Cient¨ªficos xinkas: guardianes del agua frente a la miner¨ªa en Guatemala
Desde 2017, j¨®venes cient¨ªficos xinkas monitorean la calidad del agua de la cuenca hidrogeol¨®gica donde opera una de las mayores minas de plata del mundo. Aunque las extracciones fueron suspendidas temporalmente porque la empresa no hab¨ªa consultado previamente a la comunidad ind¨ªgena, los altos niveles de ars¨¦nico y metales pesados en los r¨ªos son motivo de preocupaci¨®n
Diana Carillas Pacheco, de 18 a?os, y su t¨ªa Ruth Isabel Pacheco Ram¨ªrez, de 24, suben por una loma de desmontes y rocas, restos de una mina artesanal que oper¨® a principios del siglo XX en Morales, una aldea de Mataquescuintla, Santa Rosa, en el oriente de Guatemala. El sol inclemente se refleja en las piedras, intensificando el calor y haciendo m¨¢s dif¨ªcil el trayecto. No hay ni un brote de pasto. Aunque la actividad minera ces¨® hace d¨¦cadas, el terreno sigue est¨¦ril. Tras 10 minutos bajo el calor sofocante, llegan a un drenaje de agua que fluye desde un t¨²nel, vestigio de la antigua mina subterr¨¢nea.
Carillas abre un malet¨ªn negro y saca frascos, una cuchara de medici¨®n y unas tiras reactivas guardadas en un sobre plateado. La etiqueta es clara: ¡°Kit de prueba r¨¢pida de ars¨¦nico¡±. Luego, se inclina sobre un murete, toma una muestra de agua, la mezcla con los reactivos y espera 15 minutos. Ni un segundo m¨¢s ni menos. El resultado es inapelable: el agua contiene m¨¢s del doble de los 10 ppb (partes por bill¨®n) de ars¨¦nico permisible y no es apta para consumo humano.
¡°El ars¨¦nico aqu¨ª puede llegar hasta 100 ppb¡±, explica Carillas. ¡°Ahora est¨¢ m¨¢s bajo porque abrieron la represa y est¨¢n usando el agua para regar los campos, entonces el metal no est¨¢ concentrado en este punto¡±.
A pocos metros, Pacheco mide el pH, la conductividad el¨¦ctrica y el nivel de s¨®lidos disueltos. ¡°El potencial de ¨®xido est¨¢ muy por encima del l¨ªmite permitido y hace tiempo hemos encontrado cadmio, cobre, plomo y otros metales pesados¡±, comenta Pacheco. Uno de los impactos ambientales m¨¢s comunes de cualquier mina industrial es la formaci¨®n de drenaje ¨¢cido, resultado de la lixiviaci¨®n, el proceso de extracci¨®n de metales mediante disolventes. En el caso de la mina vieja de Morales a¨²n persiste un drenaje ¨¢cido en contacto con fuentes de agua que la poblaci¨®n usa para riegos y consumo personal. ¡°Si esto ocurre en una mina abandonada desde hace d¨¦cadas, ?qu¨¦ podemos esperar del agua afectada por una mina que se suspendi¨® en 2017?¡±, dice Pacheco.
Tekuanes: los guardianes del agua
Carillas y Pacheco hablan con la propiedad de cient¨ªficas experimentadas, aunque no son bi¨®logas ni ingenieras, ni han asistido a la universidad. Son parte de los Tekuanes ¡ª¡°guardianes del agua¡± en idioma xinka¡ª un grupo de 20 cient¨ªficos comunitarios con una edad promedio de 25 a?os. Todos se reconocen como xinkas, uno de los 24 pueblos originarios de Guatemala que, junto con el gar¨ªfuna, no son mayas.
Desde 2017, los Tekuanes monitorean mensualmente la calidad y la cantidad de agua de los r¨ªos y lagunas en la cuenca hidrogeol¨®gica del r¨ªo Los Esclavos donde se encuentra el proyecto minero subterr¨¢neo polimet¨¢lico El Escobal en San Rafael las Flores. Las operaciones de extracci¨®n, que comenzaron con una fase de inspecci¨®n en el 2011 y arrancaron oficialmente en el 2013, est¨¢n moment¨¢neamente suspendidas y son realizadas por Minera San Rafael, antes propiedad de Tahoe Resources Inc. y ahora de Pan American Silver, una de las mayores productoras de plata del mundo.
