Conflictos armados, cambio clim¨¢tico y covid-19, la combinaci¨®n perfecta para la violencia sexual y de g¨¦nero

La violaci¨®n se utiliza en los conflictos como una estrategia militar deliberada y, en cuanto empiezan los disparos, es la causa principal de miedo para mujeres y ni?as. Tienen raz¨®n en tener miedo. La violencia sexual en los conflictos est¨¢ aumentando en todo el mundo; en un informe del Consejo de Seguridad de la ONU, se identificaron a 49 actores, estatales y no estatales, como sospechosos de haber cometido o de haber sido responsables de violaci¨®n u otras formas de violencia sexual en situaciones de conflictos armados en 2021.

El testimonio de una mujer de la regi¨®n de Ecuatoria Central, en Sud¨¢n del Sur, describe una situaci¨®n que, por desgracia, resulta demasiado com¨²n. Atacada por soldados en su propia casa, cont¨®: ¡°Despu¨¦s de que un hombre me mordiera, otro me apunt¨® directamente al pecho con la pistola y me dijo que, si no los aceptaba, me matar¨ªa¡±. Esta violaci¨®n a sus derechos humanos ocurri¨® delante de sus hijos aterrorizados.

Los conflictos y los desastres naturales separan a familias y desplazan a mujeres, ni?as, ni?os y adolescentes. Los alejan de sus comunidades, estructuras sociales y redes de apoyo

La violencia sexual y de g¨¦nero aumenta siempre que hay un conflicto armado, porque el miedo, el caos y la confusi¨®n crean condiciones perfectas para los agresores. Las guerras agudizan las desigualdades de g¨¦nero que repercuten exacerbadamente sobre mujeres y ni?as en todo el mundo, aumentando los niveles de violencia a los que de por s¨ª ya est¨¢n expuestas. La ruptura de normas sociales, de las restricciones legales y de protecci¨®n com¨²n, otorga a los hombres armados la oportunidad de aprovecharse de las mujeres, ni?as, ni?os, y adolescentes vulnerables. A menudo lo hacen como una t¨¢ctica intencionada para aterrorizar a la poblaci¨®n.

Los conflictos y los desastres naturales separan a familias y desplazan a mujeres, ni?as, ni?os y adolescentes, oblig¨¢ndolos a trasladarse a campos de refugiados y otros entornos inseguros. Los alejan de sus comunidades, estructuras sociales y redes de apoyo, as¨ª como de los servicios sanitarios y sociales.

En estos entornos, las mujeres y ni?as tienen m¨¢s probabilidades de sufrir violencia de g¨¦nero y se vuelven extremadamente vulnerables a abusos f¨ªsicos, sexuales y psicol¨®gicos. De hecho, de los casos de violencia sexual en conflictos reportados durante 2021, el 97% se perpetraron contra ellas.

Las mujeres, ni?os, ni?as, y adolescentes migrantes tambi¨¦n se enfrentan a un mayor riesgo de violencia de g¨¦nero debido a la falta de rutas migratorias seguras y reguladas. Esto se ve agravado por la falta de acceso a servicios b¨¢sicos e informaci¨®n, incluida la relacionada con sus derechos, as¨ª como por barreras ling¨¹¨ªsticas y acceso limitado o nulo a un trabajo decente y a oportunidades educativas. Una evaluaci¨®n realizada entre personas migrantes y refugiadas en la frontera entre Colombia y Venezuela clasific¨® la atenci¨®n y la prevenci¨®n de la violencia sexual y de g¨¦nero como una de las 10 principales necesidades insatisfechas en materia de salud sexual y reproductiva.

Hasta un tercio de las ni?as que viven en un entorno de crisis humanitaria afirman que su primera relaci¨®n sexual fue forzada

Una revisi¨®n de 19 estudios estim¨® que el 21% de las mujeres desplazadas sufrieron violencia sexual. Sin embargo, es probable que la cifra real sea mucho mayor, ya que el registro de los incidentes es irregular y las v¨ªctimas suelen tener miedo a hablar por temor al estigma social.

En circunstancias de desesperaci¨®n, las mujeres, ni?as y adolescentes pueden verse obligadas a intercambiar sexo por comida, dinero y otros recursos necesarios para sobrevivir. Hasta un tercio de las ni?as que viven en un entorno de crisis humanitaria afirman que su primera relaci¨®n sexual fue forzada.

Pero los conflictos armados no son el ¨²nico motor de la violencia sexual y de g¨¦nero. Las emergencias sanitarias, en particular la covid-19, y las cat¨¢strofes naturales, incluidas las ocasionadas por el cambio clim¨¢tico, son tambi¨¦n factores importantes. Antes de la pandemia, una de cada tres mujeres en el mundo hab¨ªa experimentado violencia f¨ªsica o sexual por parte de una pareja ¨ªntima. En 2021, seg¨²n una evaluaci¨®n realizada por ONU Mujeres en cuatro pa¨ªses, m¨¢s de la mitad de las mujeres encuestadas declararon que ellas, o alguna mujer conocida, hab¨ªan sufrido violencia f¨ªsica y abusos verbales desde que se inici¨® esta crisis sanitaria.

