨®n irregular un salvoconducto gratuito de cinco d¨ªas, pero la protecci¨®n es insuficiente frente a los peligros y presiones que sufren, especialmente aquellos con dolencias, que sacrifican sus tratamientos para financiar su periplo hacia el norte
¡°Al salir de la selva del Dari¨¦n, la polic¨ªa de Panam¨¢ tir¨® a la basura mis medicinas. Les rogu¨¦ que no lo hicieran, pero no me permitieron cruzar la frontera con tratamientos m¨¦dicos.¡± Rosa, 39 a?os, es venezolana y toma olanzapina para lidiar con el trastorno bipolar que le diagnosticaron hace a?os. En junio, vendi¨® su casa y todas sus pertenencias, por un total de 4.500 d¨®lares (4.050 euros), para viajar con su esposo e hijos hacia Estados Unidos, en busca de un trabajo que le permita costear el tratamiento que ya no puede conseguir en su pa¨ªs. ¡°Una caja de gen¨¦rico cuesta alrededor de 12 d¨®lares, mientras que el original llega a 38 d¨®lares. Y en Venezuela ganamos unos cinco d¨®lares mensuales¡±, explica.
Rosa est¨¢ sentada en un peque?o consultorio m¨¦dico, al fondo del centro de descanso temporal de migrantes Alivio del Sufrimiento, en el departamento hondure?o de El Para¨ªso, a 11 kil¨®metros de Las Manos, en la frontera con Nicaragua. Lleva d¨ªas sin tomar su tratamiento y siente un gran alivio al recibir un bono para comprar dos cajas de pastillas de manos de las doctoras que la atendieron.
A cierta distancia est¨¢ Kimberly. Tiene 28 a?os y tambi¨¦n es venezolana. En sus brazos duerme su hija Karlys, de dos, que pesa como una beb¨¦ de poco m¨¢s de un a?o. Acaban de salir del hospital de la localidad de Danl¨ª, donde la ni?a estuvo ingresada por deshidrataci¨®n y una bacteria estomacal causada por el agua contaminada tomada de los r¨ªos en la selva del Dari¨¦n. Kimberly habla con su madre, Criselda, sentada en una silla de ruedas. Las piernas de la se?ora revelan una historia de cirug¨ªas y artrosis degenerativa. En sus bolsillos quedan sus ¨²ltimos ahorros. ¡°O comemos, o viajamos, o me compro el acetaminof¨¦n [paracetamol] para aguantar este dolor de piernas¡±, dice Criselda, con la tristeza de quien sabe que hay que renunciar a comer y tomar su analg¨¦sico si quieren continuar su viaje.
Desde el 1 de enero hasta el 14 de agosto ingresaron en Honduras m¨¢s de 286.000 migrantes en situaci¨®n irregular, seg¨²n cifras oficiales. Seg¨²n LIFE Honduras, un consorcio de organizaciones humanitarias que brindan asistencia, entre las personas en tr¨¢nsito que solicitan atenci¨®n m¨¦dica son frecuentes las contusiones, gripes y problemas gastrointestinales adquiridos durante el viaje. Pero tambi¨¦n son numerosos los casos en los que se identifican enfermedades preexistentes como c¨¢ncer, diabetes, problemas cardiovasculares, hernias, discapacidades motoras, asma, leucemia, autismo en los ni?os y problemas psiqui¨¢tricos como depresi¨®n y bipolaridad. Aproximadamente el 8,5% de los ni?os atendidos est¨¢ en riesgo de desnutrici¨®n debido a una traves¨ªa que econ¨®micamente no permite ingerir alimentos de calidad.
El 8,5% de los ni?os atendidos est¨¢ en riesgo de desnutrici¨®n debido a una traves¨ªa que no permite ingerir alimentos de calidad
¡°Necesito una cuchara para mi ni?a, el tenedor no le sirve¡±, se oye en el comedor del centro de descanso. Es la voz de Norel, una venezolana de 36 a?os, que est¨¢ alimentando a su hija Narcibeth, de 19. Naci¨® con par¨¢lisis cerebral y solo pesa 32 kilos. Junto a sus otros tres hijos y su pareja, Norel se turna para cargar a Narcibeth a trav¨¦s de fronteras y selvas donde ninguna silla de ruedas podr¨ªa aguantar el barro y los caminos monta?osos. ¡°En Estados Unidos nos ayudar¨¢n con la ni?a. En Venezuela hay hogares para personas con discapacidades, pero faltan muchos insumos y nosotros no podemos costearlo todo¡±, explica.
