La urbanista que lucha para que los habitantes de los suburbios puedan poseer la tierra en Zimbabue
Marcelle Mardon trabaja en el desarrollo urbano de asentamientos marginales del pa¨ªs africano. El 85% de lo m¨¢s de 1.000 millones de personas que viven en estas ¨¢reas de infraviviendas se concentran en Asia y ?frica subsahariana
Familias hacinadas en viviendas de menos de 12 metros cuadrados, sin acceso a luz, agua e incluso sin inodoros. Muchas de ellas, asentadas en ¨¢reas peligrosas para la salud, como basureros o zonas aleda?as a r¨ªos o humedales ¡ªvulnerables, por tanto, al cambio clim¨¢tico¡ª. Y casi ninguna, propietaria de las tierras en las que vive. Esta es una realidad que bien conoce Marcelle Mardon (Harare, 48 a?os), arquitecta y urbanista de Zimbabue, que a trav¨¦s del proyecto de gesti¨®n t¨¦cnica Dialogue on Shelter (Di¨¢logo sobre el refugio) con la Federaci¨®n de personas sin hogar de Zimbabue (ZIHOPFE por sus siglas en ingl¨¦s) trabaja en el desarrollo urbano de los asentamientos informales de este Estado de ?frica subsahariana. En la actualidad, m¨¢s de 1.000 millones de personas viven en barrios marginales de todo el mundo. Aunque no existen datos oficiales sobre Zimbabue, el Informe mundial sobre las ciudades 2022 de ONU-Habitat detalla que el 85% de estas zonas de infraviviendas se reparten entre el centro y sur de Asia, con 359 millones de personas; el este y sudeste de Asia, con 306 millones; y ?frica subsahariana, con 230 millones.
Para afrontar estas realidades, los residentes de los barrios marginales se han organizado, con el apoyo de la entidad para la que trabaja Mardon, y han creado una red nacional de personas sin hogar, del que forman parte cerca de 52.000 familias. Su objetivo es negociar con los ayuntamientos de Zimbabue la tenencia de sus tierras. En Mucheke ¡ªuno de los suburbios m¨¢s poblados de la provincia de Masvingo (al sur de Harare, la capital), con cerca de 25.000 habitantes¡ª, la organizaci¨®n, especialmente de las mujeres, les ha llevado a conseguir la legalizaci¨®n de sus parcelas. ¡°Una vez que son propietarios, ya pueden empezar a conquistar sus derechos¡±, relata la arquitecta. Las cifras de los logros alcanzados suponen, seg¨²n considera, grandes avances aunque a veces puedan parecer ¡°¨ªnfimas¡±: ¡°Por ejemplo, ahora mismo hemos construido 10 retretes ecol¨®gicos, y cada ba?o abastece a 35¡å hombres o mujeres ¡ªlos sanitarios est¨¢n separados por sexos¡ª.
Varias viviendas que conforman Mucheke guardan la historia del pa¨ªs: ¡°En la ¨¦poca de la colonia, muchos negros ten¨ªan a su cargo el cuidado de los caballos de los blancos. La mayor¨ªa viv¨ªan all¨ª, en los establos, dorm¨ªan junto a los animales. Tras la independencia de Inglaterra, los blancos se fueron y esas parcelas ahora son parte de estas chabolas¡±, dice la urbanista durante una entrevista en una cafeter¨ªa de Bilbao, si bien aclara que este es un caso concreto respecto a los muchos otros barrios del pa¨ªs.
Mardon ten¨ªa seis a?os cuando Zimbabue se independiz¨® del Reino Unido, en 1980. ¡°En tan poco tiempo nuestro pa¨ªs ha intentado rehacerse, pero es muy dif¨ªcil. Nuestra moneda se deval¨²a continuamente y m¨¢s de la mitad de la poblaci¨®n vive en condiciones de pobreza¡±, argumenta. De acuerdo con los datos del Programa de las Naciones Unidas para los Asentamientos Urbanos (ONU Habitat) y Unicef, el 60% de la poblaci¨®n total de ?frica subsahariana tiene las peores condiciones de vivienda del mundo. La privaci¨®n de este derecho est¨¢ asociado con las condiciones de empleo y con los ingresos econ¨®micos de la poblaci¨®n.
