La m¨²sica europea y magreb¨ª se fusionan en la 25? edici¨®n del festival ¡®Jazz au Chellah¡¯
En un homenaje especial a la mujer, brillaron las cantantes Hind Ennaira y La?la Amezian, que invitaron al escenario a los comediantes y m¨²sicos de Casablanca, Kabareh Cheikhats
El castillo de Chellah, en Rabat, Marruecos, es un sitio arqueol¨®gico emplazado en una colina a orillas del r¨ªo Buregreg. Contiene restos de sucesivas capas de historia que hablan de tiempos romanos, del paso de cartagineses y fenicios, hasta llegar a la necr¨®polis de la dinast¨ªa mer¨ªnida, presente en la zona desde el siglo XIII. Esas ruinas que fueron muros de viviendas, tumbas y minaretes ¨Cpoblados habitualmente por cig¨¹e?as vig¨ªas¨C se llenan de otras vidas con cada comienzo de oto?o, desde hace m¨¢s de dos d¨¦cadas, gracias al ciclo Jazz au Chellah, organizado por la Uni¨®n Europea, y dedicado a la fusi¨®n de las m¨²sicas europeas y las magreb¨ªes. Apenas unos d¨ªas atr¨¢s, la expectativa acumulada tras dos a?os de par¨®n pand¨¦mico se saci¨® durante la concurrida 25? edici¨®n, comisariada por dos directores art¨ªsticos: Majid Bekkas para los sonidos africanos y Jean-Pierre Bissot, en la europea.
Como ocurre con las capas hist¨®ricas de ese suelo, a orillas del Buregreg, los ritmos norafricanos hacen que las armon¨ªas cuidadas del viejo continente europeo levanten all¨ª otros vuelos, j¨®venes y vigorosos. Entre esas paredes construidas, muy cerca de la muralla almohade de la ciudad marroqu¨ª, los int¨¦rpretes provenientes de ambas riberas del Mediterr¨¢neo son convocados para presentar sus trabajos y ensayar un set con otra formaci¨®n. As¨ª, al final del d¨ªa, el escenario del festival se colma de humanidad y m¨²sica mestiza, para ¨¦xtasis de los mil asistentes que caben en las gradas. Entonces, cada uno de los cuatro atardeceres del festival consiste en la ilusi¨®n a ese encuentro, que causar¨¢ tanto asombro entre el p¨²blico como entre los propios m¨²sicos sobre el escenario, a quienes suele verse boquiabiertos, maravillados por lo inesperado de esos cruces entre los bronces de los vientos del jazz con los cueros (la tensi¨®n de la darbuka), las maderas y las cuerdas r¨²sticas del guembr¨ª, sin contar con la sorpresa que causa la energ¨ªa de las krakebs (casta?uelas met¨¢licas t¨ªpicas del gnawa), que acompa?an a un piano cl¨¢sico.
En la capital de Marruecos, que se ha acostumbrado a exhibir edificaciones grandilocuentes y que, en los ¨²ltimos a?os, ha recuperado monumentos, pintado calzadas y saneado los veh¨ªculos del transporte p¨²blico, la m¨²sica tambi¨¦n tiene aspiraciones. Este a?o, los responsables de Jazz au Chellah decidieron que habr¨ªa un lugar destacado para las mujeres ¨Cque tradicionalmente han jugado un rol central en los sonidos norafricanos¨C y para los m¨²sicos j¨®venes, porque el talento natural de un lugar tan prol¨ªfico debe ser estimulado. La posibilidad de formarse y practicar en buenas condiciones no es un asunto menor, en ninguna rama del arte. De ah¨ª que estos espacios festivaleros sean propicios para adquirir experiencia y experiencias, tanto en la ejecuci¨®n instrumental como en la escena, junto a m¨²sicos de conservatorio o de otras tradiciones.
