Contra la radicalizaci¨®n, la industria creativa en los barrios de Marruecos
La experiencia del centro cultural ¡®Las estrellas de Sidi Moumen¡¯, que naci¨® entre las chabolas de los terroristas de los atentados de Casablanca en 2003, se multiplica en otros sectores urbanos desfavorecidos
¡°Son nuestros chicos¡±, dice el escritor Mahi Binebine que pens¨® cuando se acerc¨® a conocer el barrio de chabolas en el que hab¨ªan nacido y se criaron los 14 terroristas suicidas que provocaron los atentados de Casablanca, en mayo de 2003, y que dejaron 45 muertos y un centenar de heridos. Varios a?os despu¨¦s, frente a un bald¨ªo donde vio a decenas de ni?os jugar al f¨²tbol con la ropa hecha jirones tuvo la tentaci¨®n de llamarlos ¡°nuestros chicos¡± ¡ªeran otros chicos que tampoco hab¨ªan salido nunca ni a pasear al centro de la ciudad¡ª y que le recordaron las postales de su infancia en Marrakech. Esa sensaci¨®n le eriz¨® la piel: no pod¨ªa justificarlos. Quer¨ªa escribir una novela y a las pocas l¨ªneas tuvo que parar: no pod¨ªa simplemente escribir que aquellos eran ¡°nuestros hijos¡±, o ¡°v¨ªctimas y victimarios, que alguna vez hab¨ªan sido peque?os que deb¨ªan de haber sido protegidos y educados¡±. Sidi Moumen, aquel asentamiento pobr¨ªsimo en la periferia de Casablanca, ¡°era una ciudad entera, y me empez¨® a perseguir la idea de c¨®mo ser¨ªa nacer sin futuro y sucumbir a la tentaci¨®n de convertirse en una bomba humana; no los ve¨ªa c¨®mo monstruos, pero no sab¨ªa c¨®mo presentarlos, por lo que dej¨¦ esa novela de lado, por largo tiempo¡±, agregaba Binebine, que nunca pierde la sonrisa, en el marco de una ponencia sobre la violencia que ten¨ªa lugar unas semanas atr¨¢s, en Esauira.
¡°Hab¨ªa que hallar la manera de expresar que a veces el Estado es terrorista por dejar vivir a miles de personas en territorios sin ley, ni derechos, a los que se acerca una mafia seudoreligiosa o la burgues¨ªa que da limosnas¡±, explicaba Binebine, que finalmente escribi¨® Los caballos de dios (en franc¨¦s, la novela llevaba por t¨ªtulo Les ¨¦toiles de Sidi Moumen (Las estrellas de Sidi Moumen). En 2012, aquel libro se convirti¨® en una exitosa pel¨ªcula, dirigida por Nabil Ayouch, y protagonizada por catorce actores no profesionales provenientes de la misma bidonville (como se llaman en franc¨¦s estas villas-miseria). Y aqu¨ª el relato de Binebine se vuelve ¨¢gil: ¡°Con la fundaci¨®n Ali Zaoua, decidimos entonces crear un centro cultural, Les ¨¦toiles de Sidi Moumen, para ofrecerles a estos chicos la posibilidad de hacer cine, m¨²sica, danza y aprender lenguas¡ para que pudieran entenderse con el otro. Luego vino el milagro: se han ido presentando mecenas para abrir nuevos centros: ya est¨¢ funcionando uno en T¨¢nger, otro en Fez y se va a inaugurar el de Marrakech, gracias a la donaci¨®n de dos riads que albergar¨¢n su sede. Tambi¨¦n acaba de abrir sus puertas Les ¨¦toiles de Sous (Las estrellas de Sus), en Agadir, y para 2021, se proyecta uno en Esauira y cuatro filiales m¨¢s¡±.
Como la flor de loto, que toma su abono del lodo del pantano, la experiencia nutriente de este centro cultural ha sido el dolor m¨¢s extremo de una comunidad. En su ra¨ªz est¨¢ la herida de la que florecen iniciativas art¨ªsticas, mecenazgos y nuevos talentos de los barrios urbanos m¨¢s pobres de las ciudades marroqu¨ªes. Othman Nejmeddine es el flamante director del centro Les ¨¦toiles du Sous, que empez¨® a funcionar este septiembre en una de las zonas m¨¢s deprimidas de Agadir, y que arranca con 800 inscritos (entre los cinco y los 18 a?os), para sus cursos de teatro, lenguas, m¨²sica y danza. Nejmeddine recibe a ?frica no es un pa¨ªs , durante el periodo preinaugural ¡°de puertas abiertas¡±. Es una ma?ana de s¨¢bado ¨Ctodav¨ªa verano¨C y Nejmeddine invita a pasar a un grupo de cuatro o cinco ni?os de unos diez a?os que miran desde la acera. ¡°La puerta est¨¢ abierta pero les intimida el edificio, esta construcci¨®n de m¨¢rmol, que se ve tan institucional porque nos la cedi¨® el ayuntamiento¡±, explica.
