M¨¢s zonas verdes cerca de casa
Numerosos estudios avalan la necesidad de contacto con la naturaleza, aunque sea en ¨¢reas peque?as, para un correcto desarrollo vital, especialmente de los ni?os y los mayores
Necesitamos m¨¢s zonas verdes cerca de casa, aunque sean peque?as. Y las precisa, sobre todo, nuestra salud. Tanto f¨ªsica como mental. Existen numerosas evidencias que prueban la necesidad que tenemos los seres humanos de contactar con la naturaleza. Incluso algunos autores han destacado los graves problemas que podemos padecer cuando carecemos de esa conexi¨®n.
En 2005, el periodista estadounidense Richard Louv acu?¨® en su libro El ¨²ltimo ni?o del bosque el ¡°trastorno por d¨¦ficit de naturaleza¡± para indicar que el contacto con la misma es imprescindible para el desarrollo de las personas y, en particular, de los m¨¢s peque?os. Antes, en 1984, Edward O. Wilson propuso la Teor¨ªa de la Biofilia porque pensaba que parte del comportamiento humano se reg¨ªa por la relaci¨®n ecol¨®gica que la especie hab¨ªa tenido con la naturaleza.
Estas teor¨ªas han sido complementadas por otras como la de La reducci¨®n del estr¨¦s, de Roger Ulrich, o la del Efecto restaurador de la naturaleza, de Rachel y Stephen Kaplan. La primera planteaba que la reducci¨®n de los niveles de estr¨¦s se produce mucho m¨¢s r¨¢pidamente en entornos naturales que en otros artificiales. Y la segunda habla de la recuperaci¨®n de la capacidad de atenci¨®n perdida por las actividades diarias.
Pero hay muchos otros estudios que avalan la necesidad de contacto con la naturaleza, aunque sea en zonas peque?as, para un correcto desarrollo vital, especialmente de los ni?os y los mayores. Hay autores como Jaime O?Shanahan que plantean la necesidad de una ¡°dosis m¨ªnima¡± de naturaleza accesible a todos.
Las zonas verdes cumplen m¨²ltiples funciones. Contribuyen a la creaci¨®n de un microclima adecuado al confort humano, impidiendo el soleamiento en los meses sobrecalentados y permiti¨¦ndolo en los infra calentados. En caso de necesidad, los ¨¢rboles de hoja caduca pueden ayudar bastante a conseguirlo; incluso est¨¢ constatada su eficacia para reducir la isla de calor urbana, debido a la cual en el interior de las ciudades suele haber dos o tres grados de temperatura m¨¢s que en el exterior a las mismas.
Para que nuestras ciudades sean m¨¢s saludables hay que crear espacios de convivencia
Tambi¨¦n contribuyen las zonas verdes a disminuir determinados tipos de contaminaci¨®n. En el caso de la poluci¨®n del aire, la naturaleza urbana sirve para absorber part¨ªculas nocivas. En cuanto a las contaminaciones visual y ac¨²stica, ¨¢rboles y plantas reducen la cantidad de informaci¨®n que en ambientes muy artificiales puede superar la capacidad de procesarla del cerebro, produciendo estr¨¦s.
De tal forma, las zonas verdes aumentan el confort urbano, y un espacio urbano confortable est¨¢ directamente relacionado con su utilizaci¨®n. Si queremos conseguir ciudades caminables, en las cuales mejore una de las lacras del siglo actual como es el sedentarismo, la naturaleza puede ayudar bastante. Hay muchos estudios al respecto, en particular en relaci¨®n con los ni?os. Un trabajo de 2007, de Liu, Wilson, Ki y Ying publicado en el n¨²mero 21 de The Science of Health Promotion, demuestra que existe una relaci¨®n inversa entre sobrepeso infantil y vegetaci¨®n. Y esto tambi¨¦n se ve en otros trabajos que relacionan, en personas mayores, actividad f¨ªsica y proximidad de zonas verdes.
Para que nuestras ciudades sean m¨¢s saludables hay que crear espacios de convivencia. Pues bien, las zonas verdes pueden ser excelentes espacios de convivencia si est¨¢n adecuadamente dise?adas: si son confortables, se pueden practicar en ellas algunas actividades l¨²dicas, son bellas y cuentan con lugares de descanso y para realizar ejercicio. De forma que deber¨ªan complementarse con juegos de ni?os y aparatos de ejercicios para mayores, colocados lo m¨¢s juntos posible para que pueda producirse la debida interacci¨®n entre generaciones diferentes.