Entre los cl¨ªmax de esta edici¨®n figura la actuaci¨®n del quinteto jovenc¨ªsimo del canario Ernesto Montenegro junto al Hind Ennaira Tr¨ªo, liderado por una joven m¨²sica de Esauira, ciudad en la costa del oeste del pa¨ªs, que empu?a el guembr¨ª como una maestra consolidada. El otro punto sobresaliente del festival fue la divertida y ajustada actuaci¨®n del M??k Quintet de B¨¦lgica junto a la cantante belga-marroqu¨ª La?la Amezian, en un encuentro inolvidable con el percusionista de la vecina localidad de Sal¨¦, Mustapha Antari, y tres de los integrantes de la troupe de Kabareh Cheikhats, de Casablanca.
En este caso, La?la Amezian, una cantante de la di¨¢spora marroqu¨ª ¨Chija de padres tangerinos¨C se acerc¨® al repertorio cha?bi (folklore magreb¨ª) desde su entonaci¨®n de toques orientales y su experiencia jazz¨ªstica. La propia Amezian confesaba, tras el show, que ella ha debido hacer un viaje de enraizamiento hacia la m¨²sica que su madre cantaba en fiestas familiares y espacios privados, ya que en los a?os 90 y 2000, lo que se ped¨ªa en Europa eran cosas que cupieran en el estilo de la m¨²sica global. Asegura que se subi¨® a la ¡°ola orientalizante¡± y termin¨® vi¨¦ndose en el espejo en que se la situaba en Occidente. ¡°Ahora puedo conectar con lo tradicional marroqu¨ª a mi manera, con arreglos del jazz, y asumir que Marruecos es ?frica y no Oriente¡±, declara. De ah¨ª el actual proyecto de Amezian de ¡°valorizar el lugar de la mujer marroqu¨ª en la m¨²sica¡±, para que esa expresi¨®n femenina entusiasta de la vida cotidiana ¨Ccomo fue la de la su propia madre, cantante amateur¨C luzca sobre el escenario y deje de estar arrinconada en las fiestas religiosas, en las cocinas o en las bodas.
Precisamente, en el marco de esa exploraci¨®n fue que Amezian encontr¨® a los Kabareh Cheikhats (@kabarehcheikhats), quienes ahora se subieron al escenario, junto a ella, en Rabat. Se trata de una particular arte de acci¨®n esc¨¦nica que rescata la m¨²sica popular marroqu¨ª rindiendo tributo a las mujeres que cantaron poes¨ªa amorosa y revolucionaria hace un siglo. Ellos son m¨²sicos y comediantes que interpretan virtuosamente canciones del folklore del Magreb, maquillados y vestidos con sus mejores caftanes de mujer. Recrean, en tono de comedia, y mucho respeto, lo que ellas ¨Clas cheikhats¨C alumbraron gracias a sus voces y sus danzas. Con ancestrales gritos de origen ¨¢rabe, animaban a sus hombres a enfrentar las injusticias, porque, en efecto, las int¨¦rpretes del g¨¦nero folkl¨®rico de la a?ta han estado siempre muy ligadas a la tierra y a su comunidad, unidas por unas letras pol¨ªticas que hablaban de actualidad.?En honor a estas mujeres, que fueron muchas veces estigmatizadas, este grupo de baidan¨ªes, liderados por Ghassan El Hakim, concibi¨® un espect¨¢culo de cabaret para homenajearlas ydefender la diversidad, con buen humor.
Al fin, durante la ¨²ltima noche de esta 25? edici¨®n de Jazz au Chellah, la guitarra flamenca del gaditano Nono Garc¨ªa se encontr¨® con el violoncello andalus¨ª de Zarakaria Dorhmi. Y el gran compositor espa?ol Joaqu¨ªn Rodrigo pudo sobrevolar Aranjuez y los muros de la fortaleza mer¨ªnida en 2022.
Puedes seguir a PLANETA FUTURO en Twitter, Facebook e Instagram, y suscribirte aqu¨ª a nuestra ¡®newsletter¡¯.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.