El asalto a los tres poderes de Brasil: un an¨¢lisis en clave social
Urgen l¨ªderes aut¨¦nticos, capaces de transformar sistemas educativos, unir sociedades y ayudar a empresas tecnol¨®gicas a encontrar el camino del ¨¦xito
El a?o 2023 empieza con una noticia que abre informativos en todo el mundo. El 8 de enero, miles de votantes de Bolsonaro, v¨¢ndalos extremistas sin educaci¨®n, asaltan instituciones brasile?as en el Distrito Federal.
Entre esos extremistas hay perfiles diversos. Unos ejecutan las barbaries: bloquean, invaden, rompen, agreden. Otros manipulan y movilizan: reenv¨ªan v¨ªdeos vand¨¢licos, articulan, financian, estructuran. Los manipuladores a menudo provienen de una ¨¦lite empresarial, pol¨ªtica, que, gracias al vandalismo, es ahora m¨¢s visible. Destaco dos reflexiones sobre esos extremistas, trazando paralelismos con Espa?a: la calidad de su educaci¨®n y la mensajer¨ªa tecnol¨®gica como arma clave de su manipulaci¨®n.
La baja calidad de la educaci¨®n recibida por los ejecutores es evidente. Estos se manifiestan contra s¨ªmbolos que representan, tambi¨¦n, a la misma ¨¦lite que perciben como aliada, pero que los manipula. Destruyen los muebles de dise?o, la cultura, los espacios, las instituciones. Esos s¨ªmbolos equivalen a millones de euros del patrimonio de la patria que, contradictoriamente, estos ejecutores claman amar.
Igualmente, la mala calidad de la educaci¨®n de la ¨¦lite manipuladora se desnuda. No les importa la amenaza a la democracia conquistada por sus padres. Tampoco la seguridad de las calles que sus hijos transitan. La educaci¨®n que recibieron no fue capaz de ampliar su percepci¨®n del mundo m¨¢s all¨¢ de sus ombligos: ¡°Yo primero¡±. Su sensibilidad se limita a sus objetivos individuales. Por ejemplo, amasar mayores fortunas y pagar menos impuestos, aunque a costa de la educaci¨®n y la salud del pueblo, cuyo hambre puede llegar a amenazarles en sus calles.
Las redes sociales tecnol¨®gicas nos env¨ªan informaci¨®n sesgada para facturar sobre nuestros tiempos de pantalla y likes. Los sesgos eliminan un lenguaje com¨²n que nos permita comprendernos, haci¨¦ndonos hipermanipulables, o ¡®antimodernizables¡¯
Esos extremistas, ejecutores y manipuladores, ignorantes y ajenos a la construcci¨®n de conocimiento riguroso, son los que el fil¨®sofo Bruno Latour define como ¡°antimodernos¡±: aquellos que desde lentes medievales exaltan valores y preceptos ilusoriamente patri¨®ticos y religiosos ignorando la ciencia. Los antimodernos atacan valores como la justicia social o la democracia, que los modernos (postmedievales que perciben el mundo a trav¨¦s del agotado binomio izquierdas-derechas) vac¨ªan de significado distanci¨¢ndose del pueblo. Dejan el pueblo hu¨¦rfano de representatividad. Preparan el terreno para que los antimodernos aterricen, manipulen y convenzan al pueblo que adoptan. Lo aclaro.
En Brasil, como en Espa?a, los modernos panfletean sus planes de impacto, sostenibilidad, escucha, transformaci¨®n. Mientras tanto, los antimodernos, bajo su estrategia de marketing pol¨ªtico y posicionamiento para llegar al poder, se acercan de verdad al pueblo hu¨¦rfano.
Estrat¨¦gicamente, Bolsonaro se bautiz¨® como evang¨¦lico, conquistando su principal basti¨®n de votantes, el pueblo hu¨¦rfano. Ahora, ya tarde, pol¨ªticos modernos brasile?os persiguen alinearse con los valores evang¨¦licos sin perder el voto moderno.?Vinicius do Valle, doctor en Ciencias Pol¨ªticas por la Universidad de S?o Paulo y polit¨®logo, autor del libro Entre la Religi¨®n y el Lulismo, argumenta: ¡°Los progresistas deben de dialogar con los conservadores evang¨¦licos si quieren progresar¡±.
Habitualmente hago proyectos de sostenibilidad con exl¨ªderes del narcotr¨¢fico de Brasil que ahora lideran proyectos sociales. A menudo, al dejar la criminalidad, tambi¨¦n se hacen evang¨¦licos y alguno incluso pastor. El proceso es tan potente, que he visto a m¨¢s de uno desmayarse en las ceremonias de conversi¨®n al evangelismo a las que me invitaron.