¡°Cada centro tiene su manera independiente de trabajar dentro de la red com¨²n ¡ aqu¨ª, por ejemplo, tambi¨¦n damos cursos y talleres para educadores y artistas que pretenden adquirir recursos pedag¨®gicos; ansiamos, en el futuro, poder contar con certificaci¨®n, como un conservatorio, pero con nuestros propios m¨¦todos¡±, anuncia Nejmeddine, que agrega que cada regi¨®n tiene sus necesidades espec¨ªficas y sus expresiones art¨ªsticas diferentes a divulgar. Por caso, la poblaci¨®n del valle del r¨ªo Sus ¨Cla regi¨®n del sudoeste marroqu¨ª donde se encuentra Agadir¨C es mayoritariamente amazigh (bereber) y cuenta con idioma propio, instrumentos y ritmos folkl¨®ricos diferentes a los de otras zonas del Magreb.
¡°Somos un grupo de gente de la regi¨®n que nos hemos formado como managers de la industria cultural y que queremos acompa?ar a los ni?os de barrios dif¨ªciles, donde hay gran riesgo de radicalizaci¨®n y violencia, a expresarse y a promocionar nuestra cultura con su talento. Adem¨¢s de ense?arles algo sobre las herramientas de las que pueden valerse, queremos formar una comunidad de artistas, ofreci¨¦ndoles salas de conciertos y ensayos, estudios de grabaci¨®n, biblioteca y recursos de producci¨®n de sus productos culturales, as¨ª como promoci¨®n y movilidad¡±, sostiene el director.
En esta ma?ana de s¨¢bado, es nada menos que Ahmed Soultan, una estrella del pop magreb¨ª, nacido y residente en la regi¨®n, quien se acerca a estas Jornadas de Puertas Abiertas del centro, para dictar un taller sobre m¨²sica asistida por ordenador. Soultan (nacido en 1979, en Tarudant) vende miles de copias de sus discos ¨Co a trav¨¦s de su plataforma¨C, desde principios de este siglo, y se lo ve entusiasmado entre los j¨®venes del barrio, ofreci¨¦ndoles trucos para componer y grabar su propia m¨²sica; los anima a cantar, a tocar teclas, a dejarse llevar por lo que sienten para crear. Y nos cuenta, en una pausa: ¡°Estoy comprometido con las industrias creativas y con la integraci¨®n africana a trav¨¦s de la creaci¨®n de riqueza por la v¨ªa cultural¡±.
Soultan pone el ejemplo de c¨®mo, hoy, es posible hacer e intercambiar creaciones a muy bajo coste. ¡°Sin ir m¨¢s lejos, el hip hop es una m¨²sica de pobres. Se puede hacer con la m¨ªnima inversi¨®n en un ordenador¡ No todo el mundo va a ser una estrella, pero los chicos van a estar ocupados creando, y no solo gastar¨¢n su tiempo en estar frustrados. Manejar la frustraci¨®n es un objetivo: yo lo vivo en mi h¨¢bitat, una peque?a aldea de Tarudant, donde crecen mis primos, y es rural, hay cabras¡ pero lo que les llega es urbano, a trav¨¦s de Internet. Tener un espacio y un colectivo para crear te puede consolidar dentro de la propia cultura: hay que ser s¨®lido para no sentirse amenazado. Y aqu¨ª hay talento por todos lados; solo les hace falta el formato. Un petit Brahim puede devenir el star del barrio, con la fortaleza de la propia cultura¡±, afirma.
En su taller hay una chica de 22 a?os que canta exquisitamente y es la primera vez en su vida que lo hace, otro chico veintea?ero especialista en beatbox y entre la decena de participantes han compuesto y grabado una canci¨®n en una sola ma?ana. Esto llena de satisfacci¨®n al maestro Ahmed, un surfero pop que vivi¨® su infancia en la periferia de Par¨ªs y, al volver, con 17 a?os, vendi¨® azafr¨¢n y aceite de arg¨¢n para financiar su m¨²sica. ¡°Solo hay que darles un empujoncito para que empiecen a expresarse¡±, sonr¨ªe Soultan, quien ha presentado su obra en Caf¨¦ Berl¨ªn de Madrid este 12 de octubre.
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