La violencia sexual: un arma m¨¢s barata que las balas
Las mujeres y ni?as que sufren mayor discriminaci¨®n en tiempos de paz van a tener un mayor riesgo en tiempos de guerra. Es una de las conclusiones de la conferencia ¡®Un paso m¨¢s hacia el desarme sexual de los conflictos armados¡¯, celebrada en Madrid
¡°No hay ninguna parte del mundo en el que las mujeres no hayamos tenido miedo a este tipo de cr¨ªmenes sexuales a lo largo de nuestra vida¡±, aseguraba Alicia Cebada, profesora de Derecho Internacional P¨²blico de la Universidad Carlos III, en una de las mesas de debate de la Conferencia Internacional Un paso m¨¢s hacia el desarme sexual de los conflictos armados, organizada por la Fundaci¨®n Mujeres por ?frica, el Instituto Universitario General Guti¨¦rrez Mellado y Spanish Women in International Security, que se ha celebrado esta semana en Madrid.
La jornada cont¨® con la presencia de ponentes de organizaciones de derechos humanos y de la sociedad civil, expertas universitarias, representantes de ONU y OTAN, ministras y altos cargos del actual Gobierno de Espa?a, as¨ª como activistas de asociaciones de mujeres de pa¨ªses en conflicto (Irak, Siria, Palestina, Somalia, Sud¨¢n, entre otros) y l¨ªderes de colectivos que emprendieron acciones judiciales contra cr¨ªmenes sexuales aberrantes, como Las abuelas de Sepur Zarco, en Guatemala.
Los veinte a?os de vida y vigencia de la resoluci¨®n 1325 de Naciones Unidas Mujeres, Paz y Seguridad han permitido que, en teor¨ªa, no se cuestione ya la necesidad de una perspectiva de g¨¦nero en los conflictos armados. Sin embargo, en la pr¨¢ctica, la violencia sexual contin¨²a us¨¢ndose en sociedades fragilizadas por la desigualdad y como arma de guerra, en m¨²ltiples vertientes, que van desde el acoso y los insultos mis¨®ginos, a los secuestros y violaciones colectivas, pasando por los matrimonios y los embarazos (o los abortos) forzados, la esclavitud o las esterilizaciones no buscadas. Como dec¨ªa Kamilia Ibrahim, fundadora de la asociaci¨®n NuWEDA, de Sud¨¢n, ¡°la violencia sexual es una t¨¢ctica de guerra que se cultiva no solo en situaciones b¨¦licas¡±.
Las desventajas estructurales de g¨¦nero y pobreza suelen estar bajo la herida m¨¢s com¨²n en los pa¨ªses sumidos en conflictos eternos, como son los suicidios y los traumas permanentes de ni?as y mujeres violadas que no se atreven a denunciar o de aquellas violentadas que sufren problemas de salud irreversibles como la incontinencia y la falta de control de esf¨ªnteres. Y estas inequidades no resueltas ni siquiera requieren de las guerras en territorios asolados como Mal¨ª, Afganist¨¢n, Palestina o Somalia para reproducirse: ¡°Las relaciones de g¨¦nero son relaciones de poder, son causa de desigualdad y violencia, y por eso no podemos tener gente en puestos de decisi¨®n sin conciencia de g¨¦nero que no comprenda de d¨®nde salen las desigualdades estructurales¡±, sostuvo con firmeza Ana Helena Chac¨®n, exvicepresidenta de Costa Rica y actual embajadora de su pa¨ªs en Espa?a.
No hay ninguna parte del mundo en el que las mujeres no hayamos tenido miedo a este tipo de cr¨ªmenes sexuales a lo largo de nuestra vidaAlicia Cebada, profesora de Derecho Internacional P¨²blico de la Universidad Carlos III
En este sentido, ¡°son las mujeres las que tienen que contar sus propias historias¡±, tal como afirm¨® el ex jefe de Estado de las Fuerzas Armadas senegalesas, Birame Diop. De otro modo, conceptos ¡°tan patriarcales y paternalistas como el atentado contra el pudor y el honor siguen transmitiendo y fijando estereotipos de g¨¦nero, como lo han hecho d¨¦cadas de legislaci¨®n internacional humanitaria¡±, expres¨® Alicia Cebada, directora tambi¨¦n uno de los programas de Mujeres por ?frica. Porque las convenciones de Ginebra son ¡°un producto de su tiempo¡±, a juicio de la profesora de Derecho Internacional, en las que ¡°la mujer es v¨ªctima y el hombre, el luchador¡±. Y hoy resultan insuficientes aquellos instrumentos en los que ¡°solo se consideraban expl¨ªcitamente los cr¨ªmenes de violaci¨®n y prostituci¨®n forzada¡±.
