?frica es ritmo, pero quiere ser todas las m¨²sicas
Ense?ar y aprender a tocar instrumentos constituye uno de los intercambios m¨¢s fruct¨ªferos que se dan en el continente africano, entre las maneras de expresarse de sus culturas y la ejecuci¨®n de los instrumentistas europeos. El colectivo belga M??k lo practica desde hace m¨¢s de dos d¨¦cadas, especialmente en Burkina Faso y Ben¨ªn
Hay un territorio en el que los intercambios con ?frica suenan m¨¢s equitativos, y es el de la m¨²sica. Qu¨¦ duda cabe de que los compositores e int¨¦rpretes africanos tienen mucho que decir a sus colegas occidentales, tanto como o¨ªdos atentos para escuchar otros acordes. En las orillas de todos los mares hay int¨¦rpretes formados en conservatorios y dedos intuitivos, aprendices virtuosos que improvisan y estudiosos con partitura, y ninguna de estas posibilidades es excluyente en la pr¨¢ctica del oficio.
Lo saben los miembros del colectivo belga M??k, que hacen jazz y se nutren de la fusi¨®n con ritmos africanos, adem¨¢s de ense?ar lo que ellos dominan como instrumentistas all¨ª donde van; organizaciones internacionales como Playing for Change trabajan en la instalaci¨®n de escuelas de m¨²sica en varios continentes y en la puesta en marcha de festivales de cantos tradicionales como el de Zamane, en M¡¯hamid (Marruecos). Tambi¨¦n lo experimentan asociaciones locales como Les ¨¦toiles de Sidi Moumen (Las estrellas de Sidi Moumen), con locales en barrios populares de varias ciudades marroqu¨ªes, por ejemplo. A esas aulas barriales suelen acercarse estrellas como Ahmed Soultan, quien hace un par de a?os acudi¨® a la reci¨¦n inaugurada sede de Agadir, a ense?ar a aficionados los rudimentos del hip hop, una m¨²sica que, en sus palabras, ¡°se puede hacer con la m¨ªnima inversi¨®n en un ordenador¡±.
En los pa¨ªses de mayor¨ªa musulmana, en general, no se han cultivado los instrumentos de viento de metal, aunque siempre haya habido otros, tradicionales, como las flautas de madera y dem¨¢s materiales
?frica es sin¨®nimo de hacer m¨²sica
En cualquier rinc¨®n de ?frica, rural o urbano, a cualquier hora, hay un grupo ¡ªformalmente convocado o espont¨¢neo¡ª de gente aprendiendo a tocar un instrumento, o a cantar, o a mezclar en una bandeja de disc jockey. As¨ª, en una ma?ana de s¨¢bado luminosa de oto?o, en Rabat, y en el marco del encuentro Jazz au Chellah, asistimos a una clase magistral (o taller te¨®rico-pr¨¢ctico) de bronces ¡ªinstrumentos de viento de metal¡ª a cargo del trompetista belga Laurent Blondiau, acompa?ado por el saxofonista Toine Thys y la cantante belga-marroqu¨ª La?la Amezian. All¨ª se tocan melod¨ªas, se armoniza, se cuentan experiencias etnogr¨¢ficas y formativas o se dan y se reciben consejos. Es, quiz¨¢, uno de esos espacios que, en cualquier lugar del mundo, funcionan como refugios en los que los participantes se sienten hermanados y, juntos, est¨¢n a salvo de todas las otras fricciones y los rigores de la ¨¦poca, las fronteras y el mercado.
En la master class, uno de los primeros juegos que propone Blondiau ¡ªl¨ªder del M??k Quintet¡ª consiste en buscar una nota por o¨ªdo: ¨¦l la toca con la trompeta, los vientistas intentan encontrarla ejecutando sus instrumentos, y los cantantes, imitarla con su voz. El juego no solo va de acertar, sino de aprender de lo que no se acierta, porque en esa b¨²squeda de una m¨¢s arriba, una m¨¢s abajo, hay ¡°un darse cuenta¡± que sirve a cualquier m¨²sico, explica Toine Thys.
