Sudor, arena y un largo camino por delante
El libro ¡®Sin noticias de ?taca¡¯, de Enrique Vaquerizo Dom¨ªnguez, relata un viaje a los lados del muro del S¨¢hara en el que conversa con las gentes que se va encontrando en su periplo
¡°Estamos en un punto de la historia en el que probablemente m¨¢s se han incrementado los movimientos migratorios, los movimientos tur¨ªsticos, la movilidad¡ Nos movemos por razones muy variadas. Pero nos movemos m¨¢s que nunca a pesar de que hay numerosos muros que impiden el movimiento¡±, afirma Enrique Vaquerizo Dom¨ªnguez (Sevilla, 1982).
El periodista y docente universitario ha indagado sobre las din¨¢micas de movilidad que empujan al ser humano. Se autodefine, de hecho, como ¡°un especialista en fronteras¡±, o en distinguir a un turista de la persona que se pone en marcha por la necesidad de encontrar la vida digna que se le niega en su propio pa¨ªs. Individuos que se cruzan en el camino, unos de bajada, otros de subida, a veces sin interactuar, sin reconocer la presencia del otro. Pero ¨¦l se deja interrogar por todas las personas que se encuentra en su deambular. As¨ª ha sido en su periplo desde el Mediterr¨¢neo hasta la soledad del desierto del S¨¢hara, y ha compilado sus conversaciones en las p¨¢ginas de Sin noticias de ?taca. Un viaje a los dos lados del S¨¢hara (Laertes 2022), publicado el pasado oto?o.
Esta aventura comienza en Ceuta (en la vecindad del punto donde Ulises decidi¨® poner rumbo a casa) y atraviesa Marruecos, el S¨¢hara occidental y parte de Mauritania, en busca del muro que separa el territorio anexionado por el reino alauita de los llamados ¡°liberados¡± por los saharauis. Andar a la caza de un muro, en este caso de arena y adobe, rodeado de minas y no contemplarlo, puede dar la impresi¨®n de que el viaje ha fracasado. Pero no es as¨ª, porque el viaje son las experiencias vividas, los encuentros, las fatigas, el calor, el sudor, la arena (mucha arena) y mugres que se pegan al cuerpo, las peque?as victorias personales, los fracasos que se acumulan, la soledad experimentada¡
Un libro de viajes, si encima tiene tintes de aventura personal como la que relata esta obra, puede abrir caminos nuevos para los menos conformistas
Adele es una de las personas que se cruzaron en su camino. Es un saharaui que pasa seis meses al a?o en Ibiza trabajando en un restaurante de lujo y los otros seis transportando mercanc¨ªas por el desierto hasta Tinduf (Argelia). Su vida describe la dualidad de muchos miembros de este pueblo que pasan sus veranos en Espa?a, acogidos, y que acaban por tener dos familias. Otro de sus encuentros fue con Jacques, un jubilado franc¨¦s obsesionado con hacer ala delta, pesca submarina y por escapar. Lo lleva al autor a una reflexi¨®n sobre la actitud occidental ante la vejez y la muerte, intentando llenarla de significado y de actividades, frente a la que tienen las personas de esa edad en muchos pa¨ªses africanos, que es como si se hubieran ganado la quietud.
En las p¨¢ginas de este libro, el lector conocer¨¢ tambi¨¦n a BG, atrapado en Dajla a la espera de que su hermana pueda cruzar la frontera con Mauritania y juntos continuar el camino a Espa?a. Y, por citar otros de sus encuentros: el que tuvo con Saif, el bibliotecario de la biblioteca Ahmed Mahmoud en Chingueti; o con Zaida, que regenta un hostal en Uadan (Mauritania) y solo piensa en ampliarlo.
El autor emprendi¨® su ruta en solitario con la ¨²nica compa?¨ªa de los Moresby, Port y Kit, el matrimonio estadounidense, aburrido y hartos de s¨ª mismos, que protagonizan El cielo protector de Paul Bowles, y que Bertolucci llev¨® a la gran pantalla. Quiz¨¢s en un intento de Vaquerizo por establecer un paralelismo o un juego metaliterario con esa iniciaci¨®n a ?frica y al interior de uno mismo que tambi¨¦n la pareja burguesa emprende.
El libro forma parte de una trilog¨ªa en la que el escritor sale al encuentro de los muros que bloquean a los humanos. Tras Historias de salacot y Fortasec, este es el segundo. El tercero ver¨¢ pronto la luz.
Son los momentos y memorias que se atesoran en el alma, el coraz¨®n, la mente y el cuerpo, los que hacen de este viaje diferente. ?Para qu¨¦ cont¨¢rselos a otros? ?Qu¨¦ sentido tiene en un mundo globalizado, lleno de aplicaciones de m¨®vil que marcan el camino y dan consejos sobre los mejores hoteles, bares y atracciones de la zona, escribir un libro de viajes? Vaquerizo tambi¨¦n se lo ha preguntado muchas veces. ¡°Como lector, me siguen interesando las miradas que tienen los diferentes autores de libros de viajes. Creo que todos podemos ir al mismo sitio y vivir una experiencia radicalmente diferente en funci¨®n de la forma que tengamos cada uno de mirar¡±, se contesta.
Adem¨¢s, un libro de viajes, si encima tiene tintes de aventura personal como la que relata esta obra, puede abrir caminos nuevos para los menos conformistas. ¡°Ahora viajar es m¨¢s f¨¢cil, pero entre la gente que comparte im¨¢genes estereotipadas que son siempre las mismas en las redes sociales, cada vez resulta m¨¢s dif¨ªcil hacer un viaje de aventuras porque todo est¨¢ m¨¢s localizado y accesible. Si bien, si hay un lugar donde acabar en rincones que ofrecen esa parte de imprevisibilidad de encuentro con el otro, es en ?frica. Concretamente, ?frica occidental, que es lo que yo conozco, no me decepcion¨®. Creo que s¨ª sigue siendo interesante escribir libros de viaje para conocer las distintas formas que tenemos de mirar una misma realidad¡±, reflexiona.
Son esos momentos y memorias que se atesoran en el alma, el coraz¨®n, la mente y el cuerpo, los que hacen de este un viaje diferente
Solo por eso es recomendable leer Sin noticias de ?taca. Pero, adem¨¢s, es una obra fresca a pesar de la hostilidad del S¨¢hara. Adentra al lector en la soledad del desierto y le reta a enfrentarse a s¨ª mismo, a conocer a los caminantes, viajeros y turistas que lo transitan, a llegar a las bibliotecas del norte de Mauritania, a experimentar la absurdidad en su grado m¨¢ximo e invita a no caer en la frustraci¨®n.
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