?Dos movimientos paralelos de monedas sociales?
El X Encuentro Estatal de Monedas Sociales ya plante¨® la dualidad entre las gestionadas por expertos y la Administraci¨®n P¨²blica y las que no constan de estructura jer¨¢rquica y son construidas por los propios socios
El pasado mes de noviembre se celebr¨® el X Encuentro Estatal de Monedas Sociales en Bilbao con el foco puesto en el an¨¢lisis de la situaci¨®n actual. Una de las voces que llam¨® la atenci¨®n de todos los participantes propuso separar las monedas sociales entre dos corrientes paralelas, bas¨¢ndose en otro texto en Alterconsumismo, es decir, entre:
- Monedas de Tipo A: Experiencias dise?adas y gestionadas por los expertos y/o la Administraci¨®n P¨²blica, y la moneda est¨¢ respaldada con euro. Ejemplos: REC (Barcelona) e Irati (Navarra).
- Monedas de Tipo B: Experiencias construidas y gestionadas por los propios socios sin que haya jerarqu¨ªa alguna, y la moneda es principalmente de cr¨¦dito mutuo. Ejemplos: Ecoxarxa (Catalunya) y A Sabia (Galicia).
Quisiera abordar a este tema para sugerir algo importante en el desarrollo de las monedas sociales en 2022 y m¨¢s adelante.
Primero, hay monedas sociales que no se encajan en este tipo de dualismo. Por ejemplo, Ekhilur en Euskadi se encajar¨ªa en el Tipo A porque est¨¢ respaldado con euro, pero su gesti¨®n es m¨¢s parecida a la de Tipo B. Asimismo, hay bancos del tiempo que han sido implementados por ayuntamientos y/u otras instituciones existentes que, sin perder la naturaleza del Tipo B de ser un cr¨¦dito mutuo, admite la intervenci¨®n de los expertos, t¨ªpica del Tipo A.
En segundo lugar, tengo que admitir que s¨ª existen dos tendencias. Hist¨®ricamente, salvo los bancos del tiempo en los que confluyen distintas corrientes, el Tipo B ten¨ªa m¨¢s peso, sobre todo entre 2010 y 2015, cuando Espa?a viv¨ªa la primera ola de monedas sociales, impulsada por el 15-M en 2011. El primer tipo surgi¨® despu¨¦s de las elecciones de 2015 cuando varios ayuntamientos, as¨ª como m¨¢s acad¨¦micos, empezaron a tomar posturas m¨¢s favorables.
El Tipo A suele contar con pericias de personas que conocen bien a fondo el tema o que tienen capacidades profesionales (por ejemplo, de poder programar un software o de poder dar su punto de vista sobre la legalidad de la pr¨¢ctica de monedas sociales), lo que lleva a una estructura un poco jer¨¢rquica en que esos expertos gozan de su posici¨®n privilegiada. Adem¨¢s, los encuentros organizados por el Tipo A tienden a tener muchas ponencias, como si fuera un curso intensivo en que los instructores ense?an a sus alumnos.
El Tipo B, en cambio, hereda la tradici¨®n asamblearia del 15-M en la que nadie est¨¢ por encima de los dem¨¢s, y los encuentros llevados a cabo en este principio suelen carecer de coloquios en que cada participante se dedica a debatir los problemas que enfrenta en su d¨ªa a d¨ªa de forma horizontal.
Mi sugerencia es reconocer todas las experiencias como un continuum de distintas iniciativas pues, si bien hay mucha diferencia entre un extremo (puro Tipo A) y el otro (puro Tipo B), hay otras tantas iniciativas en medio que pueden beneficiarse de las experiencias de ambas tipolog¨ªas.
Es cierto que estas dos categor¨ªas tienen su cultura e idiosincrasia distintas y la predominancia de una cultura puede frustrar a la gente acostumbrada al otro modo de organizaci¨®n, pero a m¨ª me parece que ambos son elementos necesarios para una evoluci¨®n sana de todo el movimiento. De vez en cuando, es necesario que la gente del Tipo B preste atenci¨®n a nuevos hallazgos hechos por la gente del Tipo A quienes, a la vez, han de ser humildes para entender las voces que surgen de los practicantes y responder a sus necesidades.
Ser¨ªa m¨¢s c¨®modo que la gente de cada tipo organizara un movimiento solo compuesto de experiencias afines, pero me temo a que esa propuesta ¡°tentadora¡± acabe con impedir el aprendizaje mutuo entre distintas categor¨ªas de monedas. Espero que se pueda evitar este cisma, llegando a que la uni¨®n haga fuerza.
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