La covid-19 tambi¨¦n ha interrumpido los servicios sanitarios esenciales y ha desviado recursos hacia la respuesta a la pandemia. Las barreras para reportar y acceder a servicios, incluyendo estigma, miedo a represalias y un Estado de derecho fr¨¢gil, han existido desde hace mucho tiempo, pero se han intensificado debido a la pandemia. Adicionalmente, las restricciones de movilidad impuestas para frenar la expansi¨®n del virus no permiten a las supervivientes de violencia sexual acceder a servicios esenciales.

El cambio clim¨¢tico y las cat¨¢strofes naturales provocan pobreza, desplazamientos, conflictos y p¨¦rdida de acceso a la educaci¨®n. Llevan indirectamente a un aumento en el matrimonio infantil, reconocido por el derecho internacional como una forma de violencia de g¨¦nero.

Por desgracia, el matrimonio infantil es solo una atrocidad m¨¢s de una larga lista. En 2018, la ONU verific¨® m¨¢s de 24.000 violaciones graves contra ni?os, ni?as y adolescentes en 20 pa¨ªses, incluyendo el reclutamiento de ni?os soldados, asesinatos o mutilaciones y agresiones sexuales o secuestros.

Necesitamos acciones

Estas atrocidades no desaparecer¨¢n por s¨ª mismas. Necesitamos urgentemente acciones e intervenciones espec¨ªficas para prevenir y responder a la violencia sexual y de g¨¦nero, especialmente en entornos fr¨¢giles y de crisis humanitarias, respetando los derechos humanos universales y el derecho internacional humanitario. Los y las supervivientes requieren servicios espec¨ªficos de salud sexual y reproductiva y atenci¨®n social, as¨ª como participar en la toma de decisiones. Sin embargo, como demuestran los datos, a menudo no se dispone de esa atenci¨®n o no es accesible. Asimismo, exigen justicia y rendici¨®n de cuentas por parte de los perpetradores. La mayor¨ªa de los cr¨ªmenes son impunes, no hay consecuencias para los responsables y los supervivientes se ven sin reparaciones ni remedios.

A nivel global, es necesario un esfuerzo multilateral y sistem¨¢tico para acelerar la respuesta y prevenir la violencia sexual y de g¨¦nero, reforzando la colaboraci¨®n internacional para lograr salud y derechos sexuales y reproductivos de forma integral para toda la poblaci¨®n, incluyendo la prevenci¨®n. Tambi¨¦n se debe asegurar la respuesta a supervivientes con una perspectiva de g¨¦nero y de edad, alineado con los derechos humanos y el derecho internacional humanitario.

En el ¨¢mbito nacional, los pa¨ªses deben crear pol¨ªticas y concentrar recursos para proteger la salud f¨ªsica y mental de personas refugiadas y en desplazamiento, as¨ª como de otras personas en riesgo de violencia sexual debido a conflictos armados. Las medidas deben integrarse en un programa global de salud y derechos sexuales y reproductivos, que proteja el acceso a los servicios en esta materia en todos los entornos, incluidos en los de respuesta humanitaria. Tambi¨¦n son necesarias las medidas para promover la rendici¨®n de cuentas y reducir la impunidad de los perpetradores.

Los pa¨ªses deben destinar inversiones a largo plazo y elaborar planes de protecci¨®n social con el fin de integrar esta agenda en su respuesta humanitaria de emergencia y programada, incorporando este enfoque en todos los sectores de actuaci¨®n. Esto incluye inversiones en el fortalecimiento de capacidades, el an¨¢lisis y seguimiento de datos, la formaci¨®n esencial de los y las trabajadoras sanitarias, y la creaci¨®n de un entorno propicio y seguro en el que estos y estas puedan trabajar.

Nos enfrentamos a una plaga global de violencia sexual y de g¨¦nero, que se alimenta del caos an¨¢rquico de los conflictos armados, de la perturbaci¨®n sin precedentes que ha generado la covid-19 y de la creciente destrucci¨®n ocasionada por el cambio clim¨¢tico.

El Comit¨¦ de las Naciones Unidas para la Eliminaci¨®n de Todas las Formas de Discriminaci¨®n contra la Mujer ha elaborado una gu¨ªa sobre las dimensiones relacionadas con el g¨¦nero, en la reducci¨®n de riesgos por desastres en el contexto del cambio clim¨¢tico y en la prevenci¨®n de conflictos, situaciones de conflicto y posteriores a los mismos. Tenemos las herramientas para acabar con esta plaga, pero ser¨¢ necesario abordar el problema a trav¨¦s de alianzas en todos los niveles. Nuestras acciones deben estar guiadas por los principios clave de derechos humanos: igualdad y no discriminaci¨®n, participaci¨®n y empoderamiento, rendici¨®n de cuentas, as¨ª como acceso a la justicia. Ning¨²n aporte individual tendr¨¢ el impacto necesario por s¨ª mismo; todos los sectores y actores relevantes deben contribuir a erradicar la violencia sexual y de g¨¦nero en conflictos armados y entornos humanitarios.

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