Una declaraci¨®n de amor para una ciudad inocente
?Es posible conocernos a nosotros mismos, reconocernos, a trav¨¦s de una ciudad? El productor de ¡®Maldita, a love song from Sarajevo¡¯, relata lo que hay detr¨¢s de este documental que intenta inspirar a los j¨®venes para fomentar la libertad y la tolerancia
Despertar y vacilar unos segundos, segundos que me parecen eternos, cuestion¨¢ndome d¨®nde estoy, qu¨¦ techo es este que hoy me da refugio, esa l¨¢mpara anodina, este clima que me confunde, el tacto desconocido de las s¨¢banas. Estiro el momento, ya aprend¨ª que los estados alterados son un camino hacia el conocimiento, ese saber de nosotros mismos que se empe?a en ocultarse como un r¨ªo enigm¨¢tico cuyo cauce transcurre en gran parte subterr¨¢neo. Me abandono y me dejo caer en la sensaci¨®n de levitaci¨®n y ausencia de campos magn¨¦ticos. Por un instante rechazo la br¨²jula.
Recuerdo el sue?o, otra vez el mismo sue?o. Aquella plataforma en la ladera de la monta?a, rodeada de maleza, cubierta de cristales rotos y escombros que escucho crujir a medida que avanzo hacia el vac¨ªo. El valle se abre inmenso frente a nosotros. Su peque?a mano aprieta la m¨ªa, los dos en silencio. Vemos la biblioteca, sus enormes ventanales y a trav¨¦s de ellos, el espacio carbonizado. Decenas de minaretes, algunos decapitados. ?rboles con sus copas amputadas. Y la masa de vida, de casas y edificios, de siglos de capas de historia que, vista desde la altura, dise?a la anatom¨ªa de la ciudad.
Aquello sucedi¨® en 2015. La ciudad so?ada era Sarajevo. Yo despert¨¦ en Ad¨ªs Abeba. La mano era la de mi hija. Estaba all¨ª conmigo, en aquella fantas¨ªa on¨ªrica, pese a que nunca la hab¨ªa llevado. No era la primera, ni ser¨ªa la ¨²ltima que aquel sue?o vendr¨ªa a m¨ª.
Los cristianos creen que tienen un ¨¢ngel de la guarda al que Dios le ha dado la misi¨®n de proteger a una persona durante su existencia en la tierra. ¡°Por un ¨¢ngel de paz, un gu¨ªa fiel, un guardi¨¢n de nuestras almas y cuerpos, roguemos al Se?or. Am¨¦n¡±, reza la oraci¨®n antes de la liturgia ortodoxa oriental. Los jud¨ªos hablan de Lailah. Los musulmanes de Mu¡¯aqqibat. En ?frica descubr¨ª que muchos amigos y amigas se sent¨ªan acompa?ados de por vida por sus ancestros. Yo viajaba, me enfrentaba a los zarpazos que a todos nos da la vida, lam¨ªa mis heridas, estudiaba mis cicatrices, pon¨ªa casa en diferentes continentes, amaba y erraba, y volv¨ªa a empezar de nuevo. Hiciera lo que hiciera, Sarajevo me acompa?aba.
Al principio, no era consciente del impacto que la ciudad hab¨ªa tenido en m¨ª. Con los a?os he aprendido que molde¨® totalmente mi personalidad y fund¨® lo que hoy en d¨ªa son mis valores, mi forma de entender las relaciones, el mundo. La pis¨¦ por primera vez en 1998, poco tiempo despu¨¦s de que acabara la guerra, para trabajar en acciones de post-emergencia. La ¨²ltima vez fue el mes pasado para escribir otra propuesta que, esta vez, apoya a la ¨²nica casa refugio para mujeres que necesitan alejarse de la violencia.
La necesidad era crear algo bello a partir de lo que podr¨ªan parecer ruinas y destrucci¨®n
Veinticuatro a?os son m¨¢s de la mitad de mi vida. En este tiempo, he aprendido de su alma mestiza y del orgullo de esa mezcla, de la resistencia y superaci¨®n tras tres guerras en un siglo, de su humor (incluso de la incorrecci¨®n pol¨ªtica tan perseguida estos d¨ªas), de su nostalgia profunda y a la vez de su optimismo irracional, de su saber vivir, sin que se acabe el mundo, ajena a una Europa que no la integra. ?Es posible conocernos a nosotros mismos, reconocernos a trav¨¦s de una ciudad? ?Es posible entender el latir de una urbe como entendemos a nuestro propio coraz¨®n?
