Por un 2022 en el que acaben los ataques hacia los cooperantes
El asesinato de dos trabajadores humanitarios de Save the Children en Myanmar ha sido el ¨²ltimo de los m¨¢s de 1.200 cometidos en los ¨²ltimos diez a?os contra este colectivo
La muerte de dos de nuestros colegas en un ataque del ej¨¦rcito de Myanmar nos ha devastado en Save the Children. Ellos, as¨ª como, al menos, otras 35 personas ¨Centre ellas cuatro ni?os¨C fueron asesinados en el ataque. Nunca debieron ser el objetivo.
Nuestros compa?eros, de 28 y 32 a?os, eran padres primerizos, con beb¨¦s de pocos meses, que regresaban a la oficina el 24 de diciembre tras atender las necesidades de los ni?os y ni?as en el estado de Kayah, al este de Myanmar, cuando se produjo el ataque. Los militares obligaron a la gente a bajar de sus coches, arrestaron a algunos, mataron a muchos y quemaron sus cuerpos.
He trabajado en el sector humanitario durante m¨¢s de 20 a?os y he conocido a cientos, si no miles, de personas dedicadas al trabajo humanitario en este tiempo. Siempre hemos formado un estrecho v¨ªnculo entre nosotros mientras desempe?amos nuestra labor en condiciones extremadamente dif¨ªciles. La mayor¨ªa de aquellos con quienes he coincidido est¨¢n dedicados a su trabajo y comparten la pasi¨®n por mejorar la vida de las personas atrapadas en un sufrimiento inimaginable. Hemos sido testigos de la devastaci¨®n y hemos escuchado historias demasiado espantosas para repetirlas. Pero una y otra vez nos sorprende la resistencia de la gente en tiempos de desastre.
Hace poco regres¨¦ de Afganist¨¢n, donde conoc¨ª a una familia desplazada que viv¨ªa temporalmente en un granero desalojado de un familiar. Hac¨ªa fr¨ªo y humedad y el invierno empezaba a asomarse. Ten¨ªan muy poco. Su hijo asist¨ªa a una escuela comunitaria que atiende a los ni?os y ni?as desplazadas. Estaba aprendiendo a leer, pero le costaba porque la falta de comida le generaba dolores de cabeza. Sin embargo, me mostr¨® con orgullo sus habilidades, me cont¨® que quer¨ªa ser m¨¦dico para ayudar y cuidar de su pueblo.
A menudo, me resulta dif¨ªcil explicar a la familia y a los amigos c¨®mo sobrevive la gente en condiciones tan dif¨ªciles y c¨®mo pueden seguir esperando un futuro mejor. Nosotros somos unos privilegiados. Estamos en una posici¨®n en la que podemos ayudar. Podemos marcar la diferencia, a veces a peque?a escala y a veces a una mayor.
La Aid Worker Security Database (AWSD), la principal base de datos sobre los trabajadores humanitarios, muestra que el n¨²mero de v¨ªctimas alcanz¨® un m¨¢ximo hist¨®rico en 2020: 117 personas muertas, 242 heridas y 125 secuestradas. Desde 2013, cada a?o m¨¢s de 100 trabajadores humanitarios son asesinados.
Este organismo se?ala que los trabajadores humanitarios fueron disparados, golpeados y se enfrentaron a explosivos, bombardeos terrestres y a¨¦reos. Tambi¨¦n conozco a muchos colegas de este mundo que llevan a?os con las cicatrices del trastorno de estr¨¦s postraum¨¢tico.
Si aceptamos una cultura de impunidad cada vez m¨¢s extendida, con escasos procesamientos y sanciones por las violaciones del derecho humanitario, dejamos que los autores se libren
Debemos preguntarnos por qu¨¦ estas cifras siguen aumentando cuando la protecci¨®n de los cooperantes est¨¢ consagrada por el derecho internacional humanitario ¨Crecogido en los Convenios de Ginebra¨C, el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU y las leyes penales nacionales.
Si aceptamos una cultura de impunidad cada vez m¨¢s extendida, con escasos procesamientos y sanciones por las violaciones del derecho humanitario, dejamos que los autores se libren. Esto supone un riesgo para los trabajadores humanitarios, pero a¨²n m¨¢s para las personas atrapadas en el conflicto y a las que la comunidad internacional tiene el mismo deber de proteger. Con este ¨²ltimo ataque en Myanmar contra civiles inocentes, ni?os y cooperantes ha llegado el momento de unir fuerzas y adoptar una postura y dar ejemplo.
El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas debe reunirse inmediatamente y establecer las medidas que tomar¨¢ para que los responsables de Myanmar rindan cuentas. Los Estados miembros deben imponer un embargo de armas. La Asociaci¨®n de Naciones del Sudeste Asi¨¢tico (ASEAN), igualmente, debe reunirse para revisar y poner en marcha un acuerdo que se acord¨® en el pasado mes de abril y que establece que habr¨¢ un cese inmediato de la violencia en Myanmar y que el enviado especial de la ASEAN ayudar¨¢ a mediar en una soluci¨®n diplom¨¢tica.
Por nuestros dos queridos e insustituibles colegas de Myanmar ¨Cy de los m¨¢s de 1.200 cooperantes asesinados en los ¨²ltimos 10 a?os y por el bien de los millones de personas que tenemos el deber de proteger¨C debemos actuar ya. Hagamos que 2022 sea el a?o en el que se detenga, por fin, el aumento de la violencia y la impunidad.
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