Ot¨¤vio Junior: ¡°Mi sue?o es crear un centro que conecte ni?os, educaci¨®n y arte¡±
Un escritor y educador en las favelas de R¨ªo de Janeiro reflexiona acerca de la habitual narrativa negativa sobre estos barrios de Brasil y la necesidad de escuchar a sus habitantes para plantear soluciones ¨²tiles a la violencia y la pobreza
Ot¨¢vio J¨²nior (1983) naci¨® y vive en Vila Cruzeiro, una de las 13 favelas que componen Complexo da Penha, una de las zonas m¨¢s conflictivas de R¨ªo. En febrero, caminamos desde la Iglesia da Penha hacia algunas de ellas, como Vila Cruzeiro, F¨¦, Caracol, Grot?o o Sereno. Atravesamos frondosos bosques atl¨¢nticos coloreados por ip¨ºs amarillos y morados, mangos, papayas, plataneros entremezclados con casas con puertas y ventanas abiertas. Llegamos a lo alto de una de estas barriadas, con unas vistas alucinantes, donde nos dieron de comer. ¡°Venir aqu¨ª ampl¨ªa perspectivas e inspira¡±, observ¨® J¨²nior.
Aunque no pod¨ªa sacar m¨®vil ni cuadernillo de notas en muchas zonas, el ambiente era amigable y receptivo. ¡°Pero todo cambia radicalmente, la paz termina cuando vienen policiales o bandas rivales de narcotr¨¢fico¡±, explicaba. Escuchamos tiroteos que acallaban las sinfon¨ªas fren¨¦ticas de los pajaritos. Prevenidos del peligro, nos quitamos del medio. Una semana despu¨¦s de nuestra caminata, una operaci¨®n policial se cobr¨® ocho vidas. La semana pasada, al menos 28 personas murieron en otra operaci¨®n de las fuerzas de seguridad en Vila Cruzeiro. Las matanzas ocurrieron en Tierra Prometida, la zona m¨¢s pobre de la favela.
¡°La literatura cambia vidas¡±
J¨²nior educa a los ni?os que crecen en ese entorno y lo hace a trav¨¦s de los libros y el teatro. ¡°La literatura cambia vidas. El libro Don Gat¨®n, que encontr¨¦ en la basura cuanto ten¨ªa ocho a?os, me conect¨® con bibliotecas y la escritura, y con museos y conocimientos¡±.
Con mucho compromiso, libros donados, maleta y alfombra en mano, lanz¨® el proyecto Ler ¨¦ 10, la primera biblioteca ambulante de los Complexos Alem?o y Penha, que podr¨ªan sumar 30 favelas y 200.000 personas, seg¨²n el IBGE, aunque estos datos son a menudo cuestionados por las organizaciones.
Con cuatro libros publicados, algunos traducidos al espa?ol, J¨²nior cuenta con tres premios, incluyendo el tradicional Jabuti de literatura brasile?a. ¡°Todo eso es importante. Pero necesito recursos para innovar. Quiero hacer m¨¢s proyectos en nuestra comunidad para recuperar la memoria afectiva de los ni?os, por ejemplo, uniendo la gastronom¨ªa a la literatura, para estimular conversaciones. T¨² y yo hemos colaborado para impulsar el arte y la literatura en favelas, pero mira qu¨¦ diferente se siente uno ahora mismo disfrutando de esta comida y de estas vistas¡±, vibra el autor, antes de un largo silencio contemplando las favelas.
Con mucho compromiso, libros donados, maleta y alfombra en mano, Ot¨¢vio J¨²nior lanz¨® el proyecto Ler ¨¦ 10, la primera biblioteca ambulante de los Complexos Alem?o y Penha
Nos conocimos en 2010 cuando presentaba sus libros en Madrid. Su v¨ªnculo con el conocimiento popular, considerado informal, atrap¨® mi curiosidad, porque s¨¦ que este es clave para dise?ar proyectos que generan impactos verdaderos. ¡°Busco, con af¨¢n, conexiones entre sabidur¨ªas populares y eruditas. ?Por qu¨¦ al hablar de nuestras comunidades los medios difunden violencia y drogas, y no lo positivo?¡±. Poco despu¨¦s pasamos a colaborar en la Cumbre de las Naciones Unidas R¨ªo+20, proyectos en R¨ªo, Madrid¡
Ese acento en lo positivo de las favelas sirve para que sus moradores cuenten con referentes para proyectar sus perspectivas de vida: ¡°Me di cuenta de que [en estos barrios] necesitan leer, conocer y conocerse m¨¢s. Para ello, difundo sus relatos constructivos, sus conocimientos y saberes propios. As¨ª, su autoestima mejora¡±, afirma J¨²nior.