Adem¨¢s, estas zonas verdes deben de estar cercanas a las viviendas. Hay encuestas que relacionan de manera bastante clara la mayor frecuencia de uso con un menor tiempo de acceso. As¨ª, seg¨²n una ponencia presentada por Pedro Calaza en 2016 en unas jornadas organizadas por el ayuntamiento de Zaragoza, si est¨¢ a diez minutos de distancia de las casas, las utilizan m¨¢s del 70% de residentes, mientras que si est¨¢ a media hora o m¨¢s no acuden ni el 5%.
El entramado verde urbano deber¨ªa de estar formado por una serie de espacios de diferentes dimensiones, aunque centrados en los m¨¢s peque?os que ser¨ªan los m¨¢s pr¨¢ximos
Esto quiere decir que las zonas verdes de cercan¨ªa deber¨ªan de ser el entramado b¨¢sico de organizaci¨®n de nuestras ciudades. No, como suele suceder, la situaci¨®n inversa: el plan de urbanismo dedica a estas ¨¢reas los espacios residuales despu¨¦s de haber organizado viario y residencias. Esto no quiere decir que no deban existir zonas naturales de mayor tama?o que el verde de proximidad, que suele ser de poca extensi¨®n. Estas ¨¢reas mayores ser¨ªan de utilizaci¨®n m¨¢s espor¨¢dica y su dise?o ser¨ªa diferente, predominando los elementos naturales.
El entramado verde urbano deber¨ªa de estar formado por una serie de espacios de distintas dimensiones, aunque centrados en los m¨¢s peque?os que ser¨ªan los cercanos, adecuadamente dise?ados seg¨²n la funci¨®n de cada uno. Los mayores ser¨ªan los m¨¢s naturales, mientras que en los de proximidad, m¨¢s peque?os, la componente de naturalidad ser¨ªa menor. Todos ellos deber¨ªan de estar unidos entre s¨ª y con los espacios periurbanos e, incluso, con los m¨¢s lejanos a las urbes.
De esta forma constituir¨ªan una infraestructura verde urbana conveniente, no solo desde el punto de vista ecol¨®gico, sino tambi¨¦n funcional. La conveniencia ecol¨®gica de una infraestructura verde est¨¢ fuera de toda duda, no solamente por el mantenimiento de la biodiversidad, sino por otras muchas razones recogidas en diversos estudios como en la Gu¨ªa de la Infraestructura Verde Municipal publicada por la FEMP.
Tambi¨¦n hay que destacar el hecho de que la uni¨®n funcional entre todas las ¨¢reas de verde tiene innegables ventajas para la salud. La primera y m¨¢s evidente es que permite la realizaci¨®n de ejercicio f¨ªsico, no limitado a zonas peque?as. Por ejemplo, se puede dise?ar un circuito para correr o para bicicletas. Esa conexi¨®n tambi¨¦n favorece la interacci¨®n social con otras personas distintas a las de los entornos de proximidad. Esto es muy importante en la vida urbana, ya que la ciudad se ha caracterizado precisamente por la relaci¨®n con el otro, con quien no nos es conocido, con el que no vive a nuestro lado. De esta forma, incluso se podr¨ªan plantear recorridos que llegaran a las zonas de reserva ecol¨®gica situadas fuera de la ciudad, aumentando las posibilidades de ejercicio y de contacto con ¨¢reas cada vez m¨¢s naturales.
Con todos estos elementos, se puede concluir que, en la construcci¨®n de nuevas ¨¢reas urbanas, los espacios verdes de cercan¨ªa deber¨ªan constituir el centro de su dise?o. Problema m¨¢s dif¨ªcil es abordar esta cuesti¨®n en ¨¢reas ya consolidadas. En este caso, habr¨ªa que intentar rescatar cualquier suelo existente sin edificar y convertirlo en ¨¢rea verde; incluso reduciendo el espacio dedicado a los coches. Tambi¨¦n, mediante el reverdecimiento de fachadas o cubiertas para los conectores y, por supuesto, tratando de recuperar los r¨ªos y los arroyos, ramblas y cualquier elemento de naturaleza existente. Nuestra salud, tanto f¨ªsica como mental, lo agradecer¨¢.
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