En el Centro de descanso, Narcibeth y su familia encuentran productos higi¨¦nicos, pa?ales, comida, camas y hasta una silla de ruedas para recuperar las fuerzas unas cuantas horas. Tienen programado quedarse un d¨ªa m¨¢s en el hogar de C¨¢ritas en la localidad de Danl¨ª y luego continuar su viaje, que es su prioridad, por encima de la alimentaci¨®n, la salud o el descanso.
¡°Quienes tienen enfermedades graves quieren ir a Estados Unidos a trabajar y poder as¨ª mejorar su salud. Pero cuando llegan, est¨¢n en condiciones a¨²n peores¡±, explica Indira Auxiliadora Mej¨ªa Sarantes, m¨¦dica de Acci¨®n contra el Hambre. ¡°La mayor¨ªa llega descompensada porque pierde sus medicamentos o se los roban en el camino. Cuando identificamos un caso grave lo referimos al hospital de Danl¨ª, pero muchos migrantes deciden no recibir atenci¨®n m¨¦dica para no retrasar su viaje¡±, agrega.
Hambre, asma y piruletas
Desde 2022, los migrantes considerados irregulares pueden solicitar un salvoconducto gratuito que les permite transitar legalmente durante cinco d¨ªas en Honduras, hasta llegar a la frontera con Guatemala. Sin embargo, este apoyo estatal no los protege de otros sobornos que merman dr¨¢sticamente sus finanzas.
Pocahontas, una chica cubana de 31 a?os, sale temprano del centro de descanso para sacar su salvoconducto en la oficina del Instituto Nacional de Migraci¨®n, cerca de la frontera de Nicaragua. En el ¨¢rea tambi¨¦n hay organizaciones humanitarias que dan apoyo m¨¦dico y psicosocial a las personas migrantes. Pocahontas quiere que la llamen as¨ª porque no se identifica con la identidad masculina, aunque en su traves¨ªa desde Cuba, pasando por Brasil hasta llegar a Honduras, ha decidido no vestir ropa femenina por seguridad. Pocahontas viaja en busca de atenci¨®n m¨¦dica que le permita liberarse de un cuerpo que nunca ha reconocido. Aunque en Cuba hay casos de cirug¨ªa de reasignaci¨®n de sexo, ella prefiere ir a Estados Unidos con la esperanza de borrar al mismo tiempo los rasgos masculinos y su pasado. ¡°En Cuba viv¨ª todo tipo de violencia machista cuando empec¨¦ a salir a la calle vestida de mujer. Mi padre me ech¨® de casa a los 17 a?os. Me prostitu¨ª para comer¡±, cuenta mientras mira en su tel¨¦fono una foto suya con prendas femeninas. ¡°Migr¨¦ porque esa no era vida, aunque a¨²n estoy forzada a prostituirme para financiar el viaje, que es bien caro¡±.
El medicamento de la ni?a es bien caro. Llevamos d¨ªas aguantando el hambreIsireliz, migrante
En Honduras, los migrantes irregulares est¨¢n obligados a cruzar el pa¨ªs en autobuses que tienen trayectos asignados para su traslado exclusivo. El negocio es m¨¢s rentable que el turismo. Cada d¨ªa, salen de Danl¨ª hacia la frontera con Guatemala de Agua Caliente decenas de autobuses llenos de migrantes que pagan entre 45 y 60 d¨®lares por el trayecto, mientras que un hondure?o o un extranjero con visado gastar¨ªa 30 d¨®lares en transporte local por el mismo recorrido.
En la ventanilla de una empresa de transporte de la terminal de autobuses de Danl¨ª, dedicada a los extranjeros, una encargada describe los beneficios de la traves¨ªa. ¡°Los buses tienen aire acondicionado, asientos reclinables y wifi. En 18 horas ya est¨¢s en la frontera con Guatemala. Se paga m¨¢s, porque el bus regresa vac¨ªo¡±, dice la empleada. Un lujo impuesto y no solicitado por los migrantes, que se conformar¨ªan con un asiento de un transporte tradicional, si fuera posible.