Soluciones desde dentro
Lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), transformando hacia una sostenibilidad aut¨¦ntica, implica asimilar y considerar en los proyectos el conocimiento de las personas que viven retos como la pobreza, el hambre o las desigualdades. As¨ª, la capacidad para involucrarse en los proyectos es m¨¢s intensa y, en consecuencia, se genera un verdadero impacto y valor colectivo y compartido. Por ¨²ltimo, los aliados de los proyectos se diferencian positivamente ante una sociedad esc¨¦ptica sobre la sostenibilidad promocionada por organizaciones. Por todo ello, J¨²nior es un excelente colaborador para proyectos.
Se siguen haciendo planes de sostenibilidad est¨¦riles. ¡°Algunas organizaciones, como empresas bien intencionadas, intentan ayudar, pero no suelen acercarse a la comunidad y los resultados son dudosos. Ni siquiera he sido invitado a un evento de sostenibilidad, aunque me gustar¨ªa¡±.
Esto ocurre incluso con las entidades especializadas en desarrollo social, como Naciones Unidas, que invierte millones de euros en programas como el llamado Mejoramiento de Barriadas. Un ejemplo es el proyecto Kensup, en Kibera, la mayor ¨¢rea chabolista de Nairobi (Kenia). Su eficacia fue comprometida porque su equipo no estuvo suficientemente presente sobre el terreno, aunque es posible llegar andando desde las sedes de ONU-H¨¢bitat. Adem¨¢s, no se escuch¨® adecuadamente a las comunidades para aprender los conocimientos necesarios para el dise?o de soluciones. As¨ª lo analizan la propia instituci¨®n y el periodista Doug Saunders en el libro Arrival City, mencionando impactos negativos para los habitantes locales.
Los que trabajamos en este sector sabemos que ni?os desocupados por las calles, a merced de la criminalidad, son una piedra angular de inequidad social y violencia, end¨¦micas en la sociedad brasile?a
Mientras abord¨¢bamos las necesidades de su comunidad, J¨²nior se emocionaba: ¡°Prefiero centrarme en una [necesidad]: la ociosidad de estos ni?os pobres por las calles me da p¨¢nico¡±. Poniendo las manos en la cabeza y movi¨¦ndola negativamente, se pregunt¨®: ¡°?Qu¨¦ futuro podemos tener como sociedad si les faltan referencias, perspectivas de vida?¡± Los que trabajamos en este sector sabemos que ni?os desocupados por las calles, a merced de la criminalidad, son una piedra angular de inequidad social y violencia, end¨¦micas en la sociedad brasile?a.
En nuestra caminata conversamos con diferentes personas, entre ellas ni?os, j¨®venes y adultos que portaban pistolas, fusiles y granadas. Algunos hab¨ªan sido alumnos de J¨²nior, a quien tratan con respeto. Su voz tembl¨® y sus ojos se humedecieron: ¡°Es imposible llegar a todos. Recuerdo a algunos de ellos, ahora aqu¨ª armados, sentados en rueda, escuchando mis cuentos¡±.
Hablamos sobre soluciones: ¡°Mi sue?o es crear un hub [centro] que conecte ni?os, educaci¨®n y arte. Un espacio f¨ªsico que estimule a los ni?os a hacerse preguntas, porque estas elevan las inteligencias. ?Por qu¨¦ soy negro? ?Soy negro como los africanos? ?Cu¨¢l es mi ¨¢rbol geneal¨®gico? ?C¨®mo se realizan los sue?os? ?Por qu¨¦ hablo portugu¨¦s? ?Por qu¨¦ esta fruta, cuyo zumo ahora bebemos, sabe as¨ª? (¡)¡±. J¨²nior hizo una pausa mirando detenidamente el horizonte y sigui¨®: ¡°La educaci¨®n tiene que mejorar mucho. Tambi¨¦n hay que repensar la relaci¨®n alumnado-profesorado. Por ejemplo, deber¨ªan de relacionarse por m¨¢s a?os, en vez de cambiar anualmente. Adem¨¢s, hay que hablar el lenguaje local para involucrar a las familias, desatar sus curiosidades y conectarlas con el conocimiento, para que incentiven a sus hijos a ir a la escuela¡±. ?Y la tecnolog¨ªa?, le pregunt¨¦. ¡°Puede ser importante, pero pensando sist¨¦micamente, las soluciones radican en relaciones humanas de verdad, no ah¨ª.¡±
Es fundamental comprender, desde adentro, las realidades que se afirma querer transformar. Adem¨¢s, as¨ª es posible diferenciarse impulsando una sostenibilidad m¨¢s aut¨¦ntica, que construya confianza con la sociedad, y genere impactos y valores verdaderos, colectivos y compartidos.
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