El insensato ¡®milagro¡¯ planeado para el desierto peruano
?Traer¨¢ el acelerado cambio clim¨¢tico la cordura perdida en la gesti¨®n de las zonas ¨¢ridas del planeta o seguiremos presenciando at¨®nitos m¨¢s locuras financieras que permitan crear huertas ef¨ªmeras y t¨®xicas?
Con los desmanes ambientales, pol¨ªticos y econ¨®micos del mar Menor y la agroindustria del campo de Cartagena cada vez m¨¢s expuestos, estremece comprobar que no se trata de un hecho aislado. Sobre una de las regiones m¨¢s ¨¢ridas del planeta, en el desierto interior de la regi¨®n de Arequipa, en Per¨², planea uno de los proyectos m¨¢s insensatos de desarrollo agrario que pretende hipotecar el futuro de millones de personas y degradar, a la vez, ecosistemas andinos y amaz¨®nicos. Se trata del mega proyecto Majes-Siguas II que se propone triplicar el ¨¢rea de regad¨ªo a base de explotar un agua remota y cada vez m¨¢s escasa por el cambio clim¨¢tico.
Como los glaciares, sabiamente aprovechados durante milenios por culturas ancestrales y pueblos originarios, cada vez aportan menos agua, y como cada vez las lluvias y nieves son m¨¢s escasas, el proyecto propone asomarse a la vertiente atl¨¢ntica de los Andes y sustraer agua de un importante tributario del Amazonas, el r¨ªo Apur¨ªmac, y regar con todo ello las ¨¢ridas planicies de Majes para producir industrialmente fruta destinada a China, EE UU y Europa.
La huella ambiental no puede ser mayor. El futuro del proyecto, de cuyas obras se ha encargado una empresa que era espa?ola hasta hace unas semanas, no puede ser m¨¢s aciago hasta en el escenario m¨¢s benigno de cambio clim¨¢tico.
Tambi¨¦n es de prever un gran impacto social. El desv¨ªo del cauce dejar¨¢ sin agua suficiente a las comunidades que viven junto al r¨ªo Apur¨ªmac para crear lo que se ha planificado como grandes fincas de casi 400 hect¨¢reas. Cada hect¨¢rea se vender¨ªa a un coste que podr¨ªa ir desde los 5.000 hasta unos 11.000 d¨®lares (4.400 euros hasta 9.680 euros) si se subastan, seg¨²n declaraba en enero en La Rep¨²blica peruana quien fuera ex gerente del proyecto Majes, Fernando Vargas. Es evidente que ning¨²n peque?o campesino de la zona tendr¨ªa ese capital disponible, lo que abocar¨¢ a los afectados a convertirse en peones a sueldo de las grandes industrias agroalimentarias que sin duda tendr¨ªan menos problemas para hacerse con este negocio. De hecho, Per¨² es ya uno de los grandes exportadores de frutas a pa¨ªses como Espa?a, como podemos comprobar en los estantes de nuestros supermercados.
Pero estos sue?os de riqueza no pueden ser m¨¢s miopes. Tanto es as¨ª, que las propias autoridades regionales de Arequipa llevan deteniendo el proyecto desde hace a?os a pesar de todas las corrupciones y las presiones econ¨®micas internacionales para que le den v¨ªa libre.
La situaci¨®n ahora es dantesca, ya que las indemnizaciones que reclaman por lucro cesante las empresas europeas y norteamericanas implicadas son por un importe similar al que supone realizar el proyecto. Por tanto, haga lo que haga, Per¨² est¨¢ atrapado. Su ¨²nica opci¨®n es salvar el medio ambiente y el futuro de millones de personas, puesto que el presente, en t¨¦rminos econ¨®micos, ya est¨¢ sentenciado.
El caso del desierto peruano no es, por desgracia, un caso aislado. El lago m¨¢s grande de California, el Salton Sea, mayor que el mar Muerto, tambi¨¦n fue un milagro agrario en el desierto. Solo que en ese caso la locura acab¨® en desastre y ahora el polvo t¨®xico de un saladar putrefacto amenaza la vida de muchas personas y hace tiempo que se abandonaron los sue?os de desarrollo no solo agrario sino tur¨ªstico de este inmenso y des¨¦rtico espacio.