[Los extremistas] destruyen los muebles de dise?o, la cultura, los espacios, las instituciones. Esos s¨ªmbolos equivalen a millones de euros del patrimonio de la patria que, contradictoriamente, estos ejecutores claman amar
La iglesia evang¨¦lica, cuyos objetivos no son transparentes, supo acercarse, sobre el terreno, al pueblo hu¨¦rfano. Tiene la humildad de hablar su lenguaje, conocer y valorar su rica cultura. Resuelve problemas. No pierde el tiempo creando modelos estructurados en diapositivas para generar impacto. La red evang¨¦lica reestructura familias, recupera drogodependientes y criminales, genera renta para esos hu¨¦rfanos de la sociedad y del Estado, ense?¨¢ndoles y apoy¨¢ndoles a emprender y a emplearse.
En clave europea, en 2015 el partido neonazi fue la tercera fuerza pol¨ªtica m¨¢s votada en las elecciones presidenciales griegas. Por aquel entonces, colaboraba en proyectos sociales de autogesti¨®n en Grecia. En la favela de P¨¦rama, como en la madrile?a Ca?ada Real, que es la mayor favela de Europa, me depar¨¦ con fen¨®menos equivalentes. Familias exizquierdistas, hu¨¦rfanas del Estado, votando a los extremistas antimodernos.
La mensajer¨ªa tecnol¨®gica como arma clave de manipulaci¨®n
Cambridge Analytica fue decisiva en la elecci¨®n de Donald Trump en 2016. Evidenci¨® la tecnolog¨ªa y las redes sociales como arma clave de manipulaci¨®n por los antimodernos.
La profesora em¨¦rita de Harvard Shoshana Zuboff public¨® sobre el proyecto de sociedad m¨¢s destructor, autoritario y concentrador de riquezas de la historia humana. Es el proyecto m¨¢s perverso porque es invisible. No se ve la sangre como en las dictaduras antimodernas. Emprendimientos tecnol¨®gicos buscan automatizarnos mediante ingenier¨ªa de comportamiento.
Nuestra automatizaci¨®n ocurre a trav¨¦s del control constante de nuestro comportamiento. Como sociedad, ya estamos adictos a pantallas y likes; lo que nos anula como individuos y seres humanos, argumenta Zubboff. Somos expropiados de lo humano: de nuestra capacidad de ser aut¨®nomos y de construir significado propio para nuestra existencia. En otras palabras: perdemos la capacidad de decidir, encontrar prop¨®sitos, ver y percibir nuestro alrededor f¨ªsico.
[Los modernos] dejan el pueblo ¡®hu¨¦rfano¡¯ de representatividad. Preparan el terreno para que los antimodernos aterricen, manipulen y convenzan al pueblo que adoptan
Por ejemplo, muchos exponen sus vidas e intimidades en ¡°acuarios de cristal¡±. ?Qu¨¦ poder les concedemos a las redes sociales? ?Qui¨¦n decide qu¨¦ consumes, d¨®nde vas, qu¨¦ rutas eliges? El poder de esos emprendimientos tecnol¨®gicos es inimaginable. Algunas personas llegan a delatar sus actos criminales subiendo v¨ªdeos a las redes, sean manadas violadoras en Espa?a o vand¨¢licas en Brasil.
Asimismo, comprueba Zeynep Tufekci, profesora de las Universidades de Columbia y Harvard y columnista del The New York Times, las redes sociales tecnol¨®gicas nos env¨ªan informaci¨®n sesgada para facturar sobre nuestros tiempos de pantalla y likes. Los sesgos eliminan un lenguaje com¨²n que nos permita comprendernos, haci¨¦ndonos hipermanipulables, o antimodernizables.
Lula, y el partido que lidera, se equivocaron en a?os anteriores. Sin embargo, no hay otro l¨ªder con su capacidad de transformar una educaci¨®n coja, encontrar lenguajes comunes, establecer di¨¢logos de calidad, involucrar y unir el pa¨ªs y pa¨ªses (China, Estados Unidos, Italia o Rusia, inmediatamente manifestaron apoyarle), e involucrar a las empresas tecnol¨®gicas en proyectos comunes de sociedad bajo nuevos contratos sociales. Volver a defraudar al pueblo implica otra vez la responsabilidad de antimodernizar su patria y regresarla a eras medievales.
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