Mi pueblo es un museo al aire libre
Un grupo de aldeas de Gambia se ha convertido en una enorme exposici¨®n de cultura local y arte urbano con el fin de atraer visitantes y mejorar el crecimiento econ¨®mico de sus vecinos, pero ahora pide ayuda para mantenerse viva
Al inicio, fueron artistas internacionales los que desembarcaron en Kubuneh para pintar las paredes de las casas de esa aldea enclavada en la Reserva Natural de Makasutu, un bosque protegido cerca del r¨ªo Gambia. Luego se sumaron algunos muralistas gambianos y el proyecto se ampli¨® a otras tres aldeas: Makumbaya, Galoya y Bafoloto. Hoy, 12 a?os despu¨¦s, un par de j¨®venes mantiene viva la iniciativa.
Los hermanos Amadou y Musa Bah se turnan para hacer de gu¨ªas a los visitantes que se adentran por los caminos de la selva o se acercan en barca hasta all¨ª. Muestran los murales, explican algunos de ellos, pero les falta informaci¨®n sobre los artistas que los crearon y sus intenciones.
La reserva de Makasutu tiene 405 hect¨¢reas y es el resultado del esfuerzo que durante 20 a?os realizaron dos ingleses, James English y Lawrence Williams. Sus ideas para dinamizar el turismo se tradujeron en la reforestaci¨®n y conservaci¨®n de la zona, un albergue de lujo y el proyecto cultural que se inici¨® en 2010 y que se conoce como Open Wall Project.
Las paredes de las casas, de los negocios o escuelas de las cuatro aldeas est¨¢n cubiertas de murales. Muchos de ellos, los primeros, medio borrados por la humedad o alterados por alguna construcci¨®n. Los artistas internacionales pintaron escenas de la vida cotidiana, del campo, de la ganader¨ªa, animales dom¨¦sticos y salvajes o mensajes sobre la necesidad de conservar y proteger el medioambiente. Luego aparecieron otros donde prima la est¨¦tica. Los ¨²ltimos, pintados entre 2021 y 2022, se recrean en la idea de la paz y la unidad, adem¨¢s de alg¨²n devaneo rastafari.
El alkalo (jefe) de Galoya, Modou Bah, explica que, cuando se dise?¨® el proyecto, inclu¨ªa 14 aldeas a lo largo del r¨ªo. ¡°Empez¨® como una propuesta de conservaci¨®n y luego, los ingleses vinieron con la idea de la cultura. Comenzaron a contactar a los artistas de diferentes pa¨ªses: Francia, Espa?a, Alemania¡¡±, concreta.
La intenci¨®n era que la iniciativa atrajera a turistas que pagar¨ªan por ver los murales. ¡°Ese dinero ir¨ªa a las aldeas para comenzar algunos proyectos de desarrollo. Ese fue el principal objetivo de la iniciativa¡±, explica Bah. ¡°Estas son poblaciones donde vive gente pobre que necesita escuelas, guarder¨ªas, centros de formaci¨®n profesional para que nuestros j¨®venes que no hacen nada puedan aprender un trabajo para su futuro. Por eso hicimos este proyecto. El problema es que James ha muerto y Lawrence tuvo un accidente y vive en Reino Unido, y ya nada funciona con normalidad¡±, prosigue. Ahora es el artista gambiano Njogou Touray, que estuvo presente desde su puesta en marcha, quien le da continuidad.
Touray comenta que, cuando se declar¨® la epidemia de ¨¦bola en algunos pa¨ªses en 2014, vieron oportuno no traer m¨¢s artistas internacionales. M¨¢s tarde lleg¨® el coronavirus y por eso no han vuelto todav¨ªa. ¡°Pero yo no quer¨ªa que el proyecto muriese y por eso empec¨¦ a trabajar con dos j¨®venes que hab¨ªan estado presentes desde el principio del mismo. Dise?¨¦ algunos borradores para que ellos los pintaran en las paredes y luego los chicos han seguido por su propia iniciativa¡±.