¡°No nos venden los boletos de esos buses econ¨®micos¡±, cuenta Isireliz, quien lleva una semana viviendo frente al ba?o de la estaci¨®n de autobuses con su hija asm¨¢tica de ocho a?os, otro hijo, su esposo y su hermano que, desde el Dari¨¦n, lidian con una gripe persistente. ¡°No s¨¦ cu¨¢ntos chupetes [piruletas] tendremos que vender en la calle para juntar los 250 d¨®lares que necesitamos para el autob¨²s. Adem¨¢s, el medicamento de la ni?a es bien caro. Llevamos d¨ªas aguantando el hambre¡±.
Comisiones ilegales y robos
A los precios de los buses ¡°especiales para extranjeros¡± se suman las comisiones ilegales aplicadas por los agentes de las grandes empresas de env¨ªo de dinero, que agravan a¨²n m¨¢s el presupuesto de salud de quienes viajan con enfermedades. ¡°Retira tu remesa aqu¨ª¡±, se lee en todas las agencias de Western Union, MoneyGram, Zelle y otras empresas internacionales de transferencia de dinero. Una mujer venezolana, con su pasaporte colgado al cuello, se acerca para retirar los 100 d¨®lares que su madre le acaba de enviar. ¡°?Cu¨¢nto me cobras?¡±, pregunta al agente de Western Union. ¡°El 10% si tienes pasaporte, o el 30% si andas sin documento. Tu familia puede enviarte el dinero directo a mi cuenta¡±, le dice la agente, mostr¨¢ndole su camiseta amarilla con un n¨²mero y la inscripci¨®n ¡°Deposite en mi cuenta de cheques¡±, ignorando las regulaciones de Western Union y MoneyGram, que no cobran comisiones al destinatario de las remesas.
¡°Todos sabemos que estos intermediarios estafan, pero es eso o no nos dan nuestro dinero¡±, dice la chica con voz ronca, revelando un resfriado mal cuidado. ¡°Por lo menos hay quienes nos dan medicinas gratuitas porque es un gasto que no puedo asumir¡±.
Las organizaciones humanitarias tambi¨¦n est¨¢n presentes cerca del paso fronterizo de Agua Caliente, donde los migrantes se aglomeran antes de entregar el salvoconducto a la polic¨ªa y continuar su viaje a Guatemala. ¡°El 60% de las personas ya fueron atendidas en Danl¨ª, pero necesitan m¨¢s medicinas¡±, explica Sara Gabriela Lara Chinchilla, doctora de la Agencia Adventista para el Desarrollo y recursos asistenciales (ADRA) y consorcio LIFE, ¡°Sin embargo, la mayor¨ªa de los enfermos aguanta el dolor y no busca atenci¨®n m¨¦dica porque quiere cruzar la frontera lo m¨¢s r¨¢pido posible¡±, apunta.
La carretera est¨¢ abarrotada de taxis que pitan a los migrantes. Desde una ventanilla se oye: ¡°Por 50 d¨®lares los llevo directo a la terminal de Esquipulas¡±. Quien tiene el dinero no se lo piensa dos veces. Los dem¨¢s pagan entre 25 y 30 d¨®lares para tomar un minib¨²s y caminar unos 20 minutos a trav¨¦s de la monta?a antes de llegar a territorio guatemalteco.
Andrea, una venezolana de 27 a?os, est¨¢ sentada en la terminal de Esquipulas, tres d¨ªas despu¨¦s de haber entrado en Honduras. ¡°Ya tengo el boleto para ir hasta Ciudad de Guatemala¡±, celebra, feliz y sin saber que la carretera est¨¢ salpicada de retenes de la polic¨ªa guatemalteca. Cinco d¨ªas despu¨¦s, esta migrante env¨ªa un mensaje desde Oaxaca, ya en M¨¦xico. ¡°Nos robaron las personas de los taxis tambi¨¦n en Guatemala. Otros transportistas quer¨ªan robarnos los tel¨¦fonos, ya que no ten¨ªamos efectivo. Tengo gripe y no tengo dinero para un suero. Este viaje es bien terrible, ?sabes?¡±.
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