El propio lago surgi¨® de un error de c¨¢lculo monumental en una obra de ingenier¨ªa. El r¨ªo Colorado se desbord¨® en 1905 e inund¨® un inmenso canal de riego construido para irrigar las ricas tierras de cultivo del valle Imperial. A partir de entonces el gran caudal cambiar¨ªa de rumbo inundando la llanura de Salt¨®n, anegando granjas, hogares y m¨¢s de 1.000 km? de desierto, dando lugar a un gran mar interior abastecido por el enorme caudal del Colorado. Los agricultores hab¨ªan apartado la sal del territorio para poder cultivar, pero el error garrafal no solo lo llen¨® todo de agua, sino que arrastr¨® las sales. La evaporaci¨®n del desierto reconcentr¨® las sales y se acab¨® el sue?o agr¨ªcola y tur¨ªstico.
En ocasiones, el abuso del riego para maximizar la producci¨®n vegetal bajo el sol y el calor del desierto lleva a la pr¨¢ctica desaparici¨®n de todo un mar
En ocasiones, el abuso del riego para maximizar la producci¨®n vegetal bajo el sol y el calor del desierto lleva a la pr¨¢ctica desaparici¨®n de todo un mar, como ocurri¨® con el de Aral. El cultivo de algod¨®n elevado a una dimensi¨®n fara¨®nica hizo protagonizar al cuarto lago m¨¢s grande del mundo uno de los mayores desastres medioambientales de la historia.
Durante los a?os sesenta, la Uni¨®n Sovi¨¦tica realiz¨® grandes trasvases de agua de los r¨ªos Amu Daria y Sir Daria infligiendo al mar de Aral una estocada casi mortal. Uzbekist¨¢n y Kazajist¨¢n pretend¨ªan producir mucho algod¨®n con esa agua. Luego vendr¨ªa la ca¨ªda de la URSS, y los pa¨ªses que la compon¨ªan no se pusieron de acuerdo, manteniendo la sangr¨ªa del lago. Los enfrentamientos con Kirguist¨¢n y Tayikist¨¢n por donde pasan los r¨ªos que alimentaban este mar interior, sumados a pruebas armament¨ªsticas, proyectos industriales y vertidos de fertilizantes durante todo el siglo XX, han rematado un mar que apenas supone el 10% de lo que fue y que tiene ahora un elevado nivel de contaminaci¨®n. El ecosistema original del mar de Aral se considera actualmente colapsado y, por supuesto, todo se ha supeditado a los sue?os del algod¨®n.
En Espa?a, el mar Menor, la mayor laguna salada de Europa, tuvo la mala suerte de quedar en una zona ¨¢rida para la que hab¨ªa grandes planes, entre ellos que fuera la huerta de Europa. Una agricultura intensiva plagada de agroqu¨ªmicos y un uso irreflexivo del agua, sumados a la contaminaci¨®n y degradaci¨®n derivada del turismo masivo han llevado al mar Menor a una situaci¨®n cr¨ªtica. El milagro de la huerta en el desierto ya no puede sostenerse m¨¢s y existen denuncias y presiones a todos los niveles para que se abandone la agricultura industrial en buena parte del campo de Cartagena y en las inmediaciones de la gran laguna.
La lista de milagros en el desierto no se acaba, ni mucho menos, con Salton Sea en California, el mar Menor en Espa?a o el Mar de Aral en la antigua Uni¨®n Sovi¨¦tica. En Arequipa, el proyecto Majes Siguas II todav¨ªa podr¨ªa detenerse; el da?o ecol¨®gico no tiene la magnitud de los citados milagros en el desierto, pero el desastre se cierne sin duda con la tremenda ampliaci¨®n prevista y varias veces pospuesta. La demanda de agua crece cada d¨ªa en todo el mundo y una de cada tres personas no tienen hoy agua dulce suficiente para una nutrici¨®n adecuada y un estado sanitario m¨ªnimo. La gesti¨®n de los recursos h¨ªdricos en zonas ¨¢ridas requiere eficiencia, sensatez y la mirada puesta en el largo plazo.
?Traer¨¢ el acelerado cambio clim¨¢tico la sensatez perdida en la gesti¨®n de las zonas ¨¢ridas del planeta o seguiremos presenciando at¨®nitos m¨¢s locuras financieras que permitan crear huertas ef¨ªmeras y t¨®xicas en pleno desierto?
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