Por eso, los murales m¨¢s recientes han sido pintados por Amadou y Musa. Comenzaron ayudando a los artistas internacionales, haciendo recados para ellos: les llevaban las pinturas, les lavaban los pinceles¡ Musa recuerda que su primer dise?o fue escribir su nombre sobre una pared. Ahora, los dos hermanos utilizan lo que se concibi¨® como un peque?o bar construido en torno al tronco de un enorme baobab para dise?ar sus creaciones. Con orgullo muestran y explican sus obras: un mural, con alguna falta de ortograf¨ªa, en el que Musa resalta la necesidad de no cortar ¨¢rboles para preservar el medio ambiente. O las paredes en las que reivindican la paz en mandinga (kairadorong) y en fula (jantan), las dos lenguas habladas en la zona. Comparando estos trabajos con los m¨¢s antiguos, se les nota menos ¨¢giles. Son los dise?os que Touray esboz¨® para ellos. La intenci¨®n es buena, pero el resultado art¨ªstico, bastante opinable.
Musa asegura que siguen adelante con el proyecto porque quieren mantener las pinturas seguras, y porque a¨²n trae ingresos a las aldeas. ¡°Hemos visto a muchos turistas venir hasta aqu¨ª desde diferentes pa¨ªses¡±, se?ala. Su hermano a?ade: ¡°Nos da la seguridad de que podemos construir un futuro mejor a trav¨¦s del arte¡±.
El alkalo de Galoya insiste en los beneficios conseguidos gracias al proyecto, aunque a?ade: ¡°Justo antes de la covid-19 ven¨ªan muchos turistas; ahora ya no. Las comunidades hab¨ªan empezado a tener un peque?o beneficio hasta que lleg¨® la pandemia y todo se par¨®. Esperamos que ahora la situaci¨®n mejore¡±.
As¨ª es, no se ven turistas recorriendo las calles de las aldeas. Touray tambi¨¦n insiste en los muchos beneficios que el proyecto ha aportado a las poblaciones de la zona: ¡°Creo firmemente que el arte puede realmente servir como un veh¨ªculo de desarrollo econ¨®mico. Nos dimos cuenta de que despu¨¦s de empezar el proyecto, muchos fil¨¢ntropos vinieron hasta aqu¨ª y contribuyeron en diferentes formas creando huertos, colegios, guarder¨ªas y otras iniciativas¡±.
Musa insiste en mostrar uno por uno todos los trabajos. Delante de una casa de Galoya, el due?o de la misma corre enfadado, preguntando que con qu¨¦ derecho se fotograf¨ªa una propiedad privada. Musa y ¨¦l discuten, al final los ¨¢nimos se calman y el propietario cambia al ingl¨¦s para dejar claro que siempre hay que pedir permiso. En Kubaneh, una familia pide una propina por dejar acceder a su propiedad para apreciar uno de los primeros murales de artistas internacionales, un gran p¨¢jaro ahora dividido por un muro que se ha construido en el patio de la vivienda. Sin embargo, el due?o de la peque?a tienda en cuya fachada hay pintado un toro pide que no se deje de fotografiar esa obra.
Lamin Bojeng, profesor universitario y experto gambiano en turismo responsable, aprovecha el ejemplo de estos incidentes para mostrar sus reservas sobre la iniciativa. Opina que las aldeas no fueron sensibilizadas sobre los objetivos del proyecto. ¡°Hoy puedes ver c¨®mo algunas personas parecen no conocer el prop¨®sito de nuestra visita. La iniciativa no est¨¢ bien administrada. Aqu¨ª nadie paga. Si se cobrase una entrada, el dinero podr¨ªa ser empleado para el desarrollo de estos pueblos. Pero hasta ahora, nadie es capaz de mostrar ning¨²n beneficio que haya podido generar. La idea es buena, pero podr¨ªa haberse organizado para que fuera un motor de desarrollo para la zona y, sobre todo, que la poblaci¨®n se sintiera parte de ella¡±.
Musa y Amadou concluyen el recorrido. Dan las gracias por la visita y se niegan a aceptar la propina que se les ofrece por su servicio. Piden que se introduzca en la caja que hay delante de la casa del alkalo, para que vaya al fondo de desarrollo del pueblo. Y se despiden pidiendo que se hable del proyecto para que m¨¢s personas se acerque a conocerlo.
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