La (pseudo)ciencia, en el banquillo de los acusados
El libro ¡®Los papeles de Monsanto¡¯ denuncia una ¡°dictadura tecnocient¨ªfica¡± impuesta por grandes conglomerados industriales
Al acabar la lectura de Los papeles de Monsanto (editorial Octaedro, 2022), de Gilles-?ric Seralini, me entr¨® v¨¦rtigo existencial. Tengo la impresi¨®n de que el suelo, que parece estable, en realidad se mueve bajo mis pies. ?Qui¨¦n dice la verdad y qui¨¦n miente? El Roundup, un producto vendido durante d¨¦cadas por Monsanto ?es un herbicida inocuo para la salud y, por lo tanto, apto para la venta? ?O es en realidad el causante de enfermedades graves como el c¨¢ncer para quienes lo utilizaban?
En julio del 2020, un tribunal de California dio la raz¨®n a Dewayne Johnson, un jardinero de 48 a?os aquejado de un c¨¢ncer terminal, y conden¨® a la compa?¨ªa Monsanto porque entend¨ªa que el Roundup hab¨ªa contribuido ¡°considerablemente¡± a su enfermedad. La farmac¨¦utica Bayer, que era ya por aquel entonces la nueva propietaria de la extinta Monsanto, fue condenada a pagar a Johnson 20,4 millones de d¨®lares, algo m¨¢s de 19 millones de euros, en concepto de indemnizaci¨®n.
Un ¨¢rbol no hace un bosque, evidentemente. Una historia particular no tiene por qu¨¦ convertirse en generalizaci¨®n. Pero el caso es que, en el a?o 2020, eran ya 100.000 personas quienes hab¨ªan interpuesto demandas contra Monsanto por las mismas razones que Dewayne Johnson. Leo en el libro que ese mismo a?o, Bayer se vio forzada a firmar un acuerdo de 10.000 millones de euros para que esos 100.000 demandantes cesaran sus acusaciones. A pesar de ello, varias decenas de miles lo rechazaron y su demanda judicial sigue en pie. ?Pueden tantas personas equivocarse?
Gilles-?ric Seralini no es un periodista de investigaci¨®n, sino un experto en biolog¨ªa molecular que ha escrito de manera pormenorizada la historia cient¨ªfica, medi¨¢tica y jur¨ªdica del llamado ¡°esc¨¢ndalo del Roundup¡±. El libro fue publicado en Francia en el 2020. Lleg¨® a Espa?a el pasado mes de marzo y a M¨¦xico en abril. La edici¨®n alemana ver¨¢ la luz tambi¨¦n a lo largo de este a?o.
Su autor es uno de los expertos que m¨¢s art¨ªculos ha publicado en revistas cient¨ªficas sobre la toxicidad y los mecanismos de activaci¨®n y desintoxicaci¨®n en mam¨ªferos y humanos, as¨ª como en OMG (organismos gen¨¦ticamente modificados) agr¨ªcolas y sus pesticidas. Seg¨²n explica ¨¦l mismo en su libro, escrito en colaboraci¨®n con Jer?me Douzelet, se encontr¨® en medio del ojo del hurac¨¢n simplemente por querer realizar sus investigaciones, publicar las conclusiones resultantes y querer alertar a la opini¨®n p¨²blica sobre las consecuencias nefastas del uso del Roundup.
Poco a poco fue granje¨¢ndose, sin buscarlo, la enemistad de colegas de la academia, que le acusaban de crear problemas; la antipat¨ªa de pol¨ªticos, de empresarios y de periodistas, quienes entre todos le echaban en cara no hacer bien su trabajo: es decir, llevar a cabo investigaciones no acordes con los par¨¢metros de la ciencia. Le fueron relegando a paria en vez de reconocerle como una voz m¨¢s de autoridad.
En un viaje a Inglaterra, se vio incluso obligado a cancelar su agenda. Fue internado de urgencia en el hospital y fue operado en una intervenci¨®n en la que corri¨® el riesgo de perder la vida. Los m¨¦dicos pensaban que no sobrevivir¨ªa. Y todo porque en el metro de Londres una maleta le dio un golpe en la pierna, lo que le produjo de entrada un cierto escozor al que no dio mayor importancia. Lo cierto es que se debati¨® entre la vida y la muerte por una ¡°infecci¨®n por estreptococo de origen desconocido¡±, seg¨²n consta en el expediente m¨¦dico.
Mientras le¨ªa Los papeles de Monsanto ten¨ªa la impresi¨®n a ratos de estar viendo el thriller de Alfred Hitchcock Con la muerte en los talones. Igual que en la pel¨ªcula, el ensayo cuenta la historia de una persona normal, considerada por error como excepcional, agente de la CIA en la pel¨ªcula y, por lo tanto, enfrentado a una situaci¨®n extraordinaria: obligado a la defensa propia constante para poder sobrevivir.
Si a lo largo de la historia han prevalecido prejuicios e intereses de orden religioso, pol¨ªtico, econ¨®mico por encima de la verdad cient¨ªfica, ?por qu¨¦ deber¨ªa ser diferente hoy en d¨ªa?
El crimen de Seralini, seg¨²n cuenta ¨¦l, fue querer revelar la verdad y desmontar m¨¢s de un mito, lo que supone poner en entredicho la buena fe de empresas, pol¨ªticos, agencias de control de la salud p¨²blica, de periodistas. De ah¨ª, el v¨¦rtigo que sent¨ª. El problema no es solo el Roundup de Monsanto. La pregunta cae por su propio peso: ?estamos en buenas manos? ?Podemos confiar ciegamente en las instituciones que nos gobiernan? ?Qui¨¦n es el defensor de la ciencia y qui¨¦n se esconde detr¨¢s de la pseudo-ciencia para justificar sus intereses? Seralini escribe afirmaciones muy duras que no dejan casi t¨ªtere con cabeza. Denuncia que vivimos en una ¡°dictadura tecno-cient¨ªfica¡± impuesta por multinacionales que imponen su producci¨®n en el mercado sin que haya sido verdaderamente demostrada su inocuidad.
Al final del libro, el bi¨®logo carga contra la comunidad cient¨ªfica en general: ¡°Nunca antes la ciencia hab¨ªa sido tan criminal o ciega ante la degradaci¨®n de la salud y de la Tierra. A pesar de las revisiones de comisiones puestas en marcha, tantas veces demasiado tarde, son los propios expertos cient¨ªficos los que han justificado la comercializaci¨®n, masiva y sin pruebas de control adecuadas, de pl¨¢sticos, pesticidas, detergentes corrosivos para el cerebro fabricados con tabaco, OMG con pesticidas, nanopart¨ªculas t¨®xicas, vacunas mal hechas o mal testadas, disruptores endocrinos y nerviosos¡±. En este sentido, escrib¨ª no hace mucho que la expresi¨®n ¡°a ciencia cierta¡± ha pasado, por desgracia, a la historia.
Tal y como yo lo veo, entre todos tenemos que mantener despierta la conciencia de que la ciencia tiene sus l¨ªmites, no solo los propios del conocimiento, sino las fronteras que establecen los intereses que la animan y que la financian. ?Qui¨¦n ha olvidado que durante siglos se dijo y se insisti¨® que la Tierra era plana y el centro del universo, y que incluso alguien muri¨® en la hoguera por sostener una tesis diferente? Si a lo largo de la Historia han prevalecido prejuicios e intereses de orden religioso, pol¨ªtico y econ¨®mico por encima de la verdad cient¨ªfica, ?por qu¨¦ deber¨ªa ser diferente hoy d¨ªa?
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