Gracias a la capacitaci¨®n proporcionada por la Comisi¨®n Diocesana de Defensa de la Naturaleza (Codidena) y el Observatorio de Industrias Extractivas, los Tekuanes han adquirido una profesionalidad cient¨ªfica que les permite tambi¨¦n informar sobre la seguridad del agua a las comunidades cercanas al proyecto minero. Un trabajo crucial en un pa¨ªs con escasos datos p¨²blicos sobre medioambiente y donde nunca se ha aprobado una ley que garantice la preservaci¨®n de recurso h¨ªdrico como bien com¨²n, aunque el nuevo gobierno de Bernardo Ar¨¦valo se est¨¢ comprometiendo a construir una ruta para la elaboraci¨®n, en un futuro cercano, de una Ley de Aguas.
A cuatro kil¨®metros desde el proyecto El Escobal, Alex Donanz¨®n, de 20 a?os, y cinco compa?eros, se sientan a la orilla del lago Ayarza y realizan las mismas pruebas que Pacheco y Carillas. ¡°Hoy el ars¨¦nico supera los 40 ppb¡±, comenta Donanz¨®n. ¡°El pescado a¨²n se puede comer, pero no es recomendable ba?arse ni beber esta agua. Es una pena porque este es un lugar tur¨ªstico¡±.
Desde que comenzaron los monitoreos, los niveles de ars¨¦nico han superado constantemente el l¨ªmite permisible en la laguna, as¨ª como en casi toda la cuenca del r¨ªo Los Esclavos. ¡°Aunque existen tres plantas de tratamiento de ars¨¦nico, no cubren todas las comunidades¡±, explica Melissa Rodr¨ªguez, de 18 a?os, sentada junto a Donanz¨®n. ¡°Muchas personas beben directamente del ca?o porque no tienen dinero para agua potable ni filtros¡±, agrega.
De hecho, seg¨²n un estudio de Codidena, un buen n¨²mero de pobladores de San Rafael las Flores y Casillas, dos municipios cercanos a la mina, presentaban ars¨¦nico en la sangre. Seg¨²n la Organizaci¨®n Mundial de la Salud, la exposici¨®n prolongada a este material, ya sea a trav¨¦s del consumo de agua contaminada, puede causar intoxicaci¨®n cr¨®nica, cuyos efectos m¨¢s comunes incluyen lesiones en la piel y c¨¢ncer de piel.
¡°Guatemala no es un pa¨ªs apto para extractivismo¡±, sentencia Amalia Lemus, de Codidena, mientras mira el agua azul de la laguna Ayarza. ¡°En esta regi¨®n volc¨¢nica, los metales pesados est¨¢n presentes de forma natural, pero las explosiones mineras los liberan, contaminando las aguas subterr¨¢neas¡±.
El megaproyecto minero y el pueblo xinka
La mina El Escobal es uno de los megaproyectos extractivos m¨¢s grandes y conflictivos de Guatemala y de todo Centroam¨¦rica. Abarca m¨¢s de 19 kil¨®metros cuadrados y tiene licencia de explotaci¨®n hasta el 2038. A pesar de esto, sus operaciones fueron suspendidas en 2017 por no haber consultado al pueblo xinka, tal como exige el Convenio 169 de la Organizaci¨®n Internacional del Trabajo. Ante esta violaci¨®n, el Parlamento Xinka present¨® un amparo y en 2018 la Corte de Constitucionalidad orden¨® detener la actividad de la mina hasta que se realice la consulta comunitaria.
¡°Yo soy xinka¡±, dice Jos¨¦ Valvino Quinteros, mientras pasa a Donanz¨®n una vejiga de agua de la laguna Ayarza. Los dem¨¢s asienten sin dudar. ¡°La mina afirm¨® que el pueblo xinka no exist¨ªa, aprovech¨¢ndose de que ya no hablamos el idioma, ya que muchos gobiernos anteriores lo prohibieron¡±, agrega Donanz¨®n. ¡°Sin embargo, nuestro pueblo vive aqu¨ª desde antes de la colonizaci¨®n espa?ola¡±, puntualiza. De hecho, en San Rafael las Flores la identidad xinka se refleja en sitios arqueol¨®gicos y ceremoniales que fueron destruidos durante la construcci¨®n de la mina, como documenta un estudio sobre el impacto cultural y espiritual del proyecto minero El Escobal.
?La mina trae riqueza?