Una decena de chicos y chicas prestan atenci¨®n a las consignas y se turnan para preguntar: ?cu¨¢l es la mejor manera de realizar un cambio fluido de acordes en vientos? ¡°Hay que trabajar equilibradamente las doce tonalidades¡±, responde Blondiau, quien sugiere otro juego: restringir lo que ya les sale y echar mano de lo que m¨¢s les cuesta. ¡°Lo que m¨¢s suele costarles a los m¨²sicos africanos son las armon¨ªas, porque su m¨²sica es m¨¢s r¨ªtmica¡±, apuntala Thys, quien ahora acompa?a a Blondiau en algunas de sus incursiones pedag¨®gicas por el continente.
M¨¢s armon¨ªa, m¨¢s teor¨ªa
Hace 25 a?os, en Bruselas, Blondiau fund¨® el colectivo M??k, junto a un grupo de m¨²sicos europeos interesados en la m¨²sica de Mal¨ª, la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo, Burkina Faso o el Magreb. ¡°La trompeta es un instrumento transportable¡±, bromea, ¡°por lo que, a partir de 1998, comenc¨¦ a venir a ?frica y a mantener encuentros con m¨²sicos del continente¡±. Esas citas fueron haci¨¦ndose m¨¢s frecuentes y transform¨¢ndose en proyectos sostenidos, por ejemplo, gracias a la asociaci¨®n con una escuela de m¨²sica de Uagadug¨², en Burkina Faso, en la que los belgas ense?an con regularidad. En otros casos, como en Ben¨ªn, donde suelen trabajar con una familia que incorpora la m¨²sica a las pr¨¢cticas vud¨² de sacralizaci¨®n, las sesiones suelen ser m¨¢s informales. ¡°Si algo me conmueve en ?frica, son los ensambles de percusi¨®n de los ritos vud¨² en Ben¨ªn, justamente¡±, explica el trompetista.
Blondiau tambi¨¦n aprovecha estas sesiones como aprendiz, para entrenarse en instrumentos r¨ªtmicos que, aunque parecen m¨¢s rudimentarios, ¡°hay que asimilar c¨®mo se tocan¡±. De hecho, comenta que la primera vez que escuch¨® a un grupo de percusionistas beninenses, no comprendi¨® nada: ¡°No entend¨ªa la manera en que estaban organizados, pero luego me fui enterando¡±. Ya aprendi¨® a tocar el particular gong y las campanas de ?frica Occidental, listo para asistir a una orquesta de danzas o de bodas de Ben¨ªn, y ya sabe hacer palmas casi como cualquier otro m¨²sico de gnawa marroqu¨ª.
Lo que m¨¢s suele costarles a los m¨²sicos africanos son las armon¨ªas, porque su m¨²sica es m¨¢s r¨ªtmicaToine Thys, saxofonista
En el rol de maestro, el jazzman belga concede que los int¨¦rpretes sin formaci¨®n cl¨¢sica tienen m¨¢s plasticidad a la hora de adaptarse a cualquier ejecuci¨®n, aunque, por el contrario, ¡°necesitan algo de teor¨ªa y nombres¡±. Aprender teor¨ªa es clave para quienes quieren dedicarse a los bronces, ya que en ?frica solo se han tocado en iglesias cristianas, de donde hay que seguir expandiendo su sonoridad a la calle y a la m¨²sica popular. Por otro lado, en los pa¨ªses de mayor¨ªa musulmana, en general, no se han cultivado los instrumentos de viento de metal, aunque siempre haya habido otros, tradicionales, como las flautas de madera y dem¨¢s materiales.
?Cu¨¢les son las cosas m¨¢s dif¨ªciles de ense?ar en materia de m¨²sica, en ?frica?, le preguntamos. ¡°Tener una visi¨®n a m¨¢s largo plazo, que se aleje de la impaciencia y la inmediatez, ya que hay que practicar much¨ªsimo antes de obtener resultados¡±, destaca el instrumentista y compositor. Y agrega que, ¡°en m¨²sica, no funcionan las visiones a corto plazo¡± las cuales suelen ser, ciertamente, un modo de funcionamiento habitual para buena parte de las actividades culturales en el continente.
Sobre el final del taller, un actor interroga a los m¨²sicos de jazz por la improvisaci¨®n, que, seg¨²n su criterio, en el teatro consiste en la aceptaci¨®n de una historia para emprender la tarea de agregar elementos que le den continuidad. Alguien le responde que algo similar ocurre en el jazz, al que muchos ven como un proceso m¨¢s que una m¨²sica terminada. ¡°Todo es jazz¡±, asienten, sonriendo, maestros y alumnos, mientras siguen intercambi¨¢ndose los roles.
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