Los riesgos de la instrumentalizaci¨®n de la acci¨®n humanitaria en Colombia
La urgencia del presidente por mostrar los avances del alto al fuego entre el Ej¨¦rcito de Liberaci¨®n Nacional y el Ej¨¦rcito Colombiano, unida a la obsesi¨®n por comunicarlos inmediatamente, puede volverse contraproducente en el proceso de reparaci¨®n y justicia
La realizaci¨®n de la autodenominada ¡°caravana humanitaria¡± del Gobierno de Colombia y el Ej¨¦rcito de Liberaci¨®n Nacional (ELN) por ciertas zonas del sur del Choc¨® y del Valle del Cauca, a finales de enero, para ver la situaci¨®n en esas regiones y planificar los ¡°alivios humanitarios¡±, supone un obsceno intento de blanqueo de imagen y legitimaci¨®n. Lo es porque tanto el Estado como el ELN son precisamente los causantes del sufrimiento de la poblaci¨®n en esos territorios. Se trata de una instrumentalizaci¨®n del humanitarismo, pues se presentan ahora ante esas mismas comunidades como proveedores de paz y prosperidad. Lo que, adem¨¢s, pone en riesgo a las poblaciones que han visitado frente a otros grupos armados. Algo que, como se ha demostrado en situaciones anteriores, puede suceder.
Desde su toma de posesi¨®n el pasado mes de agosto, el Gobierno de Gustavo Petro ha demostrado una gran decisi¨®n, incluso osad¨ªa, para abordar la resoluci¨®n de la conflictividad violenta que asola Colombia desde hace d¨¦cadas. Su propuesta de ¡°Paz total¡±, lanzada al inicio de su mandato, es clara muestra de esa firme voluntad, pero tambi¨¦n lo es de una gran improvisaci¨®n. La noticia de haber alcanzado un alto el fuego bilateral con el ELN, inmediatamente desmentida por el grupo armado, es el mejor ejemplo de esta falta de solidez y claridad en algunos de los planteamientos del Gobierno.
?Acaso no conocen el ej¨¦rcito colombiano y el ELN que sus acciones generan sufrimiento humano, muertes, desplazamiento forzado o confinamiento?
Mucho m¨¢s confuso a¨²n es el tipo de propuestas que se har¨¢ a cada uno de los grupos armados con los que se quiere dialogar, dado el distinto car¨¢cter de los mismos. Si con algunos grupos ser¨ªa trazable la negociaci¨®n de acuerdos, con otros no parece haber otra v¨ªa que la del sometimiento a la Ley. La importancia de los detalles legales, incluso judiciales, en este tipo de situaciones, no se escapa a nadie y, por el momento, no se han concretado. Las prisas nunca han sido buenas para resolver problemas complejos y las urgencias del presidente por mostrar resultados, unida a la obsesi¨®n por comunicarlos inmediatamente, puede volverse en su contra si estos no se consiguen.
Desde la perspectiva humanitaria, algunas de las iniciativas puestas en marcha por el Gobierno son tambi¨¦n reflejo de esta improvisaci¨®n, de un gran desconocimiento de lo que representa el humanitarismo, y de las lecciones aprendidas en numerosos conflictos, tambi¨¦n en Colombia, a lo largo de la historia. Y debemos decirlo claramente: son una instrumentalizaci¨®n inaceptable y peligrosa de la acci¨®n humanitaria. La puesta en marcha de la ¡°caravana humanitaria¡±, de m¨¢s de 100 personas durante cinco d¨ªas, por el Bajo Calima y el medio San Juan, auspiciada por el Gobierno y el ELN, para ¡°o¨ªr el drama de la guerra en el Pac¨ªfico¡±, no puede calificarse sino como un intento de mejorar la imagen. Tanto de unos como de los otros, utilizando el sufrimiento de las comunidades como mera excusa para legitimarse.
El Gobierno de Colombia, como cualquier otro que haya firmado los instrumentos internacionales de derechos humanos y derecho internacional humanitario, es titular de obligaciones respecto de la protecci¨®n de la poblaci¨®n
?Acaso no conocen el ej¨¦rcito colombiano y el ELN que sus acciones y las del resto de grupos armados con presencia en las zonas generan sufrimiento humano, muertes, desplazamiento forzado o confinamiento? ?Necesitan, como Santo Tom¨¢s, meter el dedo en la llaga para comprobar la grave situaci¨®n humanitaria que su propio actuar ha provocado? ?No se han tomado la molestia de hablar antes con las comunidades o de leer los informes de las organizaciones sociales, humanitarias y de derechos humanos? ?No conoc¨ªan esos informes que se publican peri¨®dicamente desde hace d¨¦cadas?