Mientras la consulta sigue en proceso, la mina contin¨²a con labores de mantenimiento. ¡°La empresa sigue bombeando los t¨²neles para evitar que se inunden por las aguas subterr¨¢neas¡±, asegura Lemus. ¡°Sin embargo, esta actividad ha llevado a la desecaci¨®n de m¨¢s de 13 nacimientos de agua vitales para nosotros¡±, explica.
Las detonaciones necesarias para explorar las v¨ªas subterr¨¢neas tambi¨¦n han afectado tambi¨¦n al urbanismo de las comunidades cercanas. ¡°La gente tuvo que desplazarse desde la aldea de La Cuchilla, que se encuentra arriba del proyecto minero, porque las casas se agrietaron y el ¨¢rea fue declarada inhabitable¡±, contin¨²a Donanz¨®n mientras guarda ampollas en un malet¨ªn azul.
La mina El Escobal abri¨® el dilema que sacude a todos los territorios con proyectos de este tipo: ?la miner¨ªa reduce la pobreza? En el departamento de Santa Rosa, seg¨²n datos de 2023 de la Secretar¨ªa de Planificaci¨®n y Programaci¨®n de la Presidencia de Guatemala, el 74% de la poblaci¨®n vive en pobreza, lo mismo que el 100% de las personas desplazadas de La Cuchilla. La mayor¨ªa de la poblaci¨®n se dedica a la agricultura, cultivando cebollas, tomate y caf¨¦. ¡°Hace a?os los mercados nacionales rechazaban nuestras cosechas porque pensaban que estaban contaminadas por la mina ¡°, recuerda Lemus. ¡°Aunque no ten¨ªamos pruebas, la percepci¨®n general es que afect¨® a nuestra econom¨ªa¡±, a?ade.
Adem¨¢s, las regal¨ªas, tanto obligatorias como voluntarias de la mina, se destinaron principalmente a gastos administrativos, en lugar de invertir en educaci¨®n, cultura y salud.
Criminalizaci¨®n y migraci¨®n de defensores ambientales
A los costes econ¨®micos se suman los humanos y las fracturas sociales derivada de la conflictividad generada por el proyecto minero.
¡°El pueblo sali¨® a la calle contra la mina y hubo muchas confrontaciones violentas con la polic¨ªa¡±, cuenta Pacheco desde su poste de monitoreo en la mina vieja. ¡°En 2014 alguien mat¨® a Topacio Reynoso Pacheca, una activista ambiental de 16 a?os y el crimen sigue impune¡±, contin¨²a.
En un contexto marcado por un conflicto social de largo plazo, las amenazas contra los defensores del medio ambiente se han vuelto cotidianas. A veces Pacheco y Carillas no est¨¢n solas cuando monitorean el agua en el r¨ªo Escobal, justo al lado de la mina. ¡°Nos intimidan con los drones que vuelan justo sobre nosotras mientras realizamos las pruebas¡±, cuenta Carillas sonriendo. ¡°Pero ya estamos acostumbradas. No tenemos miedo¡±.
La madre de Carillas tambi¨¦n fue cient¨ªfica comunitaria. Pero un d¨ªa decidi¨® irse a Estados Unidos por razones econ¨®micas, dejando en manos de su hija la lucha ambiental. ¡°A veces pienso que yo tambi¨¦n me ir¨ªa si pudiera, no s¨¦¡ pero luego me doy cuenta de lo importante que es lo que estamos haciendo entonces no me lo pienso mucho¡¡±, dice Carillas mirando al frente.
¡°Estos j¨®venes son incre¨ªbles. Si no fuera por ellos, ni sabr¨ªamos que agua estamos tomando¡±, termina Lemus. ¡°Sin embargo, la pobreza y la conflictividad provocada por la mina son causas de migraci¨®n y pasa a menudo que algunos de nuestros cient¨ªficos deciden irse¡±.
Al final del d¨ªa, Donanz¨®n, Pacheco, Carillas y todos los dem¨¢s cient¨ªficos comunitarios cierran sus maletines y regresan a sus casas, en comunidades cercanas a la mina. Su actividad cient¨ªfica es una vocaci¨®n m¨¢s que un trabajo. Para salir adelante, la mayor¨ªa cultiva y vende caf¨¦ org¨¢nico. ¡°A veces pienso: ?qu¨¦ ser¨¢ de nosotros? El agua est¨¢ contaminada y a veces uno pierde la esperanza¡ Por otro lado, s¨¦ que nos quedar¨¢ este territorio, entonces hay que cuidarlo lo mejor que podamos¡±, concluye Donanz¨®n.
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