No ha sido f¨¢cil, han tenido que pasar 24 a?os para materializar el homenaje y agradecer a Sarajevo por ser mi inspiraci¨®n, mi arma secreta y el div¨¢n desde el que mapear mi psique. La clave estaba en ser Sarajevo, en sentir que las dos existencias, ciudad y propia, eran suma, constelaciones alineadas, un ente sin soluci¨®n de continuidad. El reto o, mejor dicho, la necesidad era crear algo bello a partir de lo que podr¨ªan parecer ruinas y destrucci¨®n, guerra y enfrentamientos, el drama que en definitiva siempre se asocia a Sarajevo.
Todos estos ingredientes han sido la base, cuerpo y el alma de un documental Maldita. A Love Song to Sarajevo, que no es otra cosa que mi declaraci¨®n de amor a la ciudad inocente. Aqu¨ª he puesto los mil y un libros le¨ªdos, las mil y una charlas en kafanas, las cervezas y rakjias compartidas con amigos, las canciones y el Sevdah, la libertad por la que luchamos para que esta ciudad no cayera en manos del fascismo. Aqu¨ª he querido declarar el orgullo de ser ¡°impuro¡±, los descubrimientos de las conexiones que nos unen, como nuestro pasado sefard¨ª, la relaci¨®n con el islam, la dicha de ser, tanto Barcelona como Sarajevo, ciudades ol¨ªmpicas, amantes y compa?eras, y tantos otros lazos. Al escribir este texto quisiera pensar que Sarajevo tambi¨¦n habr¨ªa usado todo su potencial para contar una buena historia.
Deconstruir el lenguaje al que nos tienen acostumbrados los medios de comunicaci¨®n y, de forma particular, las entidades de cooperaci¨®n para llegar a la gente. Dejar atr¨¢s el mensaje de la culpa, del drama y sobre todo la jerga incomprensible, mecanismos explotados por un sector, el del desarrollo, rico en valores y clave para entender la globalizaci¨®n desde la experiencia y la cercan¨ªa del terreno, pero tristemente cada d¨ªa m¨¢s lejos de la poblaci¨®n. Buscar aliados, compa?eros de viaje para ir a la esencia de lo que sent¨ªa que deb¨ªa contar: libertad, amor, potencial, mestizaje, superaci¨®n. Bo?o y su arte, su esencia valiente, que no es otra que la de la ciudad, la met¨¢fora perfecta, y tantas otras que han sumado con pasi¨®n, como Ra¨²l y Amaia de Kanaki Films, los fant¨¢sticos directores del documental que crearon una obra de arte de esta idea; Clara, Jasmin, Elma, Mustafa, Isa, Consu y el resto de los incombustibles compa?eros y compa?eras de medicusmundi mediterr¨¤nia. Personas que ahora son ya tambi¨¦n historia de Sarajevo y orgullosas la integran en su coraz¨®n.
Maldita ya tiene vida propia y cada cual la vivir¨¢ desde su experiencia, ver¨¢ diferentes matices, interpretar¨¢ frases a su manera y sacar¨¢ sus conclusiones. Qu¨¦ delicia que sea as¨ª. Yo me conformo con que esta historia, la de Sarajevo y su magia, pueda hacer sentir, especialmente a los j¨®venes, la unicidad de nuestras vidas, y a la vez, lo incre¨ªblemente fascinante que es compartir y construirnos desde el respeto y el amor por lo diferente.
Me gustar¨ªa so?ar que ya no habr¨¢ m¨¢s canciones de amor a ciudades arrasadas. Pero ya aprend¨ª que la violencia es parte de nosotros, y queramos o no, las ruinas se acumulan en las calles de otras metr¨®polis. Me gustar¨ªa so?ar que no habr¨¢ m¨¢s guerras, pero la humanidad ha demostrado a lo largo de su existencia que luchar, matar y destruir es una de sus mejores cualidades. Al menos, me gustar¨ªa so?ar que, tras la destrucci¨®n, nos quedar¨¢n las palabras, la m¨²sica y el cine para seguir creando belleza y sanar las heridas.
Sarajevo vive en paz, y yo, a trav¨¦s de este homenaje, he encontrado la m¨ªa.
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