La migraci¨®n del campo a la ciudad, la crisis clim¨¢tica, la mala gesti¨®n de los gobiernos, la falta de planificaci¨®n urbana y la pobreza son algunos de los elementos que contribuyen a incrementar el n¨²mero de asentamientos informales en Zimbabue, en donde Mardon centra su trabajo. ¡°Cada vez hay m¨¢s personas que salen de sus pueblos en b¨²squeda de trabajo¡±, lo que se traduce en una ¡°repoblaci¨®n de las zonas m¨¢s baratas para vivir, ubicadas casi siempre en las periferias de las ciudades o cerca de las carreteras. Esto ha creado una batalla continua entre las autoridades, que intentan expulsarlos¡±, menciona. Solo en las pr¨®ximas cinco d¨¦cadas, la mayor parte de la expansi¨®n y el crecimiento urbano se concentrar¨¢ en los pa¨ªses de bajos ingresos, donde se producir¨¢ un crecimiento del 141%, mientras que los pa¨ªses de renta media baja y alta solo experimentar¨¢n un crecimiento del 44% y del 34%, respectivamente, seg¨²n las estimaciones de ONU Habitat.
Identidad africana
Mardon, mestiza, cuenta que su actividad profesional ha sido su forma de reencontrarse con su identidad africana. ¡°La realidad es que en Zimbabue hay mucho racismo, ser o verte m¨¢s blanco te da m¨¢s privilegios, como el acceso a las mejores tierras. Yo, en mi pa¨ªs, viv¨ªa en un barrio ubicado dentro de la ciudad, que estaba mejor dotado de acceso a servicios b¨¢sicos, comparado con las zonas m¨¢s nuevas. Estas no eran consideradas como barrios oficiales¡±. Por eso, poco tiempo despu¨¦s de haber recibido una beca de su pa¨ªs para cursar arquitectura en el Reino Unido, donde estudi¨® durante siete a?os, comprendi¨® que quer¨ªa dedicar su vida a contribuir a la reducci¨®n de esas brechas de inequidad social. ¡°En Inglaterra o eres blanco o eres negro. Y yo me di cuenta de que, aunque viva en Europa, yo soy una hija de la tierra... una ndiri mwana whevu¡±, dice en shona, una lengua oficial de Zimbabue, junto al ingl¨¦s y el ndebele.
Y aunque confiesa que su anhelo al elegir la carrera estaba guiado por el dise?o y el dibujo, uno de sus profesores de primer a?o de universidad le habl¨® sobre los problemas urban¨ªsticos de las favelas de Brasil, su relaci¨®n con la pobreza y la desigualdad y la lucha por sus derechos. Mardon estableci¨® r¨¢pidamente un paralelismo con la situaci¨®n que se vive en Zimbabue. ¡°Me di cuenta de que la gente de estos barrios construye sus viviendas en zonas inseguras o ilegales porque necesitan un techo para vivir. Nuestra labor como urbanistas es apoyar con las herramientas para que ellos puedan gestionar sus necesidades habitacionales. El arte es que toda la comunidad se involucre¡±, zanja.
La v¨ªa para lograrlo ha sido el esfuerzo colectivo por alcanzar un objetivo com¨²n. ¡°Empec¨¦ trabajando como consultora en el proyecto de mejora de los barrios informales del pa¨ªs, llamado Dialoge on Shelter, y entonces entend¨ª que la capacidad de mejora de estos lugares estaba en manos de su propia gente y que a trav¨¦s de la organizaci¨®n grupal se puede mejorar su calidad de vida¡±, recuerda. Por eso, para Mardon, su labor debe enfocarse en empoderar a las mujeres. ¡°Est¨¢n expuestas a mayores riesgos relacionados con la higiene durante la menstruaci¨®n o a amenazas f¨ªsicas por la noche, y las j¨®venes se arriesgan a desaprovechar sus estudios si dedican muchas horas a buscar agua¡±, lamenta.
La solidaridad es una de las herramientas para empoderar y transformar, concluye Mardon. ¡°Llevo muchos a?os haciendo pasos muy peque?os, pero haciendo cambios importantes y necesarios. Cada vez somos m¨¢s los que creemos en que la transferencia de conocimientos pueda ayudar a reafirmar la importancia de lo local; desde lo que hacemos, desde nuestra pasi¨®n, solo as¨ª podremos encontrar nuestra alma colectiva¡±, finaliza.
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