Un tour po¨¦tico por la periferia de una ciudad et¨ªope
Descarnada y teatral, la apuesta del realizador alem¨¢n Daniel K?tter, que se ver¨¢ en el Another Way Festival, nos transporta al extrarradio pobre de Addis Abeba, con el cariz perentorio de la dura vida en el valle del Rift

?Cu¨¢nto vale la sangre et¨ªope en ladrillos? Esa es una pregunta que se hace el espectador a poco de dejarse mecer por los largos planos-secuencia de Rift-Finfinnee, la pel¨ªcula del alem¨¢n Daniel K?tter (nacido en 1975), en los alrededores de Addis Abeba, siempre en construcci¨®n. De hecho, Finfinnee es el nombre de la capital de Etiop¨ªa en la lengua afroasi¨¢tica oromo. La pel¨ªcula, que se ver¨¢ el 24 de octubre, en el marco de la s¨¦ptima edici¨®n del Another Way Film Festival ¡ªque se celebra esta semana en varios espacios de Madrid y en sedes online¡ª es la tercera parte de la trilog¨ªa de K?tter sobre las periferias. Las dos anteriores narraron la vida en los extramuros de Teher¨¢n (Ir¨¢n) y El Cairo (Egipto), respectivamente.
Ante la inmensidad de lo desconocido, o de nuestro desconocimiento frente a lo apabullante de los espacios abiertos de la pantalla, seguramente nos preguntemos si ser¨¢ posible que alguna vez lleguemos a pisar esos suelos inestables, en las riberas del r¨ªo Akaki. Y, tanto si nos respondemos que s¨ª como que no, cada composici¨®n del realizador nos conmover¨¢ como si fuese un cuadro de una exposici¨®n, con jazz de fondo. K?ter se detiene, nos deja observar con atenci¨®n, mientras nos ofrece fragmentos auditivos que nos informan sobre algunos acontecimientos de ese rinc¨®n tan olvidado de la Tierra.
La ciudad de Addis Abeba est¨¢ asentada en los bordes del valle del Rift, una gran falla geol¨®gica en continuo movimiento volc¨¢nico y de placas tect¨®nicas, que le dan a toda la vida ¡ªsobre todo, la rural¡ª el cariz de lo ef¨ªmero, de lo perentorio, de lo que no se sabe hasta cu¨¢ndo durar¨¢, cu¨¢ndo terminar¨¢ por romperse y volverse mar de lava y, por fin, mar de agua, aunque ahora mismo el pa¨ªs no tenga salida a ning¨²n oc¨¦ano. La tierra en los alrededores de Finfinnee es gris, del color de las cenizas expulsadas por esas bocas ¨¢vidas de movimiento, las casas son grises ¡ªporque los ladrillos son grises¡ª y las piedras son grises. En off, o¨ªmos el murmullo del extramuros, las radios mal sintonizadas y los di¨¢logos que van guiando la acci¨®n entre un escenario y otro, ya sea en oromo o en am¨¢rico (dos de los cinco idiomas oficiales en Etiop¨ªa, junto con el somal¨ª, el tigri?a y el afar).
La tenacidad de esa poblaci¨®n es un rasgo que el director destaca po¨¦ticamente, en la morosidad de sus escenas, en la paciencia, en la aceptaci¨®n del gesto repetido
K?tter es un cineasta que tambi¨¦n es puestista teatral y m¨²sico, y toda su creaci¨®n se basa en planos admirables. As¨ª, los esqueletos de cemento, erguidos a desgana en torno a calles de interminable pobreza, contienen signos de vida p¨®stuma, o desheredada. Entre ellos se balancean apenas los huesos flacos de un burro tirando de un carromato, que a veces se confunden con las paredes de las ruinas de concreto que vigila alg¨²n guardia insomne, que cuenta relatos de la guerra de los 90 y la represi¨®n, que no fue solo de la carne, sino que se extendi¨® a la prohibici¨®n de estudiar a los sublevados. Quiz¨¢ por eso hoy todo el mundo parece hacer lo que le toca hacer: picar piedras, tender ropa, transportar el burro, incluso caminar dos horas para ir al colegio. La tenacidad de esa poblaci¨®n es un rasgo que el director destaca po¨¦ticamente, en la morosidad de sus escenas, en la paciencia, en la aceptaci¨®n del gesto repetido. Nadie tiene demasiada prisa y todos parecen estar dispuestos a persistir y a hacer posible lo que cualquier impaciente occidental dejar¨ªa r¨¢pidamente por imposible.
Sin embargo, hay similitudes entre aquel mundo y este, que reluce m¨¢s, pero que, debajo de la c¨¢scara, tambi¨¦n esconde ladrillo. En efecto, el ladrillo es, tambi¨¦n all¨ª, el emblema de la brecha m¨¢s significativa, que quiz¨¢ sea m¨¢s honda que la de la falla tect¨®nica del Cuerno de ?frica. Es la brecha entre los ricos de las urbanizaciones y los pobres de los esqueletos de concreto gris; la cicatriz que deja la especulaci¨®n. Ya no hay granjas como las que algunos habitantes de esa periferia recuerdan y en el suburbio, el control siempre avanza, porque no hay bosques ni matorrales en los que esconderse. La vida, no obstante, siempre se impone, y cantan los grillos y las gallinas, y, cuando el sol da la tregua nocturna, el cielo se abre estrellado sobre esas tierras descoloridas, tan equitativo y emancipador como lo har¨ªa sobre la pradera.
El director Daniel K?tter trabaja ahora en una serie en torno a los cuerpos y el paisaje, que relata las consecuencias de las actividades extractivas en Alemania, Pap¨²a Occidental y la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo. Bienvenido sea su experimento hecho cine.
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