De ah¨ª la insistencia de Cebada en procurar erradicar estos estereotipos de g¨¦nero que siguen vigentes en muchos pa¨ªses, tal como qued¨® patente en los testimonios de las ponentes de la sociedad civil de diferentes regiones del mundo, incluyendo pa¨ªses de Medio Oriente, africanos y centroamericanos.
En opini¨®n de la experta, los avances en la protecci¨®n de los derechos humanos de la mujer se han dado expl¨ªcitamente en el ¨¢mbito del derecho penal internacional, como pudo comprobarse en las recientes sentencias del Tribunal Penal Internacional (TPI) contra Bosco Ntaganda, alias Terminator, y contra el ugand¨¦s Dominic Ongwen, un se?or de la guerra condenado a 25 a?os de prisi¨®n. Cebada lo expuso de este modo: ¡°En el caso de Ntaganda, se le sentenci¨® por 18 cr¨ªmenes de guerra y contra la humanidad, incluyendo violaci¨®n y esclavitud sexual, ocurridos entre 2002 y 2003, en la Rep¨²blica de Congo, a 30 a?os de prisi¨®n y reparaciones por 30 millones de d¨®lares. Estas son las reparaciones m¨¢s altas impuestas hasta el momento por este tipo de delitos, pero debe asumirlas el fondo fiduciario de la Corte Penal Internacional, que depende de las contribuciones de los Estados (en algunos casos, muy exiguas) y que el a?o pasado llegaron apenas a los 2,2 millones de euros¡±.
Ellas, tan emocionales, o la devaluaci¨®n de lo femenino
Cuando al mundo le va mal, a las mujeres nos va peor. En esto coincid¨ªan las invitadas a la jornada de Madrid, en formato presencial y transmitida por el canal de la UNED. Por lo tanto, ¡°la apertura de posibilidades para las mujeres no puede significar ir a hacer la guerra¡±, sostuvo la costarricense Ana Helena Chac¨®n; esto significa que ¡°no basta con llegar a los lugares donde se dirimen diferencias matando¡± y repetir esas conductas, remarc¨®.
¡°La violencia basada en el g¨¦nero en una sociedad es una condici¨®n de base para la violencia sexual en un conflicto armado, de tal manera que las mujeres y ni?as que sufren mayor discriminaci¨®n en tiempos de paz van a tener un mayor riesgo en tiempos de guerra. Lo hemos visto en la pandemia, en la que se han romantizado los hogares, perpetuando la idea de las mujeres en lo privado y los hombres en lo p¨²blico¡±, ilustr¨® Chac¨®n.
¡°La violencia sexual es un arma m¨¢s barata que las balas, porque est¨¢ basada ¨²nicamente en la diferencia de g¨¦nero¡±, afirm¨® la embajadora de Costa Rica, agregando que ¡°esto no tiene que ver con un deseo sexual o un alivio de instintos primarios por parte de los hombres, sino, m¨¢s bien al contrario, se trata de un modo de expresar la necesidad de control sobre los cuerpos de mujeres, y desde el poder¡±.
Acerca de los estereotipos de g¨¦nero que contribuyen a la vulnerabilidad estructural de las sociedades, Chac¨®n grafic¨®: ¡°Se necesitan ej¨¦rcitos de varones fuertes que protejan a las mujeres d¨¦biles (o sumamente emocionales)¡±. Se trata, por supuesto, de ¡°perpetuar un sistema de dominaci¨®n y miedo¡±, reforzando los roles cl¨¢sicos castrenses, a trav¨¦s de la ¡°hipermasculinidad en los conflictos armados¡±. All¨ª, donde ¡°los roles de las mujeres se reducen a la satisfacci¨®n de los hombres, la procreaci¨®n de la ¡®madre de la naci¨®n¡¯, portadora de la pureza, o a las gestadoras de la pr¨®xima generaci¨®n de soldados¡±. Por supuesto, en este marco, ¡°las mujeres lesbianas y los hombres homosexuales no se ajustan a los roles de la guerra y pueden ser se?alados como antipatriotas¡±, subray¨® la diplom¨¢tica costarricense, que ha trabajado constantemente en sensibilizaci¨®n y ampliaci¨®n de derechos para la comunidad LGTBI.
La conferencia abord¨® la vulnerabilidad estructural de sociedades de todos los rincones de la Tierra, desde m¨²ltiples aristas, y poniendo ¨¦nfasis en los mecanismos que influyen en que las desigualdades de g¨¦nero se agraven y se vuelvan lacerantes, en situaciones b¨¦licas. A los testimonios de mujeres raptadas en sociedades represivas que, a continuaci¨®n, se valen de esas amenazas para restringir los movimientos de la mitad de la poblaci¨®n en tiempos de paz, se unieron voces que narraron lo vivido en conflictos con nombre propio como el de Darfur o la matanza de Srebrenica. Las claves del desarme sexual, seg¨²n las expertas, son la justicia y la impostergable reparaci¨®n de cada uno de estos delitos de lesa humanidad.
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