El Gobierno de Colombia y el ELN tienen obligaciones
Evidentemente, algunas de las comunidades visitadas han recibido con esperanzas y expectativas la caravana y apoyan, c¨®mo no, el que se avance en los posibles procesos de paz. Pero estos deseos expresados por los l¨ªderes y lideresas comunitarias no pueden ser utilizados por el gobierno o por el ELN para presentarse como virginales visitantes humanitarios que, movidos por la solidaridad, quieren conocer los problemas sobre el terreno. M¨¢s all¨¢ de las buenas intenciones de algunos de los participantes en esa caravana, conviene recordar que el Gobierno de Colombia ¡ªcomo cualquier Gobierno leg¨ªtimo que ha firmado los instrumentos internacionales de derechos humanos y derecho internacional humanitario (DIH)¡ª es titular de obligaciones respecto de la protecci¨®n de la poblaci¨®n. Y debe, por tanto, tomar medidas (deber¨ªa haberlo hecho hace d¨¦cadas) para mejorar su situaci¨®n y garantizar el goce efectivo de derechos.
Por su parte, el ELN, como grupo armado no estatal, tambi¨¦n tiene obligaciones, que emanan del derecho internacional humanitario, en materia de precauci¨®n, distinci¨®n de la poblaci¨®n civil y limitaci¨®n en su actuaci¨®n y participaci¨®n en las hostilidades. Y ambos tienen tambi¨¦n obligaciones en materia de respeto al quehacer humanitario y al acceso de las organizaciones imparciales a las comunidades afectadas, as¨ª como el compromiso de rendir cuentas de sus actuaciones y de su respeto (o no) al DIH y los derechos humanos. Que en esta ¡°gira de turismo humanitario¡± hayan ido a escuchar a las comunidades y no a rendir cuentas de sus actuaciones no deja de ser una hipocres¨ªa imposible de aceptar, ya que refuerza la idea de impunidad de las posibles violaciones del DIH o los derechos humanos que puedan haber cometido.
Que en esta ¡°gira de turismo humanitario¡± hayan ido a escuchar a las comunidades y no a rendir cuentas de sus actuaciones no deja de ser una hipocres¨ªa imposible de aceptar
La confusi¨®n e instrumentalizaci¨®n de las cuestiones humanitarias no es nueva en el conflicto colombiano, ni en otros muchos conflictos. Recordemos los tiempos en los que el l¨ªder paramilitar de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), Carlos Casta?o, hablaba de que el derecho internacional humanitario se deb¨ªa adaptar a Colombia siendo un ¡°DIH a la criolla¡±. O la invenci¨®n de conceptos pintorescos como el de cerco humanitario a las FARC por parte del expresidente ?lvaro Uribe. Hasta la caravana humanitaria actual, diversos organismos han ido proponiendo ocurrencias que finalmente tienen el mismo resultado: tratar de justificar una cierta interpretaci¨®n interesada de lo humanitario, plantear medidas que no implican el cumplimiento de las normas legales y no mejorar la situaci¨®n humanitaria de las poblaciones afectadas. Han supuesto siempre huidas hacia adelante que no implican obligaciones ni incorporan mecanismos de rendici¨®n de cuentas.
Por ello, que el Comisionado de Paz, Danilo Rueda, haya sugerido un Mecanismo de Veedur¨ªa, Monitoreo y Verificaci¨®n del cese al fuego (MVMV) que integrar¨ªan las organizaciones sociales territoriales junto al Gobierno nacional, los actores armados y otras instituciones como la Iglesia, supone un riesgo para las comunidades de las zonas afectadas por el conflicto y la violencia. Aunque alguna organizaci¨®n social ya ha expresado su deseo de ¡°hacer seguimiento al cese bilateral al fuego y control a las normas del DIH por parte de todos los actores armados¡±, nos parece una irresponsabilidad que se debe corregir. La ONU, la Misi¨®n de Verificaci¨®n de las Naciones Unidas en Colombia, el reci¨¦n llegado Alto Comisionado para los Derechos Humanos en ese pa¨ªs y las agencias humanitarias y de derechos humanos tendr¨ªan que abordar con seriedad los riesgos de esta situaci¨®n.
Las enormes esperanzas que en materia de paz y resoluci¨®n del conflicto colombiano se han abierto con el nuevo Gobierno est¨¢n haciendo que la comunidad internacional y los actores de derechos humanos colombianos est¨¦n observando, con excesiva complacencia, la situaci¨®n. Y no prestando la atenci¨®n necesaria al cumplimiento de los est¨¢ndares internacionales y las buenas pr¨¢cticas en materia de los derechos humanos e internacional. La innovaci¨®n y la creatividad son valores que deben incorporar el saber acumulado en otras situaciones similares si, de verdad, se quiere resolver la crisis humanitaria y caminar de modo firme hacia la paz total que se dice defender.
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